TEBEOSFERA \ SECCIÓN  

NO SÓLO SON TEBEOS / 4

 

por MANUEL BARRERO


La trasgresión de la subvención.


Que me he enterado que no sólo son tebeos esto. También son «transgresión».

Aún recordamos, algunos, los buenos tiempos en los que se reflexionaba profundo sobre los métodos de acercamiento hacia la promoción de la historieta y los esfuerzos por su defensa como medio de expresión válido y objeto de protección por parte del Estado. El mayor esfuerzo de reflexión conjunta que se llevó a cabo sobre el asunto de las subvenciones públicas y el cómic tuvo lugar en 1986, en Barcelona y Zaragoza, en varias reuniones y mesas de negociación que organizaron entre Antoni Remesar y Antonio Altarriba y en las que participaron la crema de la edición de tebeos española y algún economista. Se levantaron actas y se mostraron gráficas de datos, se propusieron estrategias y borradores de estatutos, documentos marco y mesas de trabajo (ALTARRIBA, A., et al. (1988):  Neuróptica # 5, Diputación de Zaragoza). Las conclusiones a las que llegaron fueron contundentes: Creación e industria están escindidas de modo radical en cuanto a estrategia de actuación; la historieta no es “rentable” desde un punto de vista político para un Ministerio cuya línea de actuación parece basada en el “espectáculo cultural”; y existe una “nueva historieta” («del decir», frente a la tradicional «del narrar») que utiliza como soporte publicaciones subvencionadas.

Eran otros tiempos, ahora no se hacen estas reflexiones sobre la historieta del decir. No, no: Ahora se reflexiona lo justo, tan poco que ni sirve para indicar que la historieta no es decir poético ni narración lexipictográfica. Ahora historieta es trasgresión. Y punto. Y con la subvención, o la cesión de espacios públicos, se monta un guirigay soez y macarra, y que viva la caspa.

Hay una parte de los profesionales que alguna vez se ocupan de la historieta en nuestro país que demuestra una ignorancia supina (como esos que dan relevancia a publicaciones como Españísima, protagonizada por una heroína que vuela encima de una guitarra, lleva un tanga con la bandera de España y unos cuernos de toro en el pecho, lo cual obtuvo el respaldo de los medios Tele 5 y Canal Plus), pero peor son aquellos que aducen cariño por los cómics y que, además, organizan simposios, exposiciones y festivales haciendo gala de escasa talla intelectual y poco conocimiento del medio. Es el caso, éste último, el de Alejandro M. Casasola Medina, vecino de Armilla (Granada), trabajador presunto en una residencia de ancianos (Residencia Ana María), apasionado de los tebeos y el vivir de gorra, erotómano confeso, editor siempre amateur de publicaciones sobre erotismo e historietas (Espuma, la colección de libros ½, algunos tebeos aparecidos con motivo del Salón de Granada) y tipo con encanto y don de gentes, el suficiente como para granjearse la amistad o la aprobación de una respetable cantidad de profesionales de la historieta.

Empero, a tipos como Casasola no les interesa la subvención como requisito previo para esforzarse por contribuir a la dignificación del medio, les interesa la subvención porque es fuente de dinero, el cual administra a su antojo. A tipos como Casasola no les interesa ejercer de comisario de exposiciones de un modo digno, ni organizar simposios con un mínimo de preparación y atención, ni equilibrar el buen gusto con los actos públicos, ni preocuparse de que las ediciones que aparecen firmadas por él muestren un mínimo de cuidado (los tebeos de Veleta están mal editados y sus libros también, sin ISBN, los pobres, como que no existen). Sus salones son refugio de miles de asistentes fantasmas y de algunos invitados que no acudieron, merced a una estrategia organizativa que juega con el factor tiempo y la excusa informe. Sus proyectos son optimistas pero nulos y sus resultados son polémicos pero inútiles.

A veces cabe preguntarse cómo puede un tipo así seguir contando con el apoyo de instituciones, estudiosos y editores. Y la respuesta parece hallarse en que, claro, nadie estableció que las subvenciones vayan a parar a las manos idóneas, a personas con intereses honrados y con proyectos sólidos, sino a tipos candorosos en la entrevista, que cosechan amigotes entre ciertos politicastros y, luego, demuestran una diplomacia inusual para marear la perdiz cuando se les piden explicaciones de sus actividades.

