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LA SITUACIÓN DEL HUMOR GRÁFICO EN LA ARGENTINA

LO QUE PASA EN LA ARGENTINA NO ES CHISTE, por Ana von Rebeur   

AL MENOS ME EXPRESO, por Claudio Kappel

ARGENTINO, UN CHISTE DEL DESTINO, por Óscar Milicich   

 

Copyright 2002 Paz

[ Viñeta de Paz ]


El grave problema de crisis económica por el que atraviesa Argentina prosigue; insiste la herida, tercamente dolorosa, de la desazón y la tristeza. De nuevo insistimos en Tebeosfera sobre este hecho al que ya nos vamos haciendo insensibles en tanto el globo informativo se hincha con otras matanzas y otras crisis. Ahora, Von Rebeur nos describe más concretamente la situación de los humoristas gráficos de allá, y dos de sus colegas de profesión emiten su crónica, sorprendentemente fuerte de espíritu, aún.

Ana von Rebeur es periodista, dibujante humorística y presidenta de FECO Argentina (Federación Internacional de Organizaciones de Cartunistas). Es autora de diez libros de humor, siendo los últimos Chistes Feministas (Planeta, 2001),  No me pisen que ando en ojotas (Planeta, 2001) y Madre hay una sola y justo te toca serlo (Grijalbo-Modadori, 2000). Ha sido reconocida con el Award of Success del Aydin Dogan Vakfi, Turquía, 2001, y con la Mención de Honor del Festival de Humor Yomiuri Yimbun de Tokyo, Japón.

Claudio Kappel es humorista gráfico, vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.

Oscar Milicich (Osmi) es humorista gráfico, vive y trabaja en Rosario, Argentina.


