El carácter periférico y marginal que se le ha dado a la región en el proyecto de construcción nacional, desde el siglo XIX, ha promovido la idea de espacio vacío y donde todo, o casi todo, se vale.
Carlos González Herrera, La frontera que vino del norte, p. 258
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Ciudad Juárez, ciudad fronteriza. |
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A mitad de la última década del siglo XX, Ciudad Juárez abandonó el anonimato para convertirse en una urbe mundialmente famosa. Hasta entonces sólo resaltaba en las guías turísticas como ciudad industrial, y a manera de curiosidad, se destacaba su gran población de dentistas a quienes acudían clientes de Estados Unidos para obtener buenos servicios a bajo precio. Por lo demás, ante los ojos de la comunidad internacional, parecía un ente indisociable de El Paso, Texas, ciudad con la que Juárez mantiene una íntima relación de siamesas disfuncionales. Poco a poco, Juárez comenzó a salir del dulce limbo del anonimato para convertirse en la capital mundial de la violación y asesinato de mujeres. Los casos de feminicidio que espantaron al mundo y la famosa impunidad que los acompañó transformaron esta ciudad provinciana y fundamentalmente obrera en una ciudad mito
[1] del imaginario colectivo internacional donde todos los arquetipos de la literatura de terror y de la novela criminal son posibles.
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Dos películas ambientadas en Ciudad Juárez. |
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Al igual que otras ciudades mito bien ancladas en el imaginario popular colectivo (como la Roma de Nerón o el Londres de época victoriana) la Ciudad Juárez famosa en el mundo no lo es por sus propios méritos, que son innegables para quienes vivimos en ella, sino por haberse convertido en estereotipo universal de “Ciudad del Crimen”. Existe cierto consenso internacional de que Ciudad Juárez es hoy (noviembre de 2009) la ciudad más violenta del planeta
[2]. La herida no cerrada ni resuelta de los feminicidios, así como la creciente ola de crimen debida al narcotráfico, la han convertido en pandemónium de Mexamérica.
Las distintas manifestaciones de la literatura, que son las que a la larga acaban por educar a los pueblos (novela, teatro, cine, series de televisión y cómic) ya han bebido de Ciudad Juárez para producir en el ámbito internacional obras de creación con variables resultados artísticos: desde obras maestras indiscutidas como la novela 2666 de Roberto Bolaño a películas como La virgen de Juárez (Kevin James Dobson, 2006) o Bordertown (Gregory Nava, 2006). El cómic no se ha quedado atrás, con dos novelas gráficas de relevancia internacional: Luchadoras, de la francesa Peggy Adam, y 30 Days of Night: Juarez, de los norteamericanos Fraction y Templesmith. A través del cómic periodístico y testimonial la una, y la otra por medio del gore y la novela negra, ambas difunden una imagen de Ciudad Juárez a la comunidad global que merece ser analizada para entender cómo está construyéndose Juárez como ciudad mito en el imaginario colectivo del siglo XXI.
De ambas novelas gráficas, Luchadoras, de Peggy Adam, quizá sea la más conseguida. Principalmente porque esta artista ha llevado a cabo un trabajo de investigación que le ha permitido reflexionar sobre la condición de la mujer en Ciudad Juárez. Cuanto en 30 Days of Night es fantasía gore y refrito de estereotipos de novela negra, en Luchadoras Peggy Adam traza el retrato sensible de unas mujeres obreras y amas de casa orilladas por muchas razones a la supervivencia en condiciones atroces. Luchadoras fue publicada en 2006 por la editorial francesa Atrabile, y enseguida traducida a otros idiomas como el italiano y el español, donde la obra resultó un éxito (la editorial española Sinsentido incluso anunció una segunda edición). Peggy Adam es una artista joven cuya carrera se encuentra en franco ascenso. Formada en academias de Bellas Artes como Saint-Etienne, Toronto o Angulema, alterna su trabajo para el comic de autor con la ilustración para publicaciones de tanta difusión en Francia como la revista Elle o el diario Libération. Igualmente es asidua colaboradora de publicaciones infantiles como L´École des Loisirs o Mango.
