ordinario

Libro de historieta con encuadernación rústica interior en blanco y negro y cubiertas en color.

No llevó numero signado, se le adjudica en función del orden en que apareció dentro de la colección.

Prólogo del tebeo:

Tras nuestro inicial "Don Plácido", traemos ahora hasta la atención de los lectores cuatro nuevos volúmenes de la colección Humor Siglo XX, que componen una ventana múltiple a un humor sin fronteras. Vienen a ofrecer al lector agobiado por los mil problemas de nuestro tiempo una solución provisional para sus males: la sonrisa.

Pero, ante "King Tongo", "SuperLópez", "Tarzanilo" o "Franciscostein", será bueno preguntarnos de dónde nace el chiste, ¿del buen, del mal humor del autor... o, más bien, de su voluntad de ver críticamente el mundo, de su capacidad para deformar paródicamente la realidad? Y es que, si bien resulta arriesgado decir que todo humor es parodia, sí podemos afirmar que este pequeño libro, que usted; lector amigo, tiene en sus manos, nace del parodiar una realidad fantástica, unos héroes de ficción escondidos tras unos nombres bufos...

"King Tongo" nace como obra de equipo, en manos de Miguel Angel Nieto y Enrique Ventura, conocidos por sus historietas paródicas en trinca y Gran Premio Pelayo de oro del cómic (gijón 1973).

Su personaje, reflejo inmediato de un mito soberano en nuestra cultura de masas, va mucho más allá de la intrascendencia que tantos predican para el humor, hasta el punto de tomar partido por los humildes, por los desposeídos, frente a la prepotencia y la arrogancia del poder.

Si a ello añadimos ese toque de timidez que los autores han dado al personaje, el resultado es perfecto y la parodia innecesaria, puesto que el gran mono asume la figura de su modelo, ridiculizando no la creación de ficción sino a quienes hasta ahora abrían la boca, bobaliconamente, ante el mito, sin querer ir más allá de la fachada.

"King Tongo" supera, pues, la prueba de la parodia y nos ofrece, entre burlas y veras, una lección, dándonos las claves para comprender cómo, a veces, lo ridículo no es lo imaginado sino lo real, en tanto que esa civilización técnica, con la que nos defendemos oponiéndola a nuestro miedo, puede derrumbarse estrepitosamente en cualquier momento...