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LOS HUMORISTAS


LOS HUMORISTAS, un discurso netamente ibérico, Por Iván Olmedo, y 2.

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[ A la izquierda, Ibáñez, por Ibáñez. A la derecha, Manel, por Manel ]


LOS ENTREVISTADOS, UNO A UNO:

FORGES, Antonio Fraguas. El incombustible; sus palabras demuestran que tantas cosas no han cambiado a día de hoy desde aquel 1975. Uno de los humoristas hispanos de más reconocimiento popular, sin duda, y quizás –en modesta opinión del que esto suscribe– uno de los más sobrevalorados en su relación calidad / éxito, sin que por ello desmerezca su dilatada y perseverante carrera al servicio del humor de actualidad. Tampoco debemos olvidar que desde 1964 su presencia es notoria en una gran cantidad de las mejores revistas de humor y en la prensa diaria española, así como su dedicación a otros menesteres como libros, guiones e incluso sus incursiones en el cine.

En donde correspondería el mapa de España, prefiere dibujar Uganda...

SERAFÍN (autoproclamado Marqués de Serafín), ofrece en su entrevista una completa lección de cinismo controlado, de socarronería a prueba de bomba en la que alcanzamos a vislumbrar a uno de los personajes de nuestro humorismo gráfico más auténticos y personales. Igualmente quedan demostradas –en los pertinentes ejemplos gráficos– sus dotes de verdadero artista, muy capaz de realizar otras labores, como la ilustración de libros.

Personaje ilustre e ilustrado, entre los magníficos humoristas que nuestro país ha parido habitualmente. Serafín nos abandonó en el 2003.

PABLO, dibujante de trazo nervioso y hasta cierto punto limitado, nutrida su obra por una serie de temas recurrentes entre los que destaca el de los oficinistas (él mismo lo fue) y el mundo administrativo, es un humorista bastante olvidado en la actualidad. Tanto sus respuestas como su autocaricatura traslucen un ser humano serio, un poco como nos han hecho ver en multitud de ocasiones: en el falsamente despreocupado mundo del humorista gráfico, la procesión va por dentro.

MÁXIMO es sin duda uno de nuestros humoristas con un mayor calado de referencias socioculturales profundas en el contenido de sus viñetas. Dibujante sobre todo aséptico y con ciertas ansias experimentales, el contenido excesivamente intelectual del grueso de su obra erige una inevitable barrera ante el lector de a pie, que no siempre será superada. La relación entre Máximo y sus potenciales lectores queda así dificultada en aras de un método de expresión poco o nada popular. Sus respuestas en la entrevista personal, crípticas, confirman una imagen áspera.

JA (Jorge Amorós), dibujante de trazo insultantemente directo y rompedor, era por aquellas fechas de publicación de esta serie de artículos uno de los nuevos valores del humorismo gráfico hispano, compañero de ademanes de un Ivá o un Oscar. De humores llanos y populares, capaz de llegar a todas las mentes, lo despreocupado e insolente de sus respuestas remite a la misma esencia de su obra. Un personaje diáfano, sin duda.

La figura de Enrique HERREROS nos conduce a las mismas puertas de la época gloriosa y perdurable en el recuerdo de La Codorniz, de la que fue uno de los artífices de más peso, además de cofundador. Curtido en un buen número de publicaciones diversas, hombre de mundo y mil oficios, es sin embargo por su trabajo en la mítica revista por lo que es recordado. Herreros cultivó un humor surrealista, absurdo, de gran calidad formal, y su vida artística fue bien prolífica. Un nombre a tener en cuenta, sobre todo, como decano del humor español.

El PERICH, cultivador nato del temario social y político nacional, ha sido tradicionalmente un dibujante apreciado y capaz –incisivo, sin llegar a ser especialmente hiriente– con un estatus personal adquirido a través de los años de trabajo. Esta posición ganada a pulso la mantuvo hasta el momento mismo de su fallecimiento en 1995.

Perich es, sin duda, uno de los nombres claves en la historia del humor español más reciente.

Fernando QUESADA, dibujante dotado con un trazo certero y trabajoso, es especialista en esa rama comprometida del humor periodístico que es la caricatura política personal, peligrosa y desagradecida según qué periodos históricos, a la vez que un género completo en sí mismo. Quesada contesta con seriedad y precisión de profesional consciente a las preguntas de Vilabella. Su visión de los personajes caricaturizados es, con todo, demasiado condescendiente.

