Un viejo chiste de
Oski muestra a Adan y Eva sentados bajo un árbol rarísimo, rodeados de
animales. Eva señala a un elefante y propone: «¿Qué te parece si lo
llamamos "elefante"? Tiene una cara de elefante bárbara…»
El chiste me parece
una suerte de resumen de Oski. No sólo por la flora y la fauna, sino por
el complejo y muy refinado efecto de inocencia, muy característico, con
que Oski funda y designa el mundo como si fuera nuevo.
Los orígenes.
Oski nació en 1914,
con el nombre de Oscar Conti, y murió en 1979. Fue, más allá de los
valores de su obra personal, protagonista de una época irrepetible en el
humor gráfico en Argentina, en la que los desarrollos estéticos se
dieron en el marco de éxitos editoriales notables. Es difícil pensar,
desde el estado actual de la edición de historietas y humor en
Argentina, en el verdadero alcance que tenían las revistas de la época.
Lo que pueda decirse sobre una obra como la de Oski, y sobre las
relaciones entre productos de masas o populares y "alta cultura", no
puede pasar por alto que Rico Tipo, la revista en la que Oski
colaboró veinte años, vendía más de 200.000 ejemplares por semana. Casi
sin excepciones, cada argentino de más de cincuenta años puede reconocer
un dibujo de Oski, así como recuerda a las "¡Chicas!" de Divito o los
textos de Cesar Bruto.
Algo que sorprende
hoy en las revistas de humor de la época, además de la escala del
negocio editorial, es la apertura a la innovación o por lo menos a la
variedad de estilos. La década de 1950 es también en esto irrepetible,
en tanto el éxito comercial no implicó un conservadurismo formal como el
que se había dado antes en Patoruzú. Fuera del ámbito del humor,
las revistas de Oesterheld (y el contraste que puede hacerse con el
desarrollo que tendrían las revistas de editorial Columba) son ejemplos
similares para la historieta "seria". Sólo esta apertura formal permite
imaginar que se publicaran los primeros trabajos de Oski y que su dibujo
llegara a ser una poderosa línea de influencia en el humor gráfico
argentino. Así, puede verse que en Rico Tipo conviven la línea
muy precisa y geometrizante del propio Divito --fundador y director de
la revista--, deudora de dibujantes como Lino Palacio o Dante Quinterno,
con el trazo más complejo de Calé, los experimentos gráficos y
lingüísticos de Landrú y los dibujos desgarbados, a un tiempo detallados
y casi infantiles de Oski.
Las primeros trabajos
publicados por Oski aparecen en 1942 en la revista Cascabel. A
partir de su "pase" a Rico Tipo, fundada en 1944, se consolida
una primera etapa en que termina de formarse el estilo de Oski. En
principio, publica chistes de una viñeta, que se destacan sobre todo por
el trazo desgarbado de línea muy fina, que por momentos parece más
propio de un boceto que de un dibujo preparado para la publicación.
Pero ese aparente descuido es sin dudas una decisión estilística. Cada
dibujo es un muestrario de detalles insignificantes a los efectos de la
relación entre texto e imagen de la que surge el chiste. (Dicho sea de
paso, la construcción del chiste a partir de esa relación muestra a los
humoristas de aquella época con un dominio de su oficio que parece
perdido, a juzgar por el verbalismo a que tienden hoy buena parte de los
humoristas gráficos). Esos detalles insignificantes son los que
constituyen un modo Oski de representar, o construir, el mundo. En los
chistes se ofrece un peculiar catálogo de personajes: señores siempre un
poco siglo XIX, de levita y bombín; matronas malhumoradas y jovencitas
coquetas; médicos, presos, ladrones y faquires, pero también se ofrece
un catálogo de objetos. Los chistes encuentran modos propios de
representar el sol (con unos curiosos espirales adornados), muestran los
clásicos pajaritos panzones sin alas, crean una flora de extraños
árboles de hojas enormes. En estos chistes ya aparece la capacidad de
construir un mundo completo y coherente que será característico de Oski.
