Autor que así firma en la revista Flecha, en la que se ocupa de las cartas enviadas por los lectores más jovenes, a través de su sección "No preguntes lo que no sé", en su número 1 hace toda una declaración de intenciones :
"Camaradas FLECHAS, vuestros padres están de enhorabuena, eso de que a la hora de cenar empecéis a hacer preguntas de esas que estáis acostumbrados a hacer y que al pobre señor se le atragante la cena en cuanto os oye, eso, gracias a vuestro semanario FLECHA se ha acabado.
Para eso existe en vuestro periódico una sección que se dedicará exclusivamente a satisfacer vuestra curiosidad de saber, sin necesidad de que déis la noche a vuestro padre.
Dejad al buen señor que escuche con tranquilidad a Queipo de Llano y por medio de vuestro FLECHA preguntadme a mí lo que querais que yo os lo diré"
Se especuló que detrás de este posible seudónimo se encontraba el mismísimo Alvaro de la Iglesia, algo no corroborado al día de hoy.
En el libro del autor sevillano Manuel Chaves Nogales, A Sangre y Fuego. Héroes, bestias y mártires de España, en el capítulo Viva la muerte, recoge el escritor una conversación real ocurrida en un café de Valladolid, entre el Sr. Tirón, prestigioso abogado y significado hombre de derechas y Paco Citroen, del que se cita textualmente, "“Paco Citroen, un señorito madrileño achulapado y gracioso, típico espécimen de la casta que se vanagloriaba de haberse batido como un jabato en la sierra durante los primeros días de la rebelión, y de eso vivía. Era Paco Citroen un curioso producto de Celtiberia, que cifraba todo su orgullo en ser más cerril e incomprensivo de lo que en realidad era. Su gran devoción era el casticismo. Estaba con los fascistas porque eran unos tíos castizos, y su grito de guerra era: “¡Los extranjeros son muy brutos! ¡Viva España!”. Un curioso complejo de inferioridad nacional le hacía reaccionar salvajemente contra todo lo que no fuese típicamente español con una delirante xenofobia que le llevaba cuando estaba un poco borracho a dar gritos incongruentes de: ¡Viva el cocido y muera el Foreign Office! ¡Muera la gimnasia sueca y vivan los toros!,¡Viva el olor a sobaco!”.
Se trate de uno o de otro, queda reflejado como anécdota, ante la imposibilidad de conocer a ciencia cierta de la biografía y datos del autor.