CÓMIC EN TRANSICIÓN. TRES ENSAYOS DE GRACIA LANA
MANUEL BARRERO

Title:
Comics on Transition. Three Gracia Lana's essays
Resumen / Abstract:
Reseña por Manuel Barrero de Las revistas como escuela de vida, Creatividad e independenciay El cómic español de la democracia: / Review of three books by Gracia Lana: Las revistas como escuela de vida, Creatividad e independencia and El cómic español de la democracia:
Notas:
Texto entregado el 20 de marzo de 2024, aceptado el 31 de marzo.
  • Gracia Lana ya aborda temas de su tesis en libros colectivo como este.
  • Aquí se publica un capítulo de libro muy vinculado con el tema de su tesis.
  • La exploración de los magazines de cómic durante la Transición española.
  • Gracia Lana se ocupa de los colectivos que intentaron gestionar sus propios proyectos creativos en esta obra.
  • Este ensayo reune lo más granado de la tesis doctoral de Gracia Lana.
  • El autor ha seguido trabajando sobre el tema que le ocupó en la tesis en obras posteriores, como este catálogo.

CÓMIC EN TRANSICIÓN. TRES ENSAYOS DE GRACIA LANA

A veces tenemos que medir el aporte al conocimiento del cómic de nuestro país a partir de los trabajos de algunas personas concretas. Si nos ceñimos a la historiografía solemos citar siempre varios nombres que resuenan constantemente en la memoria, como Luis Gasca, Antonio Martín, Antoni Guiral, etcétera, pero lo cierto es que en este segmento de la investigación se siguen produciendo trabajos de profundo calado, y si hay un nombre que debemos tener en consideración hoy, añadido a los anteriores, es el de Julio Andrés Gracia Lana. Se trata de un joven profesor de la Universidad de Zaragoza que también es uno de los cofundadores del Congreso Internacional de Estudios Interdisciplinares sobre Cómic desarrollados en su alma mater y que participa en otras actividades incansablemente, impartiendo conferencias o cursos (como el que se desarrollará en el verano de 2024 en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Cómic. Auge de una vieja forma de expresión , que precisamente está coordinado por él y por Antonio Altarriba).

Gracia Lana no ha dejado de trabajar desde que defendió, en 2019, su tesis doctoral, Intermedialidad en el cómic adulto en España (1985-2005). De la historieta a la pintura, el audiovisual y la ilustración . En este trabajo, el autor analizaba qué pasó con nuestra historieta tras el orgasmo político de la Transición, a partir de una fecha simbólica desde la que hacer recuento y contextualizar, 1985, diez años después de la muerte de Franco. En el ínterin, recordemos, había llegado la prensa satírica, la debacle de la vieja historieta y las revistas de cómic del boom,y todo eso ya estaba transformándose o desapareciendo en 1985. En su tesis, Gracia Lana exploraba las causas que pudieron intervenir en la profunda transformación que experimentó el cómic en los treinta años siguientes (un intervalo excesivamente amplio para una tesis, pero necesario para comprender el fenómeno), analizando las causas de tipo económico y sociológico, centrándose en los cambios empresariales y de hábitos lectores, y echando mano de una herramienta que deberíamos usar más los investigadores: la entrevista a las personas implicadas. La hipótesis de la que partía Gracia Lana, de todos modos, no se ceñía a la historiografía solamente, también quería profundizar en el fenómeno de la intermedialidad, sopesando la migración creativa de los autores más señeros de aquellos años hacia tres campos muy distintos: la pintura, el audiovisual y la ilustración.

La tesis (dirigida por Brihuega Sierra y Lomba Serrano) llegó a buen puerto, y el nuevo doctor decidió diseminarla luego en varios libros o capítulos de libro, que es el procedimiento habitual para amortizar tantos años de esfuerzo investigador. Así lo pudimos comprobar en textos del autor publicados justo antes o poco después de la defensa de su tesis, como: “De Trazo de tiza a De profundis. Narración y tiempo en Miguelanxo Prado”, que apareció en El tiempo y el arte, vol. 2; “Fricciones entre cómic y arte contemporáneo” (que versaba sobre la presencia de Gallardo en Cairo), artículo publicado en Papeles de Cultura Contemporánea , o “Buceando en el boom del cómic adulto. Dos artistas a recuperar” (sobre Scaramuix y Calonge), capítulo del libro El artista, mito y realidad , que recogía las ponencias del simposio Reflexiones sobre el gusto (Zaragoza, 2019). Afortunadamente, muy poco después de obtener su título de doctor ya tenía el grueso de su tesis doctoral distribuida en tres libros, que leídos conjuntamente suponen uno de los más importantes recorridos sobre el cómic finisecular español: Las revistas como escuela de vida: diálogos sobre el cómic adulto (1985-2005), publicado por Éolas / Universidad de León, en 2019; Creatividad e independencia: colectivos de cómic durante la Transición, publicado por Ediciones Idea en 2022, y El cómic español de la democracia: la influencia de la historieta en la cultura contemporánea, editado por Prensas de la Universidad de Zaragoza también en 2022, que además tuvo la fortuna de alzarse con el Premio Nacional de Edición Universitaria de aquel año.

