XIII. RECUERDOS DE UNA CONSPIRACIÓN |
LA OBRA DE VAN HAMME
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Van Hamme, foto tomada de tshirt-maout.com. | |
Jean van Hamme (Bruselas, 1939) es uno de los más importantes guionistas de historieta belgas. Se le considera así porque es uno de los escritores de cómics que más ventas de tebeos ha generado con sus guiones, sobre todo cuando hablamos de series como Thorgal (en 2006 fue el quinto libro mas vendido en Francia –en la lista general de libros, no sólo de libros de historietas–), XIII o Largo Winch, que en 2005 llegaron a vender en el país galo más de 500.000 ejemplares de sus respectivos álbumes publicados aquel año.
Van Hamme ha sido un autor completo y prolífico. No sólo se ha ceñido a una serie, también ha abordado el guión de varias con mayor o menor éxito entre los públicos francoparlantes. Invulnerable al encasillamiento, ha trabajado cómodamente aportando nuevas entregas para obras con el éxito asegurado, como las tres mencionadas, al mismo tiempo que se ha arriesgado con nuevas propuestas, tanto en lanzamientos unitarios (Histoire sans héros, Vingt ans après, Lune de guerre, Le Grand Pouvoir du Chninkel, Western) como en nuevas series, casi todas bien apreciadas, en las que ha trabajado con muy distintos dibujantes: Mr Magellan, Domino, Arlequin, SOS Bonheur, Michael Logan, Les maîtres de l'orge, Lady S., Blake et Mortimer, Wayne Shelton o Tony Stark –nada que ver con Iron Man–.
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| Van Hamme, itinéraire d'un enfant doué, libro sobre la obra del guionista de XIII. |
Lamentablemente, el autor ha decidido retirarse de la historieta para, ahora que cuenta 70 años, destinar todas sus energías a la novela o al teatro, ámbitos de la creación a los que ha aportado algunas obras no desprovistas de interés (recordemos que Largo Winch surgió de relatos escritos por él mismo). Su carrera como escritor la inició Van Hamme con media docena de relatos que dirigió a revistas entre 1965 y 1968. Luego probó suerte con libros infantiles como: Les 3 perles de Sa-Skyia (1973), Histoires de l'hippopotame qui devint roi des fourmis (1976), para más tarde abordar la novela de suspense con la serie Largo Winch (entregas publicadas entre 1977 y 1980 en la revista Mercure de France, reeditadas luego en seis libros de bolsillo por Claude Lefrancq ed.). Continuó alternando la historieta con la literatura firmando las novelas Le Télescope (Le Cri, 1993), Les Steenfort, maîtres de l'orge (Robert Laffont, 1996), Un si petit hippopotame (1998, también un libro infantil) y Le destin des Steenfort (Nil, 1999). Hizo dos guiones de cine para largometrajes: Diva (1981) y Meurtres a domicilie (1982), y ha sido responsable de los siguientes guiones para televisión: Jackson ou le mnémocide (1979), San Francisco (1982), Les magiciens du mercredi (1983), Les maîtres de l'orge (1994, serie de seis episodios basada en la obra por él mismo creada), Les Steenfort, maîtres de l'orge (1996, telefilme posterior con la misma base), Largo Winch (2001, adaptación para la televisión de su serie, tanto escrita como en viñetas, aunque en este caso con tramas argumentales diferentes a las del cómic). Y ha aportado una de las entregas de L'érotisme vu par..., película de varios directores filmada en 2001.
De su vida y obra existe un trabajo publicado en Francia por el sello Editions Niffle el año 2002: Van Hamme, itinéraire d'un enfant doué.