OPS es la firma escueta y contundente tras la que se esconde un ilustrador desgarrador de imágenes macabras, perniciosas, rudas, estresantes... OPS no practica realmente el humorismo gráfico, sino el dibujo de posibilidades entre surrealistas y revulsivas / repulsivas. Se trata de uno de esos artistas “diferentes” que no pueden ser plato del gusto de todos ni es factible que levanten multitudes. ¿O sí…? Tras la personalidad de EL ROTO, años más tarde, parece haberlo conseguido, en cierta medida.

Con la máscara todavía puesta responde al cuestionario como si de un manifiesto surrealista se tratase.

MADRIGAL, Antonio, es autor de chistes feos, veloces, de trazo sucio. Viñetas sin ampulosidades ni alardes innecesarios de pluma o pincel, que atacan al meollo de la anécdota o prenden la chispa directamente. Son cualidades que saltan a la vista al primer instante, el que da la medida de un humorista gráfico a ojos del entendido en la materia. Lo de Madrigal es la expresión funcional, por encima de todo.

GOÑI, Lorenzo, tiene más de ilustrador en sus dedos que de humorista gráfico. De hecho, no es exagerado admitir que su inclusión en esta obra resulta forzada, ya que no puede denominársele con propiedad humorista. Pintor de vocación y dibujante de exquisita calidad, las pocas muestras suyas de chiste que la obra contiene tratan argumentos amables, alejados de la feroz crítica del humorista de prensa habitual.

Goñi aporta un autorretrato de excelente factura, aunque opta por no dibujar el consabido mapa de España.

CHUMY CHUMEZ, de verdadero nombre José Mª González Castrillo, era, con total seguridad, uno de nuestros cuatro o cinco humoristas más conocidos; personaje de inabarcable obra que va desde la novela o el guión de cine hasta la ilustración, la publicidad y –cómo no– el chiste de prensa. Chumy, forjado en un carácter muy personal e intransferible, dueño de una capacidad comunicativa que debe nacer de muy adentro, ha escrito una página fundamental en la Historia del arte gráfico humorístico.

Genio y figura, Chumy Chúmez...

Francisco IBÁÑEZ... ¿Qué cosa nueva se puede decir a estas alturas del creador de Mortadelo y Filemón? Que, aparte de ser un extraordinario dibujante, de demostrar durante años su capacidad de sacrificio ante el tablero de dibujo, de ser creador de toda una escuela y de llevar a lo más alto del éxito comercial al género de la historieta de humor... aparte de todo esto, digo, con sus respuestas al cuestionario demuestra una vez más su habitual buen humor y exceso de locuacidad.

¿Qué más se puede decir que el propio Ibáñez no haya dicho ya antes?

GAYO es el espécimen perfecto de humorista español con todas las características para que Vilabella trate a fondo el tema general que más le interesa en esta obra: el tema de la España profunda, la España dividida, la España con fundamentos propios.

Gayo es humorista efímero y pegado a la tierra, cuyos argumentos tienen que ver, las más de las veces, con la cara rural de este país, la pueblerina, la agrícola incluso. De trazos feístas y densos; ideas claras y especialización evidente, por dar un diagnóstico aproximado.

Rafael MUNOA es un humorista blanco, casi diríamos que aséptico, con muy poca, o ninguna, mala uva. Un tipo que pisa terreno nada politizado donde Vilabella tiene poco que rascar con el objetivo de seguir desmenuzando los entresijos de la compleja sociedad hispánica. Sus dibujos son trabajados y, aunque resueltos con trazo brioso y nervio, más bonitos que tremendistas, más amables que malintencionados.

En la encuesta sus respuestas traslucen una persona culta y con dedicación a su trabajo.

DÁTILE (Emilio Dáneo Palacios) por el contrario, es una buena pieza de la que el autor de Los humoristas puede extraer a gusto argumentos suficientes para continuar con sus exposiciones sobre la Patria y su sociedad.

Dátile, de escasos recursos artísticos, refleja en sus chistes a una parte de la clase social nacional. Da respuestas escuetas y poco claras a las preguntas del periodista, no aportando demasiado en este sentido a la factura final de la obra.

