T:
Esto era en 1962
ya… a los dos años se volvió a Europa.
CC:
Fue en diciembre
de 1963. Precisamente yo había llegado en diciembre de 1949 y volvía
a España justo 14 años después. Y vine sólo, a Málaga, que era la
ciudad que yo conocía. Dejé allí a mi esposa y a mis tres hijos y me
vine para acá, ya con trabajo. Cuando yo decidí regresar a España
fue porque la cosa estaba mal en Argentina; las editoriales se
pusieron ya mal, yago tenía muchas dificultades… No es que hubiera
problemas políticos allí, más había en España, donde aún estaba
Franco, pero ya no había en España el franquismo de los años
cuarenta, era otra cosa, y preferí volver pese a todo, porque yo no
me había ido por cuestiones políticas tampoco. Cuando aquello
comenzó a flaquear se habían venido a España varios autores, entre
ellos Solano López, un dibujante bien conocido de todos. Él también
decidió trabajar en Europa, se puso en contacto con editores
italianos y me preguntó a mí dónde sería mejor establecerse. Le
recomendé Málaga, “un sitio bonito, con clima agradable, donde no
vas a pasar frío” (es que es muy friolero). Se vino para acá.
Después, cuando yo decidí buscar trabajo fuera de Argentina, le
escribí y le mandé unas muestras para su agente, a ver si le
interesaba. Y, efectivamente, al poco recibí carta del italiano y
para cuando llegué a Málaga ya tenía trabajo esperando en Correos:
la primera historieta para Fleetway.
T:
Eso a través del agente milanés Piero D’Ami, según tengo entendido.
CC:
Sí, un
representante de los argentinos para el mercado británico. Yo de
inglés no sabía nada, y el material para Fleetway iba en inglés,
claro. Entonces me ayudó Solano: me tradujo el primer encargo. Y el
segundo se lo dio a su mujer, que ella no sabía tantos inglés como
él, pero, en fin, se apañaba, y estuvo ayudándome con eso hasta que
llegó mi esposa, que vino unos meses después. Tengo una anécdota
graciosa de esa época, de las traducciones. La segunda historieta
que yo hice era de aventuras en tiempos de guerra: “Mighty McGinty”,
que no era bélica, era de acción, donde las situaciones, e incluso
los personajes, tenían un toque cómico. El héroe era muy bruto, y no
recuerdo muy bien si eran los ingleses quienes estaban asediando a
los alemanes o al revés, el caso es que en una viñeta aparecía en
segundo plano, en un puerto, un barco mercante. En aquella viñeta
estaban o se defendían los ingleses de otros que intentaban tomar el
barco. La chica que me lo tradujo puso: “dos balones salen del
barco” y yo cuando dibujé aquello, aunque me extrañó mucho, puse dos
grandes balones de fútbol saliendo del barco [risas] Claro, lo que
ocurría es que en inglés al bocadillo se le llama “balón”
T:
De balloon…
CC:
Y yo no lo sabía.
En la Argentina se le llama globo, y ella, la traductora, al
proceder también de allí no me supo explicar el asunto de los
grandes balones. Yo dibujé los balones y los envié, claro; luego
recibí una carta pidiéndome explicaciones de porqué había hecho
aquello. Ellos lo corrigieron, claro, pero se habían extrañado
muchísimo. Yo expliqué que supuse que los habían hecho para
defenderse porque como durante la II Guerra Mundial algunos puertos
elevaban globos de estilo zeppelín para defenderse de los ataques
aéreos y la historieta era de corte humorístico…
T:
¿En qué
publicaciones de Fleetway aparecieron tus obras?
CC:
En la primera en
la que publiqué fue en Buster, por marzo de 1964 aparecía
allí “The Shrinker’s Revenge”, luego pasé a hacer “Mighty McGinty”.