LA SERIE XIII
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Spirou, nº 2408, de 1984, con XIII en portada. | |
La serie de aventuras tituladas simplemente XIII comenzó a ofrecerse por entregas en la revista de historietas Spirou (antes titulada Le journal de Spirou) en 1984. A partir de septiembre de ese mismo año, el editor Dargaud decidió lanzar los álbumes recopilatorios con las aventuras completas del personaje, que han alcanzado los 19 libros numerados, más uno fuera de serie, cuyos títulos no viene mal recordar en su lengua original por orden de aparición: Le jour du soleil noir, Là où va l'indien, Toutes les larmes de l'enfer, Spads, Rouge total, Le dossier Jason Fly, La nuit du 3 août, Treize contre un, Pour Maria, El Cascador, Les 3 montres d'argent, Le jugement, The XIII mystery, l'enquête, Secret Defense, Lachez les chiens, Opération Montecristi, L'or de Maximilien, La version irlandaise y Le dernier round. Todos fueron álbumes a la francesa, es decir, libros de historietas de entre 48 y 52 páginas en color, encuadernados en cartoné, servidos al público con una periodicidad anual aproximada a lo largo de 24 años. El álbum fuera de serie llevó por título Traquenars et sentiments y consiste en una suerte de libro ilustrado que desarrolla la trama narrada entre las entregas 16 y 17 de la serie (para nosotros Operación Montecristo y El oro de Maximiliano); fue una edición limitada editada con motivo del lanzamiento de un sello postal en 2004.
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| La intervención de Moebius en la serie ha aportado un álbum innecesario, aunque bien dibujado. |
Todos los libros de XIII han sido dibujados por William Vance salvo el titulado La version irlandaise, que firmó Jean Giraud. Este libro con autor invitado fue proyectado meramente como reclamo mediático de la ya superventas XIII, puesto que apareció simultáneamente con el último de la serie y no aporta nada relevante a la trama.
La serie ha cosechado un éxito enorme en Francia, hasta el punto de que en 2001 su argumento central sirvió para lanzar un juego de rol, titulado XIII. Le complot, y posteriormente un videojuego en la Navidad de 2003, titulado simplemente XIII. En 2007, por añadidura, el argumento de la serie sirvió para producir un largometraje con el personaje principal interpretado por Stephen Dorff (producción a rebufo del interés despertado por la saga cinematográfica de Bourne, 2002-2007, pero que quedó relegada al circuito televisivo, datándose su estreno en el Canal de Francia el 6-X-2008).
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Libro recopilatorio de las tres primeras historias (Marvel, EE UU, 2007).
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Curiosamente, pese a su atractivo para todo tipo de público, en EE UU sólo se han traducido los tres primeros libros, los cuales, además, fueron censurados en algunas escenas, aunque luego se hiciera una edición respetuosa en un volumen que recopilaba esos tres libros. En España se ha traducido la serie, pero sin alcanzar las cifras de ventas astronómicas que XIII ha alcanzado en Francia.
XIII es una obra de espionaje resuelta al más puro estilo francobelga, si es que podemos hablar de un “estilo” además de una “escuela”. Nos cuenta la historia de un hombre que es encontrado en una playa tras haber sufrido un disparo en la cabeza. Vive, pero nada recuerda de su pasado o de su identidad, si bien es consciente de que ha recibido adiestramiento militar o algún tipo de entrenamiento de fuerzas especiales, debido a su destreza y cualidades. Lleva como única identificación un tatuaje del número romano XIII sobre la clavícula. Pronto se percata de que su identidad y su pasado esconden un preocupante secreto, dado que intentan matarle y le persiguen, y a cada paso que da se ve más enredado en una trama de espionaje que parece alcanzar proporciones internacionales, hasta el punto de verse implicado en el asesinato de un presidente de los Estados Unidos. A partir de ahí, XIII inicia un viaje en busca de su identidad, actuando como perseguido o como perseguidor, acompañado de varias mujeres –todas hermosas–, inmiscuyéndose en complots neofascistas, revoluciones latinoamericanas, espionajes financieros y en la misma investigación del complot en el que se halla inmerso, en el cual hay veinte implicados (todos tatuados con un número romano, del I al XX). Al final del ciclo de aventuras, el personaje halla la paz y recupera su nombre, Jason Fly, pero no la memoria.
