ALEX NIÑO Y EL NUEVO HORROR AMERICANO
“Look at this artist. You know, he breaks every rule of comics... but he's able to do it. Because he knows what the rules are, he's able to break them."Russ Manning, hablando sobre Alex Niño.
Los cómics de horror estadounidenses se beneficiaron de mano de obra extranjera desde de los primeros años setenta. En Warren y Skywald destacaron las firmas españolas y las de algún sudamericano, como los peruanos Boris, Gonzalo Mayo o Pablo Marcos, autores que también colaboraron en los títulos de horror de Marvel, DC u otros sellos editores de comic books. Desde la mitad de los setenta otros extranjeros se distinguieron especialmente en los cómics de horror y fantasía, sobre todo los filipinos y, entre ellos, si alguno descolló con especial singularidad, ése fue Alex Niño, cuya obra transformante e intoxicante sirve para trazar una primera aproximación a la evolución del horror en los cómics desde la mitad de los setenta hasta los ochenta.
Ensayo formado por tres artículos. Ver partes 1 y 3: | 1: LA HISTORIETA FILIPINA DE HORROR. EL CASO DE ALEX NIÑO << | 3: LAS INFINITAS PÁGINAS DE ALEX NIÑO >> |
HACIA EL HORROR POR LA DISTORSIÓN.
Página de "Captain Fear" para Adventure Comics, nº 425, primer trabajo de Niño remitido a DC.
La sólida y conservadora empresa editorial DC Comics tenía en circulación títulos como House of Secrets o House of Mystery, donde solían publicarse historietas de suspense, pero que en los setenta albergaron cada vez más a menudo monstruosidades para aprovechar la moda de aprecio por el horror. Para sumar esfuerzos con este fin, en los últimos meses de 1971 el sello lanzó los títulos Secrets of the Sinister House y Forbidden Tales of Dark Mansion, tebeos con historietas de horror en color que pretendían hacer la competencia a los horror magazines que estaban proliferando desde hacía una década y que ahora también había puesto en la calle Marvel Comics. Al conjunto se sumó Weird War Tales, una colección de género bélico donde sorprendentemente todos los argumentos incurrieron en el horror, Weird Mystery Tales, colección lanzada en 1972, y Adventure Comics, un tebeo antes dedicado a Supergirl que transformó radicalmente sus contenidos a la altura del nº 425 para incluir historias de suspense y con elemento fantástico. En esta última colección mencionada fue donde debutó un extraño dibujante, recién llegado de filipinas, que fue identificado como “Alex Nino”. El filipino dibujó en Adventure Comics una serie sobre aborígenes haitianos contra invasores españoles, escrita por Bob Kanigher, titulada Captain Fear (o “Capitán Temor”) que se publicaba junto a otras historietas de corte fantástico, alejadas del talante superheroico tradicional en este cabecera. Aunque esta historieta era la cuarta en publicarse en los EE UU, si somos fieles al discurrir cronológico de sus participaciones (le antecedieron: House of Mystery, 204, House of Secrets, 101 y Forbidden Tales of Dark Mansion, 8), fue la primera obra remitida por el filipino a la redacción de DC, según informaba Joe Orlando en aquel mismo número, que también declaraba que con la transformación temática de la publicación querían ofrecer al público: “the new worlds of comics… the new ideas that exist.”
Este “primer” trabajo de Niño no era, claro está, el de un autor por madurar. Al contrario, era ya un dibujante experimentado y de estilo suelto y personal, que además se atrevía con la experimentación en tan sólo ocho páginas de historieta: usaba viñetas estrechas y verticales, primerísimos planos en contraste con generales muy detallados, acusados puntos de vista cenitales, y un sorprendente detalle ejecutado con una tinta algo ruda, eso sí. Sin embargo, era una producción convencional si tenemos en cuenta lo que había dibujado en los anteriores quince años en Filipinas, y seguiría siendo convencional en meses sucesivos frente a lo que iba dibujando para otros títulos de DC.
Arriba, página de Sinister House, 8, con la transformación del lobo; abajo, Weird War Tales, 9.
