«En su
heterogeneidad debe verse un síntoma de los tiempos y un rasgo
intencional, impostado: demostrar que la historieta es una sola, la
que se hace con la inteligencia y el corazón, dos necesidades
nacionales imperiosas en todos los órdenes» (Sasturain, J.:
El
domicilio de la aventura,
Editorial
Colihue, Buenos Aires, 1995, página 44)
Revista
Fierro y Editorial La Urraca
Diego
Agrimbau / Laura Vazquez- ¿Cuál era el perfil del lector de
Fierro y cuál era el proyecto editorial de la revista?
Juan Sasturain-
Fierro nació como un producto de HUM®. Estaba muy
claro en la editorial de que para que un producto se vendiera tenía
que tener la marca HUM® en algún lado. HUM® iba al
frente y el resto de las revistas atrás. Si ustedes se acuerdan de
la tapa original la revista Fierro aludía directamente a la
revista HUM®. La revista Humi, por ejemplo, ya hacia
referencia en su nombre a la “madre”. Es decir, HUM®, que
había tenido un éxito impresionante, era la que arrastraba a todos
los demás productos. En el proyecto original la idea era hacer una
revista de historietas ligada a HUM®, como había sido
originalmente la revista SuperHUM®, que salió en el 81. Lo
que pasó es que el proyecto de SuperHUM®, del que participé
desde un comienzo, fue contaminado por la revista HUM®, por
decirlo de alguna manera. Es decir, la revista SuperHUM®,
que fue pensada como una revista de historietas, se llenó de notas,
de comentarios de actualidad, de reportajes y lamentablemente perdió
su esencia. Poco a poco pasó a ser una revista con
historietas y no una revista de historietas. A SuperHUM®
la hice un tiempo, como secretario de redacción, también estuvieron
Saccomanno, Trillo y alguna gente más. La dirección siempre se la
reservaba el “tano” Cascioli. Si ustedes ven, todas las
publicaciones de La Urraca estuvieron bajo la dirección de
Cascioli. El conservó la dirección, pero la única revista en la que
tenía incidencia directa, en la que hacía y deshacía todo lo que
quería, era la revista HUM®. SuperHUM® nació como
una revista bimestral, como suplemento de HUM® y luego se
formó como revista de historieta y pasó a ser mensual. Hacia el
final estuvo Enrique Vazquez, pero esto ya es en el 82, más o menos,
en períodos preelectorales, cuando la revista pierde todo su
contenido original. Con respecto a Fierro nace en el 84,
porque “el tano” siempre quiso tener una revista de historietas y
como SuperHUM® se había desdibujado como proyecto, pensó en
una nueva revista. Cascioli tenía un nombre pensado, Kaput,
nombre que inclusive tenía registrado. Yo me había peleado con él a
fines del 81 por quilombos políticos, típicos en esa época. No es
necesario que esto se ponga, o sí, no hay problema. Nos habíamos
peleado por problemas gremiales, yo armé una comisión interna, el
tano se volvió loco, hubo un paro, adhesión al paro y él estaba
paranoico, me decía “me quieren sabotear la revista” y bueno, lo
mandé literalmente “a la concha de su madre”. Nadie quería
sabotearle la revista. Se lo dije, pero no quiso escuchar. Me ofendí
y me fui a mi casa, renuncié. No me gustó de que me acusara de que
le estaba saboteando la revista. Dejé todo, me quedé sin trabajo,
cosa que nunca hay que hacer. Lo que pasa es que en aquella época él
era radical y yo era peronista. Y bueno, esas cosas pasan. En el año
84 nos volvimos a cruzar y me dijo que quería hacer una revista de
historietas. Le dije que estaba bien y nos volvimos a sentar a
hablar, yo le pedí que trabajemos sin exclusiones, en absoluta
libertad, que todo el mundo pueda opinar y Cascioli dijo: “sí, no
hay problema, dale para adelante”. Y así fue. Cumplió su palabra. En
Fierro se trabajó libremente. Me terminaron echando cuatro
años
después,
pero eso es otro cantar. Los años en los que estuve la pasé bien. La
editorial era un lugar de trabajo muy bueno. No tengo de qué
quejarme. Siempre tuvimos grandes diferencias con “el tano”, pero
había un respeto. La Urraca, con todas los quilombos de
juicios, de palabreríos, de cosas de ese tipo, era un buen lugar. Si
ustedes se fijan van a ver que en todas las editoriales siempre hay
algún quilombo. Con “el tano”, la verdad, es que se trabajaba
tranquilo y bien.