En Buster también dibujó Solano desde 1965, en la serie “The
Toys of Doom”; era una publicación de gran tamaño que a mediados de
1965 pasó a ser más chica. Luego yo seguí dibujando historietas para
Smash!, desde 1965, donde también iban publicando a los
superhéroes de Marvel; y para Champion, una revista que
publicó desde febrero de 1966 mis páginas de la serie “When the Sky
Turned Green”. También trabajé en Tiger, ocupándome de la
serie del Sargento Rock británico desde 1965, y de las de “Robot
Builders” en 1966, en la que fue mi sustituto Ron Turner. Dibujé
para Búster and Giggle (personajes como Micky Marvel, Roamin’
James, los Crabbe’s Crusaders, E hice muchas páginas para Eagle,
sobre todo del “Piloto del Futuro” Dan Dare, y para la revista
de DC Thompson Warlord, donde dibujé aventuras del héroe de
guerra Union Jack Jackson desde septiembre de 1974. También eran
mías las aventuras de Samurai, un teniente llamado Tanakai, alias
“El Tigre”, que en 1941 estaba destinado a Malasia como líder de la
“Fuerza Kamikaze”…
T:
No solamente
dibujaste hombres duros, sabemos que también hiciste tebeos para
niñas.
CC:
En efecto,
colaboré en una revista para niñas británica: Melanie.
Y también en una llamada Tina, si bien ese trabajo ya fue
para otro país, pues Tina era una revista holandesa. Estas
historietas para Holanda les llegaron a través de Creaciones
Editoriales, agencia a la que me integré tiempo después, en los años
setenta.
T:
Ajá, o sea que tu
labor en Trinca fue anterior a esas viñetas infantiles.
CC:
Verás, al cabo de
seis o siete años D’Ami y yo discutimos, porque comenzamos a tener
problemas con los guiones y entonces me dispuse a buscar otros
trabajos en España. En los primeros sesenta había aparecido esta
revista, Trinca, y yo escribí una simple carta a Doncel
pidiéndoles trabajo al momento siguiente de dejar Fleetway. Los
madrileños contestaron que estaban dispuestos a publicar mi trabajo,
pero que les mandara algo para que pudieran ver cómo dibujaba. Ahí
no podía yo aspirar a que me enviaran guiones, así que tuve que
inventarme una historia por completo. Entonces fui con las primeras
páginas de Juanjo, que eran en blanco y negro; me presenté
allí con ellas y les gustó, pero dijeron que fueran en color. Les
prometí que las pasaría a color. No fueron esas las únicas
modificaciones: el personaje que yo había hecho era pelón, tenía el
pelo cortado al rape, y el director de la revista, Antonio Casado,
me sugirió que se lo cambiase para que usara un corte de pelo
determinado. En Trinca pagaban bien el trabajo y nada más que
fue terminado apareció publicado en un álbum. Debe ser porque les
gustó. Al menos por las cartas de los lectores sé que gustó. Comencé
el segundo episodio, del cual terminé 16 páginas, que iban de
piratas, pero que no continué porque Trinca dejó de existir y
después no la terminé por falta de tiempo. Juanjo iba en su
máquina del tiempo al siglo XVII con su amiga, una niña, el abuelo
de la niña, que era un sabio, y luego los malos (dos hermanos muy
parecidos, y un doctor malvado también). Es cierto que todo guarda
cierta semejanza con Tintin. Hasta el punto de que cuando
editaron el álbum, Mariano Ayuso, en su comentario hizo notar la
influencia de Tintin, cosa que no era verdad. Fue una
coincidencia total, porque yo no había leído jamás las aventuras de
Tintín. Había visto en Argentina imágenes suyas, es cierto, pero yo
no había leído nunca sus aventuras. Creo recordar que en los años
cuarenta aún no se había traducido en España y, bueno… fue una
coincidencia total y absoluta.
T:
Y luego pasaste a
trabajar con Bruguera.
CC:
Cuando Trinca
cerró pensé en volver de nuevo a trabajar para Inglaterra, pero
antes que buscar un representante fuera decidí escribir a Bruguera,
ya a mediados de los setenta. Escribí a Creaciones Editoriales, que
era una especie de agencia de Bruguera pero independiente. Ellos me
ofrecían el trabajo para el extranjero y, en el caso de que hubiera
escasez de guiones o alguna interrupción, me daban trabajo de
producción propia, para España. De ahí que hiciera algunos
episodios, o historietas, que fueron apareciendo en España en la
revista Super Mortadelo, lo cual no fue otra cosa que una
especie de “suplencia”.