LO QUE PASA EN LA ARGENTINA NO ES CHISTE

El humor siempre representó un estado de rebeldía y resistencia contra el status quo, una mirada avispada para azuzar conciencias, una acto de protesta escondido tras una sonrisa. No es raro, entonces, que después del primer shock inicial que nos dejó a todos sin palabras ante el caos financiero, político y económico en que se ve hundida la Argentina, no nos quedara a los humoristas otro remedio que hacer chistes ante semejante tema enorme como es ver en directo el cataclismo de un país al que todos insisten en esquilmar, de tantas riquezas naturales que tiene.
La Argentina es una paradoja para el mundo entero: acá la droga y el alcoholismo denotan la presencia de enfermo a quien hay que ayudar, no hay tanta obesidad como en Australia o Estados Unidos, ni casos de desnutrición masiva como en África, la mayoría de la gente usa calzado, bebe agua potable en abundancia, no padecemos cataclismo naturales como terremotos o ciclones, el clima es siempre benigno y las cosechas son fáciles debido a que se realizan en tierras llamas y fértiles.
Pero tenemos un karma desgraciado, tal vez justamente debido a que nuestras bendiciones fueron nuestras maldiciones: allí donde todo abunda por naturaleza, la tentación de robar a lo bestia. Y nuestros gobiernos siempre han robado.
Los indios nativos ni siquiera tenían en sus lenguas una palabra que refiera al acto de robar: eran comunidades tranquilas que compartían todo lo que tenían. La primera desgracia fue la llegada de los incas, que impusieron la primer dictadura entre pueblos locales y mansos, como los tehuelches, diaguitas, guaraníes, wichis y qom. En la lengua inca sí existía la palabra “robar”, y figuraba en los tres mandamientos del reino: “No mates, no dañes, no robes” .
Luego llegaron los españoles masacrando a todos los pueblos aborígenes y robar su tierras, para repartirlas como “mercedes” entre los más destacados de los militares genocidas. De ahí en más, todo intento de gobierno igualitario fue respondido con fuego y más matanzas. El poder pasó de ser las ramas a ser el dinero. Mucho dinero en manos de unos pocos, tratando de mantener en la esclavitud a la gran mayoría: eso es lo que pasó en los últimos tres siglos, sumado a una masa inmigratoria que creyó que encontraba acá el Paraíso perdido para encontrase con leyes arbitrarias, impuestos absurdos y desocupación. Como buenos hijos y nietos de inmigrantes, donde no te hacen la vida fácil el concepto de “patria” allí es difícil de asimilar.
Los argentinos pasamos los ´60 y los ´70 escuchando en todos los medios que este era el mejor país del mundo. Hablar mal del país era una ofensa, una traición. Desde los ´80 hasta ahora nos venimos mancillando día a día con la novedad de que somos el peor país del mundo, manejados por una dinastía inagotable de cuadillos corruptos que se sirven a sí mismos en lugar de servir al pueblo.
Y seguimos siendo inmigrantes perpetuos, mirando con añoranza a los destinos de donde vinieron nuestros abuelos, pensando “¿ Por qué no se habrán quedado allí?”. Como dice el humorista Enrique Pinti, «siempre sentimos que estábamos de paso, y como todo el que está de paso nos robamos las toallas y los jaboncitos del hotel que es nuestro país.»
Si algo teníamos de bueno era educación y salud gratuitas. Ahora, eso está en un tembladeral. Y el nivel educativo y de salud del argentino promedio cayó a niveles insoportables. Hay largas colas frente a las embajadas, y largas colas frente a los bancos: en ambas buscamos la libertad tronchada.
Ante este panorama, es muy difícil hacer humor.
No tenemos bombas silbando sobre nuestras cabezas, pero sufrimos una dictadura civil por decreto, sin leyes ni justicia, y un gobierno sin autoridad más que para mancillar nuestra dignidad, que ejerce un ejemplo nefasto de arriba hacia abajo, que se refleja en cualquier ámbito del país. Se maltrata al público en los bancos, en las escuelas, en los hospitales, en las bibliotecas, con una impunidad atroz . «¿Y cómo quiere que lo trate, señor? Estamos en el Tercer Mundo y mire el gobierno que tenemos...» es la explicación de una empleada airada, de una directora de escuela, de una recepcionista impaciente.
Como tantos argentinos, por primera vez en mi vida integro las huestes del 20% de población desempleada.
Hasta hoy , siempre tuve trabajos sólidos, y hasta varios a la vez. Hace dos años, me empezaron a reducir el precio de las colaboraciones humorísticas a la mitad, y se me comenzó a pagar con cheques diferidos. Luego empezaron a quebrar empresas y editoriales que no me pagaron lo adeudado y tampoco me indemnizaron. También empezaron a pagarme con especies: perfumes o zapatillas en lugar de dinero. Lo terrible fue cuando empezaron a echar de distintas empresas a todos mis jefes. Que me echen a mí, ya era dramático, pero cuando despiden al jefe de uno es gravísimo: uno se queda sin interlocutor, sin poder de renegociación ante el empleador. En un momento llegué e pensar que yo era el problema, porque daba mala suerte: empresa en la que entraba , empresa que quebraba. Hasta que vi que lo mismo le pasaba a muchos colegas.
En esta semana me están llamado de distintos medios (radio, editoriales, televisión) para hacer colaboraciones sin sueldo. Me ofrecen que busque mis propios auspiciantes. ¿Una humorista saliendo a vender su página de humor o su espacio radial? ¡No me hagan reír! Claro que eso implica que, si acepto, tienen humorista y vendedora todo en uno . Y encima, gratis.
Los que no fueron despedidos cobran tarde y mal en papeles de colores: bonos de deuda de una país en bancarrota. Para colmo, tienen que hacer el trabajo multiplicado que dejó pendiente la gente que fue despedida.