El humor desplegado por CONTI es seguramente uno de los más sencillos –por no decir, directamente, simplón– de todos los humoristas gráficos españoles, y desprovisto de todo cariz político. Poco a lo que agarrarse para Vilabella que, aun así, cuela su discurso. Los dibujos de Conti son igualmente esquemáticos, funcionales y raudos, con un leve toque de infantilismo. Bebe de la anécdota inmediata, de la situación chocante; utiliza el arma de la sonrisa arrancada brevemente. Tan poco politizado es su carácter que hasta prefiere no dibujar el mapita ibérico solicitado.

IVÁ (Ramón Tosas Fuentes), en las antípodas del anteriormente citado Conti, es un gamberro armado con litros de tinta china desvergonzadamente utilizados para desmenuzar las miserias políticas y sociales, las del día a día, del panorama de este país.

Ivá es dibujante intuitivo, improvisador, de líneas temblonas e ideas firmes. Un animal –por lo visceral– del periodismo directo a la yugular que se apoya en el grafismo. Creador del célebre Makinavaja, un popularísimo personaje que ha roto las barreras entre el autor y su público; entre la realidad y la ficción, casi, casi...

CESC, con Francesc Vila i Rufas por auténtico nombre, es un auténtico profesional bregado largamente en la disciplina, un corredor de fondo del difícil deporte del chiste ilustrado. Vilabella dedica en esta ocasión más palabras a su entrevistado que a la exposición de los problemas de las dos Españas, como en él es habitual, lo que en cierto modo se agradece. Destaca las virtudes del arte de Cesc de cara al mercado europeo y su éxito en publicaciones míticas de esa zona, como Punch o Paris-Match, así como su dedicación a otras parcelas artísticas.

Enrique Arenós, QUIQUE, humorista –al parecer– especializado en temas políticos y religiosos, no es analizado con la profundidad que equitativamente le correspondería en estas páginas. Su entrevista, sin embargo, suple esto con bastante acierto, ofreciendo Quique respuestas de bastante interés al lector.

Dibujante soso y encasillado en cierto tipo de maneras fijas, no ha alcanzado nunca el puesto de un Forges, un Perich o (mucho menos) un Mingote, iconos del humor nacional que –aparte de consideraciones personales– han sabido variar más sus argumentos.

Ramón Gutiérrez, RAMÓN, es discípulo aventajado de Chumy Chúmez, sobre todo a la hora de mimetizar un estilo de dibujo de características muy personales; la influencia salta a la vista inmediatamente. Pero Ramón no es tan visceral ni desgarrado como Chumy; tampoco un personaje tan polifacético como el humorista vasco. Ramón Gutiérrez es un creador de chistes de su tiempo, a pie de página de diario, tanto bebedor de las fuentes de la noticia cotidiana como conocedor del trabajo de sus colegas. Teniendo como guía y maestro al gran Chumy, el resultado no puede dejarnos indiferentes.

CERÓN, Alfonso Cerón Núñez, es un dibujante / periodista o un periodista / dibujante trabajador en esa rama del humorismo gráfico más vertiginoso e inmediato, que ilustra la caliente noticia política tan pronto como sale del horno. Rama un tanto desagradecida, ya que los chistes, las anécdotas de Cerón se pasan como el arroz y caducan irremisiblemente al poco de ser expuestos.

Caricaturista extraordinario, algo soso y despersonalizado, pero grandísimo profesional.

EDU, Eduardo Ibáñez Juanes, esconde tras su diminutivo casi cariñoso y su profesión de humorista una personalidad adusta y seria que deja entrever en un cuestionario que responde muy brevemente y con pies de plomo, como deseando poner, en todo momento, los puntos sobre las íes. Se trata de un autor poco encasillado en un estilo o temática concreta, dedicando sus ideas a las más variadas situaciones; un autor incluso difícil de definir, no viciado por posturas adquiridas.

Vilabella es aquí especialmente duro con ciertas situaciones de España, en las reflexiones a las que Edu da pie.

EDUARDO Maturana es pintor, antes que humorista, de tal forma que el cuidado y dedicación a las formas se traspasa irremediablemente a las figuras de sus chistes, demasiado correctas y demasiado canónicamente resueltas para lo que se estila habitualmente en el dibujo de humor.

