¿Qué
es el Fausto criollo? Es el encuentro y la charla entre dos
amigos, dos gauchos, dos paisanos: Don Laguna y Anastasio el Pollo; y
entre el libre desarrollo de la conversación surge el tema de la obra
teatral, vista por uno de ellos: Anastasio el Pollo. La pluma de
Estanislao del Campo es la responsable de este poema tan querido y
afamado.
Mas
el punto de vista es fundamental, pues se trata de la visión de la ópera
Fausto de Gounod con textos de Goethe, sí, pero desde la óptica
de un gaucho, de un hombre sencillo de campo, quien baja a la ciudad
para comerciar sus productos y luego concurre para distraerse al teatro
Colón.
Observamos así, que el gaucho ya es un hombre civilizado y trabajador;
criollo libre y honrado, asiste a una representación teatral en pleno
centro de la ciudad; ya no va a un boliche de las orillas para
emborracharse y pelearse a cuchillo por el amorío de una mujer pública o
una ofensa a su persona, de ninguna manera; la educación y una nueva
sociedad van integrando y puliendo poco a poco aquellos rústicos
varones.
Nos
dice León Benarós (autor del ¿superhéroe? “Infra Man”) que «Oski -
nuestro humorista de delicioso barroquismo- ha bordado una
interpretación nueva y regocijante que acompaña, con sonrisa distinta,
el texto conocido»; hay un aire alegre, a lo Molina Campos.
Y en
el Fausto criollo el humor no falta, al contrario; desde el mismo
comentario de la llegada al teatro, con una multitud agolpada para sacar
su entrada al espectáculo, una mujer que se indispone por el gentío y
genera mas alboroto todavía, el estado lamentable en que queda nuestro
amigo por los empujones, codazos y pisotones de los asistentes al entrar
¡y hasta le roban el puñal de su cintura!, finalizando dicha odisea con
la llegada a su ubicación, allí bien arriba donde se instalaba la
paisanada humilde.
Todo
ello es relatado en la peculiar lengua gauchesca y con la obvia sorpresa
e inocencia de quien desconoce tamaña aglomeración de gente y tan
descortés comportamiento; y así el gaucho compara a los concurrentes con
hacienda amontonada, con la mar alborotada, con un corral demasiado
chico para tanta oveja; ¡qué paradoja!, el hombre de campo, considerado
prejuiciosamente como rudo e incivilizado, reflexiona y da el toque de
cordura ante el comportamiento alocado del civilizado público que asiste
a la función.
León
Benarós sigue comentándonos que Oski, con aguda ironía -que no excluye
la ternura- se solaza en el fino trazo con que dibuja un jubón, o
sobresalta –con blanco de huevo duro- los ojos exoftálmicos de algunos
de sus personajes.
Es
así; el trabajo, los dibujos e ilustraciones de Oski para el Fausto
criollo son su obra cumbre; allí encontramos todos los yeites, todos los
truquitos que fue desarrollando a través de toda su carrera; toda la
técnica, estudio y observaciones de Oscar Conti (Oski) se reflejan en su
gran tarea fáustica.
La
edición comentada es la efectuada por la Editorial Universitaria de
Buenos Aires, serie del siglo y medio, consta de 65 páginas; el poema
contiene 49 dibujos incluyendo 7 grandes escenas entre ellos. Se inicia
con la presentación del elenco como toda obra teatral, pero en este caso
el elenco está dibujado, son 6 retratos en 2 páginas. Cada capítulo se
inicia con una gran letra ilustrada; son 6 y coinciden generalmente con
cada cambio de escena de la obra teatral; el título y la hoja final
también incluyen pintorescos y gauchescos dibujos.
Comenta Goethe: «Me preguntan qué idea he querido encarnar en el
Fausto. Cómo si yo lo pudiera decir: ¡no es una idea, es un mundo de
ideas!»; sumémosle a ellas el mundo de ideas surgidas a partir de su
traslado al mundo de la ópera: mundo de teatro, música, ballet y
literatura unidas. Pero eso no es todo, Estanislao del Campo lleva el
Fausto a insertarlo en la cultura del hombre de campo argentino, a
la naciente poesía gauchesca –género lírico único y particular- y,
lógicamente enriquece la literatura argentina, ya sólida pero muy joven.
