Largometraje animado dirigido por Arturo Moreno (aunque en los créditos figura en esta función José María Blay, quien hizo las funciones de supervisor) que adaptaba a la gran pantalla el cuento de mismo título escrito por Julián Pemartín. Fue el primer largometraje de dibujos animados hecho en España y el primero en color de Europa, y tuvo un considerable éxito de público y crítica. Tuvo una segunda parte titulada Alegres vacaciones (1948).