Igualmente, su hacer es serio y reflexivo, de un humor nada chabacano. Tanto el texto de Vilabella como la entrevista a Eduardo están nutridos de extensos párrafos a los que hincar el diente.

ALFONSO, quizás el más popular de los humoristas gráficos que han nacido en Asturias, da muestra con sus palabras de lo entrañable de su carácter, siendo como fue personaje siempre admirado y querido dentro de la profesión.

Humorista amable, en las antípodas de lo radical o lo revulsivo, muy localizado regionalmente, el clamor popular lo alcanzó tras la creación de sus personajes más carismáticos: Pinón, Telva y su sobrino Pinín; arquetipos del asturiano rural y un tanto disparatado, con boina, paraguas y “madreñes” como equipamiento indispensable.

GILA, Miguel Gila Cuesta, fenómeno multimediático como no ha habido otro en el panorama español de las risas, expresa en sus dibujos de humor los mismos sentimientos negros y las mismas ideas surrealistas que en sus célebres monólogos televisivos, o sus guiones, sus novelas, etc. Gila es, aparte de un auténtico genio del humor triste y del humor absurdo, un dibujante torpe y feo, de estilo totalmente personal e intransferible. Un dibujante que consigue que sus personajes, sucios, desastrados y siempre con cabezas de chirimoya, nos resulten, más que simpáticos, entrañables. Siendo este sólo uno de sus muchos logros.

JULIO CEBRIÁN disfruta –merced a Vilabella– de un buen panegírico en las páginas de esta obra. Las loas y el encomio de virtudes varias del dibujante gallego por parte del autor de Los humoristas se hacen evidentes en el apartado de las reflexiones vilabellianas.

Julio Cebrián, dibujante de humor con tendencias verdaderamente artísticas demostrables al contemplar sus viñetas, tira del expresionismo algo sucio y del posibilista uso de la mancha para pergeñar sus chistes, con un toque a lo Chumy (¿influencia, quizás?) aunque, una vez más he de decirlo también en este caso, sin el arrebato genial del de San Sebastián.

La principal característica de MENA como humorista, la carencia de palabras en sus chistes –ni diálogos, ni frases ocurrentes, ni siquiera pies explicativos– es utilizada por Vilabella con rotundidad para colar otro discurso, esta vez acerca del apego de los españolitos a hablar por hablar, a la discusión y el chismorreo.

Mena, por su parte, capea el temporal de las preguntas –incluyendo la tan socorrida de si pertenece al Opus– con simple gracia y sin aspavientos, reflejo de su mismo arte limpio, sencillo, no excesivamente malintencionado y, eso sí, carente por completo de palabras que obstruyan la realización visual de la idea.

ESCOBAR, esforzado creador de los justamente míticos Zipi y Zape (entre otros, por supuesto) difiere en gran medida del resto de autores entrevistados, con la posible excepción de Ibáñez. Tanto uno como otro han dedicado sus talentos al noble arte del tebeo, medio no necesariamente humorístico, aunque sí que el humor ha acaparado las carreras de ambos genios.

Vilabella despacha rápido a Escobar, quizás dejando de estudiarlo tanto como al resto de humoristas tradicionales, tras centrar su discurso ibérico en el tema del hambre. Escobar, genio y figura hasta la sepultura, entrañable y trabajador, ocupa su puesto –aunque escaso– muy merecido, en estas páginas.

NURIA POMPEIA es la única representante femenina entre los artistas que conforman la obra. Y necesaria... si bien a fecha de hoy el número de mujeres dibujantes (historietistas, humoristas...) ha crecido, todavía en la época de aparición de Los humoristas esto era un hecho más singular.

Sin poder (ni querer, supongo) desligarse del tema inherente, Vilabella aprovecha su parte de texto para elucubrar sobre el machismo, el matriarcado... y el sufragio universal... sin dar prácticamente ninguna pista acerca de la obra personal de la autora, fuera de los condicionantes de su sexo. Las escuetísimas respuestas de Nuria Pompeia al cuestionario no ayudan mucho más a situarse en el punto justo de conocimiento.

VIVES, de nombre completo Jorge Vives Cortés, es otra rara avis en el listado de autores de esta obra. Lejos de la estampa y el tipo de trabajos habituales del humorista clásico de prensa, Vives basa su obra en el comix underground estadounidense, lo que da pie a Vilabella para olvidarse un poco de España y disertar sobre el actual Imperio.

