Luis Rosales:
Cuéntanos esos comienzos Alberto, a partir del famoso Asso di
Picche.
Alberto
Ongaro:
En verdad
estábamos presos con una condena de un mes, pero nos salvamos de
que la cosa fuese peor gracias al Patriarca de Venecia, quien
intercedió ante las SS y nos salvamos de un castigo ejemplar.
En cuanto al
Asso di Picche, después de la guerra, Hugo Pratt, Mario
Faustinelli, Giorgio Bellavitis y yo iniciamos esa revista a
puro sueño, entusiasmos y sacrificios. Te comento que tanto
Mario como yo éramos en ese momento estudiantes universitarios,
de literatura y filosofía; Giorgio estudiaba arquitectura,
mientras que Hugo y Dino frecuentaban la Escuela de Arte.
Así fue que
por aquellos años la Editorial Abril de Buenos Aires nos
compraba el material que producíamos para nuestra revista y era
publicado luego en sus semanarios hasta que en un momento dado
nos invitaron a viajar a tu país para que las hiciésemos
directamente desde allí.
LR:
En
principio ¿cómo se relacionaron con la gente de la Editorial
Abril? ¿Existieron reuniones entre ustedes para valorar la
oferta que les hacían desde Buenos Aires o simplemente la
aceptaron y el tema se cerró de inmediato?
AO:
En primer
término te diré que el contacto fue un hecho puramente casual.
Ocurrió que un día nuestra revista cae en manos de Matilde Finzi,
que era la agente en Europa de la Editorial Abril, y nos ofrece
comprarnos el material que publicábamos en el Asso. La
oferta era muy ventajosa, así que aceptamos de inmediato. Luego
de dos años de vender ese material del Asso para los
semanarios argentinos, nos propusieron la posibilidad de viajar
a Buenos Aires puesto que los de Abril querían más historietas y
consideraban que era preciso para esa tarea que las
hiciésemos
directamente en la propia editorial argentina.
La oferta era
tan buena, tan jugosa, que se hacía prácticamente imposible no
aceptarla, al menos para Hugo, Mario y yo, porque Giorgio y Dino
decidieron permanecer en Italia (Nota: Battaglia contraería
matrimonio un año más tarde con la joven Laura). De ese modo
Mario y Hugo parten en barco hacia Argentina a fines de 1950,
mientras que yo me fui un mes después, en avión.
LR:
Vos ya
escribías los argumentos de Hombres de la Jungla (Junglemen)
desde Italia, con la cual te diste a conocer en Argentina, serie
iniciada por Battaglia aunque luego continuada por Pratt,
¿verdad?
AO:
Así es, y
te diré que en Buenos Aires escribí otros dos largos capítulos
más, el segundo aun inédito en Italia.
LR:
Una
curiosidad: noto que en las primeras planchas de Junglemen /
Hombres de la Jungla, aparece tu nombre como "Ungaro", no
Ongaro.
AO:
Realmente
no recuerdo por qué utilicé ese alias. Es posible que debo haber
pensado que "Ungaro" resultaba más romántico.
LR:
Al llegar
a la editorial argentina comenzaste también a escribir la serie
Misterix, la cual ya guionaba y dibujaba Paolo "Paul"
Campani.
LR:
Sí, y eso
fue unos días después de mi llegada. Te aseguro que me dieron
una carpeta enorme, pesadísima, con todos los episodios del
"hombre atómico", un personaje que me pareció realmente absurdo,
con episodios muy confusos. Creemé que tuve que esforzarme
bastante para darle una coherencia, un sentido a sus historias.
LR:
Francamente, Alberto le diste a esa serie un giro notable, al
punto que cambió totalmente el perfil desconcertante que hasta
ese momento tenían las historias. Recuerdo capítulos memorables
("Tan-Tan sobre Inglaterra", "Agencia 13", etc.), y además, ya
junto al dibujante Eugenio Zoppi diste vida a un supervillano
que participaría en un rol destacado en varios episodios de la
serie: El capitán Wasser.
¿Consideras a
esa serie como lo mejor que escribiste dentro de tu producción
argentina?
AO:
No, no lo
es: Como antes te decía, no quería a ese personaje, el que no
había creado yo, que además me parecía un títere con ese traje
de buzo, absurdo. Para hacer un buen trabajo tuve que olvidarme
de el, de su traje, de su pila atómica, y crearle una
personalidad, un carácter, como si fuera otra persona, una
especie de James Bond. No me acuerdo del titulo del capítulo
donde apareció por primera vez el Capitan Wasser, pero creo que
se trataba de de un viejo barco de la II Guerra Mundial que
tenía un secreto y que las relaciones entre Misterix y el
villano Wasser, además de lo requerido en la aventura, contenía
una especie de desafió intelectual (1). Reconozco que escribi
algunas buenas historias, buenos guiones, con caracteres
interesantes, pero, lo que yo considero mi mejor trabajo está en
Hombres de la Jungla, en especial en los dos últimos
capítulos que escribí.
