Sus comienzos pictóricos se produjeron dentro del realismo social, en el que destacó por la fuerza expresiva de su estilo. Sin embargo, el reconocimiento público por el conjunto de su obra lo ha situado, junto con Andrés Sillero y Eduardo Úrculo, entre los iniciadores del arte erótico en España. Dentro de esa corriente, con el pretexto continuado de la belleza corporal femenina, ha sabido recrear un mundo personal de sueños y de símbolos, que declaran su querencia surrealista.
Expuso mucho en la Galería Tolmo de Toledo, pero también en Madrid, París o Varsovia. Cuando dejó de exponer para pintar por encargo de Liber Ediciones realizó obras como La Celestina, Salomé, Codex Calixtinus o Mundo, demonio y carne, trabajo por el que fue segundo Premio Nacional al Libro Mejor Editado en 2007. Dos años antes ganó este mismo premio con El Decamerón.