 Casasola ha contado con una de las mayores partidas de dinero público para un festival de historieta en España –la máxima en Andalucía–: concretamente 108.303 euros (30.110.601 pesetas) y con ellos ha tensado dos carpas que ya tenía del año pasado, ha montado varias exposiciones, algunos coloquios sobre mesas de Cruzcampo y sin preparación apenas, ha editado productos llenos de erratas, y para colmo se responsabiliza de una gala de entrega de premios que indignó a todos aquellos que opinaron sobre ella (por su contenido insistentemente calificado como «soez»), pese a que él se obstina en indicar que se trataba de una obra de buen gusto, "la mejor gala del cómic de la historia" y un ejercicio trasgresor de un artista: Bajo Ulloa. En la presentación del libro sobre El Capitán Trueno de Ortega Anguiano, el mismo Ulloa explicaba su fastidio por la falta de dinero suficiente para abordar el rodaje de la película sobre el personaje de Mora / Ambrós, que rechazó para evitar dirigir una producción «de caspa y espada». Paradójicamente, luego organiza, con la connivencia de Casasola, un montaje en el cual aglutina todos los elementos de la “caspa hispánica”, numerito porno incluido. Por su parte, Casasola ha adoptado una actitud tranquila tras el escándalo provocado, casi indolente, indicando que todo ha sido estupendo y que le cansa el «circo» generado.

Foto de un momento de la gala. Copyright de Juan Ferreras.

A algunos no nos resulta extraño que Casasola sea el responsable de una actividad como la de la polémica entrega de premios, pues ya había protagonizado “movidas” similares en el pasado: un cartel que fue calificado de pornográfico por la izquierda de Granada, una historieta aparecida en Espuma donde presuntamente se dignificaba la violación (en tono sarcástico), una lucha enconada por proyectar una película pornográfica en La Mollina (Málaga) frente a un auditorio en el que había niños y, ahora, esto. Y no nos resultan difíciles de comprender, a algunos, las posibles razones para llevar a cabo la performance, a raíz de los comentarios que deslizó Casasola entre algunos allegados, editores y autores en Barcelona, en febrero de 2002, sobre que posiblemente éste fuese el último salón granadino que dirigiese visto el retraimiento de los que subvencionan. Hum... ¿podría haber tenido algo que ver lo dispuesto por la comisión de coordinación y régimen de las administraciones públicas que a las 11:00 horas del día 22 de noviembre de 2001 debatió sobre el asunto “6-01/POC-000369”, relativo al Salón Internacional del Cómic de Granada, a petición de la diputada María del Mar Román Martínez y Elena Víboras Jiménez, ambas socialistas? Quién sabe...

En ese mismo mes de febrero, Casasola redactaba su introducción para el catálogo del salón, donde reza: «La sorpresa de este año es que entregamos los Premios del Salón de Granada, (...) lo mejor de estos premios sin duda será la Ceremonia de entrega de los mismos, en la cual vamos a intentar dar a un evento de estas características la dignidad que se merece.» Luego se comprobó que, por dignidad, Casasola entiende la quema de una imagen de la Virgen, de la figura de García Lorca, una parodia de atentado terrorista, una felación y un coito [revísese el dossier de prensa anejo para los detalles]. Casasola entiende digno que se evite que los invitados americanos presencien la quema de dos montajes de cartón alusivos a las Torres Gemelas, pero no cree que la iconoclastia indigne a un auditorio integrado mayormente por posibles granadinos creyentes. Ay. Y lo verdaderamente triste de todo este asunto es que da la sensación de que se trató de una suerte de despedida “a lo grande” del presidente alegal, sabedor de que ya no podría seguir dirigiendo el festival en Granada (si bien entró en enero en conversaciones con el político bajo cuyas alas se siente confortable, el cordobés Rogelio Palacios, para aposentar sus reales en Córdoba y montar allí un “Salón del Cómic de Andalucía”; Dios no lo quiera).

Ha sido algo terriblemente triste. Para quienes allí acudieron y vieron agrisada su ilusión (la bibliotecaria Artacho, interesada en fundar una “Comicteca” en Murcia, se mostró contrariada al comprobar que en el coloquio para hablar de “integración del cómic en los servicios de información” nadie había acudido con una mínima preparación escrita), para quienes comprobaron que, con su memez mediática, entre Ulloa y Casasola habían conseguido eclipsar por completo la verdadera importancia de lo que ocurrió en el Salón: la presencia de autores y la presentación de novedades, pues nada, absolutamente nada, apareció en la prensa sobre los logros efectivos del VII Salón Internacional del Cómic de Granada tras saltar el resorte del morbo consecuencia de la gala de entrega de premios.