Aquello sí era nuevo en el horror ofrecido por DC. La labor de “Nino” contrastaba fuertemente con la de cualquier otro autor de estos comic books, atentos al reparto homogéneo de los cuerpos, con las viñetas trazadas regularmente; incluso se distinguía de los filipinos que le acompañaban en estas páginas, como Lofamia, Yandoc o Rico Rival. En el número 8 de otra publicación similar de la casa, Forbbiden Tales, sus compatriotas Ernie “Chua” o E.H. Santiago dibujaron historietas con resoluciones crudas, golosas con las tintas, con “atmósfera”, pero sus alardes gráficos ni rozaban el ánimo innovador que inspiraba a Niño. Su obra “The Blanck Space”, publicada en ese número, parecía un sueño lisérgico en el que el personaje sufre terriblemente y su cuerpo se distorsiona acorde con su sufrimiento, así como el resto de elementos de las viñetas.
Si se ha descrito a Breccia como uno de los grandes rupturistas de las convenciones en la historieta, Niño es otro de los grandes, bien que en su caso no ha podido ser imitado o seguido como el maestro argentino. Niño deformaba los elementos de la viñeta, no vacilaba en prescindir de los límites que imponían los contornos y delineaba abruptamente. Eso sí, acusaba defectos, como la falta de concordancia entre sus fondos y lo que se requería para una publicación en color, pues sus heteróclitos fondos aparecían ante el lector como collages de chillones colores. Niño se mostró como uno de los autores más capacitados para el horror gráfico precisamente por su temeridad a la hora de distorsionar las figuras o planificar las páginas. Para percatarse de ello sólo hay que comparar la historieta sobre licántropos que abría el número 8 de Sinister House con la que él resolvía en las últimas páginas, en la que desencajaba la diagramación para acelerar la transformación en lobo. Sus compatriotas, como los grandes Alcalá o Gerry Talaoc, también habituales en estos tebeos de DC como Weird War Tales, lograron adaptarse a las fórmulas convencionales de narrar de quienes les precedieron en la editorial, pero Niño les superaba en interés y además desafiaba toda ortodoxia, como en el número 9 de la colección citada, en la que dibuja una historia sin cuerpos.
Esta página de Weird War Tales, 13, nos dice que Niño estaba ya dibujando con el color en mente y con elementos de la cultura Oriental también presentes.
En 1973, participó Niño en más números de Weird Mystery Tales y Witching Hour, revista ésta en la que en vez de mostrar a chicos amenazados o cohibidos por el miedo aparecían muchachos aparentemente demoníacos y deseosos de hacer el mal. Niño destinaba aquí historietas más convencionales que las que dibujaba para House of Secrets, por ejemplo, alternando diferentes modos de aproximación al género con una prolificidad envidiable, además, pues él seguía dibujando cómics para publicaciones de Filipinas por entonces. En House of Secrets 109 repartió las viñetas en las páginas de un modo insólito, y en esta historia recreaba la maldad de un modo que sobrecoge realmente, con aparentes alusiones a las dimensiones gomosas de Steve Ditko pero con una apariencia más “visceral” en el caso de Alex Niño. De esta guisa, Niño iba variando el tratamiento más o menos ordenado de sus planificaciones con una deformación cada vez mayor de sus personajes y monstruos. House of Mystery, Witching Hour, Weird War Tales, The Unexpected eran para el dibujante como un lienzo en el que estiraba las viñetas, retorcía o colocaba personajes en polípticos, alternaba primerísimos planos con estrechas vistas panorámicas, etc., con un solo defecto apreciable: la mala definición de los rostros.
La angustia que el dibujante lograba imprimir a los personajes era casi palpable; indudablemente fue un autor muy capaz con el retrato de la zozobra humana. Si su producción no ha destacado en la historia global del medio fue por trabajar sobre guiones lastrados por lo rutinario, por la vuelta una y otra vez sobre el tema de la culpa. Mientras que el horror gótico se planteaba como una reutilización de los atavismos y los miedos ancestrales al peligro, a la muerte, al horror terrenal e incluso al asesino, tal y como proponía EC, desde los años sesenta se fue fraguando un miedo todavía más íntimo, el que emanaba de la propia maldad humana; lo cual no estaba desprovisto de componente religiosa y de ahí surge la compensación mediante el castigo. En el caso de DC el tema del horror y del terror se soldaban en planteamientos con trasfondo religioso, porque si bien es cierto que las propuestas del horror gótico se fueron deslizando hacia el horror moderno, en el que el hombre era el foco del miedo, existía en estos tebeos una constante preocupación por el tema de la justicia final. La mayoría de los argumentos de los guionistas de DC advierten que a cada comportamiento desviado o inmoral le corresponde un correctivo, a cual más horrible. La lectura religiosa sobre este particular surge inmediatamente, con un horror que se replantea desde el dogma del infierno, el cual ha permanecido invariable, indomeñable bajo el avance de la nueva fe basada en la ciencia. Casi todos los personajes que dibujaba Niño eran, por esta razón, seres corruptos que recibían su escarmiento, generalmente mortal u horrible. El panorama del “Bien” como fiscal supremo de los actos humanos en sociedad comenzó a cambiar en 1975, en colecciones de este mismo sello incluso (como The Joker, Justice Inc., Claw the Unconquered) donde la componente maligna de los protagonistas adquirió relevancia, si bien todavía tardaría años en eclosionar esta tendencia.