LR:
¿Mantuviste algún contacto con Campani?
AO:
No
personalmente, pero sí he hablado por teléfono con él, además de
intercambiarnos algunas cartas.
LR:
Escribiste además un western titulado “Cedar Kane” para
Misterix; me agradaría saber quién fue el dibujante,
¿recuerdas su nombre?
AO:
La dibujó
Dino Battaglia a quien la editorial le enviaba los guiones,
desde Buenos Aires a Milán, donde residía, y desde allí la
finalizaba.
LR:
En el año 1951, junto a Pratt, escribiste la serie “El Cacique
Blanco”
AO:
Sí, se trataba de un aventurero blanco (Burt Farlane) que se
convierte en jefe de una tribu africana. Te diré que años
después, ya como periodista, en viaje a África, me ofrecen un
título nobiliario, lo que me resulto un hecho realmente
graciosísimo.
LR:
Otra
producción tuya, dibujada por Pratt, se llamó “Legión
Extranjera” (2).
AO:
Sí, en el
año 1954 para Rayo Rojo. Esta nació del recuerdo que
tenía de una película que había visto en Italia titulada Beau
Geste, interpretada por Gary Cooper. Amigos italianos me han
regalado una reconstrucción de esa serie recientemente. Me
pareció bastante buena, lo que sí que no me gusto fue el nombre
del protagonista: Less. ¿Cómo es posible que un héroe de
historietas se llame... Less?
LR:
Alberto,
la primera historieta tuya dibujada por un argentino (Carlos
Vogt), fue Tierra del Fuego, y se produce luego de un
largo viaje que habías hecho a la Patagonia, a Tierra del Fuego
justamente.
AO:
Sí, esa
serie la escribí después de un viaje al extremo Sur argentino.
Pasé un mes de felicidad en ese lugar que era sin dudas el "fin
del mundo" entre buscadores de oro y otros personajes muy
particulares. Pase además a Punta Arenas, Chile.
En Tierra del
Fuego encontré a un pirata italiano llamado Pascualino Rispoli,
quien había estado encarcelado pues se dedicaba a asaltar los
barcos que atravesaban el canal de Beagle. Fueron días
inolvidables, de vacaciones, y cuando regresé Abril me pidió que
escribiera una historia ambientada en esos lejanos parajes de
Sur. Te aseguro que no me agrado dedicarme a escribir capítulos
tan cortos, con historias pequeñas. De esa época de relatos
cortos, las únicas que recuerdo con afecto fueron Mark Cabot
y El Implacable, las dos dibujadas por Carlos Vogt,
el que por aquel entonces firmaba como "Silvestre"(3). Carlos
era, ya en ese momento, un gran dibujante.
LR:
Me
comentaba Vogt que te veía pasar, aún sin conocerte, por la
estación de trenes "Belgrano R", paseando a tu perro boxer cerca
del hotel "Bosque de Viena", donde vivías vos junto a los demás
muchachos italianos.
AO:
Realmente
me causa mucha gracia que Carlos recuerde esa escena junto a mi
boxer "Gringo". Vivíamos todos los muchachos en ese hotel, pero
luego me compré un departamento en Martinez (ciudad cercana a
Buenos Aires).
LR:
¿Tuviste
oportunidad de relacionarte con otros colegas de Argentina,
tales como Oesterheld o Julio Portas (Julio Almada), por
ejemplo?
AO:
Con
Héctor y Julio Portas fuimos amigos, al igual que con Alberto
Breccia y su hijo Enrique, grandes historietistas y pintores
ambos. Los volví a ver recién en 1979, veintidós años después,
cuando volví a Buenos Aires de paseo.
LR:
Respecto
a la serie Drake el aventurero, otra creación tuya del
año 1956, tiene a mi entender un cierto sabor, una atmósfera
parecida a tu Hombres de la Jungla, además de contar con
un autor como Carlos Freixas en la plenitud de su nivel como
historietista ¿fue una historieta de tu agrado?.
AO:
Coincido
con vos respecto a Freixas, gran dibujante, pero en cuanto a
Drake no me pareció un buen personaje, más bien era un héroe muy
convencional. Te reitero que las series de "cortometraje" que
escribí y me gustaron fueron Mark Cabot y El
Implacable.
LR:
Hay una
foto en la cual apareces junto a Mario y Hugo, en el frente del
chalet donde vivían en Accasuso (ciudad cercana a Buenos Aires).
Es sin dudas un documento valioso para vos ¿verdad?
