“THESE THINGS CALLED CHANGES”, por Jorge García

A finales de la década de los ochenta Luis García abandonó el campo de la historieta para consagrarse por completo al de la pintura. Si sus tebeos se habían caracterizado por la honestidad, la hondura de planteamientos y la búsqueda de nuevas soluciones expresivas, su obra pictórica ha mantenido y aguzado esas constantes. Las hermosas imágenes a las que estas líneas acompañan dan fe de ello y, además, ofrecen una buena panorámica del quehacer de este autor en el ámbito de las Bellas Artes.

Para García, el dibujo ha sido siempre un medio de aprehender la realidad. Por eso, y no por un amor gratuito a lo formal, toda su labor ha estado presidida por el afán de búsqueda. Su trazo le ha permitido relacionarse mejor con sus seres queridos (a quienes retrata con frecuencia) y, por añadidura, aproximarse a ese entorno histórico del que, para bien o para mal, nadie puede sustraerse. La obra de este artista ha brotado de la conjunción de esos dos ámbitos, el íntimo y el histórico, para dar cuenta del paso del tiempo y de “esas cosas llamadas cambios” a las que el portentoso pianista Bill Evans dedicó una composición espléndida.

Por otra parte, la selección que aquí les ofrecemos, ordenada según criterios cronológicos, permite constatar las inclinaciones pictóricas de este autor (como evidencia su autorretrato, realizado bajo la influencia de Lucian Freud) y también la empatía que siempre ha demostrado hacia el sufrimiento ajeno, harto elocuente en ese óleo estremecedor donde un palestino protege a su hijo de las balas israelíes. En este sentido, como en las novelas de Dostoievski, el trabajo de García es fruto de la compasión.

El universo de los afectos palpita bajo estos cuadros como en pocas obras que conozco. La existencia, con su movimiento permanente de vida y muerte, se muestra aquí en todo su esplendor y crudeza. A la vista de estas imágenes podemos convenir en que el objeto último de la búsqueda de García se encuentra en él mismo: cada pincelada es un medio de reconocerse y aproximarse a la esencia tornadiza y cambiante que, en última instancia, nos conforma a todos.

Recordar significa, en sentido etimológico, “volver a pasar por el corazón”. ¿Quién podría negar, a la vista de estas creaciones, que Luis García no haya conseguido filtrar la vida a través de tan delicado tamiz?

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