También de tema selvático era la colección Tarzan a la que atrajeron al hombre de Tarlac para dibujar a Korak, el hijo de Tarzán precisamente. Se ocupó del fibroso héroe a partir del nº 231 de esta colección, fechado en junio de 1974, resolviendo relatos que no eran de horror pero sí fantásticos, pues aparecían animales bestiales y hechiceros terribles. En ambos casos, en The Space Voyagers o en Korak, la amenaza descrita se ajustaba a similares parámetros de castigo sobre los humanos desde entidades superiores, sobre todo en el primer caso.
El asunto de la distorsión no era baladí. El autor filipino acumulaba varios defectos a ojos de los lectores americanos, defectos que iban más allá de las licencias que se tomaba con los estiramientos a los que sometía a los personajes en aras de la expresividad. En primer lugar estaba su aproximación a la figura de los niños, que le salían caricaturescos, como muñecos. En segundo, la presencia constante de rasgos filipinos en los rostros de los personajes, a saber: ojos rasgados, narices abultadas y boca ancha con labios gruesos, algo habitual en sus primeras colaboraciones y que fue corrigiendo muy poco a poco, porque si bien resultaba antinatural para sus lectores, él consideraba que los personajes de sus historietas no tenían porqué ajustarse al canon occidental de representación. Otro “defecto” común en los tipos dibujados por Niño era la rodilla vara o genu varum, término usado para denominar las piernas en arco, con los tobillos aproximados y las rodillas separadas, bastante característico en las etnias orientales, incluido el pueblo filipino. Este eco de su fisionomía es posible que no fuera bien comprendido por los americanos. Y menos si se daba en un contexto narrativo tendente a lo grotesco, capaz de generar expectación por una puesta en escena espectacular y sorprendente pero construida sobre argumentos pueriles. Pongamos dos ejemplos: un mundo que es en realidad una pelota de golf es el núcleo del “guión” de Coram Nobis (David V. Reed) para Weird War Tales 31, de noviembre de 1974; en Secrets of the Haunted House 1, de abril de 1975, la historia de Jack Oleck “Fish Story” discurre de manera terrorífica pero su final es desatinado: un monstruo piscícola viene a dominar el mundo y acaba muerto estúpidamente al sumergirse en agua salada, dado que se ha criado en agua dulce. Niño resuelve estos guiones magistralmente, por descontado.
FANTASÍA, CIENCIA FICCIÓN Y RUPTURAS.
Montaje analítico para "Man-Gods from Beyond the Stars", de 1975.
Página de "Repent Arlequin..." |
En Unknown Worlds of Science Fiction nº 3, de Marvel, Niño trabajó con Roy Thomas en “Repent Harlequin!” said the Ticktockman”, una adaptación de un relato de Harlan Ellison en la que Niño se desbocó completamente en su plasmación gráfica, forzando aún más las convenciones. El planteamiento, una sociedad absolutamente controlada por un poder omnímodo en el que se teme cualquier manifestación de la personalidad propia (una metáfora del mundo mecanizado y gobernado por coordenadas homogeneizadoras). Niño, aparte de contar la historieta, descolocaba todos los elementos dispuestos en la página para significarse con el héroe, es decir: ir a contracorriente en un mundo puntualmente regulado. La parábola se cerraba con el elemento disturbante sometido pero también con el germen del desorden instaurado en la rígida mecánica social. Había esperanza para el hombre alienado, pues.
Páginas de Ghosts, 37, Tales of Ghost Castle, y House of Secrets, 131.
