HANCOCK. LA SOLEDAD DEL HÉROE.
JAVIER ALCÁZAR

Origen:
Tebeosfera 2ª época, 0

HANCOCK. LA SOLEDAD DEL HÉROE.

 

 

 

Resulta difícil comentar una película en su plenitud cuando no se puede revelar su final. Más si cabe, como en este caso, cuando parte de su interés reside en el sorpresivo giro que sucede a la mitad de su metraje, cambiando de orientación el tono de la historia.

 

 

En “Hancock” (Peter Berg, 2008) se nos narra una etapa de la vida de John Hancock (interpretado por Will Smith), una persona con poderes extraordinarios que le confieren las características de un superhéroe (superfuerza, capacidad de volar, invulnerabilidad) pero cuya actitud no encaja con la del típico benefactor de la humanidad. Su desidia a la hora de atrapar malhechores causa más destrozos que beneficios, y es odiado a partes iguales no solo por los criminales, sino también por las fuerzas del orden y la ciudadanía en general. En uno de sus actos “heróicos” salva la vida de Ray Embrey (Jason Bateman), que decide ayudar a Hancock a limpiar su reputación y convertirle en un verdadero superhéroe (“todo poder conlleva una gran responsabilidad”, y todo eso), aumentando de paso su prestigio como publicista. Parte importante en la trama será también la relación de ambos con la mujer de Embrey, Mary (bellísima Charlize Theron), que además de aportar la ¿necesaria? pulsión sexual del filme contribuye a los acontecimientos que se sucederán en su segundo tramo.

 

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El argumento no presagia ninguna obra maestra, y “Hancock” no lo es. Pero sí demuestra ser una película entretenida, atípica con respecto a su trato al superhéroe. Casi desde el principio de la creación de los tebeos existieron adaptaciones de sus personajes a la gran pantalla. Los temas más populares en relación con la aventura y el misterio tenían fácil representación en el cine, y así, desde los años 40 del pasado siglo se sucedieron diversos seriales que adaptaban los cómics de Flash Gordon o cortometrajes de animación que usaban la figura de Superman, por citar algunos. En los años 60 se vulgarizó la figura del superhéroe con la serie de televisión “Batman”, que recogía los aspectos más superficiales y banales del personaje, pero que sirvió al mismo tiempo para difundir su figura de forma universal. Este trato de inferioridad al superhéroe tuvo su continuación en los productos para televisión de Spider-man en los 70 o en las diversas películas de bajo presupuesto realizadas en los años 80 (exceptuando intentos de acercamiento serios al tema, como el primer “Superman” de Richard Donner). La dignificación (hablemos siempre entre comillas) del superhéroe, su verdadera globalización y el triunfo absoluto del márketing y la mercadotecnia tuvo lugar en 1989 con el estreno de “Batman” de Tim Burton, ejemplo a seguir por todas las producciones que llegarían en los años 90 (incluyendo las secuelas del mismo Batman) con un irregular equilibrio entre la fidelidad al original, la aceptación del público y la idoneidad de los efectos especiales. Precisamente, el desarrollo de los efectos especiales generados por ordenador en esa década llevó ya en el nuevo siglo al verdadero éxito de las adaptaciones de los superhéroes al cómic: superventas absolutos como “X-men” y sus continuaciones, “Spiderman” y sus continuaciones, “Los 4 fantásticos” y sus continuaciones, “Hulk” y sus reinterpretaciones, relecturas de personajes ya afianzados como Batman y Superman e incluso versiones de personajes independientes como “Hellboy”, han conseguido que las editoriales de cómics tengan al cine como importante fuente de inversión, y el cine a los tebeos de superhéroes como recurso argumentístico de primera línea y éxito medio apalabrado.

 

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¿En qué se diferencia “Hancock” de toda esta pléyade de títulos? En primer lugar NO adapta un cómic, sino que crea un superhérore directamente para la pantalla. Eso sí, los guionistas Vince Gilligan y Vincent Ngo recurren como el que más a los tópicos manidos: los poderes son calcados a los del primigenio Superman, el superhéroe por antonomasia; llega a tener un uniforme característico por obra y gracia de su asesor Embrey, aunque Hancock sea reacio a llevarlo; tiene una debilidad, no revelable en esta reseña; e incluso existe en el film una especie de antagonista carismático en el personaje de Red Parker (Eddie Marsan), mezcla de ladrón de bancos y terrorista que jura venganza contra el protagonista. Pero el personaje de John Hancock se muestra al principio hastiado, desilusionado, desmotivado. Descubriremos que tiene más edad de la que aparenta, y que recuerda poco de su pasado. Aunque sigue ayudando a la humanidad, no parece reportarle mucho beneficio ni económico ni sentimental, y su impopularidad aumenta con cada una de sus acciones. Se muestran diferentes hazañas con espectaculares efectos especiales (que recuerdan sobremanera al primer “Spiderman” de Raimi, no en vano es John Dykstra el artífice de los mismos en ambos casos), pero desde luego no son el punto fuerte y no distraen de la trama principal sino que la apoyan. La función del director se centra sobre todo en mostrar lo insólito de la condición de este hombre, en principio única, y lo que ello conlleva: básicamente soledad (soledad, por cierto, que mostró también en el personaje interpretado por Sylvester Stallone en un trabajo anterior, “Copland”). Podemos observar esta sensación de aislamiento en la secuencia de la caravana, residencia habitual de Hancock y “Fortaleza de la soledad” a su pesar, y prácticamente en todo el metraje en la propia interpretación de Will Smith, de muy alto nivel aunque quizás inferior al brillante trabajo que desempeñó en “Soy leyenda”. Esta es la diferencia fundamental de la película: el enfoque. Aunque no se resiste al humor fácil (la «lección» al puñetero compañero de clase del hijo de Embrey, o la impagable escena del patio de la prisión, ouch) ni al entretenimiento, permite un visionado a otro nivel con un planteamiento poco transitado en el superhéroe de la pantalla (no así en su original historietístico, fuente inagotable de recursos y visiones propias); lo importante no es la acción, sin menoscabo de la aparición de la misma por pura necesidad, sino lo que lleva a esa acción y lo que sucede a esa acción. Mención aparte merece ese giro argumental ya mencionado que orienta sobre el origen del personaje y redefine la relación entre los personajes.

 

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La película finalizará (ANTES del happy end) con un verdadero acto de heroísmo que engrandecerá (y hará perdurar en la memoria) al personaje de Hancock, haciendo de estos justitos 92 minutos un remanso de buen hacer en el trillado (y por trillar) campo del superheroísmo fílmico.

 

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Creación de la ficha (2008): Javier Alcázar
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
JAVIER ALCÁZAR (2008): "Hancock. La soledad del héroe.", en "Tebeosfera 2ª época, 0" . Rescate en TEBEOSFERA (2008, TEBEOSFERA) -2ª EPOCA- 0. Disponible en línea el 16/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/hancock._la_soledad_del_heroe..html