T:
O sea, que la obra
que destinas a Bruguera aparece diseminada por el mercado británico,
o el holandés, o por los países del norte de Europa.
CC:
Sí, porque yo
hacía cualquier trabajo que me llegaba con ellos, con Creaciones
Editoriales, y dibujé cientos de páginas de historieta para toda
Europa. Cuando Bruguera se deshizo, yo seguí trabajando con
Creaciones, que eran dos socios, un Bruguera y otro que estaba en
Inglaterra, Luis Llorente. El de Inglaterra era el que me conseguía
los trabajos; el de España, el que me pagaba y al que yo le mandaba
los trabajos hechos. Era como estar trabajando para España, cotizaba
en Hacienda aquí y todo. Entonces el socio con apellido Bruguera se
murió y siguió funcionando aquello con el que quedó, que aún es mi
agente, Llorente; y mis historietas han seguido circulando por el
Reino Unido, Escocia, etc., pero tuvo que batallar en cierto momento
con Piero D’Ami porque creía que yo era aún de él, que le
pertenecía, y pretendía evitar que me dieran trabajo en Inglaterra.
T:
Entonces, ese
viraje hacia Holanda a finales de los setenta para
Tina…
CC:
No tuvo nada que
ver, al final ganó la partida Llorente pero después me ofreció lo de
Holanda porque aparentemente era más rentable. Así es que estuve
trabajando para Tina durante todo ese tiempo, y nada más que
para Tina, sobre todo haciendo las aventuras de “Kelly”, un
personaje que se ha mantenido hasta nuestros días: en sus historias
las hijas iban sucediendo a las madres según pasaba el tiempo; hubo
cuatro Kellys… O sea, éxito tenían, pero desconozco la repercusión
que mi trabajo tuvo allí. Dejé de hacerlo aproximadamente a finales
de 1976, cuando comencé a dibujar las aventuras de “Dan Dare” para
IPC, primeramente en blanco y negro y luego en color.
T:
Supongo que lo
tuviste que dejar cuando, con el volumen 18 de Eagle dejaron
de publicar aventuras originales de Dan Dare para sustituirlas por
reimpresiones.
CC:
Bueno, yo hice Dan
Dare durante ese tiempo en blanco y negro. Después los editores
reestructuraron la revista, y juntaron Eagle con Tiger,
e hicieron una sola revista. Entonces decidieron que las
aventuras del piloto del futuro fuesen en color directo (hasta ese
momento eran a máquina, en cuatricromía) y me ofrecieron hacerlo en
color directo a mí. Al principio acepté, y seguía trabajando con mi
aportación semanal de cuatro páginas. Me di cuenta de que, mientras
que en blanco y negro podía hacerlas bien, en color ya no, que eso
no eran páginas como las de Commando. Eagle era una revista
de gran tamaño, había que dibujar grandes páginas, de más de siete
viñetas por página generalmente. O sea que eran unas treinta viñetas
en color por semana, más o menos. Además yo las dibujaba en plancha
doble, porque las viñetas, como sabes, se entrecruzaban de página a
página al abrir la revista. Yo tenía que procurar, entonces, cuidar
de que la parte importante del personaje nos e hallase justo en ese
cruce de una página a otra, para evitar que no quedase ahí la grapa.
Eso tiene lío, y más si hay doce o trece viñetas
por
plancha. Llegó un momento en el que trabajaba noches y domingos, y
tuve que dejarlo porque no podía más. Hoy ya no trabajo los
domingos.
T:
¿Y cómo tiene
lugar el salto de Inglaterra a Suecia, para hacer Fantomen?
CC:
Fue por lo de las
cuatro páginas en color. Yo le decía a mi agente que ya no podía
más. Él se daba cuenta y los ingleses también, porque en alguna
ocasión tuvieron que ayudarme en algún episodio, o sea: permitir
saltarme yo alguna entrega para que otro me supliese y me diese
tiempo a continuar. Estaba la cosa muy mal y entonces él, que tenía
también otros dibujantes para Suecia, me ofreció “¿Te interesa hacer
El Hombre Enmascarado?”. Y dije, pues mira, sí, porque era un
personaje que yo había estado leyendo cuando era chavea, lo había
coleccionado y todo. En 1988, para el núm. 15 de Fantomen,
hice un primer episodio, “Kako och Aybol”, luego otro, y así hasta
hoy… y me daban los guiones traducidos, además.
