He aquí un western italiano y “a la italiana” que ha conocido un
éxito sin precedentes y que continúa sin interrupción hasta hoy, siempre
con el mismo éxito, o más aún si cabe, con reediciones constantes y
números extraordinarios. Tex ha logrado atravesar todos los cambios de
la narrativa gráfica, incluso los de formato de publicación, todas las
épocas con sus gustos y modas, todas las crisis. Todo lo ha superado y
vencido, como el héroe supera y vence todos los obstáculos y todos los
peligros. Ha logrado incluso superar la muerte de sus creadores, el
dibujante Aurelio Galleppini y el guionista Gian Luigi Bonelli.
Ya van 55 años de existencia, y Tex está dispuesto a vivir otros tantos
más por lo menos. Es un caso único de publicación ininterrumpida para
varias generaciones de fieles seguidores europeos. Todos los dibujantes
que han participado o participan en la realización de la serie tienen un
gran respeto por el personaje y por sus creadores, lo que les incita, no
siempre sin temor, a poner toda su alma en su trabajo, porque se las
tienen que ver con un verdadero mito de la historieta mundial. Hasta el
maestro americano Joe Kubert ha realizado un relato gigante, con la
maestría que le caracteriza, abriendo así, quizás, las puertas del
difícil mercado americano, por lo menos para este episodio que se
publica allí en dos volúmenes.
Una serie que, salvo al principio, y haciendo abstracción de la censura,
nunca gozó de una buena edición en nuestro país. Esperemos que el nuevo
lanzamiento que ahora se está realizando llegue a cuajar y que se haga
por fin una buena edición íntegra de la serie.
El que guste a tanta gente y de tan diversas procedencias y opiniones
prueba la universalidad de este personaje que ha sabido cautivar a sus
lectores por la construcción de un universo propio y original dentro del
género en particular y de la historieta gráfica en general.
Es, como hemos dicho, un western a la italiana, que utiliza,
sobre todo al principio de la serie, algunos de los tópicos del género,
sus decorados, su carácter épico, su temática de los comienzos, la
clásica venganza del héroe, pero que poco a poco va evolucionando hasta
llegar a ser completamente original por su tratamiento narrativo y
gráfico, por la profundidad y veracidad de los sentimientos descritos y
por la simbólica de sus elementos componentes. El guionista deja algo de
lado el detalle de los acontecimientos históricos, ya que no es su
objetivo el hacer obra de historiador. El Oeste, con sus maravillosos
paisajes y su folklore facilita a la imaginación de los artistas unos
decorados, unas circunstancias, unas situaciones que les permiten
desarrollar sus historias conservando la máxima flexibilidad a su
capacidad inventiva. No obstante, tanto los personajes como las
historias poseen la seriedad adulta del tratamiento de la aventura, con
sólidas tramas, bien desarrolladas y que pueden considerarse en verdad
como literatura gráfica, conteniendo incluso bellos elementos poéticos, tanto en
el texto como en el dibujo. ¡ Qué magnífico contraste con las incesantes
elipses mudas de los cómics americanos !
Tex es una serie que sabe entretener pero que también hace reflexionar y
soñar. Sus autores se volcaron en el personaje desde el principio.
Bonelli
se ponía en la piel de Tex y en sus circunstancias, las vivía como si
Tex fuera él mismo, se identificaba completamente con el personaje y
escribía desde su corazón, desde sus entrañas, con sentimiento y
veracidad, documentándose con mapas y fotografías para describir los
lugares geográficos apegándose a la realidad. Consciente del deseo de
sus lectores, el triunfo del bien sobre el mal y el fracaso de los
malhechores corrompidos, ricos y poderosos, opresores de los débiles, ha
sabido reflejar estos sentimientos en su obra. También piensa que todos
somos algo anarquistas, rebeldes y oprimidos por miles de problemas, y
sabe que tenemos necesidad de evadirnos, por lo que pone en las
historias de Tex todos los ingredientes necesarios para ello. Gallepini
dejó todas sus otras realizaciones, su amor por la pintura, su vocación
de realizador de dibujos animados y su capacidad de autor humorístico
para consagrarse enteramente a Tex. Este personaje es en verdad obsesivo
y absorbente y exige lo máximo de sus creadores y sus realizadores.