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| Últimas tiras del primero de los álbumes de XIII Mystery. Sin ser un alarde originalidad: un cómic muy bien realizado y con una carga de intriga, acción y narrativa que supera la de varias entregas de XIII. |
La serie quedó cerrada por sus autores belgas, pero se ha iniciado otra en 2007 que pretende explotar a los personajes de la trama y los flecos de las subtramas. Esta serie derivada, que lleva por título XIII Mystery, está escrita por Xavier Dorison y dibujada por Ralph Meyer y va por el cuarto libro.
Cuando indicábamos que la obra respondía claramente al estilo francobelga nos referíamos a que su planteamiento y desarrollo, así como su formato de presentación y su trayectoria editorial, son los característicos de este tipo de ediciones. A saber: proyecto muy bien planteado y programado desde el comienzo, realizado en equipo, ofrecido con una calidad media en la resolución, muy vigilada por los editores, con un resultado encuadernado y distribuido con la periodicidad esperada, bien promocionado y sujeto siempre a los modelos que el público francés aprecia en este tipo de productos: álbumes de 48 a 52 páginas de historieta, con una estructura rígida de viñetas, con la paleta de colores habitual, etc. Un buen producto, en suma.
La serie de cómics de XIII constituye una de las más adictivas de las leídas en el panorama editorial francobelga durante los años finales del siglo XX y los primeros del XXI. Para ello se han dado cita tres factores importantes: la calidad gráfica, el suspense dosificado y la conversión en mito del tema.
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Contracubierta de uno de los primeros libros, sugiriendo el carácter cinematográfico del personaje. | |
Los dos primeros factores son debidos a los autores. Hay que admitir la calidad de Vance en el apartado artístico, en primer lugar, un autor metódico, limpio y eficaz en la composición. Van Hamme es un experto dosificador de la emoción en el relato, plantea sus argumentos con aparente tranquilidad para ir más tarde enredando una madeja de tramas y subtramas con la suficiente pericia para que el lector permanezca atento y pendiente de la resolución del conflicto planteado. La tríada de atractivos de la serie la completa el tema: una conspiración criminal, militar, financiera y política a escala internacional.
El núcleo argumental es, en efecto, la conspiración. Las conspirancy theories han sido alimento de miles de películas, novelas y cómics desde los años sesenta, que es cuando este término se instaló en la cultura popular debido, principalmente, a la proliferación de teorías sobre aspectos de la vida cotidiana, la sociedad o la política que escapaban a las explicaciones científicas u oficiales. Uno de los grandes responsables de que brotaran este tipo de teorías es el efecto de “aldea global” que generaron los llamados por entonces medios de comunicación de masas, donde la difusión de la información que se alcanza con la prensa gráfica, la radiodifusión para el entretenimiento y, sobre todo, la televisión en general, se dispara a cotas antes insospechadas. El hilvanado de conocimientos dispersos, avalados con aseveraciones no contrastadas pero compartidas entre el público consumidor de noticias, relatos o rumores, dio carta de naturaleza al “conspiracionismo” en nuestra cultura, que precisamente ya estudiaban a mediados de los sesenta historiadores y sociólogos como R. Holfstadter, B. Bailyn o K. Popper (u otros científicos más populares como el astrónomo C. Sagan). En la vida real están los que creen en estas teorías a pies juntillas y los que las rechazan de plano. Pero lo cierto es que en la esfera de la ficción, en los relatos, funcionan magníficamente, pues una vez sorteada la suspensión de la incredulidad implican un aliciente para continuar la lectura, visto que el disfrute de los relatos exige una resolución a los conflictos (por disparatada que sea), y de este modo queda aplacada la disonancia cognitiva. La eficacia de este tema ha sido tan probada, que muchos teóricos de la comunicación consideran el conspiracionismo como un género más con el que construir ficciones. De aceptarlo así, XIII es uno de los máximos exponentes de este género en los cómics.