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La portada de Luchadoras. |
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Escritora y dibujante de varias obras publicadas, tanto de carácter infantil como para adultos, Adam es dueña de un estilo poco naturalista con claras influencias del underground clásico norteamericano como Clay Wilson o Kim Deitch. No cabe duda, al ver sus dibujos, que su carrera ha podido beneficiarse del enorme éxito internacional que ha supuesto la obra Persépolis, de Marjanne Satrapi, recientemente convertida en película de dibujos animados. Al igual que en el caso de Satrapi, su estilo es de una sencillez minimalista, próximo a la caricatura y a un diseño de trazo pulcro que concede más importancia a la fuerza de la presentación de ambientes o personajes que a una elaborada recreación de detalles.
Luchadoras (publicada en Francia con ese título en español) nos cuenta la historia de Alma, una jovencita que trabaja como mesera en una cantina. La obra se abre cuando ella sale de la fundación Casa Amiga y es acuchillada por su ex marido ante los ojos de su novio, un norteamericano llamado Jean que pasa una temporada como turista en Juárez tomando fotos. Un flashback nos cuenta la historia de Alma y su tortuosa relación con Romel, integrante de la banda los Rebeldes cuyos rasgos de personalidad más acusados son los de ser dedicarse a actividades delictivas y, en la vida privada, golpear a Alma hasta que se le cansa la mano. Con ellos vive la pequeña Laura, hija de ambos, y también la hermana de Alma, Estela, obrera de maquiladora con quien Romel mantiene una relación secreta que acaba en embarazo. Afortunadamente para Alma, la llegada de Jean le dará entereza para abandonar a Romel y comenzar la construcción de una existencia más digna tanto para ella como para su hija.
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Tres páginas de la obra de Peggy Adam. |
Detrás de este hilo argumental, que nada tiene que ver con los heroicos periodistas del film Bordertown, tenemos lo que se conoce como slice of life o tranche da vie, una rebanada de vida cotidiana donde lo más importante del cómic, como también puede suceder en la literatura, el cine o el teatro, no es lo que se nos cuenta, sino cómo se cuenta. Tras esta historia desgraciadamente cotidiana de seres al borde de la miseria y la delincuencia tenemos el trasfondo, inevitable cuando en el mundo se habla de Juárez, de los feminicidios. En un determinado momento de la novela, Alma conduce a Jean a un pequeño panteón de cruces de madera donde le revela que en Juárez se violan y matan mujeres con total impunidad. Pero además Alma también revela que Juana, una prima suya de 16 años, fue violada y torturada hasta la muerte sin que jamás se diera con los culpables. En las últimas páginas de la novela también vemos cómo su hermana Estela es elegida por elementos de seguridad de la maquila donde trabaja para ser asesinada como una más en una larga lista.
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Viñetas de los momentos más dramáticos de Luchadoras. |
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La historia de Alma es importante en sí misma como paradigma de la vida de muchas mujeres con empleos precarios y condenadas a sufrir la violencia doméstica, pero también es Alma un personaje simbólico a través del cual el forastero Jean comenzará a entender la violenta vida cotidiana de esta frontera. A este respecto Alma sirve como cicerone en una excursión vital por el horror que a punto está de costarle la vida. En todo el cómic los enemigos de las luchadoras, estas mujeres de Ciudad Juárez sobre las cuales Peggy Adam deposita su simpatía, son los que todos conocemos: la pobreza económica y cultural, el narcotráfico, la corrupción policial, la incompetencia de las autoridades, la indiferencia de la sociedad, el arraigado machismo y el aplastante poder de resignación de la religión. En la primera página, en una oficina de la fundación Casa Amiga conviven viñeta con viñeta la fotografía de la guadalupana con fotografías de cadáveres de muchachas horrorosamente mutiladas. No es una asociación vana, ya que más tarde, durante un sueño de Jean, ve a Alma transformada en la imagen de una virgen barroca con las manos ensangrentadas. Alma es un nombre simbólico que representa el alma de todas las mujeres de Juárez que luchan contra el machismo, la violencia, la miseria. Es un arquetipo, y como tal arquetipo, la complejísima realidad de una ciudad como ésta se ve arrastrada hacia una simplificación con motivos de denuncia. Luchadoras resulta una obra estimable por su valentía, por abrir un nuevo frente de denuncia en el mercado francés. Es por ello una obra que se lee con simpatía.
