El primer número del cazador de aventuras salió en octubre de 1992. Se trataba de un personaje que se asemejaba a un superhéroe, pero en realidad era grotesco y bruto. Vive en una iglesia abandonada, usa una cruz invertida, y su mejor amigo es un extraño duende al que le dice "tío pastafrola". Los primeros siete números fueron en blanco y negro, pero en 1995 decidieron ponerle color y la revista tuvo su mejor época hasta 1999.
Las historias son unitarias, sin una progresión argumental o evolución en el personaje. Con mucha violencia y sexo, el Cazador se ve envuelto en aventuras que lo mezclan con tópicos del terror y la ciencia ficción, personajes de historieta argentina y extranjera, o personajes tomados de la realidad. El Cazador sigue siendo bruto, y sólo le importa pasarla bien y evitarse problemas, comer, dormir y conseguir mujeres.
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