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| El erotismo en XIII no es inocente, y si bien las mujeres son personajes fuertes muchos aparecen como juguetes sexuales. |
Van Hamme y Vance han desarrollado este tema por dos vías: mediante el relato de lo que conoce el protagonista desmemoriado, haciendo vivir al lector subjetivamente sus dudas, y mediante una narración paralela de hechos pasados o presentes en la que los creadores actúan como narradores omniscientes, pues cuentan parte de lo que ocurre en la trastienda de la conspiración y que XIII no conoce aún. Esta estrategia tan sencilla permite al lector “vivir” con XIII la génesis de las intrigas que le acosarán en su futuro, con los elementos justos para disfrutar/padecer con él la resolución de los conflictos. Y ésta es la clave fundamental de esta serie de cómics: la capacidad de Van Hamme para enlazar complots y dosificar la información justa que el lector debe ir conociendo.
XIII, como relato, es además muy interesante por otra cuestión: sus cualidades narrativas no han condicionado su presencia en el mercado. Repárese en que XIII no es una serie en sentido estricto, es un serial. La diferencia radica en que en una entrega de una serie (por ejemplo, una de Astérix) el lector ve resueltos todos los conflictos al terminar la lectura del álbum, cerrándose así un ciclo de aventuras de los personajes. En el caso de un serial, el lector no conoce al completo las subtramas que se arrastran desde entregas anteriores y tendrá que acudir a siguientes álbumes para ver concluidas al completo las que se plantean en el que está leyendo. Es decir, cada libro de XIII leído por separado demanda al lector haber leído los anteriores y le obligará a adquirir los siguientes. La exigencia de fidelidad por parte del seguidor de XIII es, por consiguiente, muy elevada, y por eso sorprenden tanto las cifras de ventas conseguidas, ya que implica que no deben abundar los lectores ocasionales.
Es una teoría algo arriesgada, pero ¿y si los autores no hubieran sabido atrapar al lector con sus redes? XIII se hubiera sumido en el olvido a la tercera o cuarta entrega, posiblemente.
LA FRIALDAD Y EL PLAGIO
No obstante sus grandes bazas, XIII también adolece de grandes fallas, las cuales podrían resumirse en tres: la falta de originalidad, la narrativa tediosa y la frialdad en la parte gráfica.
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Ambientación fría y un tono neutro acompañan al lector de XIII desde el primer álbum, al cual corresponden estas viñetas. | |
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Comparativa de rostros de distintos personajes del álbum 5, Rojo Total. Vance no es un buen caracterizador. | |
Empecemos por el final. El trabajo de Vance es obviamente de una calidad sin tacha tanto en ésta como en otras series de historieta que ha abordado (inolvidables sus Bob Morane o Rodric). Pero si bien en obras de ambientación histórica o exótica el autor se desenvuelve como pez en el agua, hay que admitir la frialdad de este relato trufado de bustos parlantes, con largas secuencias ambientadas en interiores o sin fondos y con escasa espectacularidad en la puesta en escena. Vance resuelve muchas situaciones con el plano fijado, con tomas de frente o de perfil, sin apenas variaciones en el ángulo y usando una paleta de colores convencional. Por otro lado, su muestrario de rostros parece limitado, tanto que ocasionalmente cuesta distinguir a los personajes, hasta el punto de sospechar que pudiera tratarse de alguno de la trama disfrazado de otro para la ocasión.
Van Hamme, por su parte, se esfuerza por tener al lector en vilo, pero las complejas interacciones entre los personajes y las explicaciones de las motivaciones que conducen a unos y a otros a actuar como lo hacen implican la lectura de bloques de texto muy densos, incluso farragosos. Se le ve contaminado por su faceta de novelista. Por fortuna, el dramatis personae que escoge para acompañar a XIII es atractivo: un grupo variopinto de militares y espías de recio carácter y un puñado de muchachas tan atractivas como peligrosas. Y la combinación de sus apariciones mantiene el interés.
