Tebeosfera:
¿Qué
leías en tu infancia, La Codorniz...?
Soria:
Mis recuerdos de infancia se pueden concretar que tebeo que caía en
mis manos lo devoraba y que el lápiz era, y sigue siendo, un
utensilio que siempre llevo conmigo (bueno ahora llevo un
bolígrafo), Y siempre hice dibujos humorísticos. Tiíllos, monigotes,
caricaturas... el caso es que nunca paraba. Luego vinieron los
clásicos tebeos, luego fanzines, para andar por clase y por los
familiares. Y sí que leía La Codorniz, mejor dicho lo leíamos
mis hermanos y primos, porque mi padre era una fan de la revista. Y
cuando la dejaba nos apoderábamos de ella. Recuerdo los buenos ratos
que pasábamos con un pasatiempo que publicaba llamado “¿Está usted
seguro?” La Codorniz ha influido enormemente en mi humor y
con ella he disfrutado mogollón.
T:
Trabajas pronto
en la prensa local, Patria, Ideal y Pueblo, así como
en Hoja del Lunes de Granada. Cuéntanos cómo te introdujiste
en estos periódicos y cómo te conducías en cada uno de ellos, si es
que había diferencias entre sus "políticas editoriales".
S:
Empecé a
colaborar en Patria de Granada, a los 18 años, y como
anécdota te contaré que hacía los dibujos en casa y los llevaba al
periódico un amigo, pues yo, con un alto grado de timidez en aquel
entonces, no me atrevía a hacerlo; y él dijo desde el principio que
era Soria. Todo se arregló pronto, sobre todo porque mi amigo que,
de dibujo, nada, temía que algún día le invitaran a hacer un dibujo
y se negó a seguir con el juego. Luego me publicaron en Pueblo,
en su sección La Jaula y en Hoja
del Lunes
de Granada
que era el periódico de todos los periodistas locales a través de la
Asociación de la Prensa.
T:
En Pueblo
se armó una buena a raíz de tu chiste del 16-XI-1974, que topó con la
Iglesia. La Audiencia Provincial de Madrid te condenó a 5 días de
arresto más multa, creo, por considerarlo como una falta por
«Escarnio a Iglesia Católica».
S:
Bueno, cuando me
llegó la noticia, como no sabía a que chiste se refería, lo primero
que me produjo la noticia fue sorpresa, pues no podía creérmelo.
Luego me llegaron más datos a través de un antiguo compañero de
Patria que trabajaba en Pueblo, precisamente fue quien me
dio la primicia. Creo que no hubo denuncia sino que la Fiscalía
actuó de oficio. Me defendió un gran amigo y compañero desde
Bachillerato y Facultad, ya desgraciadamente desaparecido, Julio de
Castro Hitos, diputado por Granada en el Congreso que lo hizo
estupendamente. En mi vida aquello supuso un pequeño trauma, porque
era una situación a la que nunca había pensado podía llegar y me
puso en guardia en cuanto a no fiarme de nada ni de nadie en cuanto
a poner en juego tus
obras y tu actitud ante ellas que puede no coincidir con las de
otros, incluidos los fiscales del momento. Pero todo quedó ya en
pura anécdota y gaje del oficio.
T:
En Ideal
también te reprocharon un chiste sobre la
Federación de Cofradías y otro en el que intervenían militares.
¿Estos reproches limitaron tu libertad de expresión o quizá
solamente corroboraban que ciertos estamentos, como el Ejército y la
Iglesia, se caracterizan por su carencia de sentido del humor?
S:
Sí, y esto es
cosa hasta normal cuando estás todos los días tocando temas de
actualidad y hay gente que se siente aludida en negativo, lo que
nunca es la intención del dibujante, que, al menos yo casi siempre
trato de generalizar. Pero la cosa no pasó de cartas más o menos
“furiosas”. En cuanto a lo del Ejército y la Iglesia yo entiendo que
las instituciones nunca asumen sentimientos que se concreta sólo en
personas físicas que no jurídicas. Los que tienen sentido del humor
son las personas no las entidades.
T:
Durante el año
1978 publicabas un chiste diario en el diario sevillano El Correo
de Andalucía, donde alojabas también - los martes- la
colaboración deportiva "La Liga de Soria" alusiva al Betis, Sevilla
y Recreativo de Huelva en sus andanzas futboleras. Cuéntanos esta
experiencia.
S:
Fue una
experiencia muy gratificante porque me permitió conocer algo el
espíritu ciudadano de Sevilla, tuve que empaparme de su actualidad y
creo que llegué a conseguirlo hasta cierto punto. Recuerdo que en un
artículo publicado por Antonio Burgos, me parece que en ABC de
Sevilla, comentaba un acontecimiento local y decía “veremos lo
que dice de esto mañana Soria”. No había fax, no había mucho menos
internet y sí había un impresionante y eficacísimo Servicio de
Correos, no el de ahora, por supuesto. Lo del fútbol era posible
darlo con plena actualidad dado que al no publicarse El Correo
los lunes (lo hacían solamente las Hojas del Lunes) te
daba el respiro de un día “para reflexionar”. No me fue mal, no. Lo
recuerdo con mucho cariño.
T:
Consigues que tu
firma aparezca finalmente en La Codorniz, y también en El
Cocodrilo, El Ciervo, Balalaika... ¿qué recuerdas de estas otras
publicaciones?
S:
Yo no colaboré en
La Codorniz hasta su última etapa, y ya que me hubiera
gustado hacerlo desde su principio. Lo hice siempre por
correspondencia, aunque tuve mis contactos de presencia en Madrid
con Álvaro de Laiglesia y sobre todo con su redactor jefe Víctor
Vadorrey (Vítor Uve). Fue para mí uno de los más altos hitos como
humorista si piensas la familiaridad y admiración que desde chico
tuve por la revista. El Cocodrilo se puso a tiro, pero no
publiqué mucho debido a la llamada al orden de la madre Codorniz.
El Ciervo era y es una muy estupenda revista de alto pensamiento
y literatura y que durante algunos años puso en marcha la
experiencia de introducir notas de humor en sus páginas. Creo que la
experiencia no salió muy mal, por su duración, luego perdí poco a
poco el contacto y ellos el interés. Balalaika se dedicó,
hasta que desapareció, a reproducir los chistes de los colaboradores
codornicescos hasta su desaparición, con nuestra autorización y
colaboración en la búsqueda de originales.
T:
Durante los años
ochenta desarrollaste la serie “Pildorillas” en el diario granadino Patria ¿Por qué
“pildorillas”?
S:
Por lo que se
refiere a Patria de Granada fue estupenda y de ella guardaré
mi más queridos recuerdos como dibujante y como periodista, porque
fui redactor del periódico hasta su desaparición. Allí, aparte del
chiste diario e ilustraciones, publiqué la serie Pildorillas
que concebí como referencia a aquella presentación de los
medicamentos en la antiguas boticas y que no siendo muy agradables e
tomar sí eran muy efectivas. Y nacieron en una época muy bonita e
interesante de nuestro país pues estábamos inaugurando democracia.
Les tengo mucho cariño. En Fiesta colaboro semanalmente y de
manera gratuita ya que el medio no puede dar para mucho y se trata
de una experiencia de prensa moderna dentro del entorno religioso.
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