AO:
Sí,
claro. Estamos frente a ese chalet, el cual se hizo famoso en
casi todo Buenos Aires por las fiestas que hacíamos todas las
semanas, sino casi todos los días. Obviamente tengo esa foto,
pero me alegra que hoy gire por internet.
LR:
Una duda,
¿cómo se las arreglaron con el idioma?
AO:
En verdad
no tuvimos problemas con el castellano. Lo aprendimos
rápidamente gracias a amigos argentinos que vivían en el mismo
barrio. Muy pronto nuestra casa se convirtió en un centro de
reuniones, muy vital, y muy frecuentado en todos los sentidos.
De día se trabajaba, mientras que casi todas las noches (salvo
cuando íbamos al cine) se hacían fiestas que mucha gente en
Buenos Aires aun recuerdan y que yo no olvidare nunca.
LR:
Me
comentaba Sergio (Tarquinio) que vos y Mario solían enfrascarse
en largas conversaciones donde se tocaban diferentes temas, tal
como literatura universal o la filosofía, entre otros. A
proposito: ¿Mario y vos son primos?
AO:
Es
verdad, lo cual significaba que nuestros intereses no se
limitaban a las historietas solamente. Respecto al parentesco te
diré que sí, que somos primos.
Mario era una
persona muy inteligente, como dice Sergio. En el Asso di
Picche no sólo era el editor sino que además se ocupaba de
escribir y dibujar algunas series. Mario dibujo en Abril sus
historietas, a la vez que también las supo escribir por un
periodo, aunque luego paso los guiones a otros (yo le escribí
algunos).
LR:
¿Tenían
ustedes un contrato en exclusiva con Abril?
AO:
En
historietas teníamos que trabajar exclusivamente para Abril. Si
colaborábamos en otras editoriales, escribiendo o dibujándolas,
el contrato quedaba roto de inmediato. Sin embargo, teníamos
permitido hacer otras cosas, por ejemplo, en mi caso, escribía
artículos para el diario Correo de los Italianos, el que
se editaba en Buenos Aires y se publicaba en lengua italiana.
LR:
Años
después, ya vos en Italia, se te presenta la oportunidad de
intervenir en un clásico de la historieta argentina, hecho que
se produce cuando te ofrecen que escribas la tercera parte de
El Eternauta. ¿Cómo te llego esa posibilidad?
AO:
El caso
es que Alvaro Zervoni (4) compra los derechos de esta tercera
parte y me la ofrece a mí. La verdad es que a mí nunca me gusto
la "fantacienza" pero el trabajo de Héctor (Oesterheld) era muy
bueno y me pareció que merecía una continuación. Partí entonces
con la idea de los mundos paralelos, pero en verdad no sé si mi
trabajo fue igualmente tan bueno como el de Oesterheld.
Realmente se siente cuando a un género en particular uno no lo
ama.
LR:
Conociendo que la historia original contenía una carga política
muy marcada…, ¿te resultó esto algún tipo de impedimento?
LR:
No sé si
hice bien o no, pero decidí no repetir de manera explícita el
tinte político que Héctor propuso en las anteriores versiones de
El Eternauta. En la tercera parte el enemigo es el mundo
futuro que produce superhombres y supermujeres y el nacimiento
de híbridos que pisotean a los hombres normales, además del
misterio del fondo del universo. No se como habrá sido recibida
en Argentina, pero en Italia gustó bastante.
LR:
Aquí
también gozo de popularidad, aunque en verdad, la primera
versión de la saga continua siendo la preferida de la afición.
Alberto, te dejo este ultimo tramo de la entrevista para que lo
dediques a lo que desees exponer.
AO:
Sin dudas
Argentina es mi segunda patria y, a veces, la añoro tanto como
si estuviera en el exilio; allí esta mi juventud, que fue linda
y divertida; allí empecé a hacer periodismo y aprendí lo
necesario para saber que un guionista pudiera ser escritor. Allí
están las tumbas de muchos amigos y amigas que vos no conocés y
que son parte de mi corazón.
LR:
¡Gracias
Alberto!, sos muy amable y no dudes que todos te recordamos con
el mismo afecto y cariño que vos nos profesas. ¡Nos vemos en
cualquier esquina del Mundo!
Notas-
(1) El
episodio mencionado llevo el titulo de "El Capitan Wasser"(Misterix,
1956)
(2) «La peor
historieta que hice en mi vida fue “Legión Extranjera” con
guión de Ongaro; pasó que Ongaro quería que dibujase caballos
y a mí me gustaban los camellos.» Hugo Pratt, en la entrevista
de Linton Howard para Crash!, núm. 1, XII-1979.
(3) Carlos
Vogt, a partir de esa historieta, comenzó a utilizar su propio
nombre en posteriores creaciones suyas.
(4) Alvaro
Zervoni, italiano, residente en Argentina en los años
cincuenta, director de la revista italiana L’eternauta.
|