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Portada de la obra de horror ambientada en Ciudad Juárez. |
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Por otro lado, la serie de terror
30 Days of Night es una de las sagas de mayor éxito mundial de horror. Comenzó en 2002, con la publicación de una miniserie escrita por Steve Niles y dibujada por Ben Templesmith. Publicada por la editorial independiente IDW Publishing, la serie pronto se convirtió en un éxito. El argumento era como sigue: a un pueblo de Alaska llamado Barrow llega una multitud de vampiros atraídos por la singularidad de que en Barrow el sol no sale durante 65 días seguidos de invierno. Están comandados por el anciano Vicente, el antagonista de esta legión nocturna, que encuentra en Barrow el lugar idóneo para recobrar fuerzas, y el sheriff de la localidad Eben Olemaun se inyecta sangre de vampiro para combatir a sus enemigos en igualdad de condiciones, aunque al fin su temeraria decisión acaba por costarle la vida igual que a los demás chupasangres.
El gran éxito de la serie generó con el tiempo una película (David Slade, 2007) y dos miniseries de televisión (
Blood Trails y
Dust to Dust), una trilogía de novelas y sobre todo una relativamente larga serie de continuaciones en cómic (nueve volúmenes hasta hoy) donde se alternan distintos escritores y dibujantes y cuyas historias transcurren en diversos lugares y épocas, desde el inevitable regreso a Barrow, pasando por la Alemania nazi y Ciudad Juárez. En concreto,
30 Days of Night: Juarez, es la segunda historia de un díptico que recibe el título completo de
Bloodsucker Tales, pero actualmente puede comprarse como volumen independiente. Se trata de una historia de 98 páginas que transcurre en Ciudad Juárez y que aborda el tema de los feminicidios.
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Cuatro páginas de la obra, entre ellas las de presentación del protagonista, las del asesinato mencionado y su encuentro con el religioso. |
Su argumento es éste: Lex Nova, vampiro que se hace pasar por detective privado, llega a Juárez atraído por el misterio de la desaparición de cuatrocientas chicas en la ciudad, pues afirma saber quién las está matando. Una familia de psicópatas vampiros y caníbales, la Familia Cero Circus, también viaja a Juárez atraída por la siniestra fama de la ciudad. Allí Lex Nova conoce a un sacerdote que ya no cree en Dios y que a partir de entonces se convertirá en su guía por la terrible y oscura Ciudad Juárez. Entre las páginas 30-31 asesina a un individuo que le confiesa haber masacrado a muchas chicas por orden del alcalde, el señor Reyes (que nada tiene que ver con nuestro rubicundo alcalde). En un diálogo entre el tío Zero y el alcalde (p.36) el vampiro les recrimina su actitud, pues ellos no son vampiros y asesinan a las chicas sólo porque son ricos y están aburridos. Al final, el alcalde Reyes incendia la mansión donde duerme la familia Cero (quienes mantienen prisionero a Lex Nova, quien también perece) y declara que la paz ha llegado a Juárez, las familias de las víctimas serán indemnizadas y la ciudad será reconstruida con aportaciones de los “buenos amigos” de Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. El final es sólo aparentemente feliz, ya que tanto Lex Nova como la Familia Cero Circus, por muy vampiros que sean, no son más que chivos expiatorios. En el cómic, se dice claramente a los largo de sus páginas, los responsables de los feminicidios son el alcalde de Juárez y sus allegados.
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La representación de Ciudad Juárez dista mucho de la realidad en esta obra, así como es poco objetivo el tratamiento del drama humano que allí se vive.
