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LA MURALLA

La Muralla.

Josep Mª Beà

Toutain Editor, Barcelona, 1987

Libro de cómics, rústica  [recopilación de historias del autor, previamente publicadas en parte por García y Beà Editores en la revista Rambla, desde 1983]  I  precio facial: 725 pts. [ 4,34 €]   I   27,5 x 21 cm.  I  56 pp. –con lomo, encolado-, color.

[ Ilustración de cubierta  © 1987 J.M. Beà ]


 Comentario por Juan I. Rando


Resulta curioso que el autor dedique esta obra a Pedro Almodóvar, pues ambos constituyen dos de los creadores más singulares de la cultura española de los últimos 25 años. Beà, autor sorprendentemente versátil, se mueve con extraordinaria facilidad en todo tipo de géneros: realiza estupendas historias de terror, magníficos trabajos realistas –los que firma bajo el seudónimo Sánchez Zamora-, elabora incluso, tratados didácticos (La técnica del cómic), pero, sobre todo, es un genial autor de obras de ciencia ficción con toques fantástico-surrealistas, insólita categoría en la que se inscribiría La Muralla. Y es que Beà cuando alcanza cotas auténticamente magistrales es como creador de mundos irreales, ilógicos, hipnóticos, absurdos, a los que, con extraordinaria habilidad, dota de orden, cordura y lógica interna. Fabuloso narrador, excelente dibujante, es capaz de hacer creíble lo increíble, como queda de manifiesto en la obra que nos ocupa.

Apareció originalmente en la revista Rambla en el año 1983, articulada en seis capítulos de distinta extensión. El punto de partida de la historia no tiene desperdicio: un variopinto grupo de seres aparecen por causas desconocidas en un barco de piedra que surca un mar gelatinoso sobrevolado por enormes peces, dirigiéndose a un destino desconocido. A partir de aquí, Gatony, el antropomórfico minino (¡cómo no habría de ser un gato!) protagonista, vivirá una macabra aventura llena de acción y suspense, impregnada de humor negro y detalles oníricos, que alterna la acción presente con los recuerdos del desdichado felino.

Estos dos planos de la historia se complementan perfectamente: el trepidante ritmo de la acción principal se sosiega cuando da paso a los flashbacks, pero siempre manteniendo el mismo vigor narrativo. Precisamente estos recuerdos de infancia dan lugar a algunos de los momentos más memorables de esta obra: las correrías de Gatony acompañado de su amigo Chester, vigiladas muy de cerca por el hermano Cenizo. Este lobo de apariencia humana, suerte de cura fanático y castigador, constituye uno de los personajes con más fuerza del álbum. Memorable su aterradora descripción del purgatorio. Tal es el potencial que encuentra el autor en estos primeros años de nuestro gato, que dedicó otro fenomenal libro, Siete vidas, a profundizar en las vivencias infantiles de Ricardo Gatony.

Mientras, en la acción presente, se suceden peleas, persecuciones, ataques de tiburones voladores gigantes y explosiones, aderezados con sugestivos toques truculentos (estacas que atraviesan el pecho, caras desintegradas), erotismo, filosofía y ciencia ficción. Una extraña, sugerente y divertidísima amalgama de ideas, llena de gracia y mala leche, presente en gran parte de la bibliografía de Beà.

El dibujo es más suelto, despreocupado y menos elaborado que en obras anteriores, como En un lugar de la mente o Historias de Taberna Galáctica, puede ser que por datar La Muralla de una de las épocas más prolíficas del dibujante: en 1983 estaba Beà ejerciendo simultáneamente de editor, dibujante y guionista. Se hizo cargo, junto a Luis García, de la edición de Rambla. En su deseo de llenar la revista de contenidos interesantes, además de La Muralla, realizaba obras realistas bajo el seudónimo Sánchez Zamora (Once nombres, Mediterráneo, El estado de Joey), y elaboraba guiones para otros dibujantes. Ahora bien, aunque La Muralla no sea el cenit de su carrera en cuanto a belleza y perfección gráfica, sigue manteniendo una enorme calidad, con el aliciente de ser una de las pocas obras realizadas en color.

Mención especial merece el dominio de la lengua castellana del que hace gala Beà. El abanico de uso del idioma va desde el argot barriobajero, a la prosa más ampulosa y pretendidamente ostentosa: «(...) el factor iridiscente, el ópalo polimorfo que preside el altar, como juncia de olor palisandrina (...)», manteniendo siempre el interés del lector como gran dialoguista y estupendo contador de historias que es por encima de todo.

Obra a descubrir y redescubrir, ya que no se cuenta entre las más conocidas del historietista barcelonés. Sin embargo, constituye todo un compendio de sus ideas recurrentes, inclinaciones y fobias, además de un magnífico muestrario de sus inacabables recursos gráficos y narrativos. Uno de los trabajos más complejos, personales e interesantes de Beà, y por extensión, de la historieta española.

Hoy sigue siendo La Muralla un apasionante viaje a la esencia misma del ser, de la vida, de la existencia. Un recorrido por las sensaciones que experimenta todo individuo: nuestros miedos y deseos, inclinaciones y pesares, todo lo que nos interesa y atormenta. Parafraseando a este genial autor: «La muralla pretende ser la intangible membrana que divide en compartimentos inaccesibles la conciencia de las especies vivas del universo».


VÍNCULOS:

Ficha de J.M. Beà
Reseña de En un lugar de la mente
Reseña de Historias de Taberna Galáctica
Entrevista a J.M. Beà
Galería de imágenes


[ © 2003 Juan Ignacio Rando, para Tebeosfera 030131 ]