Como no podía ser menos, Vives ejerce una crítica social y moral muy específica, apoyado en lo gráfico por sus tramas, rayados y abundante uso de la plumilla; como en el underground de toda la vida, vaya... Un humorista, dicho entre comillas, que se aleja de los estereotipos ibéricos para abrir los brazos a las tendencias del otro lado del charco...

AMALITO, otro de los llegados de refilón al humor gráfico, por la vía de la pintura o mejor, escapando en cierto modo puntualmente del gran arte para sumergirse en el popular, lleva a Vilabella a uno de sus puntos máximos de discurso sobre la definición de la dualidad incómoda de todo español que se precie.

El entrevistado, Amalito, muestra abiertamente no considerarse a sí mismo uno de los nombres importantes dentro de la profesión, a la vez que dispara con bala en sus respuestas. Los ejemplos ilustrativos de su arte que contiene el libro dan fe de un dibujante interesante y capaz de grandes logros en este terreno.

FERRÁNDIZ, poeta de postales, ilustrador de motivos suaves, amables y preferentemente navideños (esa época que ni pintada para lo empalagoso), saca a relucir en las palabras de Vilabella la metáfora blanda y el cuasi poema, haciendo que se olvide por una vez de lo carpetovetónico y lo ineludiblemente hispánico.

Ferrándiz contesta prácticamente a las mismas preguntas que el resto de dibujantes, aunque su inclusión en el libro sea más que forzada. Simplemente, sus motivaciones artísticas y su modus operandi no coinciden con el del resto de autores ni debería entrar, siquiera, en el mismo saco.

Ferrándiz, por qué será, se abstiene de dibujar mapa de España.

El genio compulsivo de KALIKATRES queda definido a la perfección en su sustanciosa entrevista: respuestas / dardo propias de un personaje incomparable y trasgresor que puede presumir de haber parido una obra adelantada a su tiempo. Artista de trazo vanguardista, antes incluso de que las vanguardias más recientes fuesen algo a tener en cuenta; humorismo lúcido que no se muerde la lengua.

Kalikatres, que bien podría aparecer igualmente en un libro dedicado a los escritores patrios de ciencia ficción, entre otras disciplinas, deviene figura personalísima que da mucho, tremendo juego. Parece que Vilabella así lo entiende, y se siente a gusto en esta ocasión...

MIGUEL MIHURA, Don Miguel Mihura, creador de la mítica revista La Codorniz, y entronizado autor teatral de amplio éxito, tratado con delicada admiración por Vilabella, casi como la vieja gloria que ya era cuando este libro salía a la luz (ya que su etapa de dibujante de humor había quedado largamente superada) representa uno de los nombres propios con más solera dentro del panorama cultural y artístico español, quizás de todos los tiempos.

Humorista de corazón, precursor experimental de la historieta – cuyos ejemplos son dignos de admiración – posee un estilo muy definido y una pulcritud exquisita en sus composiciones.

Don Miguel responde a sus preguntas con un cierto distanciamiento, ignoro si por falta de interés en el abandonado tema, u otras razones.

Las características de MUNTAÑOLA como fabricante imparable de chistes gráficos, trabajador de mil cosas y dibujante a destajo y tiempo completo sirven para que Vilabella vuelva a los terrenos de las teorías sobre el perfil del español y sus miserias, más que sus logros. Una imagen a medio camino entre lo glorioso y lo decididamente patético.

Muntañola, un humorista gráfico típico al pie de las noticias de cada día y de la actualidad pasada por el prisma del ingenio fugaz, da de sí unos trazos rápidos, descuidados, prueba del humor de prensa más obrero y elemental. Con sus propias palabras no hace sino corroborar estas ideas.

LUIS DEL OLMO (no confundir con el estirado periodista de origen leonés y ampulosa fama) es un ejemplo perfecto de humorista inocuo y hasta soso. Las temáticas de sus chistes distan mucho de la mala baba, la intención politizante o el gamberrismo gráfico, todos ellos usos más que habitualmente extendidos. Sus piezas son, ni más ni menos, que un amplio muestrario de anécdotas blancas (y blandas) que pueden llegar a cualquier tipo de público, aunque también no ser del agrado de todos. Creador de un personaje recurrente, Don Celes, vemos personificadas en éste todas las características antes citadas.