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Juárez se parece tanto a Juárez como Barrow a Barrow en la primera entrega de la saga: nada en absoluto. Se ha dicho siempre, y esto es cierto, que los artistas tienen licencia poética para recrear sus historias sin ser fidedignos a la realidad. La Juárez de 30
Days of Night no se parece a la Juárez de
Bordertown, ni se parece a una ciudad industrial en ningún momento. En realidad se parece más al pueblillo mexicano donde transcurre el film
Los siete magníficos (John Sturges, 1960). Las maquiladoras no parecen industrias, sino barracas entre las lomas, y en general toda la iluminación es expresionista, tan falsa como los decorados de
El gabinete del Dr. Caligari. El trazo de Templesmith es feísta y opresivo, ya que su objetivo es recrear una ciudad siniestra, una especie de Disneylandia para psicópatas sin ninguna verosimilitud. Si en
Luchadoras de Peggy Adam había un trabajo de documentación, y una búsqueda de cierta verdad de vida, costumbres y paisajes, el Juárez de Templesmith no aspira a nada de ello. En el Juárez de estos autores todos los juarenses son muy devotos de San Antonio de Padua, patrón de los pobres y los que buscan lo perdido. Son de una pequeñez espiritual enorme, hasta el punto de que el hermano de una de las chicas asesinadas está convencido, porque lo ha leído en Internet, de que las está matando el Chupacabras.
Toda la novela gráfica se adentra en el terreno del mito. A nadie le importa cómo sea Ciudad Juárez, lo único que cuenta es que en Juárez se asesinan mujeres y la culpa la tiene el gobierno. Todo lo demás se rellena con vampiros y mucho oscurantismo, y el caso más flagrante de tanta simplificación quizá sea la presencia de unos ridículos diálogos y textos en un español traducido del inglés por los
poltergeist de los traductores automáticos de Internet (cf. pp. 17 y 63). Algunos diálogos son rotundos y violentos, y de ahí dimana su fuerza, pero denotan el uso de una dureza que no tiene que ver con la realidad compleja y tormentosa de la vida en Juárez, sino con una dureza hollywoodense banal y carente de profundidad. El sacerdote renegado es el personaje más interesante, tiene la desventaja de recordar al protagonista de la famosa serie
Preacher. En la página 19 explica su ateísmo
[3]:
«He vivido en Juárez toda mi vida y la he visto convertirse en un campo de exterminio. La mayoría de nuestros hijos no vivirán hasta cumplir los treinta años, los trituramos hasta hacerlos polvo. En las factorías. En las calles. Nuestros hijos son la única cosa que tenemos de algún valor, y así es como los desperdiciamos. Hicimos a nuestras hijas esclavas. Hicimos a nuestras hijas putas. Ahora hemos hecho de ellas ganado. Y de Juárez, un matadero. Así que Dios, que se joda.»
Es un
western gore sin demasiada relevancia. El objetivo de sus autores no es denunciar una situación (como sí hace Peggy Adam) sino vender una historia de vampiros que sucede en Juárez sólo porque los autores han oído que en Juárez matan mujeres y vieron también a Wolverine pasearse una vez por Anapra, pero al menos el Anapra de Wolverine sí recordaba a Juárez
[4].
La maldad intrínseca de los vampiros (en la página 22 Bingo Cero ordena a un oficial de aduana que se suicide delante de una niña) contrasta con la profunda maldad social del alcalde Reyes, basada en una idea de superioridad racial o aristocrática sobre la “chusma” que puebla las maquiladoras. Si bien el alcalde Reyes al principio se muestra escandalizado por el número de desaparecidas y la incompetencia policial (pues dan una mala imagen de Juárez a los inversores extranjeros), luego vemos que no es más que un fingimiento, pues declara en p. 25: “¿A quién le importan las putas de Juárez? Les damos vida, les damos trabajo, y al final les damos muerte”. Efectivamente, su última aparición en la obra será cuando recoge a una chica en su auto. Con funestos presagios para ella.