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Ejemplo de página de narrativa detenida en XIII. Obsérvese el eje de rostros simétricos y paralizados de la derecha. | Juego de viñetas en las que se pretende agilizar el relato con cambios de ángulo no muy afortunados. |
Con respecto al tercer punto, la falta de originalidad, también es evidente. No lo fue en su día, cuando Van Hamme decidió copiar el argumento de Robert Ludlum para sus novelas de Bourne. No ha sido el único, que conste: el argumento sobre un agente secreto desmemoriado a quien pretenden dar caza se ha podido leer en otras novelas y series literarias (The Sleeper Conspiracy, toda una serie de Tom Sniegorski, va de lo mismo) y ha sido adaptado a otros medios: Vetri Vizha, en 1987, y Tumko naa Bhool Paayenge, en 2001, son dos películas que plagian descaradamente esta historia sin acreditarla. Acreditadas se han hecho varias películas: la casi olvidada The Bourne Identity, de 1988, y las tres entregas de Bourne intepretadas desde 2002 por Matt Damon.
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| Variaciones literarias y cinematográficas del mismo tema. |
Podría decirse que XIII es una más de las adaptaciones de la obra de Ludlum. Recordemos que la novela Bourne Identity fue traducida al francés en 1981, como La mémoire dans le peau, poco antes de que Van Hamme pergeñara el guión de esta nueva serie para Spirou. Van Hamme no ha admitido la fuente de su “inspiración”, y lo cierto es que ni Ludlum –hasta su muerte en 2001– ni sus herederos han planteado demanda alguna por plagio, pese a los pingües beneficios que XIII ha dado a sus autores y editores.
Y la verdad es que la inspiración roza el plagio. En la novela Bourne Identity, el protagonista, llamado Jason, es arrojado desde un barco al mar con varias heridas, una de ellas en la cabeza, una herida que le provoca un tipo de amnesia total. Las coincidencias siguen: Bourne lleva un microfilme en su piel que le da pistas sobre su identidad; XIII, un tatuaje sobre su piel. Los dos han sufrido cirugía estética. Los dos reciben ayuda de un marqués, los dos tienen ahorros millonarios en un banco, los dos se ven envueltos en una trama que les asocia con fuerzas especiales o el espionaje estadounidense, los dos han usado un surtido de nombres falsos, de los cuales sólo coincide el de Jason. Y los dos se ven perseguidos por un implacable asesino que lleva nombre de animal (chacal / mangosta).
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Página 19 del libro 5, Rouge Total. | |
Lejos de importar estas concordancias en el arranque, lo que realmente nos importa de XIII es la posterior evolución del protagonista y del nutrido grupo de personajes que le salen al paso. Y sobre todo, la exposición milimétricamente dosificada de la gigantesca conspiración de los XX que orquesta el guionista belga para esta bande dessinée. Van Hamme se aprovecha de la fascinación que provoca el conspiracionismo y va generando tantas preguntas como respuestas en el desarrollo de la historia, incluso aporta soluciones a la trama con ejemplos claros y señalando hacia direcciones ciertas, pero el lector sigue adicto el reguero de viñetas. Pongamos un ejemplo tomando la página 19 del libro 5, Rojo Total, último del primer arco argumental (en el que se basa el videojuego posterior y la serie televisiva, y el más conocido de la serie). El general Carrington se enfrenta a Wax en un diálogo tenso y denso en el que, tras argumentar la existencia de conspiraciones reales en la historia (el incendio del Reichstag por los nazis en 1933, de lo cual acusaron a los comunistas), le incrimina como número I de la intriga y expone cuál es el objetivo de toda la conspiración de los XX. Carrington le está diciendo al lector qué envergadura tiene el complot en esas tres viñetas señalando directamente hacia el verdadero núm. I (Wax es el II); y, pese a todas las pistas ahí depositadas, el lector sigue enganchado a una trama que se retuerce a lo largo de 14 álbumes más (uno de ellos de repaso, La investigación).
El sumatorio de maquinaciones, viajes, enfrentamientos y lucha de poderes de estos 19 libros publicados a lo largo de un cuarto de siglo pone de manifiesto las siguientes ideas:
– El atractivo renovado de las historias de espionaje en un mundo ya globalizado en el que el conspiracionismo se afirma como género.