Aunque naturalmente dedicados a presentar un gag, los chistes ya
juegan buena parte de la comicidad a esa construcción, en un mecanismo
que será definitivo en sus trabajos como ilustrador.
Otro acontecimiento
fundamental en este período está dado por la colaboración con el
humorista Carlos Warnes, que comienza ya en la revista Cascabel.
Carlos Warnes, con el seudónimo de Cesar Bruto, escribirá durante años
en Rico Tipo la sección "Versos & Notisias, Gran Diario de todo
lo miércoles" [sic., naturalmente], ilustrada con "fotos" dibujadas por
Oski. También con César Bruto realizará en Dr. Merengue
novelizaciones de obras clásicas. La simbiosis es notable: los textos de
Cesar Bruto fuerzan la ortografía y la sintaxis al extremo de constituir
un idioma propio, un poco al modo en que Oski altera las convenciones
del dibujo humorístico y del propio concepto de chiste. Un ejemplo:
«El asunto de
conseguir una presidencia (la de la república o la de cualquier cosa)
presenta 2 dificultades: la primera consiste en llegar arriba, y la
segunda en saber mantenerse, porque muchas veses usté puede subir sin
darse cuenta, pero para quedarse arriba hase falta tener los sentidos
muy bien puestos, y eso no es tan fásil como parese. La cosa de treparse
a un gobierno viene a ser mala conparasión como el juego del palo
enjabonado: se clava en el suelo un palo largo bien untado con jabón, y
arriba se coloca un premio para que lo agarre el que consiga llegar a la
punta» (César Bruto (1982) Consejos para futuros gobernantes.
Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. Capítulo 177. Las nuevas
Propuestas, 9).
También en Rico
Tipo, y con la misma línea desmañada, Oski publica la
tira “Amarroto”. Siguiendo la moda de la época (baste pensar apenas en
personajes firmados por Divito como Fúlmine, Pochita Morfoni, El Abuelo,
Falluteli, el Dr. Merengue), los chistes giran alrededor de un único
rasgo de carácter del personaje, en este caso la avaricia.
Pero es a través de la colaboración con César Bruto que puede rastrearse
el origen de los trabajos maduros de Oski: básicamente el desplazamiento
del humorista gráfico que produce chistes a algo nuevo, el ilustrador,
que hace humor a partir de las relaciones que se establecen entre el
texto y la imagen. Y serán sus trabajos como ilustrador los que le darán
a Oski su fama y su reconocimiento.
Ilustrar,
traducir, traicionar
Una distinción
clásica establece que la palabra escrita y la imagen pueden relacionarse
en dos modos: el anclaje y el relevo. O la palabra limita, ancla, la
normal ambigüedad de la imagen, o bien construye el sentido supliendo
aquello que la imagen no dice. El primer tipo de relación sería típico
de la publicidad, el segundo, de las historietas, al menos de aquellas
que no abusan de la redundancia.
La distinción está
pensada, como es evidente, desde la palabra y su acción sobre la imagen,
pero se vuelve menos precisa cuando es la imagen la que opera sobre la
palabra, subordinándose. De todos modos, la relación habitual entre
texto e imagen en un libro ilustrado es de anclaje: son raros, y se
perciben como anomalías, los casos en que la ilustración contradice el
texto o en que lo releva para completar los sentidos que el texto no
produce por sí mismo. (En este último caso, el texto necesariamente
debería producirse en acuerdo con la ilustración). Ese anclaje de texto
e ilustración se produce en una dirección doble. Si, por un lado, los
detalles significativos de la imagen son aquellos que ésta toma del
texto que ilustra --una práctica casi abandonada hoy ubicaba al pie de
la ilustración un fragmento del texto, a efectos de establecer con
certeza y subrayar esta dependencia--, por otra parte, la ilustración
fija aquello que pueda llevar a dudas en el texto, o le da un cuerpo
determinado a los universales a los que remiten las palabras.