Pero si algo bueno tenemos los argentinos es que somos versátiles. Podemos hacer cinco cosas a la vez, y adaptarnos a cualquier cambio. Nos dejamos llevar por los aires de la moda, y quien tenía un tobogán gigante lo cerró para hacer una sala de pools, una cancha de paddle o una pista de patinaje sobre el hielo, y luego un “ Todo x $2”, de la noche a la mañana y como si siempre se hubiera dedicado a ello. Los arquitectos son taxistas, los ingenieros distribuyen aceite con su auto, las maestras venden tortas, las bioquímicas abren un kiosko y hasta en un balneario un grupo de ingenieros y médicos abrieron un local llamado “La Empanada Diplomada”, decorado con su inútiles diplomas, de donde salían deliciosas empanadas de carne cortada con bisturí y medidas precisas.
Mientras tanto...¿ Qué hacemos los humoristas?
Una amiga humorista se ofreció en una revista para hacer una página de humor y terminó haciendo una columna sobre decoración de interiores. Después de todo, el humor tienen que ver con la decoración del alma.
Otro humorista gráfico se dedica a hacer maravillosos ejemplos de humor gráfico que reflejan los dramas cotidianos, y se los envía escaneados a todos sus conocidos por e-mail. El nos ayuda a seguir adelante, y nosotros lo ayudamos diciéndole que nos encantó su chiste, y que lo mandamos a sitios web del exterior. El cordobés Cristóbal “Crist” Reinoso ideó dar clases de dibujo humorístico a través de Internet...
Sobrevivieron haciendo humor sólo los contratados por grandes medios, los que trabajan para medios extranjeros y los que se adaptaron al gusto populachero y chabacano que exige la radio y televisión actuales (“Que la gente no piense , que lo entienda hasta a abuela analfabeta”).
El humor televisivo está tan confundido que cada vez que dan premios al mejor programa del año hay controversia porque categorizan como “comedia” a los culebrones dramáticos y como “programa informativo” al de humor político.
En el año pasado el gremio de dibujantes quisimos reunirnos para formar una Asociación que nos ayudara entre todos a cobrar protagonismo en un mundo donde las fotos abundan y son más baratas que un chiste o una tira cómoda hechos artesanalmente. Nuestro entusiasmo se esfumó con la crisis de diciembre: estábamos planeando realizar una gran muestra con subasta de originales y el gobierno confiscó nuestros ahorros. Finalmente, nos volvimos a dispersar.
De todos modos, creo que estos tiempos de crisis pueden ser aprovechados de varias maneras. Porque cuando los argentinos nos entusiasmamos, somos hiperactivos, y aún cuando estamos desocupados no tenemos un minutos libre: siempre hay algo que hacer .
Como dice Joan Manuel Serrat, “Bienaventurados los que están en el fondo del pozo, porque de ahí en más sólo cabe ir mejorando.”
Para mantenernos activos y como manera de laborterapia, muchos de mis colegas están dando clases de humor gráfico. Otros estamos enviando obras a concursos internacionales, trabajo que coordino gratuitamente como presidente local de FECO, federación que reúne a 2500 humoristas de todo el mundo en 23 sedes esparcidas por todo el planeta. Estamos recibiendo premios e invitaciones para recibir premios en Turquía, Japón o Egipto. Pero si yo le muestro mi medalla japonesa,-obtenida entre 8500 participantes- al carnicero, él no me da a cambio ni una salchicha.
Gracias a esta maravilla de Internet, mucho nos estamos volcando a probar suerte en editoriales extranjeras, aún arriesgando a no poder cobrar un cheque en dinero extranjero debido al cerrado “corralito” bancario que terminó con la circulación de moneda extranjera.
Otros están armando libros o muestras individuales, ilustrando manuales infantiles, diseñando naipes y tarjetas, muchas veces gratis o por precios absurdamente bajos.
Lamentablemente, los humoristas debemos competir con los políticos todo el tiempo: los chistes que hacen ellos negando un día lo que dijeron el día anterior, nos obliga a ver la tercer subcapa de ironía, porque la primera es un sarcasmo en estado puro de un gobierno que se burla de todos nosotros constantemente. La angustia es tal que creo que, una vez más, el humor será la salvación, el refugio, el consuelo, el alivio para todos.
Desde hace años, en los concursos internacionales los rusos, letones, ucranianos, polacos, cubanos e iraníes están cosechando premios maravillosos. Muchos nos preguntamos por qué son tan creativos. Y nos respondemos que allí donde hay dolor, miseria, corrupción, censura, crisis y desaliento, el humor se potencia como una revolución interna. El humor ha tenido un impresionante éxito en los peores años de la dictadura argentina, para aletargarse en tiempos democráticos. Creo que en esta nueva dictadura civil el humor está a punto de florecer. Todo está listo para que nazca un caldo de cultivo ideal para la protesta humorística, para la crítica desde la sonrisa, para el pellizco cotidiano del chiste irónico, para no aletargarnos ni acostumbrarnos a la injusticia.
Pese a todo, los argentinos no nos rendimos. Tampoco nos censuramos. La censura existe, veladamente –«Este tema no es apropiado para nuestra sección.»-, pero muchas veces logramos sortearla, porque las obscenidades mayores vienen de los dirigentes. Todo lo nuestro es puro candor, en comparación. Los argentinos seguimos con la moral en alta. Todavía nos queda la propia dignidad: «Eso no lo hago», «Esto no lo acepto», cacerolazos y “escraches” a los políticos corruptos. Tenemos grupos barriales solidarios formados para ayudar a los que menos tienen, información permanente en la web sobre corruptelas cotidianas, tamberos que regalan la leche a los indigentes para no venderla a precios viles, clubes del trueque donde no circula el dinero, donde se cambian tomates caseros por cortes de pelo y asesoramiento legal por tortas de chocolate... y esta bendita manía de reírnos de nosotros mismos, que nos salva de la desesperación. Todo lo que nos sucede es tan doloroso que parece un enorme funeral. Pero ya se sabe que es junto al cajón del muerto donde se escuchan los mejores chistes.

