TEBEOSFERA \ SECCIÓN  

RUMBO AL RÍO DE LA PLATA / 2

 

por LUIS ROSALES  


Alberto Ongaro en Argentina.


Llegaron en los años cincuenta desde más allá del océano atlántico. Eran jóvenes, escritores y dibujantes de historietas ya predestinados a consagrarse definitivamente en la profesión. Se los llego a conocer como "los muchachos venecianos" y jamás fueron olvidados. Uno de aquellos recordados "bambinos " era Alberto Ongaro [<en la foto].

Finales de la Segunda Guerra Mundial. Italia. Alberto Ongaro y Mario Faustinelli, jóvenes amigos que purgan unas semanas de prisión en la cárcel de Santa Maria Maggiore de Venecia por sus actividades en la resistencia, idean la creación de Asso di Picche, una revista de historietas que cobraría vida apenas terminada la contienda bélica y que hoy esta considerada como motivo de culto por los aficionados italianos. Con uno de aquellos creadores del llamado comic-book spaghetti estamos hoy: Alberto Ongaro, escritor de popularísimos personajes en la edad dorada de la historieta argentina.

Para presentar un perfil aproximado respecto a la importancia de Ongaro en nuestra historieta, basta comentar que a partir de su ingreso a la editorial Abril, se convirtió, junto a Héctor Oesterheld y Julio Almada (Julio Portas), en uno de los puntales donde por años se asentaría el éxito de la mencionada editorial argentina. Comencemos entonces con la charla sostenida para TEBEOSFERA con este prestigioso escritor italiano:

Luis Rosales: Cuéntanos esos comienzos Alberto, a partir del famoso Asso di Picche.

Alberto Ongaro: En verdad estábamos presos con una condena de un mes, pero nos salvamos de que la cosa fuese peor gracias al Patriarca de Venecia, quien intercedió ante las SS y nos salvamos de un castigo ejemplar.

En cuanto al Asso di Picche, después de la guerra, Hugo Pratt, Mario Faustinelli, Giorgio Bellavitis y yo iniciamos esa revista a puro sueño, entusiasmos y sacrificios. Te comento que tanto Mario como yo éramos en ese momento estudiantes universitarios, de literatura y filosofía; Giorgio estudiaba arquitectura, mientras que Hugo y Dino frecuentaban la Escuela de Arte.

Así fue que por aquellos años la Editorial Abril de Buenos Aires nos compraba el material que producíamos para nuestra revista y era publicado luego en sus semanarios hasta que en un momento dado nos invitaron a viajar a tu país para que las hiciésemos directamente desde allí.

LR: En principio ¿cómo se relacionaron con la gente de la Editorial Abril? ¿Existieron reuniones entre ustedes para valorar la oferta que les hacían desde Buenos Aires o simplemente la aceptaron y el tema se cerró de inmediato?

AO: En primer término te diré que el contacto fue un hecho puramente casual. Ocurrió que un día nuestra revista cae en manos de Matilde Finzi, que era la agente en Europa de la Editorial Abril, y nos ofrece comprarnos el material que publicábamos en el Asso. La oferta era muy ventajosa, así que aceptamos de inmediato. Luego de dos años de vender ese material del Asso para los semanarios argentinos, nos propusieron la posibilidad de viajar a Buenos Aires puesto que los de Abril querían más historietas y consideraban que era preciso para esa tarea que las hiciésemos directamente en la propia editorial argentina.

La oferta era tan buena, tan jugosa, que se hacía prácticamente imposible no aceptarla, al menos para Hugo, Mario y yo, porque Giorgio y Dino decidieron permanecer en Italia (Nota: Battaglia contraería matrimonio un año más tarde con la joven Laura). De ese modo Mario y Hugo parten en barco hacia Argentina a fines de 1950, mientras que yo me fui un mes después, en avión.

LR: Vos ya escribías los argumentos de Hombres de la Jungla (Junglemen) desde Italia, con la cual te diste a conocer en Argentina, serie iniciada por Battaglia aunque luego continuada por Pratt, ¿verdad?

AO: Así es, y te diré que en Buenos Aires escribí otros dos largos capítulos más, el segundo aun inédito en Italia.

LR: Una curiosidad: noto que en las primeras planchas de Junglemen / Hombres de la Jungla, aparece tu nombre como "Ungaro", no Ongaro.

AO: Realmente no recuerdo por qué utilicé ese alias. Es posible que debo haber pensado que "Ungaro" resultaba más romántico.

LR: Al llegar a la editorial argentina comenzaste también a escribir la serie Misterix, la cual ya guionaba y dibujaba Paolo "Paul" Campani.

LR: Sí, y eso fue unos días después de mi llegada. Te aseguro que me dieron una carpeta enorme, pesadísima, con todos los episodios del "hombre atómico", un personaje que me pareció realmente absurdo, con episodios muy confusos. Creemé que tuve que esforzarme bastante para darle una coherencia, un sentido a sus historias.