La ilustración ha
tenido históricamente dos funciones básicas: la función didáctica y la
función decorativa: la ilustración facilita y dirige la comprensión de
un texto o embellece una edición. Correlativamente, todos los detalles
de una ilustración pueden dividirse entre aquellos que representan un
elemento textual y aquellos, insignificantes, propios de la materia de
la representación plástica: puestos a aclarar, si el texto dice «árbol»,
la ilustración mostrará un árbol, que además tenga hojas y una corteza
particular a los que el texto no hace referencia explícita.
Los más conocidos
trabajos de Oski son ilustraciones, y lo que interesa rastrear en este
punto es el modo en que sus dibujos operan sobre los textos que ilustran
o, al decir de Oski, «traducen». No puede descartarse, naturalmente, que
parte del efecto humorístico ya está en buena medida en la elección del
texto a ilustrar. En el caso de las colaboraciones con Carlos Warnes, se
trata de textos concebidos para el humor, en un estilo, además, que es
un equivalente lingüístico de la línea desgarbada de Oski. Pero es
evidente que no hace falta la ilustración para que suene descabellado un
texto que dice: «En la duda de que un sujeto esté muerto o no, pon en
sus narices una cebolla poco asada; si está vivo, torcerá enseguida la
nariz» (de Comentarios a las Tablas médicas de Salerno):
ya han sido 9 siglos de medicina en Occidente los que lo han vuelto
gracioso. Lo mismo ocurre con los manuales de urbanidad y las
descripciones de deportes del siglo XIX. Los textos para la Vera
historia de Indias son más variados pero el efecto de exotismo
funciona del mismo modo. Lo curioso, lo inesperado del proyecto de Oski
es que no se basa en comentar el posible ridículo de los textos desde
una distancia irónica sino que, al contrario, se maneja con una
literalidad exacerbada: casi nada aparece en los dibujos que no haya
sido dicho en las crónicas y relatos de viaje que componen la Vera
historia de Indias;
en los textos de medicina del siglo XII de los Comentarios a las
Tablas médicas de Salerno; en la multitud de manuales de urbanidad,
viejas revistas y descripciones de inventos más o menos descabellados
que pone en imágenes y en la documentación gráfica que utiliza.
De hecho, sus dibujos cumplen acabadamente con su función didáctica y,
en parte gracias a una documentación escrupulosa, es posible hacerse una
idea muy clara de las situaciones extrañas, los inventos y los objetos
que suelen representar. Parte del efecto humorístico surge de esta
literalidad.
Esta preocupación por
la traducción literal está en el origen de un recurso que aparece en
aquellas láminas de Vera historia de Indias que responden a un
texto que tiene un componente narrativo. En tales casos, salvo en las
pocas excepciones --sólo tres en todo el libro-- en que utiliza
secuencias, resuelve la narración en una sola imagen que contiene, en
copresencia, los distintos momentos del relato. En algún caso, es por
repetición del personaje, como en "Alvar Núñez Cabeza de Vaca", en que
el conquistador aparece sucesivamente hallando un árbol ardiendo,
cargando leña y tizones, durmiendo en un hoyo, quemándose el culo (y
Núñez cuenta que «andaba desnudo como nascí», así que es más literal de
lo que parece), reencontrando a sus compañeros. Se trata del espacio
"agregado" de la representación plástica medieval --en Oski, la
referencia no es casual--, en que se yuxtaponen en el espacio escenas
sucesivas. Algo muy curioso de este dibujo es que la cronología correcta
de los acontecimientos no se sigue leyendo la imagen desde arriba hacia
abajo y de izquierda a derecha (en el modo típico de intercambiar
espacio por tiempo en la lectura occidental de historieta), sino desde
el primer plano hasta el último: Oski pone claramente en un mismo
espacio los diversos sucesos, y es la relación cerca-lejos la que
funciona como metáfora por antes-después. En otras láminas, como la
citada "Primera fundación de Buenos Aires", aparecen dispuestos a la vez
en distintas zonas del dibujo los sucesivos acontecimientos del texto:
la buena relación con los indios, las luchas, la construcción del muro,
el hambre, el incendio. En estos ejemplos se ve el modo en que la
abigarrada disposición de objetos y sucesos en los dibujos impide una
aprehensión global, y obliga a una revisión sucesiva y por fragmentos,
en un punto similar a la forzosa lectura sucesiva que impone la
escritura (del mismo modo que sucesiva era la lectura de la perspectiva
en "Alvar Nuñez…").