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El sanguinolento final de 30 Days of Night. Juarez. |
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Lo que vemos es que Ciudad Juárez no es abordada desde un punto de vista objetivo, ni mucho menos realista. Capital de feminicidios, y hoy día ciudad más peligrosa del planeta, parece que al mundo no le interesan otros aspectos de Juárez. Esos aspectos no son El Tema, y el Tema sigue siendo el de los feminicidios no resueltos y el de la sangría continua del narcotráfico. Juárez no es percibida por el mundo como una urbe realista, sino como una ciudad mito donde son posibles todo el horror y toda la injusticia, una gran copa de vida humana lista para ser apurada hasta las heces por vampiros, políticos corruptos o narcotraficantes. Una especie de Disneylandia para psicópatas. Como he dicho previamente, quienes acaban por educar a los pueblos son los medios de comunicación. La novela, el cine, el cómic y las series de televisión mantienen viva la necesidad del ser humano de ser receptor de historias. Para ello explotarán cuanto de más dramático contiene la vida, pues sin drama no hay conflicto, y sin conflicto no se mantiene el interés por una historia. Los medios periodísticos también abordan Juárez por medio del sensacionalismo, dando una visión sesgada de la realidad. Quizá el primero en explotar las posibilidades dramáticas de Juárez como ciudad mito y reflexión sobre el sórdido mundo contemporáneo fue Roberto Bolaño en
2666, publicada en 2004. Esta novela póstuma de proporciones monumentales cinceló a Juárez en el imaginario colectivo como ciudad mito al llamarla Santa Teresa, pero sin dejar reconocer que hablaba de Juárez, y a partir de la misma todos somos un poco percibidos como entes de ficción, por medio de una distorsión literaria.
En un congreso reciente, una profesora española a quien fui presentado expresó que yo era como “el profesor de literatura de la novela de Bolaño”; porque, efectivamente, en 2666 se nos cuenta la historia del profesor Amalfitano que viene de España e imparte clases de literatura en la Universidad de Santa Teresa. Es decir, que también yo soy percibido por medio de una ficción que quizá no tiene nada que ver conmigo, ni con ustedes, pero que es la expresión sobredimensionada de la urbe en que vivimos. Eso no le importa al mundo. Como se dice en El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962): “When the legend becomes true, print the legend”.
BIBLIOGRAFÍA
— Addam, Peggy, Luchadoras. Atrabile, 2006 [edición española, Editorial Sins Entido, Madrid 2007 (2ª edición, octubre 2009)].
— Bolaño, Roberto, 2666. Editorial Anagrama. Barcelona, 2004.
— Fraction, Matt y Templesmith, Ben, 30 Days of Night: Juarez. IDW Publishing. San Diego, febrero 2009.
— González Herrera, Carlos, La frontera que vino del norte. Taurus/Colegio de Chihuahua. México, 2008.
— González Rodríguez, Sergio, Huesos en el desierto. Anagrama. Barcelona, 2002.
— Greg Rucka/Leandro Fernández, The Coyote Crossing, en Wolverine 7-11.
— Maye Primera, “La violencia desangra Caracas”, en El País, 6/10/2009
— Segato, Rita Laura, La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Universidad del Claustro Sor Juana. México, 2006.
— Washington Valdez, Diana, Cosecha de mujeres. Safari en el desierto mexicano. Editorial Océano. México, 2005.
NOTAS
[1] Debo señalar que usaré la palabra mito, no en su sentido etimológico (relato, fábula) ni en su sentido mitológico y cultural relacionado con creencias religiosas de antiguos pueblos; tampoco la estoy usando en su acepción popular de “falsa creencia”, sino en su acepción (que podríamos considerar mitológica y laica al mismo tiempo) para referirnos a personas, lugares o creaciones que se sobredimensionan y adquieren una relevancia mayor que la de sus pares.
[2] Así lo consideraba el diario español El País en un titular del 6 de octubre de 2009: “Violencia en Caracas. Con más de 30 muertos a tiros cada fin de semana, la ciudad de Venezuela es la segunda ciudad más peligrosa del mundo, después de Ciudad Juárez”.
[3] La traducción es mía.
[4] Concretamente, en Greg Rucka/Leandro Fernández, The Coyote Crossing, publicada entre los números 7-11 de la serie regular Wolverine, donde este personaje viaja a Juárez/El Paso para vengar el asesinato de diecinueve indocumentados.