Las ilustraciones de Oski nos brindan otro mundo de ideas, el que tiene
que ver con el humor gráfico y las historietas: lo que el historietólogo
Oscar Massotta denominó literatura dibujada.
Egresado de la Academia de Escenografía, letrista del mítico diario
Crítica (dirigido por el célebre uruguayo Natalio Botana) y poseedor
de un gran sentido del humor, la elección de Oski para ilustrar el
Fausto resultó acertadísima.
Inició su carrera humorística en la revista Cascabel, en 1942,
con la publicación de un dibujo titulado “camouflage”; en la célebre
revista Rico Tipo dirigida por el genial Divito, Oski publicó su
único personaje fijo, el mezquino “Amarroto”, en la línea de personajes
de igual comportamiento como “Don Tacañino” (Mazzone) o "Ventajita"
(Oscar Blotta). Este tipo de historieta, basada en una particular
característica de comportamiento humano, en una psicología
unidimensional, estuvo de moda en la Argentina.
Su
trabajo de más largo aliento lo realizó en colaboración con César Bruto
(Carlos Warnes)
durante más de 20 años, y por ello ambos son recordados con mucho cariño
por generaciones más jóvenes. «Los dibujantes llevan al imaginario
popular fantasías que, como las de Oski, apoyaban su ternura en la
historia, la literatura, la tecnología o ese César Bruto escolar que
todos llevamos dentro» escribe Ignacio Xurxo.
El
Fausto de Goethe integra mitos, tradiciones, formas y motivos de
toda la literatura universal, y por esto no dudo que el Fausto de
Estanislao del Campo demuestra el gusto por el universalismo de la
cultura argentina, ya desde sus inicios; entonces, la aparición de
autores como Jorge Luis Borges o Julio Cortázar, interesados por toda la
temática universal, no ha sido una excepción, más bien son la cumbre de
esa predisposición genética.
Estanislao del Campo escribe, ya sabemos, con tono agudo y festivo y
notable sentido de observación, las impresiones de un gaucho ante la
representación de la ópera Fausto de Gounod en el teatro Colón;
ese mismo tono es el que nos brinda Oski al ilustrar el poema; la unidad
entre la intención original del texto y el dibujo, las ilustraciones del
Oski (diminutivo de Oscar), son totales; Oski refleja el espíritu del
poema gauchesco.
No es
el argumento del drama de Goethe lo que perdura luego que uno encara la
lectura del Fausto criollo; la temática es como una excusa, es un
disparador de ideas, reflexiones, comentarios y pensamientos. Lo
importante es la charla, el encuentro de dos amigos, e inclusive los
momentos más felices del poema son digresiones –descripción del mar, la
madrugada, la noche, las penas de amor-, que se evaden alegremente de lo
fáustico, de lo «goéthico», de lo «gounódico», para divagar de lo lindo,
mientras va pasándose el rato.
Oski
ilustra el encuentro en varios dibujos sueltos que acompañan a el texto
y con una gran escena, donde los gauchos amigos conversan al pié de un
ombú de tronco, ramaje y copa surrealistas; sus fletes también parecen
conversar; el toque cómico lo dan un diablito sentado en lo alto, una
media colgando y la etiqueta de Oski colgada de las ramas.
La
calidad y aptitud de Oski como escenógrafo se ve reflejada en las
grandes escenas que ilustran el texto; particularmente lograda es la
escena final de la ópera, donde se ve una grieta de claridad por donde
sube al cielo la desdichada alma de Margarita; el resto de la acción se
desarrolla por contraste sobre un fondo oscuro: Fausto
arrodillado pide perdón por los males que ocasionó, y, dominando todo el
sector derecho, baja el arcángel Miguel con su espada flamígera y el
diablo se escurre hacia la tierra, viéndose solo sus patas, cola y
trasero entre una humareda de azufre. Así lo cantó Del Campo: «Pero el
diablo que miró / El sable aquel y el escudo, /Lo mesmito que un peludo
/ Bajo la tierra ganó.»
