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Ernesto Chua inició su carrera, primero de modo autodidacta y
luego junto a Tony de Zúñiga, quien le permitía terminar los
fondos de sus viñetas. En 1969 ya trabajaba regularmente para el
mercado de “komiks” de su patria, para series de corte dramático
o histórico al lado de autores ya consagrados como Néstor
Redondo, Alfredo Alcalá y Romeo Tanghal.
En 1971 viajó a los EEUU a buscar fortuna, al igual que otros
compatriotas suyos. Salió adelante en calidad de ayudante de
Zúñiga, quien consiguió introducirle en la industria, primero
tímidamente, colaborando en la serie de DC Comics Ghosts,
cabecera de terror nacida en septiembre de 1971 que por aquel
entonces solía dar una oportunidad a los neófitos. Pronto
consiguió el aprecio de los directivos de la empresa, hasta tal
punto que durante los años setenta llegó a oficiar como Artista
Jefe de Portadas de DC, en sustitución de Carmine Infantino.
Para esta editorial colaboró brevemente durante la década de los
setenta en series como Weird War Tales, Adventure Comics,
Sandman, Jonah Hex, Secrets of the Haunted House, Tales of Ghost
Castle, Teen Titans, Unexpected, Witching Hour; y realizó
historietas completas para la excéntrica Secret Society of
Supervillains, para la mítica Swamp Thing,
para los títulos del Hombre Murciélago Batman,
Detective Comics, The Joker y para Claw the
Unconquered, héroe bárbaro creado por David Micheline,
que contaban con guiones de Len Wein y Dennis O’Neil.
También, centenares de portadas
Con posterioridad a su primera
etapa en DC, Ernie dio el salto a Marvel, donde prestó sus
lápices y sus tintas para multitud de series: Captain Marvel,
Chamber of Chills, Doc Savage, Daredevil, The
Incredible Hulk, What if?, Dr. Strange, Spider-Woman,
Nightmask, Power Man and Iron Fist, Fantastic Four, The Mighty
Thor, Marvel Team-Up, Dracula Lives!, Namor, Marvel Two-in-One
o Marvel Premiere. Como portadista apareció en
Ghost Rider, Peter Parker the Spectacular Spider-Man, Master
of Kung Fu, V, Captain America, y muchas
series mas.
Pero por lo que más se le recuerda
es por su participación en series de Fantasía Heroica, como
John Carter Warlord of Mars o Kull the Conqueror y,
sobre todo, Conan the Barbarian. Precisamente, su primer
trabajo para Marvel fue la adaptación de el relato de Robert E.
Howard “The
Valley of the Worm” entintando los lápices de Gil Kane para el
número 3 de la serie Supernatural Thrillers.
A los escasos meses, el número 27 de la serie Conan the
Barbarian ya incluía en sus créditos el nombre de Chua, y el
filipino proseguiría llenando de negro los lápices de John
Buscema hasta el número 43 de la serie.
El autor filipino estuvo ligado a
Conan ya desde que comenzó su andadura en Marvel pese a que no
conocía al personaje (ni siquiera en su dimensión literaria)
antes de entintar una página protagonizada por él. Sus primeras
colaboraciones se concretaron en los números de la colección
Conan the Barbarian que van del 27 al 37, donde se
necesitaba a un entintador rápido y eficaz que diese volumen a
los bocetos de John Buscema. El reto que tuvo que afrontar Chan
entonces fue la reciente marcha de Barry Smith de la serie,
ocurrida tres números antes. Los lectores protestaron
abiertamente por aquel repentino cambio de equipo creativo, lo
cual se comprobó con el descenso de las ventas de la cabecera
manifiesto a partir del número 30 y que no aumentaron hasta
pasado un año.
Su mejor etapa en la serie del
cimmerio comenzó en la etapa en que oficiaba como soldado en
Turán y concluyen con la saga de la Reina de la Costa Negra.
Chan ayudó a construir en la memoria de todos los aficionados
algunos de los más atractivos pasajes de la vida del cimmerio,
donde aprende que las labores de guerra y las labores del amor.
Lo logró por que su trabajo de entintado allí ha sido su obra
más limpia, en la que se supeditó por completo a la base de
lápiz de un Buscema de quien ha reconocido aprender casi todo lo
que sabe y con quien ha trabajo con mayor preferencia por
decisión propia.
