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JUAN SASTURAIN. Fierro: “la puerta abierta para ir a jugar”.

Entrevista practicada por Diego Agrimbau y Laura Vazquez en febrero de 2002, en la redacción del diario Página 12.

Portada de Fierro especial, de Oscar Chichoni

[ Una portada emblemática de Fierro, la del núm. 100. Imagen © 2002 Oscar Chichoni


Juan Sasturain fue el primer Secretario de Redacción de la mítica revista Fierro. Sasturain, escritor, periodista y guionista de historietas, ha publicado varios y valiosos libros teóricos y ensayísticos sobre historieta y humor gráfico en Argentina. En 1988 ganó el Premio Amnesty Internacional –área francesa- por su obra Perramus y en 1990 el Premio Internacional Semana Negra por su relato “Con tinta sangre”. Ha sido dos veces finalista al premio Hammett de novela policial en lengua española. Es director de la colección Narrativa Dibujada de historieta y humor gráfico (Editorial Colihue). Actualmente, escribe notas de opinión en el diario Página 12

«En su heterogeneidad debe verse un síntoma de los tiempos y un rasgo intencional, impostado: demostrar que la historieta es una sola, la que se hace con la inteligencia y el corazón, dos necesidades nacionales imperiosas en todos los órdenes» (Sasturain, J.: El domicilio de la aventura, Editorial Colihue, Buenos Aires, 1995, página 44)

Revista Fierro y Editorial La Urraca

Diego Agrimbau / Laura Vazquez- ¿Cuál era el perfil del lector de Fierro y cuál era el proyecto editorial de la revista?

Juan Sasturain- Fierro nació como un producto de HUM®. Estaba muy claro en la editorial de que para que un producto se vendiera tenía que tener la marca HUM® en algún lado. HUM® iba al frente y el resto de las revistas atrás. Si ustedes se acuerdan de la tapa original la revista Fierro aludía directamente a la revista HUM®. La revista Humi, por ejemplo, ya hacia referencia en su nombre a la “madre”. Es decir, HUM®, que había tenido un éxito impresionante, era la que arrastraba a todos los demás productos. En el proyecto original la idea era hacer una revista de historietas ligada a HUM®, como había sido originalmente la revista SuperHUM®, que salió en el 81. Lo que pasó es que el proyecto de SuperHUM®, del que participé desde un comienzo, fue contaminado por la revista HUM®, por decirlo de alguna manera. Es decir, la revista SuperHUM®, que fue pensada como una revista de historietas, se llenó de notas, de comentarios de actualidad, de reportajes y lamentablemente perdió su esencia. Poco a poco pasó a ser una revista con historietas y no una revista de historietas. A SuperHUM® la hice un tiempo, como secretario de redacción, también estuvieron Saccomanno, Trillo y alguna gente más. La dirección siempre se la reservaba el “tano” Cascioli. Si ustedes ven, todas las publicaciones de La Urraca estuvieron bajo la dirección de Cascioli. El conservó la dirección, pero la única revista en la que tenía incidencia directa, en la que hacía y deshacía todo lo que quería, era la revista HUM®. SuperHUM® nació como una revista bimestral, como suplemento de HUM® y luego se formó como revista de historieta y pasó a ser mensual. Hacia el final estuvo Enrique Vazquez, pero esto ya es en el 82, más o menos, en períodos preelectorales, cuando la revista pierde todo su contenido original. Con respecto a Fierro nace en el 84, porque “el tano” siempre quiso tener una revista de historietas y como SuperHUM® se había desdibujado como proyecto, pensó en una nueva revista. Cascioli tenía un nombre pensado, Kaput, nombre que inclusive tenía registrado. Yo me había peleado con él a fines del 81 por quilombos políticos, típicos en esa época. No es necesario que esto se ponga, o sí, no hay problema. Nos habíamos peleado por problemas gremiales, yo armé una comisión interna, el tano se volvió loco, hubo un paro, adhesión al paro y él estaba paranoico, me decía “me quieren sabotear la revista” y bueno, lo mandé literalmente “a la concha de su madre”. Nadie quería sabotearle la revista. Se lo dije, pero no quiso escuchar. Me ofendí y me fui a mi casa, renuncié. No me gustó de que me acusara de que le estaba saboteando la revista. Dejé todo, me quedé sin trabajo, cosa que nunca hay que hacer. Lo que pasa es que en aquella época él era radical y yo era peronista. Y bueno, esas cosas pasan. En el año 84 nos volvimos a cruzar y me dijo que quería hacer una revista de historietas. Le dije que estaba bien y nos volvimos a sentar a hablar, yo le pedí que trabajemos sin exclusiones, en absoluta libertad, que todo el mundo pueda opinar y Cascioli dijo: “sí, no hay problema, dale para adelante”. Y así fue. Cumplió su palabra. En Fierro se trabajó libremente. Me terminaron echando cuatro años Fierro, con una portada de Juan Jiménezdespués, pero eso es otro cantar. Los años en los que estuve la pasé bien. La editorial era un lugar de trabajo muy bueno. No tengo de qué quejarme. Siempre tuvimos grandes diferencias con “el tano”, pero había un respeto. La Urraca, con todas los quilombos de juicios, de palabreríos, de cosas de ese tipo, era un buen lugar. Si ustedes se fijan van a ver que en todas las editoriales siempre hay algún quilombo. Con “el tano”, la verdad, es que se trabajaba tranquilo y bien.