Niño siguió dibujando guiones por este tiempo, de Oleck sobre todo, cuando repentinamente interrumpió su ritmo de dibujo de historietas durante casi un año, el que pasó entre el número 6 de Unknown Worlds of Science Fiction, fechado en noviembre de 1975, y el 245 de House of Mystery, fechado en septiembre de 1976. En aquella entrega de la revista de Marvel Niño adaptó otra historieta relevante: “Behold the Man”, basada en una obra de Michel Moorcock, cruda y apóstata en su versión literaria, que en cómic planteaba un reto también a los basamentos morales de los católicos. Niño lo resolvió con soltura aunque es posible que no fuera él el autor adecuado para esta adaptación, pues resultó un relato en viñetas muy estático, demasiado dialogado, interrumpido por citas bíblicas, y donde el autor filipino no lograba reflejar correctamente el ambiente de Judea.
De arriba a abajo: primer portafolio de NIño, portada para un libro de B. Preiss y una lámina del portafolio de Gruaga.
Inmigración llegó a detenerle y le juzgó, pero Niño tuvo suerte porque Byron Preiss, uno de los editores estadounidenses más valientes y visionarios de la época (él fue el que creó la “novela gráfica” moderna) intercedió por él ante las autoridades al saber que iba a ser deportado. Le permitió renovar la visa al contratarle para ilustrar su nueva colección de libros, Weird Heroes (libros que rescataban el aroma pulp, publicados por Pyramid Books entre 1975 y 1977), pero la añoranza de su tierra pudo más y Niño resolvió volver a las islas para trabajar desde allí. Una vez de vuelta, desarrolló gran cantidad de trabajo como ilustrador, para la base militar estadounidense de Tarlac, para publicidad y carteles de cine, más lo que iba produciendo para portafolios y libros de EE UU. Cómics, pocos.
Creemos que una de las razones que le impulsó a dejar de hacer cómics para DC abruptamente, pudo tener origen en la revelación de que le estaban estafando. Fue en estos difíciles días cuando contactó con Bill DuBay, que le abordó en Detroit para convencerle de trabajar con él en la alineación de revistas de horror de Warren Publishing Co. DuBay le sedujo asegurándole que en Warren le pagarían al menos 125 dólares por página original dibujada, independientemente del guión. Niño se sorprendió: DC sólo le estaba pagando 7 dólares por página. Por lo visto “un filipino y su esposa”, que ya estaban afincados en los EE UU, estaban ejerciendo de agentes de los autores filipinos que trabajaban desde el archipiélago y se estaban apropiando, en concepto de comisión, de 29 de cada 35 dólares que realmente abonaba DC por página.[3]
En 1977, agotadas las perspectivas en cine e ilustración, volvió a los cómics, pero ahora no exclusivamente para DC. El periodo de inactividad concluyó cuando apareció su dibujo en “Coffin for a Killer”, historieta para House of Mystery 250 (febrero de 1977), sorprendente por cuanto carecía de alardes en la diagramación o en la narrativa. También sorprendió su participación en varios números de la colección de Marvel Luke Cage. Power Man publicados en la primavera de 1977, entintando unos lápices que no encajaban en absoluto con su estilo (núms. 42-43). En estos meses apareció otra participación suya, de corte infantil, en el lanzamiento del editor Larry Fuller New Funny Book, y colaboró también en el nº 3 de Quack, tebeo del sello “independiente” Star*Reach, donde entintó a su más ferviente seguidor americano Steve Leialoha. Lo más destacable de este periodo fue su entrada en Warren, haciendo en principio solamente tintas, sobre lápices de Carmine Infantino: en Vampirella, 59 y 61, en Creepy, 89 y 93. En suma, Niño había vuelto perezoso o indolente, pues sus trabajos de esta época para DC eran acomodados, resueltos en retículas de 3 x 2 viñetas, sin exhibiciones. Y lo que comenzó haciendo en Warren carecía de interés, salvo por ver cómo Niño se ajustó a los rostros achatados de Infantino o cómo dibujaba por primera vez pezones (uno de los requisitos impuesto por los editores de Vampirella era que en cada historieta tenía que aparecer una moza semidesnuda).
Trabajos de 1977, en Rampaging Hulk y en Quack.