Las revistas como escuela de vida fue un libro en el que Gracia Lana reunía varios testimonios de figuras esenciales para entender la evolución de nuestro cómic durante la Transición, sobre todo aquel segmento de la edición que se concentró en las revistas de contenido variado que se veían en el quiosco cada mes. El investigador escogió para recordar aquella aventura editorial a un grupo de creadores (Josep Maria Beà, Laura, Miguel Ángel Martín, Montesol, Nazario, Miguelanxo Prado, Paco Roca y Marika Vila) y luego a otro grupo integrado por editores y libreros (Mario Ayuso, Emilio Bernárdez, Juan Carlos Gómez, Álex Samaranch, Antonio Martín, Pere Joan, Albert Mestres, Manuel Molero, Joan Navarro y Fernando Tarancón, algunos de ellos entrevistados por parejas). Gracias a sus declaraciones y a un análisis concreto sobre la edición de magazines de cómic, Gracia Lana extrae que la nueva historieta española surgida en los años ochenta y noventa fue, al mismo tiempo, concentración y huida. Fue concebida por un conglomerado de autores nuevos, con ideas nuevas y que estaban comprometidos con el medio, pero también fue una desbandada, debido a la mixtificación y posterior disgregación del propio medio. Precisamente ese término, “desbandada”, es el que utiliza Antonio Altarriba en un texto inserto en el mismo libro, en el que cita la necesidad de analizar estos cómics con una nueva óptica, uno de los cuales es aplicado aquí por Gracia Lana, el de concebir que las publicaciones, esfuerzos y dispersiones de aquellos años darían lugar a la industria del cómic que gozamos en la actualidad (página 12). Este libro es indudablemente útil para comprender el cómic de aquel tiempo porque se ofrece una fuente primaria de datos, ya que es un volcado de entrevistas que suponen jugosos pedazos de memoria, con el aliciente de que no solo se recurre a recuerdos de autores, también de técnicos, que aportan otras impresiones sobre la presencia del cómic en la sociedad española de aquel tiempo, a veces apesadumbrada, pero al menos veraz, si bien brindan pocas cifras para comprender mejor la transformación del mercado del tebeo entre aquel periodo y el comienzo del nuevo siglo.

En Creatividad e independencia, el libro editado por Idea (con el concurso de la Fundación Cine + Cómics), el investigador aragonés trabaja con el mismo contexto y con similar planteamiento, pero en esta ocasión se centra en los proyectos editoriales que intentaron abrirse camino de forma más o menos independiente en el marco de los medios de comunicación de la Transición. Aquí practica entrevistas a personas vinculadas a colectivos autorales que se arriesgaron a crear tejido industrial: el citado Altarriba, Strader, Montse Clavé, Mariel Soria, Herikberto, Felipe Hernández Cava, Alfonso López, Leopoldo Sánchez y, de nuevo, Marika Vila. Y los proyectos que se rememoran son: Bustrofedón, El Jueves, Madriz, Rambla, Metropol, La Oca y Butifarra.Gracia Lana amplía mucho su enfoque, quizá demasiado, porque, con el fin de introducir el concepto de autogestión editorial, se remonta a la escisión que tuvo lugar en Editorial Bruguera para lanzar la revista Tío Vivo. Y resulta difícil estar de acuerdo en que los autoeditores de aquella revista, o los de El Rrollo Enmascarado,compartían propósitos con los integrantes del Equipo Butifarra o los fundadores de K.O. Comics. Es verdad que gran parte de los escogidos para esta investigación tenían algo en común, su ideología, pero ser historietista y de izquierdas no era nada extraordinario en la España que resurgió tras la muerte de Franco. Además, el tipo de asociacionismo en el que militaban los editores de fanzines, los del underground, seguramente poco tuvo que ver con el que agrupó a los fundadores del Club DHIN, del que Gracia Lana recuerda que nació cojo ya el mismo día de su creación debido a las diferencias entre ugetistas y cenetistas. También da fe de experiencias muy marcadas por la lucha anticapitalista, como la de Butifarra, cuyas ambiciones no iban más allá de la actuación barrial en un comienzo, y que terminaron absorbidas por los intereses de una entidad editorial hasta ser reconducidas hacia lo público (Saco Roto). Cuando el autor aborda el caso de El Víbora, una revista cuya redacción funcionó en sus primeros años de forma asamblearia, nos queda claro que la supervivencia de la publicación quedó en manos de un solo editor, Berenguer, fundador de La Cúpula. En suma, que los proyectos colectivos de base socialista triunfaron porque hubo un aporte capitalista: Anche para Butifarra!, Toutain para El Víbora y Rocca (de Nueva Frontera) para Rambla, por ejemplo.