En 1974, Chan abandonó Conan the
Barbarian a la altura del número 37. No era intención de
Marvel retirar a Chan a causa del rechazo de los lectores, como
lo prueba su vuelta para entintar a Rick Buckler en el número
40, o su incursión en la serie hermana Kull the Destroyer,
para cuyo número 15 trabajó sobre los lápices de Mike Ploog
(y sólo para este ejemplar por quedar en suspenso unos meses la
serie del Tigre de Atlantis). Volvió a trabajar al lado de
Buscema para los números 41 a 43 de la serie, siendo sustituido
a la altura del 44 por otros entintadores como The Crusty
Bunkers, Dan Adkins, Dick Giordano, Pablo Marcos, Tom Palmer y
Steve Gan. En ese caso, su ausencia fue motivada por su vuelta a
DC, donde se le ofreció la recién inaugurada serie de bárbaros
Claw the Unconquered.
Chan
aceptó sin dilación la oportunidad de convertirse en autor
completo (al lápiz y a la tinta) de un comic book. Su trabajo en
Claw the Unconquered, siempre sobre guiones de David
Micheline y que se inició con la historieta titulada “The Sword
and the Silent Scream” (de V-VI de 1975), no pasó de ser un
refrito de Conan incluso en su aspecto. La capacidad creativa de
Chan era tan parca que sólo aventuró a dibujar una raída capa de
piel de oso sobre la espalda de su personaje para diferenciarlo
del cimmerio, cosa que no consiguió. El éxito de ventas de
aquella serie fue moderado con los números que dibujó y entintó
Ernie, los dos primeros; para los números 3, 5 y 6 únicamente
entintó los lápices de otro (el número 3 fue relativamente
famoso en su día debido a la inclusión de una viñeta con
desnudo), y en el resto de los ejemplares, hasta el 12 y último
(fechado en 1978 debido a un espaciamiento producto de las malas
ventas), no apareció su nombre sino los de Keith Giffen, Ricardo
Villagrán, Oscar Novelle, Bob Layton y otros.
Por el contrario, durante el
período en el que Chan no visitó las páginas de Conan, la serie
había experimentado un aumento de ventas causado por la
aparición de un personaje muy del gusto de los lectores: Bêlit,
la Reina de la Costa Negra. A finales de 1976, Chan, que ya
había conseguido la ciudadanía americana y el nuevo apellido,
fue requerido como sustituto del entintador de la serie del
bárbaro entonces, S. Gan, y quizá desalentado por su experiencia
con Claw aceptó volver a entintar los lápices de Buscema.
El equipo formado por Thomas, Buscema y Chan se anunció como
fijo a partir del núm. 70 de Conan the Barbarian y se
instauró como definidor de su estética para la afición, de modo
semejante a lo que se dispuso para la revista The Savage
Sword of Conan, singularizada por las tintas más fuliginosas
de Alfredo Alcalá y Tony de Zúñiga.
Los hitos se sucederían a partir de
ese momento: creciente interés por el personaje de Bêlit, al que
Chan dotó de una voluptuosidad y majestad impresionante, éxito
del personaje de color Zula, que se convertirá en favorito de la
afición, y definitiva plasmación del “canon Conan” en su etapa
juvenil. Todo ello gracias a que en Chan emergió una
personalidad más acentuada, se alejó de la impronta subyacente
de Buscema hasta alcanzar un estilo propio muy definido que se
concreta en un sombreado rotundo, la eliminación de los ángulos,
la limpieza formal en el acabado de los fondos y un entintado
grueso y vigoroso. Y ese su estilo deviene marca de la serie.
Tal es así que cuando Buscema se alejó momentáneamente del
título, su sustituto Howard Chaykin contempló como su
estilo quedaba por completo enmascarado bajo el pincel rotundo
del filipino. También puede que ese imponerse a la base de lápiz
respondiese a un mandato de la editorial, la cual deseaba
mantener cierta homogeneidad gráfica en todos los comic books de
Conan.
A mediados de 1977 Chan, ya
ineludiblemente asociado a los personajes bárbaros, fue llamado
a participar en la serie Kull the Destroyer, comenzando
por el núm. 21 de la misma. Aceptó gustoso el encargo dado que
le ofrecieron los lápices y no la tinta, y suponía un modo de
quitarse el mal gusto que le dejó su trabajo en Claw. Su
participación en la serie del rey de Valusia duró lo que ese
volumen del comic book, hasta el número 29. La única ausencia en
esta colaboración ocurrió a la altura del número 26,
coincidiendo con el tiempo en que tuvo que hacer frente a un
nuevo reto en su carrera: la portada y una historieta para
The Savage Sword, o sea, una pintura y un trabajo destinado
a publicarse en blanco y negro. Chan materializó el guión de
Christy Marx, “Hija de la Brujería”, con un especial
romanticismo, sorprendiendo a todos en el dibujo, por vez
primera, de un Conan más principesco que bárbaro, delineado
según los cánones griegos.