– El claro dominio de una potencia política y militar (EE UU) en un planeta hasta entonces polarizado en dos bloques.
– El obvio dominio cultural de esa misma potencia, que logra encandilar a un pueblo tan chovinista como el francés con sus escenarios y organización interna.
– El concepto que desde el Primer Mundo se tiene del Tercer Mundo todavía, de sus “repúblicas bananeras”, que precisamente son títeres de los EE UU.
– El interés que siguen despertando temas tan esenciales como los de la identidad y la memoria.
Pese a las fallas comentadas, la serie sigue poseyendo un magnetismo especial hoy. Es la fuerza de atracción de los clásicos.
MOLDEADOS EN LOS CLÁSICOS
Aparte de los comentarios sobre las bondades estilísticas y narrativas de XIII, resulta interesante analizar el “esqueleto mítico” del relato que lo sustenta. Su basamento en los personajes clásicos de la mitología, que revela un posible modelo de creación de personajes en el caso de Van Hamme, al menos si nos ceñimos al repaso de sus tres obras más conocidas: Thorgal, XIII y Largo Winch.
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| Primer libro de la serie Thorgal. |
La primera saga es la que aporta la primera clave. Thorgal es la obra más lograda de Van Hamme a juicio de muchos. Lo es por haber sabido conjugar en un escenario histórico el atractivo del género aventurero con las sorpresas de la fantasía. En su caso, la confluencia de mitologías es más que evidente, y se ha citado la anagnórisis, la revelación sorprendente, como elemento preponderante en la serie. La anagnórisis la hallamos habitualmente en textos clásicos como muchas tragedias griegas o en la misma Odisea, cuando Ulises regresa a su patria para recuperar su (id)entidad y tiene que superar varias pruebas para ganarse a su esposa. Algo parecido le ocurre a Thorgal cuando oculta su verdadera identidad bajo un yelmo para participar en las pruebas de destreza y ganar de ese modo la mano de Aaricia. Aparte está el hecho de que Thorgal es un personaje de pasado oculto, de origen desconocido, que va sumando anagnórisis a cada álbum, hasta descubrir que es hijo de extraterrestres.
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Nuestro Jasón en busca del vellocino en el álbum "La Investigación". | |
En XIII ocurre algo parecido, aunque en diferentes planos de análisis. Van Hamme despoja a su protagonista de pasado y le hace vivir una interminable secuencia de revelaciones sobre su identidad y la de todos cuantos le rodean. De otro lado, la elección del nombre no parece del todo independiente del mito. No está de más recordar que a Jasón, el de los Argonautas, también se le permitió vivir porque se pensaba que no sobreviviría a la búsqueda del vellocino de oro, y que, luego, alcanzó la talla de héroe gracias a las mujeres (Hera y Medea). Nuestro Jason, Jason Fly, poco hubiera logrado hacer sin el concurso de las bellas Jones o Betty, por citar a dos de los personajes de estos tebeos. Otros personajes de la trama también protagonizan alguna anagnórisis, siendo la más destacable la que se produce cuando se descubre quién es el verdadero número I, toda una revelación al más puro estilo de la tragedia griega: el deseo de poder –el dominio de la primera potencia mundial– lleva a un hombre a organizar una conspiración que tiene como eje la ambición política, pero que deja como secuela el asesinato fratricida. Aquí, curiosamente, se vuelve a la cita mitológica, porque bien sabía Van Hamme que Medea mató a su hermano para ayudar a Jasón en su búsqueda del vellocino… (o nos gustaría pensar que lo sabía).
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Tercer libro de la serie Largo Winch. | |
Largo Winch es un cómic de 1990 inspirado en las novelas de Van Hamme escritas entre 1977 y 1984. El punto de partida de la historia de Largo Winch es similar al de Thorgal y XIII: el alejamiento de lo conocido para, a partir de ahí, iniciar una búsqueda de la identidad y lograr un reencuentro. Thorgal buscaba sus orígenes y encontró a su padre, XIII quería recuperar su identidad y halló un complot, Largo Winch quiso alejarse de su padre para encontrarse a sí mismo, y finalmente regresó con el fin de recuperar su patrimonio. Todos, como el Ulises homérico, en busca de un reencuentro.
