Editorial ;
En Grosso Mal, Cirianni se propone como el protagonista de una delirante experiencia mística en la que aspira a renovar la historia de la religión monoteísta occidental, como si de un nuevo Jesús de Nazaret se tratase. Empieza su tarea a través de discusiones socráticas con su esposa que lo llevan a hablar de marketing cristiano y ventas de yogurth, y a proponerla como una nueva “virgen María” (pero sin ápice de virginidad, pariendo una sandía parlante que viste con oro, maneja una Ferrari, tiene tetas y transforma el agua en cerveza).
Ejecuta, claro, pequeños milagros: un supermercadista hongkonés le fía una cerveza; organiza casi espontáneamente una orgía callejera, y hasta charla con un ladrillo. (Andrés Valenzuela)