Fue uno de los más grandes dramaturgos de la época victoriana tardía de Londres y un excelente escritor de relatos y cuentos, además de haber practicado incursiones en la poesía y el ensayo. Su obra de teatro más prestigiosa es La importancia de llamarse Ernesto, su cuento más conocido probablemente sea El fantasma de Canterbury y su única novela, la magnífica El retrato de Dorian Gray.
Trabajó como periodista en Londres e impartió conferencias sobre clasicismo en varios países, tema sobre el que había estudiado y conocía en profundidad. Se convirtió en uno de los partidarios de la filosofía del esteticismo, que en ese momento se encontraba en desarrollo. El esteticismo defendía "el arte por el arte", sin creer necesario que hubiera que otorgarle ninguna utilidad añadida y Oscar Wilde se constituyó en uno de sus principales representantes en Gran Bretaña. Sin embargo, sus ideas sobre el arte, que expresaba a menudo mediante comportamientos excéntricos, no siempre fueron bien entendidas.
Oscar Wilde era un personaje conocido en su época y habitual de los círculos culturales y sociales de moda, famoso por su afilado ingenio, su extravagancia y su brillante conversación.
El escritor protagonizó un escándalo que concluyó con su estancia durante dos años en la cárcel a trabajos forzados. Wilde denunció al padre de un amigo íntimo suyo por calumnias y éste denunció a Wilde alegando sodomía y graves indecencias, por lo que fue condenado. Su experiencia en la carcel fue nefasta para el escritor, tanto material como psicológicamente; perdió a su mujer, se le prohibió ver a sus hijos y quedó arruinado. En prisión escribió De Profundis, una obra que recoge el amargo viaje interior que vivió. Murió unos años después en París, indigente.