Vilabella usa aquí su espacio para, coherentemente, adoctrinar sobre la ingenuidad.

Antonio MINGOTE, icono intachable y sinónimo de calidad duradera a través de los años, puede ser considerado como EL humorista gráfico español por excelencia. Y no tanto por las características netas de su arte como por lo apuntado: saber hacer y estar, perseverancia y seriedad profesional, además de contar con la ventaja de poseer una fértil e inagotable imaginación.

Vilabella tira de retorcidas teorías para llegar a estas y otras conclusiones y decidir que, sin adscribirse a ningún bando o escuela, Mingote es el más personal e intransferible, a la vez que español, de nuestros humoristas. Sus respuestas al test son también de las más sesudas y razonadas, fieles a una personalidad profunda y, no obstante, de altos vuelos.

GARMENDIA aparece en este estudio –en el que se destacan, además de las virtudes, los temas más reiterados en la obra de cada aludido– como un especialista en chistes de pobres. De mendigos típicamente españoles. Y en este detalle hace hincapié el autor en su texto: la pobreza material de este país (estamos en 1975, recuérdese).

Por otro lado, Garmendia demuestra ser parco en palabras, escaso en respuestas. Tan parco y escaso como sus propios dibujos, apenas formados por unos elementos mínimos que sean capaces de ponernos en situación y enseñarnos a los personajes por cuyas bocas habla el humorista. Humor de índole social, como no podía ser de otro modo, tratándose de pobres.

ORBEGOZO, Antonio Orbegozo, periodista y dibujante humorístico de la antiquísima escuela de los clásicos de esta disciplina, encuadrable incluso entre los escasos ejemplos de artistas simpatizantes de la política de la derecha, ha sido un frecuente colaborador de las publicaciones de más renombre y solera: Blanco y Negro y Muchas Gracias, entre ellas. Sus humores, por tanto, son de un talante muy politizado.

Metido en harina desde los locos años veinte, en el momento de publicación de Los Humoristas se advierten en él grandes dosis de desencanto y hasta un cierto pesimismo no exento de mala uva. Dibuja un mapa de España negro, negro... tal como confiesa verlo todo a finales de 1974. Amén.

Alfonso ABELENDA, tremebundo en la extensión de sus respuestas, no es un autor en el que haga demasiado hincapié Vilabella, más preocupado en repetirse en su discurso sobre las izquierdas, las derechas y las libertades, reales o no. Y es que, si después de más de treinta discursos no repitiera fundamentos, sería de sorprenderse.

Yendo sobre las respuestas de Abelenda, el dibujante es un teorizador nato y exhaustivo, al que le gusta profundizar en los temas que trata y, de esta forma, es uno de los entrevistados con más voz propia y menos texto introductorio de la voz ajena de Vilabella.

SORIA, aparte de marcarse uno de los mapas de España más originales de todo el libro, debe de ser hombre honrado, sobre todo, ya que Vilabella utiliza este leit motif en su disertación: el de la honradez (o no) de la figura del españolito a la que siempre recurre para afirmar cosas.

Soria –a pesar de su mapa– no representa un tipo de humorismo especialmente original ni talentoso; digamos que, por lo menos, sabe defenderse. Sus dibujos son meramente funcionales y de apoyo a la palabra, herramienta que usa en abundancia.

Josep María VALLÉS ostenta el dudoso honor de ser un mal dibujante reconocido. En efecto, sus trazos temblorosos, ruines y caóticos son una auténtica muestra de mal gusto artístico. Como sabemos, esto no impide que un chiste pueda ser bueno. Vallés, efectivo y reflexivo, basa sus poderes en la combinación de texto y garabatos. En sus historietas (que también ha dibujado, ver revista El Víbora) el mundo caótico de los chistes adquiere un ritmo aun más vertiginoso.Josep María se expresa sin ambages, de manera un pelín surrealista, y es el único de todos los autores que se atreve a nombrar a ese hombre... Franco...

Franqueza es lo que le sobra a Vallés... allá por donde pasa.

OSCAR es, en una sola persona, toda una institución reconocida del tipo de humor más gamberro y popular. Oscar L. Nebreda Abadía esconde, tras tan serio nombre, a un destajista del chiste que ha sido pilar fundamental de las más exitosas revistas superventas de nuestra actual época: Barrabás, El Papus y El Jueves. Interesante sería cuantificar el montón de monigotes que este currante ha dibujado a lo largo de su carrera; carrera que continúa imparable en la actualidad.