La
escena que abre el quinto capítulo nos muestra a la rubia triste,
amargada, deprimida y lagrimeando junto a una rueca de hilar; pero no
solo Margarita está languideciendo, Oski nos muestra todo un cuadro de
tristeza: ella, un perrito escuálido y hasta una maceta con su flor
marchita, muestran el estado de ánimo de esa casa. Tan solo uno de los
toques típicos de Oski alegra el panorama: por el ventanal se ve unos
pájaros volando; son los clásicos pajaritos sin alas que habitualmente
incluía nuestro artista en sus obras.
Y
esos pajaritos aparecen varias veces a lo largo del libro: ilustran la
hermosa descripción de la naturaleza en el campo, revoloteando
alegremente; siguen revoloteando sobre un sol naciente en la inigualable
descripción del mar; “-¿Sabe que es linda la mar? / ¡La viera de
mañanita / Cuando agatas la puntita / Del sol comienza a asomar!.”
Los
pájaros también rodean al gaucho enamorado, quien, melancólico, apoya su
espalda en el árbol sobre cuyo tronco talló un corazón; esta ilustración
acompaña el texto que describe las penas de amor. Y revoloteando aquí y
allá siguen apareciendo y siguen acompañando al gaucho, durante esas
largas travesías que por la interminable llanura suelen realizar.
Finalizando con los pajaritos sin alas de Oski, notamos que, bajo un sol
surrealista, uno de ellos observa a Don Laguna montando su caballo,
ambos con el agua hasta el cuello, cuando el gaucho decide bañar a su
overo rosado. ¡Lindo el overo rosao!.
¡Que
controversias generó el tan mentado overo rosado!. Rafael Hernández
(hermano del autor del inmortal Martín Fiero: José Hernández) dice que
es un caballo manso con galope de perro y propio para andar mujeres,
Lugones también está desconforme; hasta que aparece Jorge Luis Borges a
quien le gusta «ese color de aurora» del overo y finalmente Elías
Cárpena destaca que Overo rosado es nada menos que “Mancha”, el caballo
famoso.
El
Fausto de Estanislao del Campo comienza así: «En uno overo rosao /
Flete nuevo y parejito, / Caia al bajo y al trotecito, / Y lindamente
sentao, / Un paisano de Bragao, / De apelativo Laguna: / Mozo jinetaso ¡ahijuna!,
/ Como creo que no hay otro, / Capaz de llevar un potro / A sofrenarlo
en la luna.»; inolvidable, como el inicio del Martín Fierro.
¿Y,
cómo dibuja Oski al overo? ¡Ay, Oski! lo dibujaste con patitas largas y
flacas y cuerpo enjuto, si hasta parece Rocinante. El coloradito, manso
caballo de Anastasio El Pollo, también es dibujado del mismo modo, con
un dibujo esencial, de síntesis, con trazos simples. El caballo, en este
trabajo de Oski actúa en 8 escenas o cuadros; lo hallamos solo, en yunta
(el overo y el colorao), y, montado por su jinete lo vemos: quieto,
trotando, galopando e inclusive internándose en el agua; hasta lo
hallamos en grupito: siendo simples espectadores asomándose a ver una
disputa; éste es otro de los toques típicos en la carrera de Oski, yo
diría que es “el” toque oskiano por excelencia - alguien asomádose y
curioseando- , que no puede estar ausente en el Fausto, resumen
integral de toda su obra.
Estudiante de Bellas Artes, Oski trabaja en la librería Moine y Laserre
haciendo láminas para maestros; son motivos escolares: El combate de San
Lorenzo, La lluvia, El pan, etc.; el estilo utilizado es el dibujo
realista, de ilustración, al decir de Oski «el ideal era hacer una cosa
como lo de José Luis Salinas»; también Oski cultiva un tipo de dibujo
humorístico muy personal y particular que haría escuela y le daría
relevancia incluso en el exterior.
