Descripción de la editorial:
A Guarda, Galicia, año 1858.
José recibió un día la llamada de don Elías, el párroco, para que lo acompañase a visitar al padre del joven, que había regresado muy enfermo de La Habana. Aunque José despreciaba al moribundo, no podía negarse a aquella petición. Su padre, Benito o Lindo, era un hombre endurecido por la miseria y el hambre, que había abandonado a su mujer cuando quedó embarazada. Durante un tiempo fue raquero y contrabandista en la frontera con Portugal; después desapareció...
En las costas gallegas los raqueros, piratas de tierra, aprovechaban las noches sin luna y encendían hogueras para engañar a las embarcaciones que navegaban próximas, y así les hacían creer que seguían el rumbo correcto. De repente, los barcos encallaban en una playa o se estrellaban contra las rocas y eran atacados por los raqueros, que los asaltaban y los despojaban rápidamente de su carga.