Libro de historieta de 192 páginas en blanco y negro más cubiertas en color, encuadernado en rústica con solapas. Edición con sentido de lectura oriental. Publicado originalmente en Japón en un tomo por la editorial Hibari Shobo en 1982. Tradujo Ismael Funes Aguilera, y la rotulación corrió a cargo de Double Cherry, S.L.
Contenido:
- Pág. 1: Título, autor, logotipo de la línea.
- Pág. 2-3: Índice.
- Pág. 4: Impresa en blanco.
- Pág. 5: Poema de Shin-Ye Antsû e ilustración de Hino.
- Pág. 6-7: Título de la obra e ilustración a doble página.
- Pág. 8-13: Panorama infernal, sección a modo de introducción.
- Pág. 14-21: Primer panorama infernal. La guillotina.
- Pág. 22-25: Segundo panorama infernal. El río sin fondo.
- Pág. 26-31: Tercer panorama infernal. El crematorio de los cadáveres sin cabeza.
- Pág. 32-40: Cuarto panorama infernal. El cementerio de los condenados.
- Pág. 41-55: Quinto panorama infernal. El sueño del pequeño demente.
- Pág. 56-65: Sexto panorama infernal. La posada del infierno.
- Pág. 66-85: Séptimo panorama infernal. Los tres tatuajes. 1ª parte: La gran serpiente.
- Pág. 86-103: Octavo panorama infernal. Los tres tatuajes. 2ª parte: El murciélago rojo.
- Pág. 104-117: Noveno panorama infernal. Los tres tatuajes. 3ª parte: El dragón volador.
- Pág. 118-127: Décimo panorama infernal. La madre loca.
- Pág. 128-141: Undécimo panorama infernal. El imperio fantasma.
- Pág. 142-157: Duodécimo panorama infernal. La época de los sueños infantiles.
- Pág. 158-194: Decimotercer panorama infernal. La última pintura.
- Pág. 195-198: Epílogo, texto de Hideshi Hino sobre la concepción de la obra.
- Pág. 199: Créditos.
- Pág. 200: Rótulo con la fecha de impresión y dibujo de Hino.
Texto promocional en cuarta de cubiertas:
"Esta es la escalofriante confesión de un pintor anónimo cuya fascinación por el horror le arrastró al infierno. Un pintor que trabajaba en un cuarto donde nunca penetraba la luz del sol. Con las contraventanas de su estudio perpetuamente cerradas, el pintor pintaba unicamente escenas apocalípticas y repletas de sangre. La pintura roja la extraía de su propio cuerpo, simpre repleto de cortes que él mismo se hacía. En el exterior, los cuervos volaban recortándose contra el sol del atardecer, trazando círculos, como si danzaran. Un poco más allá, frente a la casa del pintor, la hoja de la guillotina, purificada con agua bendita, caía una y otra vez, segando cabezas mientrasl el artista de lo macabro se afanaba en captar la belleza del horror y de la sangre."