DA/LV- ¿Qué puede decirnos de la politización de HUM®, explícita ya en su última etapa?

JS - HUM® en su última etapa se alineó completamente con el alfonsinismo. Un poco con la presidencia en la revista de Enrique Vazquez, de Luis Gregorich y otros, gente que estuvo muy ligada al gobierno más tarde. Pero esto que pasó en HUM® no pasó en Fierro. Primero, porque era una revista de historietas y de algún modo defendimos la idea de no trabajar con coyunturas. Si ustedes ven, hay algunas alusiones políticas, por ejemplo, la historieta de Malvinas. Pero, en general, tratamos de que no hubiera alusiones políticas directas. Y fíjense, de que precisamente, todo ese tipo de cosas eran las que Cascioli prefería hacer. Pueden tomar como ejemplo emblemático a HUM®, pero también hace poco tiempo, también su revista Cazador, nace como una revista de coyuntura. En Cazador, “el tano” se metía con Menem, con la política económica, con todas esas cosas. A él siempre le gustó expresarse así, en las coyunturas. Pero a nosotros no. Una cosa es la política y otra cosa es la coyuntura política, ¿se entiende, no?. Nosotros, un poco por convicciones, no queríamos que la revista fuera un canal de oportunismo. Estábamos hasta las manos de política, pero cada uno hacía lo que se le cantaba. Esto lo digo con absoluta convicción: la gente trabajaba en libertad. ¿Por qué?, porque Lima o yo nos enterábamos de lo que hacían los dibujantes, recién cuando llegaban las páginas. Le dábamos, qué se yo, cuatro páginas a Nine, dos a Chachimba, seis al “Negro” Fontanarrosa, y ellos hacían lo que querían. Si había lugar, salía. Si el “cabezón” Breccia quería hacer “El sueñero”, se hacía. Después, en la empresa, se armaban unos quilombos terribles, porque había zonas que eran realmente conflictivas. Una cosa era que no fuéramos radicales, eso estaba permitido. Pero otra cosa, era que fuéramos peronistas, o aún peor, que lo demostrásemos. Rep, Muñoz y Sampayo, “el loco” Barreiro, todos trabajaron cómodos. Eso creo.

DA/LV - ¿Era Juan Manuel Lima o usted el que tomaba las decisiones respecto a los artistas o las historietas que se publicaban?

JS - Yo tenía más decisión respecto a lo que se publicaba, era el secretario de redacción. Respecto de Oxido, el suplemento, paulatinamente eso fue derivándose como responsabilidad de Juan Manuel. Lo que pasa es que hay que tener en cuenta que había un fluir de chicos infernal. Caían a la redacción decenas de pibes por día, todos querían mostrarnos lo que hacían. Tanto Juan Manuel como yo los atendíamos con toda la paciencia. Venían tantos, que al final, tuvimos que sistematizar un día para ver los trabajos, y pusimos como día de muestra los días miércoles. En parte venían a Fierro porque les encantaba la revista y en parte porque era el único lugar en donde podían publicar y en donde se les abrían las puertas. Muchísimos de esos chicos llegaron a publicar su historieta en Fierro, y muchos otros se fueron con una puteada. Mucha gente que publicó hoy sigue haciendo cosas en la historieta o en el arte, pero otros no sé en qué terminaron. Incluso, le habremos errado alguna vez, pensando que un pibe era un genio y después resultó ser un bleff. Alguno se nos habrá pasado, eran demasiados. En síntesis, los trabajos de los muchachos que publicaron, tenían como marca la experimentación y la calidad.