¡Cuánto nos equivocábamos, tanto Cels Piñol como yo, cuando loamos las labores de Casasola en el pasado (Piñol en Dolmen, en dos de sus entregas de “¿Qué pasó en New Castle”; yo, en Mea Culpa y en El saco del tío Saín)! En esta edición, ojalá que última organizada por Veleta, la entrega de premios no solamente puso en solfa la verdadera naturaleza del cerebro que dirigía el festival, también demostró seguir un modelo de conducta sectario al emitir galardones exclusivamente para los invitados y cerrando sus puertas a El Batracio Amarillo, la única revista de humor gráfico y de historieta que publica periódicamente en Granada. Por su parte, el director de El Batracio Amarillo, Javier Martín Merlo, organizó un festival paralelo, más bien una serie de actividades en vivo, en el emplazamiento de la Fuente de Las Batallas aledaña al Paseo del Salón, donde se expuso la tira de historieta récord Ginness en Madrid días antes. Las actividades de estos autores reclamaron la atención de periodistas de Cambio 16, Radio Libertad de Madrid, Cadena Ser (el programa “La Ventana”), Agencia EFE e Ideal, si bien también sus actividades quedaron eclipsadas por la performance de Casasola / Ulloa

Chiste de Idígoras y Pachi publicado en El Mundo

No sabremos nunca a qué respondió esta demostración de falta de originalidad de Ulloa (hum...¿estaría molesto por los dineros que ha reclamado infructuosamente a Asegarce Zinema SA sobre los beneficios de la producción Airbag (210000 euros, por lo visto: El Páis, 22-III-2002), quien insiste en que lo suyo es la originalidad. Y Casasola también se obstinó en mantener sus declaraciones, hechas a varios medios (véase dossier de prensa), de que seguiría trabajando por el cómic y que anteponía la libertad de expresión de Ulloa, y su brillantez creativa, a la autocensura. También ha declarado que la boutade había obtenido el referendo de múltiples personas y entidades, quienes le habían manifestado su apoyo. No sé en qué planeta mediático reside Casasola, en el nuestro todo lo publicado han sido muestras de contrariedad (v. dossier), salvo por la carta firmada por Pablo Morterero Millán –declarado amigo de Casasola– y dirigida a la redacción de El País en Andalucía, y una columna de J. Bonilla publicada por El Mundo donde arremetía contra la cortedad de miras de la Junta de Andalucía.

Por fortuna, un cerebro en condiciones respondió a la columna de Bonilla: el teórico Eduardo García Sánchez, colaborador de U, que dirigió carta al mismo periódico, el cual publicó un extracto de la misma. En Tebeosfera hemos rescatado esa carta, íntegramente, y también hemos hecho un extracto de todos los comentarios vertidos en los foros electrónicos y en la prensa escrita (impagable la adhesión de Capmany; insisto: v. dossier) para no aburrir más al navegante con nuestras opiniones

Solamente me permito lanzar al aire la pregunta: Casasola, por favor, ¿podría indicarnos quién o quiénes son los que apoyan, en masa o en particular, sus actividades? Es por si los demás, los que pensamos que los tebeos no sólo son provocación, o “transgresión”, o ni siquiera eso, podemos escoger la libertad de encarrilar nuestras actividades e intereses por el camino opuesto. Porque lo que usted ha hecho ha sido desprestigiar el medio una vez más, frente a prensa, instituciones y el común del público. Y dificultar el camino de los que vienen detrás.

O sea, lo contrario de lo que, presumimos, usted hubiera deseado: favorecer al medio historieta.


ANEXOS:

Dossier de prensa sobre el VII Salón Internacional del Cómic de Granda

Relación de mensajes aparecidos en foros y listas de correo electrónicos

Carta de Eduardo García Sánchez dirigida a El Mundo.

Debate entre Jesús Barony y M.A. Alejo sobre las respuesta a la gala.


VÍNCULOS:

Charla de presentación de libro sobre Trueno, con Casasola, Ortega y Ulloa.

Ficha del VII Salón Internacional del Cómic de Granada

Ficha del catálogo del VII Salón Internacional del Cómic de Granada


  Manuel Barrero es Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Sevilla. Trabajó desde 1989 hasta 2002 para el Departamento de Publicaciones Populares de la editorial Planeta-DeAgostini y, actualmente, prepara una tesis doctoral sobre la ilustración satírica, el humor gráfico y la historieta en Sevilla y en Andalucía, al tiempo que dirige y gestiona www.tebeosfera.com.


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