T:
Todo pintaba
estupendo ¿no hubo “peros”?
CC:
Eran rígidos en
los guiones que me enviaban, y no me estaba permitido hacer ninguna
modificación. En cierta ocasión, el guión indicaba que Fantomen, o
Phantom, usaba un arma que no existía en el siglo en el que se
suponía que aquel Hombre Enmascarado corría su aventura. Yo lo
corregí y puse una nota “que esta pistola no existía en el siglo
Tal…”, pero me devolvieron la página con la indicación, muy educada,
de que la dibujase de nuevo ajustándome al guión. Así era. Luego,
llegaron a enviarme una historieta que transcurría en España, donde
no había otra cosa que mujeres vestidas con faralaes y unas corridas
de toros que seguirán un ritual raro, pero ya preferí no decirles
nada. Lo mío era dibujar, y así he seguido hasta hoy. Precisamente
hace poco trabajé en un episodio de El Hombre Enmascarado que tiene
lugar en Ronda, donde se reunían todos los tipismos que te comentaba
antes.
T:
¿Por qué crees tú
que Fantomen es una especie de “héroe nacional” en Suecia?
CC:
Lo ignoro. Cuando
mi agente me lo dijo me quedé perplejo, incluso pensaba que el
personaje había dejado de existir, ya que en España no se publicaba,
pero el caso es que en Suecia sigue siendo muy popular, se publica
en una especie de comic book del que salen 24 ó 26 números al año
(al menos desde 1972) en el cual, aparte de la historieta principal,
protagonizada por El Hombre Enmascarado, de unas treinta páginas,
también hay historietas clásicas del personaje de las dibujadas por
Sy Barry a todo color, historietas del otro personaje de Lee Falk,
Mandrake, pero de las dibujadas por Fred Fredericks, y también
historietas de humor, de Stan Lynde, o también de autores suecos,
como Alf Woxnerud. Y hay sitio para sección de correo de los
lectores, textos sobre las ediciones clásicas de The Phantom,
artículos sobre armas usadas por El Fantasma... incluso tiene su
propio club de socios, "Fantomen Klubben".
T:
¿A qué ritmo
trabaja hoy un dibujante de historietas con 72 años de edad?
CC:
Actualmente
trabajo por episodios. Cada episodio son 31 páginas y nos vamos
alternando cuatro o más dibujantes con el personaje. Ahora están
llegando de Norteamérica autores bastante más flojos de lo que había
antes, quizás es porque se está ahorrando dinero. De todos modos yo
también estoy haciendo otras cosas a parte de historieta: dibujos a
pincel seco, y de vez en cuando expongo en Málaga.
T:
También expusiste
en el Museo de Larrés, ¿no es cierto?
CC:
Hay dibujos míos
allí, sí. En 1999 me localizó y me llamó el organizador de aquello
solicitándome un original. Le envié cuatro o cinco, luego me remitió
una revista donde apareció mi dibujo. Aparte de eso, y salvo por los
contactos que han hecho conmigo Tadeo Juan
y algunos interesados de Málaga no tengo relaciones con otros
autores españoles. Será porque vivo en Málaga, no en Madrid ni en
Barcelona o Valencia. Pero la verdad es que estoy a gusto aquí.
Fuentes consultadas para esta entrevista:
Clark, A. (1998): Dictionary of
British Comic Artists Writers and Editors, The British Library,
London
Cuadrado, J. (2000): De la
Historieta y su uso, 1873-2000, Fundación Germán Sánchez
Ruipérez / Sins entido, Madrid
Hidalgo, J.C. (2002): “El dibujante,
en general, siempre ha sido muy bohemio”, en La Opinión de
Málaga, 18-XI-2002 (también, disponible en: http://webpersonal.uma.es/de/jirando/cruz1.pdf)
Tadeo Juan (1999): “Carlos Cruz, historietista integrante de la
barra de los geniales”, en ComicGuía núm. 41, Tadeo Juan
Editor, Valencia (XII-99)
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