El texto de Vilabella es abundante; las respuestas de Oscar, superfluas. Seguramente tendría prisa por seguir dibujando...

MIRANDA, licenciado en chistografía; Miranda, doctor en medicina... Vilabella riza el rizo y basa su despliegue argumental en la Medicina, los médicos y las peculiares características de la relación de los españoles con aquélla y éstos. Y todo porque Miranda, además de humorista, es médico de profesión.

Aparte de ser el doctor Miranda, parece poseer alma poética, como queda demostrado en unas declaraciones sensibles, con sentido y no poco argumentadas, en las que trasluce su preocupación por los problemas sociales, más que los políticos.

GUILLÉN, un humorista catalán de los que hacen mucho ruido con su obra, se queda prácticamente sólo para “exponer su caso”, ya que Vilabella se entretiene en aportar otros temas y deja al dibujante un poco de lado.

Bastante preocupado por la idea de España –a juzgar por sus dibujos– Guillén es un autor inquieto que no sólo pasta en los campos del humor gráfico, sino que se expande hacia otros terrenos del arte, como la pintura y el diseño.

De GARCÍA LORENTE nos da Vilabella una imagen tirando a desesperanzada; la del artista de talento que dedica toda su vida al trabajo duro y responsable y sólo cosecha las mieles del éxito tras largos años de profesión.

García Lorente es un caricaturista de postín que, además de caricaturas, ha diversificado su producción abundantemente a través de otros conductos del humor gráfico. Responde a las preguntas muy brevemente, esquivándolas como puede, por lo que no seremos capaces de sacar grandes conclusiones de ellas.

GIN, Jorge Ginés, es un humorista de carácter y aspiraciones internacionales especializado en la caricatura de personajes del ámbito político y de sociedad, principalmente. Sin poder considerarse figura genial o trasgresora, sí podemos destacar de él sus excelentes cualidades para dar con el punto justo donde el personaje queda retratado con perfección maquiavélica.

Para que nos hagamos una idea del hincapié que Vilabella hace en sus diatribas personales, aquí se lanza de cabeza a condenar la pornografía y el libertinaje, apoyado en el leve detalle de ciertos aspectos eróticos de la obra de Gin, quién sabe si con la mera excusa de que éste fuera durante un tiempo director de humoristas de la revista Playboy.

Cierra el cupo MANEL, intencionadamente por parte de Vilabella –al considerarlo un modelo de humorista de los nuevos tiempos españoles, muerto el dictador– y no de forma incisiva, ya que el autor de Los Humoristas se descarga del trabajo de radiografiar al entrevistado y centra su texto en la despedida y cierre, quemando sus últimos cartuchos de teorías politizantes, aunque se esfuerce en decir que Manel es un chistógrafo muy poco politizado.

Efectivamente, Manel es un dibujante humorista a caballo entre el chiste tradicional y el cómic, más cercano, de hecho, a este último. Un historietista que deforma la realidad a su antojo para tratar todo tipo de temas y devolvérnoslos con una tonelada de ironía que, curiosamente, nos da en las narices como una aplastante verdad.

Con todos los peros que podamos ponerle a la obra, se hace evidente que nos encontramos ante un título imprescindible en las estanterías de cualquier aficionado al humor gráfico, por varias razones. En primer lugar, salta a la vista, por el amplio catálogo de nombres propios que se nos muestran. Evidentemente no están todos los que son, pero sin ser una obra exhaustiva ni enciclopédica, sí es lo bastante completa como para considerar Los humoristas como un título de referencia, necesario.

También debemos considerar que no se trata de un trabajo frívolo ni superficial, sino realizado con intenciones de trascendencia. Si las disertaciones de Vilabella resultan un tanto indigestas en algunos momentos, debido a su tendencia a la verborrea, se perdona por la seriedad y el esfuerzo invertido en el proyecto.

Ya digo; treinta años son demasiados años y muchos nombres de artistas aparecidos desde entonces están lógicamente ausentes en estas páginas. No obstante esta obra representa un pedazo de la historia del periodismo, la política española y, también... de sus humoristas.

[ © 2004 Iván Olmedo, para Tebeosfera, 041015 ]