Más interesante es el recorrido que el autor hace por los proyectos de Intermagen y Metropol, creados por J. M. Beà, el primero, y por Leopoldo Sánchez, el segundo. Lo es porque describe la organización de ambas empresas, se habla de las tiradas y de su evolución en el mercado, hasta acabar agotados (el primero) o absorbidos por otros sellos (el segundo, por Norma). Aquí la reflexión interesante que se plantea es cómo Gracia Lana define la gestión de estos colectivos surgidos durante la Transición política española, dado que él los califica como autoeditores, y desde luego lo fueron, pero todo ello nos permite comprender mejor el concepto de microedición, que tanto abunda hoy pero que realmente germinó por entonces. En efecto, la crónica que se hace en este libro es sobre la esforzada autogestión, plagada de errores de previsión comercial y de tropezones en el quiosco, que estaba más impulsada por el afán de publicar obra nueva y propia que por construir mercado. Esto mismo ocurriría con el sello Ipanema, el que gestionó Enric Sió para poner en circulación la revista La Oca, que gozó de amplio respaldo mediático en su salida a la luz pero que fracasó en un mercado que ya no quería este tipo de producto.

Si hay que poner alguna pega a este ensayo, quizá hubiera sido deseable un análisis de contenido más amplio del boletín del Club DHIN, de cuya lectura se obtiene una idea de la desorientación de los profesionales de los setenta y ochenta a la hora de asociarse. También se echa de menos algo más de profundidad en el repaso a la labor de la asociación APC, o del proceso de formación de Ediciones El Jueves como proyecto autogestionado por Gin, J. L. Martín y Óscar. Asimismo, debería haberse matizado el tratamiento que se hace de Madriz, la revista coordinada por F. H. Cava, porque su gestión fue más institucional que autoral. En cualquier caso, Gracia Lana pone en evidencia la escasa capacidad emprendedora de entonces, a lo que también contribuye una cita de Antonio Altarriba (en página 135) en la que afirma que el tejido asociativo siempre brilló por su ausencia en España, sobre todo el dirigido a la gestión editorial de proyectos sobre cómic, porque se potenció el fanzinismo (el afán por ser autor) y no la responsabilidad empresarial y la visión de mercado (la aspiración de ser editor).

Desde nuestro punto de vista, el trabajo más importante del triplete de libros surgidos de la tesis doctoral de Gracia Lana es El cómic español de la democracia , el publicado por Prensas de la Universidad de Zaragoza. Aquí brilla el investigador formado en Historia del Arte, porque enarbola un discurso muy atinado sobre la evolución del cómic entre 1985 y 2005, dejando claros los conceptos asociados a esa evolución: voluntarismo, fracaso, huida e insularidad. Entiéndase que esto es una reseña crítica y que los cuatro conceptos anteriores no son planteados así, literalmente, sino que el autor nos habla de compromiso antes que de voluntarismo, de inviabilidad en lugar de quiebra, de transmedialidad en vez de fuga, y de nicho cuando quiere significar insularidad.

