Libro encuadernado en cartoné en formato álbum de 72 páginas en color más cubiertas de temática histórica.
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Hacia la mitad del S. XII se suceden tramas e intrigas, en forma de tratados y pactos en los que se estipularán muchos asuntos; asuntos que influirán en el devenir del futuro político y social de la península ibérica, porque a toda ella afectará, en mayor o menor medida.
El poder almorávide se ha resquebrajado definitivamente; en el tratado de Zamora, el cinco de octubre de 1143, entre Alfonso I de Portugal, y el rey de Castilla y León, Alfonso VII, se reconoce al condado de Portugal perteneciente al reino de León, su independencia como reino, estableciéndose así los famosos e históricos cinco reinos de Hispania para la cristiandad.
Los segundos reinos taifa nacidos de la descomposición del imperio almorávide, fueron cayendo en menos de un lustro a manos del nuevo, floreciente, poderoso e intransigente imperio almohade, que ya había arrasado a los almorávides en todo el norte de África.
En medio de todas estas pendencias, aparece con fuerza la figura de un personaje que será determinante para el futuro de al-Ándalus, y de todos los reinos cristianos; al menos, durante el siguiente cuarto de siglo.
Un muladí, musulmán, con antepasados cristianos, un guerrero de frontera, que, moviéndose entre las enmarañadas trifulcas de los distintos poderes musulmanes del momento, acaba por conseguir el reino de Valencia, y, muy poco después, el de Murcia; asentando así un reino que abarcaría desde el Ebro, en septentrión, hasta Almería por meridión, adentrándose hasta Guadix, Baza y Segura, en occidente.
Nacía el reino del Sharq al-Ándalus, el último y más grande reino taifa de la península, cuyo mayor y más anhelado objetivo, fue el de combatir el fanatismo y la intolerancia almohade, que amenazaba de forma tajante y autoritaria, el modo de vida que se propuso conseguir para su reino y sus súbditos, cuyo lema fue siempre el de la felicidad y la prosperidad, pero… ¡para todos!; para ello realizó toda suerte de pactos y alianzas con los reinos cristianos del norte, en los que se apoyó para realizar audaces conquistas a los invasores sarracenos africanos, para desesperación de sus califas, ya que fueron dos, los que sufrieron el ímpetu arrollador de este díscolo personaje.
Abú Abd Allâh Muhammad ibn Sah´d ibn Mardánish, nacido en Peñíscola en 1124, luchará con denuedo, audacia, astucia y gallardía, contra el empuje almohade desde su investidura en 1147, sin dar su brazo a torcer, hasta su muerte en 1172.
Asistiremos a la experiencia de descubrir la vida de extremos enfrentados de un rey musulmán (que no moro), que dio literalmente su vida para proteger la felicidad y la prosperidad de su reino y sus súbditos, ejerciendo así mismo el papel de escudo protector de los cinco reinos cristianos del norte ante la creciente amenaza almohade proveniente del norte de África, convirtiéndose sin pretenderlo en El Sexto Reino.
Rey Lobo de Valencia y Murcia fue llamado; tanto por moros, como por cristianos… y Mahomat Abençahat et Rex Lupus por el mismo papa de Roma, y medio siglo después por el propio arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada en su libro “Historia Arabum”.
Es hora de conocer a un rey, cuyo sacrificio fue premiado por las
crónicas históricas…
con el olvido.