El dibujante filipino recuperó, hacia el verano de 1977, su proverbial buena mano. Para DC trabajó con la pulcritud y la celeridad acostumbradas en House of Mystery, Weird War Tales, Ghosts, y Secrets of the Haunted House, aunque sus aportaciones fueron raleando de forma paulatina: una entrega por mes durante 1978 frente a una solamente durante todo 1979, y quizá resuelta mucho antes[4]. Estos guiones seguían siendo los cortos y convencionales desarrollos de argumentos sobre pecadores castigados, que Niño avivó con algunos aciertos en composiciones, resoluciones o viñetajes. Para Marvel cumplió otro encargo por entonces, trabajando con el amigo que había hecho gracias a su (no) participación en el filme Wizards: Mike Ploog. Sobre lápices de este dibujante y animador entintó Niño una historieta de fantasía heroica protagonizada por elfos valerosos, los de la saga WeirdWorld, en un comic book lamentablemente poco conocido si bien es una de las mejores aventuras de esta saga (se publicó en Marvel Premiere nº 38).
Historietas de Niño para DC en los finales setenta: House of Mystery , 252 y 255, The Unexpected Special, 4 (ambos de 1977), y Weird War Tales, 69 (éste, de 1978)
Durante 1978 y 1979 todavía pudimos ver la firma “Alex Nino” en algunos comic books de DC, pero los intereses del ilustrador filipino ya apuntaban hacia otros objetivos. Uno de sus trabajos más sobresalientes publicado en DC apareció con fecha de enero de 1978: la historieta “Museum of Murder” destinada a House of Mystery, 256, en la que se narraba cómo un pintor desgraciado logra vengarse de quienes le humillan pintando monstruos que afloran de las telas. El guion, de Kanigher, parecía haber sido urdido a propósito: en la primera página se ajusticia a un hombre en la guillotina cuyo nombre es “Niño Infante” (o sea, Niño dos veces), y durante el relato se sugiere una idea interesante: el artista descontento con sus compradores (sus editores) solventa la cuestión creando monstruos más pavorosos. La ejecución de esta historieta es casi perfecta, con tramados manuales espontáneos, con tintas muy untuosas en general, con muy buena caracterización y secuenciación.
Página de la historieta presuntamente alusiva a sí mismo publicada en Heavy Metal.
Arriba, página de More than Human. Abajo, última historieta de horror para DC: Secrets of the Haunted House, 19, en 1979
1. Niño tiene una personalidad propia que no deja muchos atisbos a la influencia primera, sobre todo si se halla en viejos tebeos filipinos que no se pueden hojear, y pocas posibilidades a la sucesión. Eso le hace extraño y cambiante a ojos de todos.
2. Niño esgrime una mixtura temática heterogénea puesto que mezcla tecnología futurista con flora y fauna ancestrales, de aspecto primitivo, o seres ordinarios con monstruos inimaginables, los más desagradables jamás dibujados. Esto genera en el lector convencional cierto rechazo.
3. Niño aborda cada obra no en función de su mensaje sino con un planteamiento “artístico”, es decir, no con afán de obtener un logro narrativo o estético epatante sino con voluntad por generar una “obra de arte” en sí misma, aunque haya que sacrificar por el camino parte de la narratividad. Esto se aprecia en su obsesión por la ornamentación y por la simetría, y por el reparto de masas en la doble página (cada una tratada como obra por separado) siguiendo una suerte de marea de formas; o, en fin, por su deseo diferenciar cada trabajo con una aproximación diferente, lo cual le obliga a romper escalas, perspectivas e incluso el eje óptico.
Estas tres características básicas serían potenciadas hasta el infinito en sus cómics de las décadas siguientes, como veremos a continuación.
[1] En las secciones de correo, “Swords and Scrolls” de los números 8 y 9 de Savage Sword of Conan.
[2] Duin, Steve (2008). "Alex Niño: King of the Mountain", The Oregonian, 22-XI-2008. El texto es accesible actualmente en este enlace.
[3] Cooke, J.B. (1999): “The Big Push & Other Tales. William DuBay reveals the real horror stories of Warren”, en Comic Book Artist, 4, p. 81. Ni DuBay ni Cooke se atreven a señalar en esta entrevista que esos “agentes” eran Tony de Zúñiga y su esposa Mary, identificación que está por comprobar, de hecho.
[4] Lo cierto es que recibía menos encargos. Estas revistas de DC habían experimentado un descenso importante de ventas en esos años: de House of Mystery tiraba 175.000 ejemplares de cada número en 1974, y esa cifra había descendido en 1977 a 92.000; de Witching Hour, otro tanto, de 176.000 había bajado a 115.000 en los mismos y respectivos años. Son datos tomados de Brancatelli, J. (1978): “The Comic Books”, en Eerie, 95, p. 17.
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