DE COMO LAS VIÑETAS APRENDIERON A SER LIBRES
HERMES SALCEDA

Notas:
Reseña del libro de Antonio Altarriba "Los tebeos de la transición", de la colección Cuadernos del Hocinoco, editada por la Fundación Antonio Pérez en 2008. En la imagen, la cubierta del libro reseñado.

De cómo las viñetas aprendieron a ser libres 

            En Los Tebeos de la transición que Cuadernos del Hocinoco ofrece en cuidada prensentación, Antonio Altarriba nos invita a un paseo rápido (el libro no llega a las sesenta páginas), ágil, , lleno de sugerencias, de datos y de pasión por el mundo de las viñetas, en un período absolutamente singular de la historieta española. Unos años irrepetibles porque  casi  todo en el paso de la dictadura a la democracia es, por suerte, irrepetible. A. Altarriba (quien tiene el honor de haber sido recientemente censurado por su Tintín y el loto rosa) nos habla de los tebeos de la época en que la que todo cambió en España, o al menos eso hemos creído, y nos cuenta cómo todo cambió también en la historieta, de cómo en el pequeño mundo del tebeo se manifestaron los anhelos, las contradicciones, los éxitos y las derrotas de una época. El libro de Altarriba es también un homenaje a autores, revistas, fanzines que, en tiempos inciertos y complicados, supieron asumir riesgos, activar todo su ingenio para hacer nuevas propuestas con tanta creatividad y voluntarismo como escasos  medios.

           

            Al igual que ocurrió en terreno social y político, en los setenta, en el mundo de la historieta convivieron también dos regímenes, el viejo que pintaba ambientes y personajes en los que ya no había manera de reconocerse y uno nuevo que pujaba por salir a la luz e inventar otros mundos. Sobre esta idea de fondo la obra va aportando los datos, recordando las aventuras y hazañas más significativas de autores y editores, multiplicando las pistas para nuevas exploraciones. Se nos abre también una pequeña puerta a la nostalgia al ilustrar el libro con la reproducción de las portadas más significativas de la época.

 

            Resultan particularmente interesantes las páginas en las que A. Altarriba cuenta como el ciclo de innovaciones sociológicas, culturales, tecnológicas, políticas que entra en España con la agonía del franquismo se lleva por delante a la gran mayoría de personajes, autores y editores que habían sido responsables de la bonanza comercial del tebeo en los cincuenta y primeros sesenta.Carpanta, o El guerrero del Antifaz, ya no pueden en los setenta ser encarnaciones ni de la miseria del país ni de la mística fe justiciera del franquismo. Con argumentos y tipos humanos más arraigados en el pasado que el presente, las series de éxito en las décadas anteriores, dormidas en sus laureles, dejarán de conectar con unos lectores ante todo deseosos de pasar página, de olvidarse de lo que habían sido hasta entonces para descubrir nuevos caminos. 

 

            Los intentos de las editoriales por mantener sus ventas editando toda suerte de “Extra” o “Súper”  responden sólo al deseo de mantener la cifra de negocio y no a ningún impulso creativo. La conclusión  es clara: «Mientras Franco muere, el pequeño imperio de papel y viñetas que había levantado bajo su mandato y  tanto había contribuido a sobrellevarlo, también agoniza.»

 

            A lo que asistimos en la década de los setenta es en gran parte también a un cambio de estatus del medio que de ser considerado simple entretenimiento para niños y preadolescentes  o un pasatiempo puntual para mayores, se convierte en un género para adultos que reivindica su carácter artístico. Hay que situar este cambio de estatus del tebeo en el marco general de las nuevas miradas que el mundo intelectual vierte sobre la cultura popular convertida cada vez más en un objeto de estudio legítimo. También el tebeo de la mano, entre otros, de Luis Gasca o Román Gubern acaba por entrar en las aulas de las universidades como objeto de estudio. Críticos y artistas participan pues de un movimiento general que propiciará un cambio de actitud respecto al cómic.

 

            Los críticos contribuirán a alimentar con sus debates y análisis la renovación de la historieta, pero también lo harán con propuestas editoriales que descubrirán al público español el cómic extranjero. Desde EE UU se cuela en España,  mientras el dictador agoniza, el cómic underground y se pone de moda la “contracultura”, los dibujantes y guionistas españoles descubren así las fuentes en las que beberían para dar al cómic patrio sus mejores páginas en los años ochenta y noventa.  Mariscal, Max, Farriol, encuentran su casa común y plataforma en el legendario El Víbora, ahora herido de muerte, pero verdadero símbolo del underground español. De manera más que significativa Los Tebeos de la Transición se abre y se cierra con la reproducción de la primera portada de El Víbora en la que leemos los nombres de Max, Nazario, Willem...

 

            Otro símbolo del mismo período es Tótem, políticamente menos radical que El Víbora, y volcada en descubrir al público español nuevas formas de hacer cómic de la mano de autores extranjeros como Pratt, Moebius, Brétécher.

 

            El Víbora y Tótem marcan el cambio definitivo de estatus y de público del cómic en España. Un cambio que como autor encarna quizás mejor que ninguno Enric Sió, creador de obras ambiciosas y modernas como Mara (1976) que no tardó en alcanzar prestigio internacional.

 

            Así, a finales de los 70 quedan perfiladas las principales pautas creativas de lo que ha venido siendo  el cómic español hasta la actualidad, empeñado en llamar a las puertas del panteón del arte, dibujando con frecuencia mundos fantásticos, contando muchas historias de aventuras, ridiculizando a la sociedad, mucho más atraído toda suerte de tipos de malvivir que por viejos héroes.

 

            A. Altarriba no deja insistir a lo largo del libro en lo extraño de la ruptura que se da en la historieta en esos años en que vemos a los autores renegar de todos los héroes con los que habían alimentado las fantasías de su adolescencia, de todas las viñetas que habían tratado de imitar más de una vez, intentando al fin y al cabo olvidarse de lo que habían sido ellos y su entorno hasta ayer para poder reinventarse.

 

            El libro está escrito tanto con el mimo de quien conoce el medio desde dentro por practicarlo con imaginación desbordante como autor  y con el rigor de quien desde hace años se esfuerza en dotar al estudio del cómic de herramientas teóricas sólidas. A quienes no conozcan al autor recomiendo una visita por su elegante web.

TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2009): Hermes Salceda, con edición de M. Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
HERMES SALCEDA (2009): "De como las viñetas aprendieron a ser libres", en Tebeosfera, segunda época , 3 (13-VI-2009). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/de_como_las_vinetas_aprendieron_a_ser_libres.html