DA/LV-
¿Qué puede decirnos de la politización de HUM®, explícita ya
en su última etapa?
JS -
HUM® en su última etapa se alineó completamente con el
alfonsinismo. Un poco con la presidencia en la revista de Enrique
Vazquez, de Luis Gregorich y otros, gente que estuvo muy ligada al
gobierno más tarde. Pero esto que pasó en HUM® no pasó en
Fierro. Primero, porque era una revista de historietas y de
algún modo defendimos la idea de no trabajar con coyunturas. Si
ustedes ven, hay algunas alusiones políticas, por ejemplo, la
historieta de Malvinas. Pero, en general, tratamos de que no hubiera
alusiones políticas directas. Y fíjense, de que precisamente, todo
ese tipo de cosas eran las que Cascioli prefería hacer. Pueden tomar
como ejemplo emblemático a HUM®, pero también hace poco
tiempo, también su revista Cazador, nace como una revista de
coyuntura. En Cazador, “el tano” se metía con Menem, con la
política económica, con todas esas cosas. A él siempre le gustó
expresarse así, en las coyunturas. Pero a nosotros no. Una cosa es
la política y otra cosa es la coyuntura política, ¿se entiende, no?.
Nosotros, un poco por convicciones, no queríamos que la revista
fuera un canal de oportunismo. Estábamos hasta las manos de
política, pero cada uno hacía lo que se le cantaba. Esto lo digo con
absoluta convicción: la gente trabajaba en libertad. ¿Por qué?,
porque Lima o yo nos enterábamos de lo que hacían los dibujantes,
recién cuando llegaban las páginas. Le dábamos, qué se yo, cuatro
páginas a Nine, dos a Chachimba, seis al “Negro” Fontanarrosa, y
ellos hacían lo que querían. Si había lugar, salía. Si el “cabezón”
Breccia quería hacer “El sueñero”, se hacía. Después, en la empresa,
se armaban unos quilombos terribles, porque había zonas que eran
realmente conflictivas. Una cosa era que no fuéramos radicales, eso
estaba permitido. Pero otra cosa, era que fuéramos peronistas, o aún
peor, que lo demostrásemos. Rep, Muñoz y Sampayo, “el loco”
Barreiro, todos trabajaron cómodos. Eso creo.
DA/LV -
¿Era Juan Manuel Lima o usted el que tomaba las decisiones respecto
a los artistas o las historietas que se publicaban?
JS -
Yo tenía más decisión respecto a lo que se publicaba, era el
secretario de redacción. Respecto de Oxido, el suplemento,
paulatinamente eso fue derivándose como responsabilidad de Juan
Manuel. Lo que pasa es que hay que tener en cuenta que había un
fluir de chicos infernal. Caían a la redacción decenas de pibes por
día, todos querían mostrarnos lo que hacían. Tanto Juan Manuel como
yo los atendíamos con toda la paciencia. Venían tantos, que al
final, tuvimos que sistematizar un día para ver los trabajos, y
pusimos como día de muestra los días miércoles. En parte venían a
Fierro porque les encantaba la revista y en parte porque era el
único lugar en donde podían publicar y en donde se les abrían las
puertas. Muchísimos de esos chicos llegaron a publicar su historieta
en Fierro, y muchos otros se fueron con una puteada. Mucha
gente que publicó hoy sigue haciendo cosas en la historieta o en el
arte, pero otros no sé en qué terminaron. Incluso, le habremos
errado alguna vez, pensando que un pibe era un genio y después
resultó ser un bleff. Alguno se nos habrá pasado, eran
demasiados. En síntesis, los trabajos de los muchachos que
publicaron, tenían como marca la experimentación y la calidad.
