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NSLM # 8

NSLM    |     Nosotros somos los muertos, núm. 8
 

Varios autores.

Editorial: Inrevés Edicions: gráfica radiante 

Dirección editorial: Max y Pere Joan   

Edición en rústica. 30,5 x 23 cm.   |   100 pp., veinte de ellas en color   |   16 €

Depósito legal: PM 2704-2003
ISBN: 84-932615-3-X

[ Portada de la edición española © 2003 Max, Pere Joan y Alex Fito ]


Durante la presentación de NSLM el día 26 de noviembre de 2003, a la cual asistió el director de Tebeosfera, Pere Joan comentó que NSLM había regresado porque seguía existiendo una necesidad de «espacios donde publicar» para los historietistas de hoy, y definió la publicación como una en la que lo que primaba, ante todo, era el respeto por la obra del autor, que se expresa con total libertad, y el concepto del «dibujo no subordinado». Una vez revisado, parece ser que las claves de este nuevo NSLM residen verdaderamente en cierto tipo de “resistencia creativa”, pero también en conceptos como la incertidumbre y en lo onírico.


INSURGENCIA INSULAR, por Manuel Barrero 


NSLM es la ejemplificación de la resistencia isleña de la historieta en España, de un medio capaz de emitir otros mensajes cargados de lirismo, burla, desfachatez, poesía, reflexión... libertad. Todo ello bajo un sello editorial que no paga sino con el afecto y el reconocimiento del genio, Inrevés, que es casa donde actúa como director artístico Pere Joan, uno de los fundadores y directores de esta publicación desde sus inicios. Es Inrevés un sello que también ha editado en nuestro idioma algo de lo mejor del panorama creativo internacional, como a los autores Mattoti, Doucet, Max Andersson, Art Spiegelman y Linhart. Ellos y otros son ejemplo en esta revista de ese hábito de romper fronteras; del hecho insular son ejemplo los autores españoles Pau, Canizales, Alex Fito, Max, Pere Joan y Lluis Juncosa, todos residentes o vinculados al archipiélago balear, que es donde se pergeña NSLM.

NSLM núm. 8 constituye el despertar de un letargo de tres años, desde 2000, que se nos hizo duro por más que surgieron iniciativas de pretendida similitud como el falso fanzine TOS o como la cordobesa dos veces breve. Y se nos presenta saliendo de una cueva hacia un nuevo amanecer (radiante, sí, pero incierto, ahí Fito lo ha reflejado estupendamente en su pequeño personaje para la ilustración de portada a seis manos), con un formato nuevo y una labor editorial muy cuidada y depurada.

Entre lo más destacable de la publicación se halla el editorial. Sin firmar, considero que es atribuible a Pere Joan, que siempre se ha caracterizado (al menos para mí) por ser mejor escritor que dibujante; bien que pudiera ser también obra escrita de Max este prólogo. No importa. Importa su contenido y lúcido mensaje. Las claves que aporta se apoyan en parte en la lectura del físico barcelonés Wagensberg, de quien se rescata un aforismo que no deja de promover la reflexión sobre la incertidumbre, de nuevo. Pero el editorial parte antes de Gramsci, del Gramsci cuya importancia y trascendencia podría resumirse en la máxima "pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad", con la que algunos estudiosos han querido elevar la importancia de su aportación a las teorías del pensamiento y de la cultura. Este arranque del editorial pone a los lectores sobre aviso, pues el argumento de partida para los directores de NSLM es que no hay vuelta atrás al no haber ya abismo. Vamos, que no cabe el pesimismo a la hora de abordar la elaboración de una revista de historietas en un ámbito con tantos amigos como público, con industria mermada y crítica escuálida, y donde la historieta “de culto” cede más espacio a lo expresivo que a lo narrativo. También dicen por ahí que la novela ha muerto...

