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Quien hoy es uno de los autores más
veteranos del cómic estadounidense inició su carrera de modo
autodidacto imitando al genial Alex Raymond. Thorne comenzó a
foguearse en la profesión de dibujante cuando todavía era un
adolescente, vendiendo ilustraciones para los pulps de la
época y participando en algún comic book, no obstante, su mayor
objetivo era convertirse en un striper, un dibujante de
tiras de prensa. En este campo, su primer trabajo de relevancia
fue la tira diaria The Illustrated History of Union County,
que vendió a un periódico de su ciudad natal.
En 1952 se incorporó a la famosa
tira periódica Perry Mason al tiempo que se unía a la
plantilla de historietistas de la editorial Dell / Western,
compañía para la cual trabajó por espacio de 15 años realizando
nuevas versiones de los personajes Flash Gordon y Jungle Jim
(para ediciones en formato comic book). En todos esos trabajos
persistía la impronta de su ídolo artístico de infancia, Raymond,
una huella que iría borrando lentamente con los años. Este
efecto se percibió de forma más evidente durante el lapso de
tiempo que trabajó en la tira periódica Dr. Guy Bennett,
a la cual se había incorporado en 1956. El estilo raymondiano
fue diluyéndose también en sus siguientes historietas
ocasionales para los comic books, sobre todo cuando tenía que
ilustrar algunos temas alejados del realismo al que Frank estaba
acostumbrado, algo que le ocurrió con los argumentos que tuvo
que ilustrar aledaños a la fantasía y a la ciencia ficción para
series como Twilight Zone, Boris Karloff o
Mighty Samson.
La más evidente transformación de
su estilo se produjo en 1968, cuando desertó de las filas de la
editorial Dell y se unió al bando tebeístico de DC Comics. Un
Thorne por completo renovado, más suelto, más curvilíneo y más
nervudo asomaría a las páginas de series como Enemy Ace,
como Korak, son of Tarzan (primordialmente en los números
46 al 51) o como Son of Tomahawk (en una decena de
ejemplares de la misma, del 131 al 140). El nuevo rumbo que
había tomado el autor sorprendió a lectores y a críticos, tanto
fue así que se hizo merecedor del premio Reuben que concede
todos los años la National Cartoonist Society.
Thorne
no cambiaría de nuevo su estilo pero si su actitud como creador
al afrontar un nuevo reto, el que le planteó Marvel Comics.
Cuando Roy Thomas vio la oportunidad de lanzar una serie
protagonizada por la heroína bárbara Red Sonja se mostró
indeciso a la hora de elegir al dibujante. Fue Archie Goodwin
quien sugirió el nombre de Thorne y lo avaló frente a Thomas,
desconocedor de su obra y evasivo a la hora de confiar en que
un autor con 45 años de edad pudiese aportar frescura al
personaje. La pelirroja había sido recreada por el guionista de
Conan, diseñada gráficamente por Barry Smith y, luego, por los
grandes artistas Neal Adams y Esteban Maroto, y el estilo de
Thorne parecía no comulgar con estos antecedentes, pero el
editor confió en su profesionalidad y Sonja fue un éxito.
Thorne
se encargó de una tanda de episodios de prueba de la espadachina
pelirroja que hallaron lugar en la serie Marvel Feature.
La respuesta del público fue lo bastante buena como para lanzar
una nueva serie, ya bajo título propio, de la cual se ocupó
Thorne en sus once primeros números. La excelente acogida que
obtuvo esta saga se la debemos al historietista de New Jersey,
sin duda, porque rediseñó la Era Hyboria y también dotó al
personaje de un espíritu nuevo, más fogoso, lo cual la convirtió
en una de las heroínas más populares entre los aficionados a la
historieta. De hecho ha sido uno de los escasos personajes
femeninos de Marvel que fue llevado al cine con relativo éxito
(en la producción Red Sonja, que en España pudimos
visionar bajo el título El Guerrero Rojo) y a la
televisión también (en un episodio de la serie de Conan
con actores reales).
Tras este trabajo Thorne abandonó
los comics “convencionales” del mercado americano y se dejó
llevar por su espíritu festivo, no exento de grandes dosis de
erotismo. Él llegó a afirmar que Red Sonja le empujó a ello dado
que había «destapado algunas fantasía sexuales que tenía
reprimidas». Su siguiente trabajo, Ghita de Alizarr, no
se alejaba mucho del modelo anterior por discurrir sus aventuras
en un mundo como el de Sonja, por ir ataviada a la usanza
bárbara, por el elemento fantástico omnipresente... pero era un
cómic diferente, dirigido a un público más adulto ya que en la
obra tenía cabida un erotismo evidente, casi protagonista. Este
personaje hizo su aparición en 1979, en el núm. 7 de la revista
de Warren Publishing 1984, y sus aventuras fueron
seriadas hasta el núm. 28 de la publicación (los dos volúmenes
publicados en España por Toutain Editor no recogen la obra al
completo).
Thorne
subió el tono erótico, casi hasta rozar lo pornográfico en
ocasiones, en sus siguientes producciones. Destinó sus
historietas ahora a revistas como National Lampoon,
Heavy Metal o Playboy, cuyas páginas tuvieron el
placer de acoger las aventuras protagonizadas por las carnosas y
morbosas Danger Rangerette, Lann (desde 1985) y Moonshine McJugs
(desde 1991), respectivamente. De todas estas damas de dos
dimensiones se han editado sendos comics books monográficos que
recogían una esplendorosa muestra de bocetos, pin-up’s,
historietas y fotografías: The Erotic Worlds of Frank Thorne,
serie publicada bajo el sello Eros Comix al comienzo de la
década de los años noventa.
Después de eso, con más de 60 años
a sus espaldas, Thorne se retiró del ejercicio activo. En estos
últimos años solamente ha vuelto a nosotros en alguna obra
recopilatoria, como Drawing Sexy Women (Fantagraphics,
2000). En este libro, subtitulado Autobiographical Sketches,
recoge algunos fragmentos de la vida hilvanados con bocetos
frescos y con una prosa lenguaraz, dichosa y picante; como él
fue siempre. |
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