A partir de ahí, y durante 1978, el
horario e trabajo de Chan se dilató. Prosiguió con sus tintas
para Conan the Barbarian, al tiempo que embellecía a
Buscema en los Conan King Size Annual y en las tiras de
prensa del personaje que se publicaron diariamente en cientos de
periódicos estadounidenses a partir del 4 de septiembre de 1978.
Pero ello no fue óbice para que dejase de efectuar otras
colaboraciones: volvió a The Savage Sword para ilustrar
una de las más impresionantes historietas de Conan en el
desierto, “Black Tears”, y también trabajó con los guionistas
Chris Claremont y Bill Mantlo en la serie de fantasía John
Carter Warlord of Mars, que fue nominada mejor nueva serie
de 1978 por los Premios Eagle.
En 1979 disminuyó la frecuencia con
que Alcalá aparecía en The Savage Sword y Chan se había
convertido en el filipino más asociado con el cimmerio. Obra
suya fue el núm. 13 de la serie What if?, primero en el
que se trató al personaje de Conan y para el que contribuyó como
creador dado los cada vez más leves abocetados de Buscema. De
hecho, Chan fue el responsable de que la joven que se hace cargo
del bárbaro sacado de su tiempo tuviese el rostro de Dannette
Couto, llamada a convertirse en la esposa de Roy Thomas y
guionista de comics bajo el nombre de Dann Thomas. Durante ese
año prosiguió sus labores en John Carter Warlord of Mars
y en Conan the Barbarian, encargándose de la saga
posterior a la muerte de Bêlit en la que Conan deambula por los
Reinos Negros.
En 1980 tuvo lugar la marcha de Roy
Thomas de Marvel y todos los productos ofrecidos bajo un logo
bárbaro se resintieron. Ernie Chan permaneció en Conan the
Barbarian hasta el número 118, siendo sustituido luego por
Bob McLeod y otros entintadores. Sin embargo, su marcha no se
debió a la dimisión de Thomas, puesto que Chan prosiguió ligado
al bárbaro en la recién inaugurada King Conan, al menos
durante la primera docena de números, y a The Savage Sword.
El filipino había experimentado por entonces un cambio
sustancial en su modo de trabajo. Su trazo se volvió menos
cuidadoso, el pincel se tornó fosco y apostaba en exceso por los
negros. Su dibujo, aunque seguía manteniendo similar espíritu
básico, se volvió más tosco.
Permaneció Ernie al servicio de
The Savage Sword durante los primeros años ochenta, siempre
como autor del lápiz y la tinta, pero a Conan the Barbarian
no volvería hasta que no posó allí los lápices Buscema, lo
cual tuvo lugar a partir del número 150 de la serie. En la
segunda mitad de los años ochenta fue requerido también para
entintar los trabajos de otros: entre los número 119 y 150 de
The Savage Sword trabajó sobre los bocetos de Gary Kwapisz
y, más adelante, sobre lápices de Mike Docherty, dos recién
llegados que emulaban el estilo de Buscema. En 1991, el director
de la nueva andadura de Conan the Barbarian convenció a
Roy Thomas de que volviese a hacerse cargo de los guiones de
esta serie y de The Savage Sword. A ello también se
apuntó Chan, que trabajó en la saga de Khoraja narrada en el
comic book a la altura de su número 250, y en las sagas en que
Conan viaja por mares desconocidos que se ofrecieron a partir
del número 190.
En total, Ernie Chan ha contribuido
con cerca de 12.000 páginas de historieta a Conan y suya es una
de las imágenes más recordadas del bárbaro. Gran parte de las
sagas míticas del personaje han pasado bajo el pincel de este
filipino que nos aportó la figura de ese Conan barbilampiño,
veinteañero y vitalista. Chan siempre fue un autor de trazo
rotundo y vigoroso, muy físico; ideal para el cimmerio.
Actualmente, asentado en California, trabaja para la industria
de los videojuegos y en un estudio de animación para la
televisión, pero no se ha olvidado de los cómics. |
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