Ana von Rebeur


AL MENOS ME EXPRESO

Publico todos los días un chiste gráfico en la contratapa del diario La Prensa. La crisis en la Argentina ha generado un par de cosas en lo que a mi producción se refiere: la velocidad de los acontecimientos hace que haya chistes que al día siguiente de haber sido elaborados caducan. En los tres años que llevo publicando diariamente, como los chistes los elaboro con anticipación, es la primera vez que me pasa que en el diario me rebotan... ¡cinco chistes!
Pero justificadamente: fue en diciembre del año pasado, eran chistes que yo había entregado la semana anterior con De la Rúa y Cavallo, así que, por razones de público conocimiento, obviamente ya no servían. Por otro lado, el desánimo es tan grande, que a veces no dan ganas ni de agarrar el lápiz. Si a esto le sumamos la pobreza de lo que pagan (en Argentina son pocos los que ganan bien en el humorismo gráfico), el desaliento para trabajar es muy grande.
De todas formas, me siento un privilegiado al poder expresar todos los días -con humor e ironía- lo que siento.

Claudio Kappel


ARGENTINO, UN CHISTE DEL DESTINO

Muchas veces me pregunto si los políticos argentinos no me estarán sacando mi profesión.
Todos los días al levantarme, prendo la PC para leer los diarios locales y nacionales (me sale más barato que comprar 2 ó 3 diarios todos los días) al leer los titulares; enseguida busco las noticias más importantes y relevantes... todo es todo chiste, por más que busque algo serio, no encuentro. Siempre lo mismo, me da la impresión que desde hace años, nuestra clase política está empecinada en querer hacernos participar de sus propias ocurrencias, pero no se dan cuenta que su sentido del humor –negro- apunta a tan solo un pequeño grupo de lectores y que para el resto, la función terminó hace varios años atrás.
Desde fines del año pasado, se mandaron – como decimos nosotros- la GRAN JODA. Inventaron un corralito para quedarse con todos nuestros pequeños ahorros, y de ahí en más a manejar nuestro dinero como se les ocurra. Atrás quedó la ilusión de muchos tontos que creímos que estábamos en el soñado Primer Mundo. Tontos e idiotas, como aquella vez que un pueblo en medio de la guerra de Malvinas se reunió en Plaza de Mayo para aclamar la llegada del Principito de Gran Bretaña para romperle el culo, mientras un grupo de militares, asesinos y secuestradores de miles de desaparecidos, terminaban sacando la bandera blanca y negociando una rendición, no estaba Maradona ni la “mano de Dios” para ganar esa maldita guerra.
Realidad de una historia argentina que hoy por hoy se lleva a miles de almas a vivir al extranjero en búsqueda del paraíso perdido, muchos se empecinan en abandonar el barco porque piensan que con estos capitanes nunca se llegará a buen puerto. Los entiendo perfectamente, pero como buen leonino sigo creyendo en mi mejor herramienta, mi mano transpirada que toma el lápiz y lo apoya sobre la hoja blanca para crear un chiste que cause una risa liberadora, una alegría crítica y de buen humor, cargado de solidaridad para combatir el pésimo chiste de un gobierno de paso, que reelección o re-reelección de por medio, más de diez años no dura.
Un ruido de cacerola hace temblar mi tablero, mi marcador fino cae al piso y se destruye la punta –pienso: ¿Cuánto me costará ahora reponerlo ya que era made in Germany?... Me asomo a la ventana y veo miles de personas haciendo sonar sus cacerolas como protesta a una realidad socio-económica que no eligieron en las urnas, hay de todo, ricos y pobres, cacerolas nuevas y ollas populares, tal vez sea la primera vez que veo al pueblo unido, saliendo a la calle con el solo motivo de decir basta de chistes; gobiernen, que para eso están, para eso se prepararon o estudiaron –si lo hicieron- y sino váyanse, ustedes son los que se tienen que ir, no nosotros que queremos una Argentina sana y sin corruptos.
Quedaron atrás los años en que presentabas un trabajo a un jefe de redacción y te decía que era imposible publicarlo, porque si lo hacía, los milicos te cerraban el diario –años de censura de ideas– hoy haces un trabajo y no sabes dónde mierda publicarlo porque son años de censura económica, cada día son más los medios de comunicación que cierran sus puertas porque no hay ventas, porque no hay presupuesto, porque nos invadieron las multinacionales que arrasan con todo proyecto menor o nacional que exista. Es duro, muy duro, te hablan de competitividad, los buenos trabajan, los malos no...¿Quién decide? ¿La persona que está a cargo de una oficina de RR HH es idónea o no? ¿Está digitada por intereses personales? ...¿Quién lo sabe?. Siempre el acomodo o el amiguismo hace que trabajes o no.
Argentinos 2002, sin rumbo, pero ilusionados, que trabajando seriamente y con profesionalismo vamos a salir adelante. ¿Existirá en la Argentina algún marcador nacional que pueda reemplazar al mío, víctima del último cacerolazo?

Osmi (Oscar Milicich)

Rosario, marzo de 2002. Argentina


GALERÍA

 

Viñetas de Ana von Rebeur, Langer, Severi, Maxi, cedidas para Tebeosfera 020330


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[ Los textos de esta página han sido escritos en exclusiva para Tebeosfera, si bien del de Ana von Rebeur también existe una versión, menos extensa, servida a una revista iraní ]  |  [ Edición: M. Barrero. Se respeta la lengua de origen para su publicación en Tebeosfera 020330 ]