Nuestro amigo practica un dibujo humorístico de síntesis, único; y se
asombra al ver dibujos del famoso rumano Steinberg, tan cercanos a su
estilo; allí el ideal de Salinas es dejado de lado, no sin una gran
frustración, y empieza su acercamiento a la técnica del rumano. Al
encarar su trabajo humorístico con “Amarroto”, Oski inicia su camino de
innovador pues los artistas conocidos y los jóvenes dibujantes empiezan
a observarlo, a estudiarlo, a seguirlo. “Amarroto”, mezquina criatura,
es lisa y llanamente una zanahoria humanizada y los argumentos giran en
torno a su uniforme personalidad de avaro; lo que llama la atención es
su raro dibujo y todo el entorno que va creando, entorno necesario, ya
que la tan marcada característica de comportamiento del personaje, hacen
previsible la historia, pero los diversos toques que incorpora Oski
producen lo inesperado y provocan sorpresa. Caloi dice que Oski
revolucionó todo lo que tiene que ver con el dibujo y cuenta que creó un
sol diferente, un árbol diferente, y como vimos los llevó también al
Fausto.
Caloi
considera a Oski como su maestro y reconoce ser influido por su estilo;
por lo demás se advierte la clara influencia de Oski en Landrú, Basurto,
Aranda, Bróccoli, Viuti, Blanca Cotta, Fontanarrosa, Garaycochea y en
dibujantes argentinos triunfantes en el exterior como Quino, Copi y
Mordillo. Los académicos consideraban rústico el dibujo de Oski y hasta
precisaban que era un mal dibujante. Oski, escondedor como buen tímido,
estaba experimentando con el dibujo humorístico y, por sus estudios de
Bellas Artes, poseía los conocimientos y la capacidad necesaria para
encarar diversos trabajos artísticos; capacidad que lo llevó finalmente
a ser merecedor de grandes galardones como el “Yellow Kid”, por trabajos
como: La fundación de Buenos Aires (film de F. Birri), El
fuero juzgo,
Vera
historia de Indias o aquellas Tablas médicas de Salerno
(estampillas de correo en 1991).
Y, es
que el dibujante argentino siempre ha sido muy versátil, muy plástico;
también es pionero, como lo demostró Quirino Cristiani en 1917 al
realizar el primer largometraje mundial de dibujos animados (El
apóstol). En la historieta argentina, tomada como escuela artística,
todos experimentaban, practicaban y trabajaban los dos tipos de dibujo:
el realista estilo Salinas para la historieta seria y de aventuras y el
humorístico para el humor gráfico y la historieta cómica. Así vimos al
genial uruguayo Alberto Breccia dibujando “Mariquita Terremoto” y
“Pancho López” en estilo historieta cómica, ilustrando con trazo serio y
torturado al Mort Cinder de H.G. Oesterheld y luego
revolucionando el llamado noveno arte.
Oski
da muestras de esa versatilidad en la escena fáustica de pelea entre el
diablo y el capitán: 30 personajes con ojos saltones sin pupilas, todos
corriendo a esconderse pero asomándose, y una lograda escenografía de
pulpería criolla ya que así lo “ve” el gaucho espectador. Los delgados
trazos que realiza Oski sobre escenas consideradas como barrocas,
sumando a esto su dibujo de corte humorístico aplicado a situaciones
realísticas, nos muestran a un innovador que pasa de los estilos
establecidos y los une, los combina: crea, en definitiva, y rompe
esquemas. Hoy ya nadie se sorprende cuando Art Spiegelman encara una
trágica y terrible historia como Maus y emplea ratoncitos; Oski
generó impacto al historietizar al estilo dibujo humorístico, pero con
un enfoque dramático y angustioso, tangos y canciones como “Mi noche
triste” o “Mis harapos”.