LR: Francamente, Alberto le diste a esa serie un giro notable, al punto que cambió totalmente el perfil desconcertante que hasta ese momento tenían las historias. Recuerdo capítulos memorables ("Tan-Tan sobre Inglaterra", "Agencia 13", etc.), y además, ya junto al dibujante Eugenio Zoppi diste vida a un supervillano que participaría en un rol destacado en varios episodios de la serie: El capitán Wasser.

¿Consideras a esa serie como lo mejor que escribiste dentro de tu producción argentina?

AO: No, no lo es: Como antes te decía, no quería a ese personaje, el que no había creado yo, que además me parecía un títere con ese traje de buzo, absurdo. Para hacer un buen trabajo tuve que olvidarme de el, de su traje, de su pila atómica, y crearle una personalidad, un carácter, como si fuera otra persona, una especie de James Bond. No me acuerdo del titulo del capítulo donde apareció por primera vez el Capitan Wasser, pero creo que se trataba de de un viejo barco de la II Guerra Mundial que tenía un secreto y que las relaciones entre Misterix y el villano Wasser, además de lo requerido en la aventura, contenía una especie de desafió intelectual (1). Reconozco que escribi algunas buenas historias, buenos guiones, con caracteres interesantes, pero, lo que yo considero mi mejor trabajo está en Hombres de la Jungla, en especial en los dos últimos capítulos que escribí.

LR: ¿Mantuviste algún contacto con Campani?

AO: No personalmente, pero sí he hablado por teléfono con él, además de intercambiarnos algunas cartas.

LR: Escribiste además un western titulado “Cedar Kane” para Misterix; me agradaría saber quién fue el dibujante, ¿recuerdas su nombre?

AO: La dibujó Dino Battaglia a quien la editorial le enviaba los guiones, desde Buenos Aires a Milán, donde residía, y desde allí la finalizaba.

LR: En el año 1951, junto a Pratt, escribiste la serie “El Cacique Blanco”

AO: Sí, se trataba de un aventurero blanco (Burt Farlane) que se convierte en jefe de una tribu africana. Te diré que años después, ya como periodista, en viaje a África, me ofrecen un título nobiliario, lo que me resulto un hecho realmente graciosísimo.

LR: Otra producción tuya, dibujada por Pratt, se llamó “Legión Extranjera” (2).

AO: Sí, en el año 1954 para Rayo Rojo. Esta nació del recuerdo que tenía de una película que había visto en Italia titulada Beau Geste, interpretada por Gary Cooper. Amigos italianos me han regalado una reconstrucción de esa serie recientemente. Me pareció bastante buena, lo que sí que no me gusto fue el nombre del protagonista: Less. ¿Cómo es posible que un héroe de historietas se llame... Less?

LR: Alberto, la primera historieta tuya dibujada por un argentino (Carlos Vogt), fue Tierra del Fuego, y se produce luego de un largo viaje que habías hecho a la Patagonia, a Tierra del Fuego justamente.

AO: Sí, esa serie la escribí después de un viaje al extremo Sur argentino. Pasé un mes de felicidad en ese lugar que era sin dudas el "fin del mundo" entre buscadores de oro y otros personajes muy particulares. Pase además a Punta Arenas, Chile.

En Tierra del Fuego encontré a un pirata italiano llamado Pascualino Rispoli, quien había estado encarcelado pues se dedicaba a asaltar los barcos que atravesaban el canal de Beagle. Fueron días inolvidables, de vacaciones, y cuando regresé Abril me pidió que escribiera una historia ambientada en esos lejanos parajes de Sur. Te aseguro que no me agrado dedicarme a escribir capítulos tan cortos, con historias pequeñas. De esa época de relatos cortos, las únicas que recuerdo con afecto fueron Mark Cabot y El Implacable, las dos dibujadas por Carlos Vogt, el que por aquel entonces firmaba como "Silvestre"(3). Carlos era, ya en ese momento, un gran dibujante.

LR: Me comentaba Vogt que te veía pasar, aún sin conocerte, por la estación de trenes "Belgrano R", paseando a tu perro boxer cerca del hotel "Bosque de Viena", donde vivías vos junto a los demás muchachos italianos.

AO: Realmente me causa mucha gracia que Carlos recuerde esa escena junto a mi boxer "Gringo". Vivíamos todos los muchachos en ese hotel, pero luego me compré un departamento en Martinez (ciudad cercana a Buenos Aires).

LR: ¿Tuviste oportunidad de relacionarte con otros colegas de Argentina, tales como Oesterheld o Julio Portas (Julio Almada), por ejemplo?

AO: Con Héctor y Julio Portas fuimos amigos, al igual que con Alberto Breccia y su hijo Enrique, grandes historietistas y pintores ambos. Los volví a ver recién en 1979, veintidós años después, cuando volví a Buenos Aires de paseo.

LR: Respecto a la serie Drake el aventurero, otra creación tuya del año 1956, tiene a mi entender un cierto sabor, una atmósfera parecida a tu Hombres de la Jungla, además de contar con un autor como Carlos Freixas en la plenitud de su nivel como historietista ¿fue una historieta de tu agrado?.

AO: Coincido con vos respecto a Freixas, gran dibujante, pero en cuanto a Drake no me pareció un buen personaje, más bien era un héroe muy convencional. Te reitero que las series de "cortometraje" que escribí y me gustaron fueron Mark Cabot y El Implacable.