El libro se organiza en varios capítulos en los que se aborda, en este orden: las revistas de historieta del llamado boom, las causas del consiguiente crack, la migración profesional resultante, los proyectos que resistieron en el mercado y el nuevo cómic que resurge, ya en el nuevo siglo. Los capítulos 4 a 6 de este ensayo van dedicados a analizar algunas trayectorias concretas, descritas dentro del marco de la intermedialidad, es decir, del trasvase de los historietistas a otras manifestaciones artísticas y expresivas: la pintura (Nazario, Montesol, Simónides, Luis García y otros), el audiovisual (Miguelanxo Prado, Mique Beltrán, Calpurnio, Beà, Vila), la ilustración (Max, Gallardo, Guillem Cifré) u otras vías (Altarriba, Montse Clavé, Tha). Las conclusiones del trabajo son consistentes, porque da fe de la consolidación de una nueva historieta española que llega con el advenimiento de la democracia, y también de un nuevo mercado que no termina de cuajar. Eso abre una interesante línea de investigación sobre la precarización a la que los autores de cómic se han visto abocados desde entonces. El hecho de la migración creativa de los historietistas hacia otros medios, como la ilustración o la pintura, deja entrever que el cómic perdió fuelle como medio, siendo sustituido en los hábitos de consumo de los españoles por otras opciones, que en el final del siglo XX se arremolinaron salvajemente en el mercado.

En este libro se van aportando pistas sobre estas conclusiones cuando se trata de concebir un nuevo canon del cómic español de fin de siglo basándose en un puñado de hitos: la quiebra de Bruguera, el cierre de revistas entre 1986 y 1993, la muerte de El Víbora en 2004, el mismo año de traducción de Blankets, o el triunfo de Arrugas en 2007, justo cuando se creaba el Premio Nacional de Cómic. Pero el trabajo de Gracia Lana va mucho más allá, porque también estudia los sistemas de publicación (los formatos y los modelos editoriales en pugna), compara cómo las revistas españolas iban languideciendo al ritmo que caían otras europeas ( Tintin en 1988, Pilote en 1989, Corto Maltese en 1993, (A suivre) en 1997…), hasta concluir que la deseada internacionalidad de nuestra historieta era, precisamente, su exportación (la del talento español), más rentable para los autores por cuanto resultaba más barato a los editores patrios comprar licencias extranjeras que hacer tebeos nacionales.

Gracia Lana nos da una lección de buen investigador cuando aborda los aspectos económicos y sociológicos que afectaron al cómic del último tercio del siglo XX, una labor absolutamente imprescindible si queremos comprender cualquier deriva de mercado. En efecto, en las páginas 52 y siguientes de este ensayo compara datos del PIB, del paro, del PNB, para despejar las posibles claves para una crisis, entre las cuales estuvieron las políticas de venta de saldos, la degradación persistente de los productos, el constante aumento del precio del papel en los noventa, la aplicación del IVA, el incremento de televisores en los hogares, el auge del video doméstico, la irrupción de los videojuegos, la competencia en el quiosco y la formación de conglomerados editoriales. Se practica aquí un análisis de todo este conjunto de factores de forma inteligente y fundamentada. Ojalá hubiese más cifras y más datos sobre tiradas, pérdidas y ganancias, contrataciones, salarios y empleo subterráneo, más documentos extraídos de los archivos de los editores, eso que siempre ha faltado en la investigación sobre tebeos españoles. A la postre, nos queda la idea de que el mercado ganó la partida a los autores. La autogestión no fue posible, y los capitalistas triunfaron porque, en conclusión, todo se redujo al mercado. Resulta algo amargo que las declaraciones de Cava (en página 86) sean tan atinadas, sobre todo cuando sugiere que el voluntarismo de los autores de cómic de entonces podría entenderse como una psicopatología. También, que fueran El Víbora y Kiss Comix dos de las revistas supervivientes de todo aquello, en parte porque contaban con la baza del erotismo y la pornografía. Por último, Gracia Lana nos ayuda a comprender que los creadores de cómic en España han tenido una influencia clara sobre la cultura contemporánea, por cuanto han difundido su (incuestionable) talento posteriormente en otros medios, un talento que no han podido gestionar de forma eficaz por sí mismos en un contexto industrial.

Amén del trabajo modélico de investigaciones previas sobre el cómic en la Transición bien conocidas (como la descriptiva de Francisca Lladó Los cómics de la Transición, o la perspectiva más estética de Pedro del Solar en Imágenes del desencanto), la terna de libros de Julio Gracia Lana Las revistas como escuela de vida, Creatividad e independencia y El cómic español de la democracia resulta fundamental para comprender nuestra deriva historietística desde la Transición hasta la globalización. Los tres son ensayos solventes a los que por fuerza tendrá que recurrir cualquier estudioso de nuestro cómic contemporáneo.

Creación de la ficha (2024): Manuel Barrero
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2024): "Cómic en Transición. Tres ensayos de Gracia Lana", en Tebeosfera, tercera época, 25 (31-III-2024). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/comic_en_transicion._tres_ensayos_de_gracia_lana.html