Estos comentarios pueden parecer forzados, pero no surgen fortuitamente. El gusto de Van Hamme por la mitología estaba claro ya en el comienzo de su carrera, desde su primera obra importante: la erótico/mitológica Epoxy, publicada en 1968. Van Hamme es un buen conocedor de los registros narrativos y de los planteamientos clásicos a la hora de construir historias y tiene bastante claro que los personajes de ficción, al igual que las personas, se caracterizan por tres factores primordiales: su parentesco u origen, la narrativa que llevan asociada y sus habitaciones o entornos. Genealogía, narrativa y tópica que no siempre se ofrecen compensadas. Y de ahí los malos relatos.
Pongamos un ejemplo: en el caso de Superman, su genealogía es extraterrestre, la tópica es cualquier población estadounidense y su narrativa es casi inexistente: es muy poderoso, punto. Con el paso del tiempo, cuando los guionistas intentaron recrear una y otra vez el mito de Superman para complacer a los lectores, fueron variando elementos de su genealogía, trasladándole a otros lugares e incrementando de este modo su historia. Esto establece grandes diferencias entre los héroes creados por los escritores y los guionistas. Lo que más diferencia a algunos héroes es su carga narrativa asociada, como ocurre con Batman, por ejemplo, héroe que fascina no tanto por su genealogía (humano, hijo de millonarios) o por su tópica (una ciudad oscura y gótica) como por la historia que lleva asociada: una infancia conmocionada por el asesinato de sus padres, una juventud enriquecida por múltiples viajes y aprendizajes, una vida de adulto llena de encuentros con criminales con los que termina identificado…
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Quizá la mejor cubierta de la serie, la del álbum "Là où va l'indien..." | |
Van Hamme, como buen narrador, construye a sus personajes echando mano de estas claves. A todos los mueve por escenarios variados, sean selvas, ciudades, páramos, parajes exóticos, etc. A todos les ha confeccionado una historia compleja y llena de facetas que el lector no acaba nunca de descubrir al completo. Y en todos los casos ha detallado una genealogía. Thorgal es, como Superman, un alienígena que busca su propia identidad y sus orígenes, además de un lugar donde establecerse. Largo Winch es un huérfano adoptado que huye de su nuevo padre para, más tarde, acudir en busca del reconocimiento de esa paternidad (a través de la herencia). XIII es también un individuo de genealogía desconocida y turbadora, la cual no deja de perseguir. En XIII vemos cómo se construye la historia al mismo tiempo que el personaje reconstruye su genealogía, y ésta es una de las características más importantes de la obra y la que “engancha” a los lectores desde el álbum núm. 1 al 19.
A la postre, nuestros complots, incluso los más enrevesados, parecen ser reconstrucciones de la Odisea o de tragedias griegas, y sus personajes, unos Jasón/Ulises que viven una peripecia no deseada porque se alejan de lo que significa la vida. No olvidemos que la desmemoria, el olvido, implica desaparecer. XIII es, cuando lo encontramos en la playa en el primer episodio, un hombre sin vida, dado por muerto, desaparecido. Así, entonces, le vemos renacer, plantearse las grandes preguntas de la vida y comenzar su búsqueda de la identidad. Con él experimentamos el deseo de vivir.
Pocas obras tan faltas de originalidad como ésta, o trufadas con aburridas parrafadas, o fríamente ejecutadas, han gustado tanto. El oficio de saber comunicar de manera genial lo obvio (la vida, el reconocimiento, el regreso) es lo que ha obrado el milagro. Al menos eso hay que concederles a Van Hamme y a Vance. Por eso, en caso de hacer una comparación, no debieran ser identificados debido a sus ventas como: “los Dan Brown del cómic”, sino, al menos y en aras de sus logros narrativos como: “los Stieg Larsson de la historieta”.
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Affiches y ex-libris promocionales de la serie, firmados por los autores. | |