Es la magia de Tex lo que le ha hecho inmortal. En 1948, antes de
Occhio Cupo, publicó un cuaderno con una historia completa en la
colección Albi dell”Intrepido: “Il segreto de la Valle Nascosta”,
una historia del Oeste donde aparece el personaje que servirá de modelo
al primer Tex. Galleppini comenzó a dibujar Tex en septiembre de 1948 y el
primer número salió a los kioscos el 30 de septiembre como publicación semanal
de 32 páginas en formato de bolsillo. Era un héroe tradicional, pero
mucho más duro y real que otros personajes que estábamos acostumbrados a
ver por entonces. El formato de bolsillo permitía esconderlo fácilmente
para que los iracundos profesores, defensores de la “literatura” no los
pudieran coger y destruir. Además, este formato permitía imprimir tres
números a la vez, que luego se cortaban, lo que resultaba económico para
el editor.
El trabajo del dibujante entonces era agobiante, porque estaba
realizando, con mucho cuidado y detalle, el famoso Occhio Cupo, lo que
relegaba Tex a un lugar secundario. Pero al cabo de un año se suspendió
la publicación de Occhio Cupo, lo que le permitió respirar un
poco y trabajar exclusivamente para Tex desde finales de 1949. Así pudo
ir tratando a este personaje más cuidadosamente, acariciando el papel
con su virtuoso pincel, ajustando y puliendo su dibujo, y, al mismo
tiempo, profundizando el carácter del ranger, y de los otros personajes,
bastante esquemáticos al principio. Pero el éxito continuaba. Era
necesario cambiar de formato, añadir muchas más páginas, por el ansia de
lectura de los fieles seguidores de la serie. Así es que se hizo un
llamamiento a otros dibujantes y guionistas, hasta la fecha. La única
realización aparte de Tex que se permitió Galleppini fue “L”Uomo del
Texas”, dentro de la serie Un Uomo, una Avventura, de la Cepim,
en 1977. Galleppini sintió no haber realizado los colores de este álbum,
pues el tratamiento habría sido diferente y también el resultado. El
dibujante hubiera deseado hacer una sinfonía de color tierra, donde se
habría sentido el polvo por todas partes.
Cuando descubrimos a Tex en España, en 1949, su nombre era Texas Bill.
Quizás el editor pensó, seguramente con razón, que ese nombre sería más
comercial aquí, siendo tan famoso el estado de Texas. Su formato, como
el de Suchai y el de El Pequeño Sheriff, contrastaba con
el formato gigante de El Pequeño Luchador y lo acompañamos en sus
aventuras durante cuatro años (desgraciadamente con dibujos retocados,
menos número de páginas que en Italia, lo que nos valió algunas portadas
de Blasco, y con diálogos “suavizados”, como solían hacer los censores
de la época).
Tex aportaba algo distinto a lo que conocíamos. Siempre nos gustó el
Oeste, y cuando salió Tex teníamos la mente llena de las imágenes de
aquellas películas que íbamos a ver varias veces y que permanecían en
cartelera durante meses, y hasta años: Pasión de los fuertes, El
chico de Michigan, Fort Apache, Río de Plata, Juntos hasta la muerte,
Vigilantes de California. Gary Cooper se había convertido, con John
Wayne, en el característico justiciero del Oeste (El forastero, El
caballero del Oeste, Los Inconquistables) y en Tex descubrimos sus
facciones, ya que Galleppini se inspiraba en el famoso actor para
dibujar el rostro y la silueta del personaje en su primera época. Si el
cine nos había familiarizado con héroes que eran individuos fuera de la
ley, no era así en la historieta. Otra característica del personaje es
la facilidad y rapidez con la que Tex desenfunda sus pistolas y tira con
la rapidez del relámpago y la puntería del hondero danita. Cuando las
balas silbaban en el aire, veíamos representado en la viñeta el “ZIP ZIP”
que nos recordaba el sonido que oíamos en el cine y que reproducíamos
con nuestras bocas en nuestros juegos de niños.
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