ALEGRÍA, ESTUDIO DE J. MANZANARES. UNA REVISTA PARA LA INFANCIA CONSERVADORA Y CATÓLICA QUE PERDURÓ EN LOS PRIMEROS AÑOS DE LA II REPÚBLICA.
La carestía de referentes y materiales para practicar investigaciones sobre la historieta, sobre nuestra historieta y nuestros tebeos, son puestas de manifiesto de continuo con las aproximaciones al medio que se practican en los actuales medios de comunicación: escasas y pobres, y también por el hecho de que son pocos los trabajos que profundizan en las publicaciones poco estudiadas con anterioridad. Seguimos faltos de bibliografía.
Manzanares agota toda la documentación a su alcance sobre la revista y enmienda algunos deslices previos, como: la supuesta implicación de Martínez Anido, el conocido “Carnicero de Barcelona” (en p. 12), mucho menos importante que las de Alfons Sala y Salvador Utset (p. 14); la naturaleza no bilingüe de la revista, al contrario de lo que afirmaba la investigadora Montserrat Castillo (p. 28); o la diferenciación entre los dos Gutiérrez Gili (p. 79). El autor también recoge datos dispersos por varias publicaciones locales que ayudan a comprender la evolución de la cabecera y apunta datos sobre la trayectoria de la fundadora, Rossell, aportando documentos todos laudatorios hacia su figura.
Una de las historietas citadas. |
Por lo que respecta al análisis de los contenidos de Alegría, el autor nos detalla las identidades de los autores mas sobresalientes que pasaron por sus páginas, pero también el origen de varias viñetas, tiras de prensa e historietas de autores extranjeros, traducidas desde sus respectivas ediciones previas en publicaciones como L’Épatant, Der Genutliche, Cri-Cri, Daily Mirror, o Lisette, entre otras. Los editores de Alegría seleccionaban estos materiales y encargaban otros a autores locales siempre que fueran afines a su ideario político y moral, aferrados a lo tradicional para no pecar de frívolos, como aseguraban, y pretendiendo con ello aleccionar a los niños a consumir ficciones de corte recatado, como desvela el texto que se reproduce en la p. 18:
«(...) no hallaréis en Alegría historietas inverosímiles ni crueles que os inclinen a realizar proezas absurdas y que os animen a cometer diabluras y entablar batallas (…) la fantasía irá convirtiéndose en reflexión, en espíritu de crítica y en breve sabréis hallar la verdadera belleza de la vida y de las cosas.»
La obra, en fin, hurga en abundante documentación local para determinar el ritmo de publicación y la marcha de las finanzas y posibilidades de los editores pero se encuentra con un obstáculo al final de su andadura. Así, mientras que comprobamos como el capítulo “Terrassa y Catalunya” nos aclara ampliamente el primer escenario de publicación de la revista, toda su primera etapa, luego no hay un apartado que se extienda sobre sus últimos años de edición. En 1928, la revista trasladó su redacción a Barcelona y en 1932 a Tortosa, donde se siguió editando hasta el año IX de edición al menos (el autor alargó la fecha de muerte de la revista hasta el año 1933 en la presentación que se hizo en Sabadell el día 8 de marzo tras saber de la existencia de números superiores de la publicación)[1] En efecto, Alegría no sólo sobrevivió a la promulgación de la II República, en 1931, salvó todos los escollos para seguir sobreviviendo un par de años más, acaso tres al decir de algunos coleccionistas barceloneses. El autor es consciente de esta carencia, y también es consciente de que la publicación alcanzó al menos el núm. 430 y de otros detalles pasados por alto en el momento de la publicación de este volumen por el sello Pagès (por ejemplo: José Zahonero apellidaba Vivó de segundo, no Díaz, o que Alegría Manegat Pérez falleció el 27 de junio de 2000, según nos aclaraba el mismo Manzanares).
El trabajo de “arqueología iconográfica” que Manzanares realiza con los autores ligados a esta publicación es singularmente modélico. Más de la mitad de las páginas de esta monografía está dedicada a glosar las vidas de quienes hicieron la revista, desde su fundadora y sus directores hasta los redactores, pasando por todos los viñetistas e historietistas que colaboraron en sus páginas. Gracias a este esfuerzo disponemos de biografías muy bien documentadas sobre autores como Urda, Llaverías, Barradas, Serra Massana, Moreno, Arras, Boix y un largo etcétera. Cabe destacar, finalmente, que pese a estar escrito en catalán, el texto resulta estimulante y su lectura muy cómoda, incluso para un poco conocedor del catalán.
A todos los efectos, y pese a sus carencias y limitaciones, este trabajo es de gran importancia para continuar buceando en busca de la memoria de nuestra cultura popular y situarla en su correcto marco sociopolítico y cultural.