DA/LV -
¿Era una revista homogénea o heterogénea en sus contenidos?
JS - Muy heterogénea, completamente. A nadie le llegaba a
gustar la revista en su totalidad, pero a todos le gustaba aunque
sea alguna historia. Por ejemplo, los chicos que estaban pegados a
la ciencia ficción, a la clásica historieta norteamericana y
europea, al heavy metal, y a todo lo que estaba de moda entonces, se
sentían atraídos por Altuna o por Gimenez.
Pero claro,
veían algo del Marinero, de Muñoz o de Max y decían: “¿cómo publican
esa mierda?” o “¡no se entiende nada!”. Y por otro lado, estábamos
nosotros, que éramos minoritarios, que contemporizabamos un poco
esas apreciaciones porque nos gustaban mucho esas cosas. Hicimos un
concurso para que los lectores votaran y ahí se veía claramente
cuáles eran las tendencias.
DA/LV -
¿Cómo se resolvió internamente quiénes serían los ganadores del
concurso del Subtemento Oxido?
JS -
Nos sentamos con Lima, pusimos todos los trabajos, cientos, arriba
de la mesa y no tuvimos la menor duda de quién sería el ganador. Max
Cachimba es un artista enorme, un genio. ¡Tenía quince años!.
Había
una diferencia abismal. Después había un chico que más tarde se
volcó a la plástica, Ernesto Ballesteros, que firmaba “Folloñito”,
que era muy bueno también. Había muchos muchachos que hacían cosas
buenas y experimentales, pero después se volcaron a la pintura. Max,
en cambio, eligió el camino de la historieta, es un artista, un tipo
de fuera de serie y un gran autor. ¿Y qué puedo decir de Pablito De
Santis?, ya sabemos lo que es Pablo. ¡Si en esa época tenía una
madurez increíble!. Era el primer guión que escribía y resultó
sorprendente. Recuerdo que dijo que su guión era un cuentito que
había escrito y que lo adaptó para que lo dibujara Max. Esos chicos
nos sorprendieron a Juan y a mí.
DA/LV -
¿No les llamó la atención a Lima o a usted que el concurso haya
convocado a más de cuatrocientos participantes?
JS -Si
ustedes sacan una revista de historietas hoy, con inquietudes
similares a las que tenía Fierro, van a lograr resultados similares.
Acá jugadores de fútbol y dibujantes no les van a faltar nunca.
Después, que no tengan equipo donde jugar, ni cancha donde patear es
otra cosa. Los dibujantes no tienen laburo, pero hay cientos.
DA/LV -
Toda la denominada “movida de los ochenta”, que encuadraba a los
nuevos autores norteamericanos, influenciados por sus contemporáneos
ingleses, autores como Alan Moore, Neil Gaiman o Alan King, ¿por qué
fueron excluidos de la revista?
JS -
No es que los excluyéramos, no les dimos pelota, directamente. Un
poco por ignorancia mía y otro poco porque queríamos editar lo
nacional. Yo recibía todo el material que publicaba la editorial
Fantagraphics. Entonces, cuando publiqué algo yanqui en la
Fierro publiqué las cosas que me gustaban a mí, como Robert
Crumb, por ejemplo. También en un principio publicamos a Moebius y
al tano Hugo Pratt, que es como si fuera nuestro. Incluimos algo de
Manara, pero un poquito nada más, y lo más intelectual de él. Yo no
quise meter tiras o historias porno light en la revista. No metíamos
culos por meter culos. Cuando poníamos una teta o un culo en la
tapa, se lo decíamos en la editorial al lector: “como vendemos más
por este culo, le regalamos este culo”. Era así. Incluso había una
editorial chiquita que se llamaba Contraindicaciones que
explicaba en cierta manera toda la joda que tenía la revista.
Hacíamos una lectura perversa, una antieditorial de la revista. Allí
escribíamos cosas del tipo: “si se quiere hacer la paja no va a
poder con esta revista, si usted quiere divertirse tampoco va a
poder hacerlo”. En fin, queríamos jugar un poco con todo eso...