Pero si obviamos esa esfera exterior de productos, ventas y compradores y nos inmersamos en el interior de la esfera de la creación, vuelve a resultar esperanzador lo que desde el editorial nos prometen los directores de este remozado NSLM. Se afirma allí que «El dibujante actúa como un zahorí que extrae el valor de los perfiles de lo que nos rodea (...)», frase que resume de manera brillante la esencia del historietista: el que exprime la realidad y sobrenada la vida extrayendo y dando forma extraordinaria a las apariencias. Un bonito y buen argumento de partida. Mas, a continuación se reflexiona sobre el poder del dibujo, del trazo, frente a la oquedad icónica que nos inunda desde otros medios, lo cual se me antoja reflexión más quejosa y nostálgica que objetiva, porque precisamente si el grado de iconicidad de las imágenes de la publicidad, la televisión o el cine alcanza altas cotas de simplicidad es con el fin de llegar a determinado rasero de inteligibilidad por parte del público. No se trata en este caso de comparar la carga de mensaje de las imágenes, sino su sentido práctico en la sociedad de hoy. El de la historieta, me temo, ha quedado relegado bien al entretenimiento más banal y efímero, bien a la reflexión estética más elaborada y experimental; se ha visto polarizada en demasía, o sea. Se dice en este editorial que la historieta y el dibujo (en referencia la ilustración editorial) siguen siendo cauce de imágenes deformadas, como la caricatura, o el humor, que son las que delimitan sucintamente las narraciones con la mayor de las libertades. Volvemos a lo mismo: cuanto más libertad se alcanza en este medio, más minoritario puede acabar siendo un autor. Pero, y volvemos a lo mismo: ya no es la historieta el reducto exclusivo de la caricatura, del humor, y de la historieta “historia loca y breve misma. Ya están en la radio, en el cine, en la tele, en las vallas, en el Bravo para chicos con acné... en los teléfonos celulares en breve.

No, los autores y lectores de historieta no somos los muertos, pero hemos devenido reducto.

Con todo, y sin volver a las ideas primeras de incertidumbre y pesimismo con que nos hemos habituado a prologar gran parte de nuestros textos y discursos desde los años noventa, resulta esperanzador y plausible el esfuerzo de los directores de NSLM por intentar crear una «revista de tebeos que sea coherente».1 La coherencia parece venir trazada por unos ejes difusos: los autores provienen, como dijimos, de frentes locales (Isles Balears) y de núcleos como Barcelona (tres autores), Madrid (ocho, que hubieran sido nueve si Sequeiros hubiese entregado a tiempo), más un puñado de colaboraciones llegadas desde los puntos más remotos del planeta. Son esos autores todos: Alex Fito (Palma), Anke Feuchtenberger (Hamburgo), Arnal Ballester (Barcelona), Cactus (ex J.M. Álvarez) (Barcelona), Canizales (Palma), César Fernández Arias (Madrid), Craig Au Yeung (Hong Kong), Darío Adanti (Madrid), Dave Cooper (Ottawa), Gabi Beltrán (Palma), Helge Reumann (Ginebra), Hendrik Dorgathen (Mulheim-Ruhr), Julie Doucet (Montreal), Kaz (Nueva York), Keko (Madrid), Lluís Juncosa (Palma), Max (Sineu), Miguel B. Núñez (Madrid), Miguel Brieva (Madrid), Paco Alcázar (Madrid), Pau (Palma), Pep Carrió (Madrid), Pere Joan (Palma), Raúl (Madrid), y Sonia Pulido (Barcelona).

La coherencia no se halla pues en la identidad nacional de sus creadores, en ese sentido NSLM rompe fronteras y barreras. Y la coherencia tampoco la encontramos en el despliegue formal, en los estilemas de que hacen gala los autores. La coherencia de este NSLM reside en elementos más etéreos: tiene un asidero onírico y circular. Las historietas, o mejor, las imágenes que se nos ofrecen denuncian aspectos de nuestra realidad como la hipocresía y la mercantilización (Brieva), frivolizan sobre la segregación racial y sexual por el nazismo (Núñez), ironizan sobre el afán consumista (Beltrán), sobre el nuevo orden mundial que pretende imponer EE UU (Carrió, Fernández Arias, Ballester y Max), o sobre ambas cosas (Canizales), o bien graban con saña una representación cruda de la corrupción a la que lleva el poder, o de la inutilidad del mismo (Keko). Empero, luego se alejan de estos argumentos de partida y juegan con la extenuación del gag (Kaz), abordan parcelas de aterrador surrealismo (Alcázar), se arriman al miedo desde lo extraño (Reumann), o nos sumergen en mundos de chicle y sueño que resultan lo más parecido a una noche de angustiosas vueltas en la cama (Cooper, el grueso central de la revista). O ya, finalmente, en el colmo del extrañamiento de lo narrativo: Au Yeung desgrana decisiones, Juncosa ilustra dualidades, Adanti gira su peculiar tuerca del absurdo, Feuchtenberger aporta unos carteles de cierto corte onírico y Pulido enhebra la nostalgia. Y en el extremo están Doucet y Dorgathen, autores de las dos primeras imágenes circulares de la serie “hipersueño”, que vienen presentadas por un texto de Hans Brüg sobre el círculo en el arte.2