Está intromisión de lo sucesivo en la imagen pone a las ilustraciones de
Oski en una relación limítrofe con la secuencia historietísca.
El que dibuja mal
Decía antes que los
recursos relativos a la literalidad en la traducción a imagen del texto
tenían que ver con un uso, desviado por el exceso, de la función
didáctica de la ilustración. Queda por ver el modo en que el uso también
excesivo de los detalles insignificantes respecto del texto desvía las
ilustraciones de Oski de la función decorativa. Los dibujos de Oski son
abigarrados. Si buena parte del delirio que representan es, como se vio,
pura repetición del texto, quedan aún infinidad de detalles; los dibujos
están poblados por una multitud de personajes secundarios y objetos con
la misma importancia que los personajes: pajaritos, árboles, medias a
rayas, hasta piedras y soles dibujados con el mismo interés y cobrando
la misma importancia que los sucesos principales. Aquellos detalles que
un ilustrador normal pondría al sólo efecto ornamental o por obediencia
a la inevitable cualidad descriptiva de la imagen se ponen al mismo
nivel que la representación de lo que manda el texto y, dato central, se
dibujan con la misma línea finísima, violando un precepto de claridad y
modulación de la línea que se aprende en las clases de dibujo más
elementales.
Si este ensayo no
tuviera ilustraciones y sus lectores hubieran sufrido la desgracia de no
ver nunca un dibujo de Oski, es probable que esos improbables lectores
hubieran llegado a este punto un tanto desconcertados. La cualidad
literal que se resaltó podría hablar de un ilustrador riguroso, o poco
imaginativo, y no quedaría muy claro de qué nos estamos admirando. Como
es obvio, lo que está quedando afuera es el estilo de Oski. Esa línea
fina que dibuja objetos y personajes, esas figuras narigonas, sin
articulaciones, muy flexibles, siempre solemnemente concentradas en sus
quehaceres. Cabe pensar que el estilo de dibujo de Oski no choca contra
lo que dicen hoy los textos, sino contra lo que dijeron en el momento en
que fueron escritos. Es el tiempo el que los ha vuelto involuntariamente
paródicos, y teniendo en cuenta esto, el estilo de Oski aparece como
perfectamente adecuado.
Naturalmente, decir
que Oski "dibuja mal" es una ironía evidente. Un siglo de vanguardias
nos han enseñado a sospechar de diversos academicismos que, por otra
parte, expulsados de las artes plásticas en que la ruptura es la norma,
han encontrado su refugio en las "artes industriales". Las composiciones
de Oski, ya sean muy cuidadas (con la clarificadora inclusión de planos
oscuros) como en las Comentarios a las Tablas médicas de Salerno,
o aparentemente caóticas, como en varias de las láminas de Vera
historia de indias, muestran un conocimiento y un uso de las
tradiciones de la pintura que es en buena medida análogo al uso de los
textos. Juan Sasturain señala el modo "prerrenacentista" de representar
el espacio y el propio Oski señaló su interés por el románico catalán.
Consultado sobre la pintura barroca, dijo: «El barroco no tanto. Tiene
una serie de perspectivas y una serie de cosas que no sé ni practico
nunca».
La fuente pictórica --que en Vera historia… como en los
Comentarios… es gótica, en el uso de cierta representación del
espacio, alguna perspectiva, los arcos que enmarcan algunos dibujos o la
coexistencia de interiores y exteriores (que permiten mostrar a la vez
la cama del enfermo y la búsqueda de ungüentos y alimañas diversas)-- no
responde sólo a una intención, que sin duda existe, de coherencia entre
la época representada y el estilo compositivo de la representación, lo
que ya es de por sí una elección notable. Tampoco se explica
completamente por el respeto por las fuentes utilizadas que, como se
verá, es muy marcado y constituye una suerte de chiste oculto. (Sería de
esperar que alguna vez se realice una edición de las obras de Oski
propia del clásico que es, que identifique las fuentes gráficas de los
dibujos: lejos de ser una diversión erudita, la comparación de las
ilustraciones de Oski con los originales que ha utilizado como
documentación, y que ha seguido en muchos casos con enorme fidelidad,
ofrece un momento de comicidad adicional, y secreta, muy disfrutable).