DA/LV -
¿Pero cuál era la razón por la que no quería importar material?
JS -
Porque queríamos producir historietas argentinas. Era mas barato
traer material de afuera. Les doy un ejemplo, a Manara lo habíamos
conseguido a cuarenta dólares la página, estaba muy bien, era un
buen precio para esa época. Pero me acuerdo que después se lo
estafó, que sé yo, una de esas argentinadas típicas, nunca se le
pagó. Lo que quiero decir es que vos podías traer a autores europeos
o norteamericanos a muy bajo precio. El tema es que nosotros no
queríamos hacer una revista con pedazos de todo el mundo. Si ven las
revistas españolas de la época, van a notar que se parecían todas
entre sí, vos agarrabas cualquier revista una griega o una francesa
y eran las mismas. Había tres o cuatro agencias y los autores eran
los mismos. Cualquiera se armaba una revista con cuatro mangos, sin
darle laburo a nadie y comprando un cachito de cada autor de moda en
las agencias. Ponías a Moebius a Bilal y a Crumb y tenías una
revista en la calle. Fierro era distinta, era una revista que
ponía el cuerpo, que apostaba a material nacional. Para que
Fontanorrosa, Nine, los que vivían acá, pudieran publicar siempre
teníamos que pagar mensualmente y por eso ellos trabajaron haciendo
historietas para Fierro que eventualmente nunca reeditaron.
Los muchachos que estaban afuera, como Muñoz, Sampayo o Gimenez, lo
que cobraban ciento treinta dólares a cualquiera a nosotros nos lo
cobraban treinta y cinco, pero la condición era la regularidad. Para
que los pudiéramos publicar siempre teníamos que poder pagarles. Si
Trillo o Mandrafina hacían una historieta nueva no la iban a hacer
exclusivamente para nosotros, la hacían para Fierro, pero
también para España, para Francia, otros mercados. Ese tipo de cosas
ya no existe más hoy en día. Fierro era una posibilidad entre
varias.
DA/LV -
¿Cuál era la tirada de ejemplares de la revista en la época en la
que usted participó del proyecto y cuáles sus ventas?
JS -
No, no sé nada de eso. Nada. No tengo los números. Los editores
siempre te dicen lo mismo, es típico. Si vendés dieciocho mil te
dicen: “¡si vendiéramos veinte mil sabés que bien andaríamos!”. Si
vendés cinco mil, te dicen: “con diez mil nos paramos”. ¿Y cuando
vendés diecisiete? Es todo un cuento. Eso siempre es así. Yo creo
que en algún momento Fierro vendió veintipico, y en la última
época no habrá llegado a cinco mil. Cuando yo estaba vendíamos, no
sé, para redondear, entre once mil y doce mil. Pero terminó
vendiendo la mitad.
DA/LV -
¿No cree que Fierro podría haber seguido saliendo con esa
tirada?
JS -
Yo creo que todo producto, un diario, una revista, un programa, lo
que sea, tiene un ciclo de vida.
Y
eso es perfectamente normal. A veces se puede reciclar, a veces no.
Lo que no quiere decir que el producto decaiga.
Este diario,
por ejemplo [Página 12], empezó como un boom y hoy
apenas se mantiene, pero el diario sigue siendo el mismo.
Fierro
se murió cuando se tenía que morir y duró una barbaridad, cien
números no es una pavada.
DA/LV -
Un dibujante como Carlos Nine, por dar una opinión, nos dijo en su
reportaje que no sabía hasta que punto alguna vez Cascioli “entendió
a la Fierro”.
Esta
es la mirada de muchos que adjudican el mérito de la revista a Lima
y a usted...
JS - Ah, sí, claro. El producto para bien o para mal lo hicimos
nosotros.
Cascioli sabía
que no podía venir con cualquier cosa, no sé, un dibujante yanqui
que no nos gustase, una historieta que no fuera parte de nuestros
conceptos de selección.
El eso la sabía y lo respetaba. Las
responsabilidades eran nuestras.