No sería gratuito pues, ni casual, señalar el sueño como eje de la coherencia de esta aportación de Nosotros somos los muertos. Precisamente porque Brieva dibuja en un entorno irreal, Núñez nos sumerge en un ambiente de pesadilla, el Submundo de Kaz es un cartoon encolado con malos sueños, y Alcázar, y Keko, y Reumann parecen aproximarnos a un tejido narrativo más cercano a lo soñado que a lo real. El resto de los autores, en mayor o menor medida, tejen sus urdimbres creativas en ese ámbito distante de formalismos y de adherencia al hecho físico para instalarse en un cómodo entorno surreal. Según este patrón, NSLM deja alto el listón como revista de historietas, y más porque cuenta con autores de indiscutible calidad donde, para el gusto de quien escribe, Keko descolla sobre los demás.

Pero si nos alejamos de estas argumentaciones antedichas la coherencia no cabría, y habrá lectores descreídos de este tipo de mixtura narrativo expresiva que piense que este nuevo NSLM es un cajón de sastre de historieta e ilustración (cosas reñidas para muchos), de obras mantenidas en la recámara (las de Juncosa datan de 2001) o porque para su confección se ha echado mano de trabajos que, por su extensión en comparación con el resto, hubiera sido mejor editar en otro formato (como la de Cooper, que daba para otro comic book de Brut).

Falta por saber el dictamen del público, pues. Ojalá perviva el sueño y NSLM no haga justicia a su título para resistir entre los otros tebeos que no sueñan y que no se rebelan.

1 Un absurdo. Se viene observando, sobre todo desde en los últimos años y más en ciertos foros electrónicos, la desvirtuación del concepto “tebeo”. A nuestro tenor, el de la RAE y el del gran público lector, coleccionista, consumidor y afín, un tebeo sigue siendo una publicación de historietas o con historietas. Nunca hemos designado así (ni otros teóricos lo habían designado así durante cuarenta años de teoría escrita) al medio de comunicación en cuyo seno se articula el lenguaje, los mensajes, los modelos, los géneros, los personajes, las corrientes, etc., de las historietas que aparecen publicadas en los tebeos. Estamos pasando de no acabar de asumir que “historieta” es un medio antes que un género (lo cual siguen sin admitir los periodistas, sobre la base de que los mismos comentaristas de cómics en prensa especializada e internet perpetúan este error) a cometer esta vulgar sinécdoque. Querer asimilar “tebeo” a “cómic” por causa de una presunta actitud de ganar polisemia y elevar de categoría al medio constituye un grave error. Supongo que en este editorial lo que se desea proponer es una “revista de historietas coherente” o “un tebeo coherente”.

2 Brüg, curiosamente, no reflexiona sobre por qué el arte se viene conduciendo mediante representaciones encajadas en paralelepípedos y no mediante soportes con forma elipsoidal o círcular. La explicación es más bien instrumental pero interesante: En cuanto la imagen fue representada y hubieron de definirse las nociones de campo y de fuera de campo, pronto se impuso la limitación de lo representado a un espacio rectangular (desde el segundo milenio antes de Cristo, según ha señalado M. Schapiro), como queriendo cercar la imagen con una muralla representativa de poder, de posesión. Esta limitación cuadrangular no es universal, ahí están las imágenes religiosas ovoidales del medievo o los cuatros de Felix Madox Brown para demostrarlo. Pero estos formatos se han impuesto en nuestra civilización con el paso de los años: parece que la imagen occidental quiere significar lo que el ojo ve desde un único punto de vista y, como le ocurre a la arquitectura, la tecnología condiciona la imagen y la rectangula. El nuestro es pues un mundo de ventanas, de windows, y los medios de comunicación masiva (humor gráfico, historieta, fotografía, cine, publicidad, computajuegos, hipermedia y SMS's) siguen ese modelo.


Las imágenes que se adjuntan aquí fueron tomadas en el acto de presentación, en una sala de la librería Pantha Rei. En la imagen de la izquierda se observa un plano general de la pequeña sala en la que el público se distribuyó apretadamente formando un círculo y en la de la derecha se encuadran los directores de la publicación (quien se halla trajeado a la derecha de Max es Jesús Moreno). Las fotografías son © 2003 Manuel Barrero; haga clic sobre cada una de ellas si desea obtener una ampliación.


ENLACES:

Diario de Nueva York, de Julie Doucet


[ © 2003 Manuel Barrero, para Tebeosfera 031223. Inrevés realizó servicio de prensa con Tebeosfera ]