Narración mediante imágenes fijas con elementos verboicónicos articulados para emitir un relato autónomo.
Denominación española de comics, primer término usado en países anglófonos para denominar el medio desde el siglo XIX, o de histories en estampes / en images, que fue el usado en los francófonos hasta la adopción de bande dessinée. Etimológicamente, en castellano historieta significa historia corta y de poca importancia, y así lo recogen nuestros diccionarios desde hace al menos dos siglos. El término fue usado en España tanto para designar los dichos o sucesos poco importantes o falseados como para referirse a cuentos cortos escritos, cuadros teatrales o relatos ilustrados y, luego, solamente dibujados. El término se conoce impreso desde 1875 (El Mundo Cómico, 135) y se popularizó durante el final del siglo XIX hasta quedar establecido en las primeras décadas del siglo XX, tanto en España como en toda Latinoamérica. La primera publicación que incluyó el término en su título fue la del editor C. Verdaguer G. Busch. Historietas ilustradas (1881). Si bien por su carácter polisémico ha sido usado en todas sus vertientes (también para designar cada uno de los episodios de una serie de animación, por ejemplo), fue el término escogido por autores, directores de revistas y editores españoles para las obras del medio y para describir sus publicaciones hasta que, ya en los años cuarenta, gran parte comenzó a denominarlas familiarmente tebeos. En nuestra definición, los elementos verbales existen siempre en una construcción de este tipo, no obstante pueden estar elididos; los icónicos son condición necesaria, y deben ser fijos y dibujados, aunque se admiten los fotográficos o los multimateriales. La autonomía indica que no se trata de obras supeditadas a una construcción lingüística aneja (un texto, otra ilustración) y que podrían emitir similar mensaje aun siendo trasvasadas a otro soporte, incluso de otro medio. El relato puede no existir en el caso de las historietas abstractas, aunque siempre se puede investir como relato una sucesión de imágenes. Finalmente, la impresión y la difusión son condiciones necesarias para admitir la existencia de la industria ligada a este medio, aunque no la del modelo expresivo. Toda definición de historieta es discutible, pero desde luego no debe supeditarse a los elementos morfológicos de la obra. Es decir, no es exigible detallar si la obra se escinde en imágenes separadas entre sí por otros signos gráficos, tampoco si se organizan en bandas o en secuencias, ni importa si llevan o no elementos como los globos de texto. A los efectos prácticos, la definición de historieta comprende la de viñeta (de humor gráfico, incluyendo el chiste gráfico) si el relato autónomo es de tipo humorístico o satírico. De esta manera, el concepto historieta englobaría las obras de humor gráfico que superan la simple descripción (caso de las caricaturas o las ilustraciones que apoyan a un texto meramente y carecen de temporalidad intrínseca) y comprendería desde las protohistorietas (construcciones de una viñeta con enunciado narrativo, como los chistes gráficos, o aquéllas que incorporan varias viñetas, una vez superados los presupuestos meramente descriptivos de las aucas o aleluyas) hasta las actuales historietas de toda índole, sean o no mudas, siempre y cuando comuniquen un relato con contenido y expresión sustantivamente distintos de los que comunican otros medios. Esto implica que la extensión carece de importancia al valorar una obra como perteneciente a este medio, sea una tira con un par de viñetas, sea una “novela gráfica” con miles.
Historieta también es un término usado con carácter peyorativo por muchos de los divulgadores que se incorporan al conocimiento y reconocimiento del medio tras una tradición teórica que distinguió equívocamente los conceptos tebeo y cómic –por razones más bien coyunturales- y que, más recientemente, ha elegido entre valorar los cómics y las novelas gráficas en una confusión generalizada sobre naturaleza de medios, formatos y géneros. Las tesis relativistas que desprecian la especificidad del medio se aferran a la idea de que existen diferentes estados de la historieta dependiendo del momento cultural e histórico y que el actual es solamente uno de esos estados y, por ende, resulta absurdo definir el medio. Citando palabras de Groensteen, la opción relativista necesita en primer lugar definir los supuestos u objetos que conforman esos “estados” de un mismo medio.