DA/LV -
¿Quién propone el slogan “historieta para sobrevientes”?
JS -
Yo, y es un afano, inconsciente, pero un afano al fin. Se lo robé a
la revista El Víbora, que reza en su slogan “para
supervivientes”. Me acuerdo que me encontré una vez a Berenger, el
flaco siempre estaba de porro, y hablamos de este tema. Después en
otra época cambiamos el slogan de Fierro y le pusimos “contra
el apriete”, porque nos habían apretado... alguna pequeña especie de
censura. Era la época en que Pacho (O´Donnell) estaba en Cultura.
Nos habían mandado con la revista porno, por algún contenido que
publicamos, la Junta de Moralidad nos hizo
exhibirnos ensobrados, como si fuéramos una “revista de chicas”.
Pero
nosotros decíamos que no era así, podía haber uno que otro culo
a
veces, pero no era ese tipo de revistas.
En fin, una
pavada...esas boludeces que sirven siempre para vender más.
DA/LV -
En definitiva, los sobrevientes eran ustedes...
JS -
Claro, exactamente es así.
Así
es.
DA/LV -
¿Fierro fue la mejor revista de historietas?
JS -
De las que yo hice sí, y eso que fue la única.
Mercado y
Lectores
DA/LV -
Los lectores de Fierro eran miles, ¿cuántos lectores podría
convocar una revista de esas características en la actualidad?
JS -
No tengo la más puta idea. Yo me refería anteriormente a los
dibujantes, sé que siguen habiendo tantos dibujantes como antes,
aunque hagan cosas diferentes, uno dibuja lo que ve. Y los
dibujantes de ahora puede ser que se vuelquen más al manga, a la
historieta de superhéroes, no sé. Ahora...¿cuántos lectores hay para
una revista de historietas?. No tengo la menor idea, no sabría
decirles si hay público o demanda.
DA/LV -
Suponemos que además de la retracción económica que sufrieron las
capas medias a partir de los noventa, tiene que haber otros motivos
que influyen en la caída del lector de revistas de historietas
JS -
Sí, claro. Pero el tipo de revista que Fierro encarna, es un
tipo de revista que está en crisis en todo el mundo, no es que está
en crisis el lector, está en crisis el modelo. No es que no hay
revistas de historietas al estilo de Fierro en la Argentina y
haya que preguntarse porqué no aparecen los editores acá. ¡No hay en
ningún lado! En ningún lado se comete la estupidez de editar
revistas con ese estilo. Me refiero fundamentalmente a la historieta
europea, que es con la que estamos más emparentados, son nuestra
referencia, más que la historieta norteamericana, aunque en los
últimos tiempos esto haya cambiado un poco. Pero lo que quiero decir
es que el tipo de revista con historietas autonconclusivas, o con
historias del tipo continuará, con personajes que siguen en
los números siguientes, eso desapareció. No existe más. Y
desapareció incluso en Francia que era un gran mercado para revistas
tipo Fierro. La diferencia es que en Francia, ese modelo
acabó, pero se fundó otro: el libro. Existe otro mercado. Nosotros
nunca fuimos capaces de construir otro mercado cuando cayó el de las
revistas. Lo que yo quería hacer en La Urraca, en la época en
la que me rajaron era eso: empezar a publicar libros de historietas,
o álbumes, como quieran llamarlo. Yo quise siempre esto: unitarios
de 48 y 64 páginas. Ese es el formato que existe hoy y es el único
que camina. En Francia la historieta continua viva y poderosa
gracias a este cambio. En Italia, la historieta continúa con un
formato más de arrastre, un viejo formato, más barato, más chiquito,
con personajes con historias de continuará, del estilo
Bonelli, entre otras. En Italia funciona eso, porque el público
quiere o está acostumbrado a ese formato editorial. En Italia, pegó
bien la tira Cybersix de Carlitos Trillo, en otro mercado no
hubiera caminado. En el nuestro, lamentablemente, la historieta dejó
de ser el negocio de muchos para pasar a ser el desafío de unos
pocos. |