LR: Hay una foto en la cual apareces junto a Mario y Hugo, en el frente del chalet donde vivían en Accasuso (ciudad cercana a Buenos Aires). Es sin dudas un documento valioso para vos ¿verdad?

AO: Sí, claro. Estamos frente a ese chalet, el cual se hizo famoso en casi todo Buenos Aires por las fiestas que hacíamos todas las semanas, sino casi todos los días. Obviamente tengo esa foto, pero me alegra que hoy gire por internet.

LR: Una duda, ¿cómo se las arreglaron con el idioma?

AO: En verdad no tuvimos problemas con el castellano. Lo aprendimos rápidamente gracias a amigos argentinos que vivían en el mismo barrio. Muy pronto nuestra casa se convirtió en un centro de reuniones, muy vital, y muy frecuentado en todos los sentidos. De día se trabajaba, mientras que casi todas las noches (salvo cuando íbamos al cine) se hacían fiestas que mucha gente en Buenos Aires aun recuerdan y que yo no olvidare nunca.

LR: Me comentaba Sergio (Tarquinio) que vos y Mario solían enfrascarse en largas conversaciones donde se tocaban diferentes temas, tal como literatura universal o la filosofía, entre otros. A proposito: ¿Mario y vos son primos?

AO: Es verdad, lo cual significaba que nuestros intereses no se limitaban a las historietas solamente. Respecto al parentesco te diré que sí, que somos primos.

Mario era una persona muy inteligente, como dice Sergio. En el Asso di Picche no sólo era el editor sino que además se ocupaba de escribir y dibujar algunas series. Mario dibujo en Abril sus historietas, a la vez que también las supo escribir por un periodo, aunque luego paso los guiones a otros (yo le escribí algunos).

LR: ¿Tenían ustedes un contrato en exclusiva con Abril?

AO: En historietas teníamos que trabajar exclusivamente para Abril. Si colaborábamos en otras editoriales, escribiendo o dibujándolas, el contrato quedaba roto de inmediato. Sin embargo, teníamos permitido hacer otras cosas, por ejemplo, en mi caso, escribía artículos para el diario Correo de los Italianos, el que se editaba en Buenos Aires y se publicaba en lengua italiana.

LR: Años después, ya vos en Italia, se te presenta la oportunidad de intervenir en un clásico de la historieta argentina, hecho que se produce cuando te ofrecen que escribas la tercera parte de El Eternauta. ¿Cómo te llego esa posibilidad?

AO: El caso es que Alvaro Zervoni (4) compra los derechos de esta tercera parte y me la ofrece a mí. La verdad es que a mí nunca me gusto la "fantacienza" pero el trabajo de Héctor (Oesterheld) era muy bueno y me pareció que merecía una continuación. Partí entonces con la idea de los mundos paralelos, pero en verdad no sé si mi trabajo fue igualmente tan bueno como el de Oesterheld. Realmente se siente cuando a un género en particular uno no lo ama.

LR: Conociendo que la historia original contenía una carga política muy marcada…, ¿te resultó esto algún tipo de impedimento?

LR: No sé si hice bien o no, pero decidí no repetir de manera explícita el tinte político que Héctor propuso en las anteriores versiones de El Eternauta. En la tercera parte el enemigo es el mundo futuro que produce superhombres y supermujeres y el nacimiento de híbridos que pisotean a los hombres normales, además del misterio del fondo del universo. No se como habrá sido recibida en Argentina, pero en Italia gustó bastante.

LR: Aquí también gozo de popularidad, aunque en verdad, la primera versión de la saga continua siendo la preferida de la afición. Alberto, te dejo este ultimo tramo de la entrevista para que lo dediques a lo que desees exponer.

AO: Sin dudas Argentina es mi segunda patria y, a veces, la añoro tanto como si estuviera en el exilio; allí esta mi juventud, que fue linda y divertida; allí empecé a hacer periodismo y aprendí lo necesario para saber que un guionista pudiera ser escritor. Allí están las tumbas de muchos amigos y amigas que vos no conocés y que son parte de mi corazón.

LR: ¡Gracias Alberto!, sos muy amable y no dudes que todos te recordamos con el mismo afecto y cariño que vos nos profesas. ¡Nos vemos en cualquier esquina del Mundo!

Notas-

(1) El episodio mencionado llevo el titulo de "El Capitan Wasser"(Misterix, 1956)

(2) «La peor historieta que hice en mi vida fue “Legión Extranjera” con guión de Ongaro; pasó que Ongaro quería que dibujase caballos y a mí me gustaban los camellos.» Hugo Pratt, en la entrevista de Linton Howard para Crash!, núm. 1, XII-1979.

(3) Carlos Vogt, a partir de esa historieta, comenzó a utilizar su propio nombre en posteriores creaciones suyas.

(4) Alvaro Zervoni, italiano, residente en Argentina en los años cincuenta, director de la revista italiana L’eternauta.

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 [ © 2004 Luis Rosales, para Tebeosfera 041015 ]