DA/LV - ¿Era una revista homogénea o heterogénea en sus contenidos?

JS - Muy heterogénea, completamente. A nadie le llegaba a gustar la revista en su totalidad, pero a todos le gustaba aunque sea alguna historia. Por ejemplo, los chicos que estaban pegados a la ciencia ficción, a la clásica historieta norteamericana y europea, al heavy metal, y a todo lo que estaba de moda entonces, se sentían atraídos por Altuna o por Gimenez. Pero claro, veían algo del Marinero, de Muñoz o de Max y decían: “¿cómo publican esa mierda?” o “¡no se entiende nada!”. Y por otro lado, estábamos nosotros, que éramos minoritarios, que contemporizabamos un poco esas apreciaciones porque nos gustaban mucho esas cosas. Hicimos un concurso para que los lectores votaran y ahí se veía claramente cuáles eran las tendencias.

DA/LV - ¿Cómo se resolvió internamente quiénes serían los ganadores del concurso del Subtemento Oxido?

JS - Nos sentamos con Lima, pusimos todos los trabajos, cientos, arriba de la mesa y no tuvimos la menor duda de quién sería el ganador. Max Cachimba es un artista enorme, un genio. ¡Tenía quince años!. Obra de Pablo De Santis y Max CachimbaHabía una diferencia abismal. Después había un chico que más tarde se volcó a la plástica, Ernesto Ballesteros, que firmaba “Folloñito”, que era muy bueno también. Había muchos muchachos que hacían cosas buenas y experimentales, pero después se volcaron a la pintura. Max, en cambio, eligió el camino de la historieta, es un artista, un tipo de fuera de serie y un gran autor. ¿Y qué puedo decir de Pablito De Santis?, ya sabemos lo que es Pablo. ¡Si en esa época tenía una madurez increíble!. Era el primer guión que escribía y resultó sorprendente. Recuerdo que dijo que su guión era un cuentito que había escrito y que lo adaptó para que lo dibujara Max. Esos chicos nos sorprendieron a Juan y a mí.

DA/LV - ¿No les llamó la atención a Lima o a usted que el concurso haya convocado a más de cuatrocientos participantes?

JS -Si ustedes sacan una revista de historietas hoy, con inquietudes similares a las que tenía Fierro, van a lograr resultados similares. Acá jugadores de fútbol y dibujantes no les van a faltar nunca. Después, que no tengan equipo donde jugar, ni cancha donde patear es otra cosa. Los dibujantes no tienen laburo, pero hay cientos.

DA/LV - Toda la denominada “movida de los ochenta”, que encuadraba a los nuevos autores norteamericanos, influenciados por sus contemporáneos ingleses, autores como Alan Moore, Neil Gaiman o Alan King, ¿por qué fueron excluidos de la revista?

JS - No es que los excluyéramos, no les dimos pelota, directamente. Un poco por ignorancia mía y otro poco porque queríamos editar lo nacional. Yo recibía todo el material que publicaba la editorial Fantagraphics. Entonces, cuando publiqué algo yanqui en la Fierro publiqué las cosas que me gustaban a mí, como Robert Crumb, por ejemplo. También en un principio publicamos a Moebius y al tano Hugo Pratt, que es como si fuera nuestro. Incluimos algo de Manara, pero un poquito nada más, y lo más intelectual de él. Yo no quise meter tiras o historias porno light en la revista. No metíamos culos por meter culos. Cuando poníamos una teta o un culo en la tapa, se lo decíamos en la editorial al lector: “como vendemos más por este culo, le regalamos este culo”. Era así. Incluso había una editorial chiquita que se llamaba Contraindicaciones que explicaba en cierta manera toda la joda que tenía la revista. Hacíamos una lectura perversa, una antieditorial de la revista. Allí escribíamos cosas del tipo: “si se quiere hacer la paja no va a poder con esta revista, si usted quiere divertirse tampoco va a poder hacerlo”. En fin, queríamos jugar un poco con todo eso...