Ya hablé más arriba de ese espacio "agregado" de la pintura medieval,
que yuxtapone sucesos ocurridos en tiempos distintos. La pintura
prerrenacentista ofrece un modelo de representación que no se preocupa
por la construcción de un espacio homogéneo (y en un sentido, realista)
sino sobre todo por el sentido y la claridad de lo representado. Un buen
ejemplo es la lámina, ya citada, "Primera fundación de Buenos Aires" y
el modo en que copia su fuente, dos de los grabados que acompañan una
edición de 1599 de los Viajes por América del Sur de Ulrico Schmidl.
Del grabado para el capítulo 11, toma la perspectiva general, el dibujo
de la costa, las masas
de indios con arcos y flechas, la lluvia de flechas, las casas
incendiadas en Buenos Aires, el muro de tierra, los barcos en llamas,
las volutas que representan el humo.
Del grabado para el capítulo 9, el
patíbulo con los ahorcados y las indicaciones «Buenas Aeres» y «Río
della Plata oder Parana». De ambos, la trama de olitas que cubre el río,
y que se alterna con las curvas espiraldas como uno de los modos de
representar el agua a lo largo de toda la Vera historia de Indias.
A medio camino entre el mapa y el paisaje, los grabados del libro de
Schmidl se preocupan más por dejar clara la narración de los hechos que
por la exactitud en la representación del espacio. Entrado al siglo XIX
(cuando ya hay modelos modernos de pintura) elige para su "Pulpería" una
acuarela de Hipólito Bacle de deliberado primitivismo, que incluye el
recurso, típicamente medieval, de rebatir planos, en este caso el
mostrador.
Oski insinúa,
irónicamente, que elige un modelo de representación histórico que lo
habilita a "dibujar mal". La inocencia en arte es una posición
hipersofisticada, tanto desde el punto de vista del consumidor como del
artista: puede pensarse que Oski elige un sistema "primitivo" de
representación porque le ofrece unas cualidades narrativas que le
permitirán seguir los textos más allá
de la elección de un suceso significativo para ilustrar con un sistema moderno.
Y los lectores de Oski lo saben: una verdadera mirada pura, ajena a los
refinamientos del arte y su historia, sería incapaz de aceptar que el
dibujo de Oski salga del Rico Tipo y se codee con formas de la
cultura canónica; de aceptar que, lejos de "dibujar mal", Oski es un
artista plástico extraordinario.
Usos y abusos
Aunque las
ilustraciones de Oski, y antes, como quedó dicho, la misma selección de
los textos, tienen un evidente efecto desacralizador (de la historia, de
la ciencia, de la pintura, de los buenos modales) no me parece que lo
central de la relación de Oski con la alta cultura sea esta
desacralización. La sutileza del procedimiento --la representación
literal, la supuesta inocencia del trazo-- lo sitúan a enorme distancia
de una reacción adolescente de ataque a lo establecido. Por el
contrario, lo que hace Oski es plantar una producción cultural de
legitimación cuestionada como el humor gráfico, y ponerla a dialogar de
igual a igual con las producciones que se sitúan en el corazón del
canon. Lejos de la posición subordinada que obliga a muchos
historietistas a intercalar citas de Shakespeare entre los parlamentos
de sus superhéroes, en una suerte de mendicidad de capital simbólico,
Oski --del mismo modo que Ralph König, otro "mal dibujante", en su
soberbia Yago-- simplemente usa a la "alta cultura" en el modo en
que la literatura y las artes plásticas se han usado a sí mismas por
siglos. Antes que proclamar las cartas de igualdad entre artes menores y
mayores, la obra de Oski se limita a ejercer esa igualdad: tiene con
qué.
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