Enumeremos sucintamente: “El tigre de los Llanos” (Ramauge, Roux),
“Lanza seca”, “Fierro a Fierro” (del uruguayo Raúl Roux), “El huinca”,
“Fabián Leyes” (de Rapela), “Hilario Leiva”, “Santos Vega”, “Hormiga
Negra”, “Fuerte Argentino”, “Lindor Covas: el cimarrón” –26 años
publicándose como tira diaria- (todas de Walter Ciocca),“El chumbiao”
(Juan Arancio-Chávez), “Martín Fierro” (en versiones de Arancio, Roume-Oesterheld,
Ramauge, Casalla, A. Breccia, etc.), “Juan Moreira” (varios), “El Cabo
Savino” (Cassalla y Cao), “Martín Toro”(Furlino), “Pehuén Curá” (Castro)
y las humorísticas “Inodoro Pereyra: el renegáu” (Fontanarrosa), “Pampa
bárbara / brava” (Ferro) entre muchas otras y la ridícula “Drago” (Burne
Hogarth) pertenecen al género de las historietas gauchescas.
El
trabajo de Oski en el Fausto criollo también debe ser incluido en
dicha categoría: por su ilustración humorística- realista y su
tratamiento dinámico de tipo historietístico, por dibujar el contenido
del poema como una serie de secuencias ilustradas, como una historia en
viñetas (definición clásica de la historieta) -que se suceden de hoja en
hoja- tal si fueran los cuadritos de una tira o plancha de historietas;
finalmente sería literatura-dibujada como dice el historietólogo Oscar
Massotta. Aunque en el Fausto tanto lo literario como la
ilustración están bien diferenciados; pues el teórico, el
psicólogo-semiólogo introductor de Lacan en la Argentina y estudioso y
amante de las historietas se refería como L-D a un nuevo arte: la
historieta integral con sus guiones y dibujos específicos, a la cual
jerarquizó al transformarla en material de estudio y reflexión
intelectual, inaugurando una nueva disciplina: la historietología. Desde
allí surgieron grandes teóricos como Guillermo Saccomanno, Juan
Sasturain (hoy famosos escritores), Oscar Steimberg o Jorge Rivera;
mientras que otros estudiosos como Siulnas prefieren la evocación y la
descripción tanto del trabajo artístico como de los autores y de los
medios, pero eluden el análisis y la profundización teórica, ni tampoco
utilizan categorías histórico, sociales o políticas como las que
utilizan especialistas en Oesterheld (o en “El Eternauta”) como Martín
García.
El
drama del doctor Fausto impacta por su contenido; es un hombre ya
viejo y enamorado de la bella Margarita y que vende su alma al diablo a
cambio de la juventud eterna para conquistarla, llevando finalmente a la
destrucción la vida misma de la niña y su entorno; pero dice León
Benarós: «¡El Fausto criollo! ¡Que bien le hace el aditamiento de
“criollo” a la denominación de nuestro poema! ¡Cómo le borra la
neblinosa sugestión sajona de misterio medieval o la memoria de la
espectacular ficción operística!»; y si Jorge Luis Borges destaca las
condiciones de belleza y felicidad de la obra de Del Campo, Oski las
remarca y resalta pues él también ve la obra con los ojos de ese gaucho
ingenuo y civilizado. El gaucho - estirpe acusada de barbarie por
ciertos ideólogos- pero que el 24 de agosto de 1866 en realidad la única
barbarie la observa en el Teatro Colón; barbarie en el público: por el
atropellado y alocado ingreso a la sala; barbarie en la función: por la
feroz historia narrada por Goethe, adornada con música de Gounod,
decorados suntuosos y efectos especiales varios, pero barbarie al fin.
Las voces estuvieron a cargo de Luis Lelmi como “Doctor Faustus” (“El
Dotor”) y de Carolina Briol como “Margarita” («la rubia blanca como una
cuajada [y de] pelo de oro como hilacha / de choclo recién cortao»).
En
la versión gráfica realizada por Oski vemos que sus dibujos humorísticos
son divertidos, que sus ilustraciones insertas en el Fausto
criollo son vitales y es optimista su factura; al observar las obras de
Oski surge inmediatamente un sentimiento de alegría, su visión nos
limpia la cabeza pues nos remite a nuestros queridos e inolvidables años
de ingenua e inocente infancia. ¡¡Gracias Oski!! |