DA/LV - ¿Pero cuál era la razón por la que no quería importar material?

JS - Porque queríamos producir historietas argentinas. Era mas barato traer material de afuera. Les doy un ejemplo, a Manara lo habíamos conseguido a cuarenta dólares la página, estaba muy bien, era un buen precio para esa época. Pero me acuerdo que después se lo estafó, que sé yo, una de esas argentinadas típicas, nunca se le pagó. Lo que quiero decir es que vos podías traer a autores europeos o norteamericanos a muy bajo precio. El tema es que nosotros no queríamos hacer una revista con pedazos de todo el mundo. Si ven las revistas españolas de la época, van a notar que se parecían todas entre sí, vos agarrabas cualquier revista una griega o una francesa y eran las mismas. Había tres o cuatro agencias y los autores eran los mismos. Cualquiera se armaba una revista con cuatro mangos, sin darle laburo a nadie y comprando un cachito de cada autor de moda en las agencias. Ponías a Moebius a Bilal y a Crumb y tenías una revista en la calle. Fierro era distinta, era una revista que ponía el cuerpo, que apostaba a material nacional. Para que Fontanorrosa, Nine, los que vivían acá, pudieran publicar siempre teníamos que pagar mensualmente y por eso ellos trabajaron haciendo historietas para Fierro que eventualmente nunca reeditaron. Los muchachos que estaban afuera, como Muñoz, Sampayo o Gimenez, lo que cobraban ciento treinta dólares a cualquiera a nosotros nos lo cobraban treinta y cinco, pero la condición era la regularidad. Para que los pudiéramos publicar siempre teníamos que poder pagarles. Si Trillo o Mandrafina hacían una historieta nueva no la iban a hacer exclusivamente para nosotros, la hacían para Fierro, pero también para España, para Francia, otros mercados. Ese tipo de cosas ya no existe más hoy en día. Fierro era una posibilidad entre varias.

DA/LV - ¿Cuál era la tirada de ejemplares de la revista en la época en la que usted participó del proyecto y cuáles sus ventas?

JS - No, no sé nada de eso. Nada. No tengo los números. Los editores siempre te dicen lo mismo, es típico. Si vendés dieciocho mil te dicen: “¡si vendiéramos veinte mil sabés que bien andaríamos!”. Si vendés cinco mil, te dicen: “con diez mil nos paramos”. ¿Y cuando vendés diecisiete? Es todo un cuento. Eso siempre es así. Yo creo que en algún momento Fierro vendió veintipico, y en la última época no habrá llegado a cinco mil. Cuando yo estaba vendíamos, no sé, para redondear, entre once mil y doce mil. Pero terminó vendiendo la mitad.

DA/LV - ¿No cree que Fierro podría haber seguido saliendo con esa tirada?

JS - Yo creo que todo producto, un diario, una revista, un programa, lo que sea, tiene un ciclo de vida. Y eso es perfectamente normal. A veces se puede reciclar, a veces no. Lo que no quiere decir que el producto decaiga. Este diario, por ejemplo [Página 12], empezó como un boom y hoy apenas se mantiene, pero el diario sigue siendo el mismo. Fierro se murió cuando se tenía que morir y duró una barbaridad, cien números no es una pavada.

DA/LV - Un dibujante como Carlos Nine, por dar una opinión, nos dijo en su reportaje que no sabía hasta que punto alguna vez Cascioli “entendió a la Fierro”. Esta es la mirada de muchos que adjudican el mérito de la revista a Lima y a usted...

JS - Ah, sí, claro. El producto para bien o para mal lo hicimos nosotros. Cascioli sabía que no podía venir con cualquier cosa, no sé, un dibujante yanqui que no nos gustase, una historieta que no fuera parte de nuestros conceptos de selección. El eso la sabía y lo respetaba. Las responsabilidades eran nuestras.

DA/LV - ¿Quién propone el slogan “historieta para sobrevientes”?

JS - Yo, y es un afano, inconsciente, pero un afano al fin. Se lo robé a la revista El Víbora, que reza en su slogan “para supervivientes”. Me acuerdo que me encontré una vez a Berenger, el flaco siempre estaba de porro, y hablamos de este tema. Después en otra época cambiamos el slogan de Fierro y le pusimos “contra el apriete”, porque nos habían apretado... alguna pequeña especie de censura. Era la época en que Pacho (O´Donnell) estaba en Cultura. Nos habían mandado con la revista porno, por algún contenido que publicamos, la Junta de Moralidad nos hizo exhibirnos ensobrados, como si fuéramos una “revista de chicas”. Pero nosotros decíamos que no era así, podía haber uno que otro culo Portada de Chichoni para un Fierro Extraa veces, pero no era ese tipo de revistas. En fin, una pavada...esas boludeces que sirven siempre para vender más.

DA/LV - En definitiva, los sobrevientes eran ustedes...

JS - Claro, exactamente es así. Así es.

DA/LV - ¿Fierro fue la mejor revista de historietas?

JS - De las que yo hice sí, y eso que fue la única.

Mercado y Lectores

DA/LV - Los lectores de Fierro eran miles, ¿cuántos lectores podría convocar una revista de esas características en la actualidad?

JS - No tengo la más puta idea. Yo me refería anteriormente a los dibujantes, sé que siguen habiendo tantos dibujantes como antes, aunque hagan cosas diferentes, uno dibuja lo que ve. Y los dibujantes de ahora puede ser que se vuelquen más al manga, a la historieta de superhéroes, no sé. Ahora...¿cuántos lectores hay para una revista de historietas?. No tengo la menor idea, no sabría decirles si hay público o demanda.

DA/LV - Suponemos que además de la retracción económica que sufrieron las capas medias a partir de los noventa, tiene que haber otros motivos que influyen en la caída del lector de revistas de historietas

JS - Sí, claro. Pero el tipo de revista que Fierro encarna, es un tipo de revista que está en crisis en todo el mundo, no es que está en crisis el lector, está en crisis el modelo. No es que no hay revistas de historietas al estilo de Fierro en la Argentina y haya que preguntarse porqué no aparecen los editores acá. ¡No hay en ningún lado! En ningún lado se comete la estupidez de editar revistas con ese estilo. Me refiero fundamentalmente a la historieta europea, que es con la que estamos más emparentados, son nuestra referencia, más que la historieta norteamericana, aunque en los últimos tiempos esto haya cambiado un poco. Pero lo que quiero decir es que el tipo de revista con historietas autonconclusivas, o con historias del tipo continuará, con personajes que siguen en los números siguientes, eso desapareció. No existe más. Y desapareció incluso en Francia que era un gran mercado para revistas tipo Fierro. La diferencia es que en Francia, ese modelo acabó, pero se fundó otro: el libro. Existe otro mercado. Nosotros nunca fuimos capaces de construir otro mercado cuando cayó el de las revistas. Lo que yo quería hacer en La Urraca, en la época en la que me rajaron era eso: empezar a publicar libros de historietas, o álbumes, como quieran llamarlo. Yo quise siempre esto: unitarios de 48 y 64 páginas. Ese es el formato que existe hoy y es el único que camina. En Francia la historieta continua viva y poderosa gracias a este cambio. En Italia, la historieta continúa con un formato más de arrastre, un viejo formato, más barato, más chiquito, con personajes con historias de continuará, del estilo Bonelli, entre otras. En Italia funciona eso, porque el público quiere o está acostumbrado a ese formato editorial. En Italia, pegó bien la tira Cybersix de Carlitos Trillo, en otro mercado no hubiera caminado. En el nuestro, lamentablemente, la historieta dejó de ser el negocio de muchos para pasar a ser el desafío de unos pocos.


VÍNCULOS:

Entrevista a Sasturain, por Andrés Accorsi


[ Entrevista: Diego Agrimbau y Laura Vazquez, cedida para Tebeosfera 021005 ] [ Este documento forma parte de un libro en preparación, inscribiéndose en el marco de un proyecto de investigación académica que desarrollan sus autores. Quedan protegidos todos los derechos © 2002 D. Agrimbau y L. Vazquez ]