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Dixon, en una industria como la del cómic americano y desde la
óptica de un lector de cómics que no hace remilgos a la hora de
aceptar cualquier género, es la eficacia personificada. Es un
guionista con recursos, que tanto escribe una historia de
vampiros como resuelve un puzzle mutante, ora describe un fresco
bárbaro ora determina cómo viajará el pupilo del Hombre
Murciélago, bien escribe una historia profundamente humana en la
que la imaginación sólo es un fugaz relevo de la realidad bien
sumerge al lector en la más inédita de las fantasías selváticas.
Y
siempre cumple. Sale airoso.
Archie
Goodwin y Larry Hama confiaron en su potencial y le metieron en
la industria de los cómics. Su primer trabajo fueron un
ramillete de historietas cortas para GASM, publicación
ligada a Heavy Metal. Tras alguna otra serie olvidable (Evangeline,
para Comico), su trabajo comenzó a llamar la atención tras
colaborar con el dibujante Timothy Truman en la serie Scout
y ocuparse de la serie de ciencia ficción Alien Legion,
publicada en la línea Epic de Marvel. Para los lectores
de los cómics de fantasía heroica, Dixon es sobre todo famoso
por su incorporación a la plantilla de colaboradores de la
revista The Savage Sword of Conan como uno de los relevos
de Michael Fleisher, el guionista que sustituyó a Roy Thomas
tras su abandono de Marvel. Pasado un tiempo, en los créditos
del mentado magazín se advirtió la formación de una suerte de
trío creador de nuevas y dinámicas aventuras de Conan en blanco
y negro, el formado por Chuck Dixon, Gary Kwapisz y Ernie Chan,
que funcionaría con cierta química durante la etapa de Savage
Sword correspondiente a la segunda mitad de la década de los
años ochenta.
Durante el
mismo período, Dixon se ocupa de hacer los guiones de las
historietas cortas de Kull el Conquistador que se fueron
desgranando como complemento en The Savage Sword of Conan
(entre los números 119 y 149, dibujadas por autores
de la valía de Geoff
Isherwood, Val Semeiks, Dale Eaglesham o William Johnson),
y se encargó de rescatar del olvido al personaje Moon Knight en
la serie propia homónima con estupendos dibujos del filipino E.R.
Cruz.
Desde 1989
comenzó a colaborar con cierta regularidad en las diferentes
series del héroe que en España identificábamos en un principio
con el apelativo de El Castigador, Punisher, hasta
incluso ser el responsable del guión del crossover Batman /
Punisher dibujado por John Romita hijo. Desde ese momento
quedó asociado al personaje de la calavera en el torso, tal fue
así que cuando se pretendió remozar la imagen de Conan para
adecuarla a los vigorosos, nervudos y violentos años noventa, se
anunció que el cimmerio venía de la mano de Chuck "Punisher"
Dixon.
Dixon se
había ganado una bien merecida fama de ser un estupendo
relatador de la acción, un guionista experto en la violencia y
que gustaba más de la forma que del fondo en sus planteamientos
argumentales. Su trabajo para Conan, dijeron unos, se
caracterizaba por enfocar las historias desde un punto de vista
según el cual lo mágico se diluía en lo realista, tanto que el
personaje bien podría vestir gabardina y llevar una “Mágnum”
cargada, o bien asimilando al bárbaro, antes bravucón pero
siempre honorable, con un ser sanguinario. Algo desmesurado
parecía igualar a Dixon con un guionista sin escrúpulos, cuando
al mismo tiempo era también el responsable de la delicada
adaptación para la editorial Eclipse de la obra de corte
infantil The Hobbit, que ilustró David Wenzel en 1989.
A los
guionistas Jim Owsley, Larry
Yakata y al propio Dixon les debemos un conjunto de historietas
trepidantes de Conan (entre las cuales se cuentan las visitadas
por Las Damas de Hierro) que se alejaron un tanto de su férrea
cronología para dar al aficionado más ración de adrenalina. En
octubre de 1991, fecha del número 190 de Savage Sword of
Conan, volvía a la revista su primer guionista e impulsor
Roy Thomas con un plan de rescate y adaptaciones que parecía
alejar de la mente del editor Mike Rockwitz posibles narradores
de mera acción. Pero no sería Dixon olvidado puesto que él fue
uno de los autores con los que se contó como imán para las
ventas y para impulsar la permanencia en el mercado de una
revista en blanco y negro de Conan en 1995, ahora con el título
Conan the Savage, donde colaboró preferentemente
con el hábil argentino Enrique Alcatena.
Posteriormente a esta relación con el héroe bárbaro por
antonomasia, de la cual son prueba su participación en las
historietas realizadas por Marvel Italia / Panini y en la penosa
miniserie Conan the Usurper, Dixon barajó
múltiples proyectos. Estre sus últimas producciones estuvieron:
la miniserie crossover Batman/Predator III: Blood Ties,
con dibujos de Rodolfo Dimaggio; su aportación motorizada al
número 16 de Nightwing, con el dibujante McDaniel; los
cuatro prestigios Code of Honor, una notable historia de
cómo los superhéroes son vistos por un policía de color que está
comenzando a edificar su futuro profesional. En esta última obra
Dixon demuestra que es capaz de alternar lo heroico y lo humano
con singular presteza y que su esfuerzo no puede ser etiquetado
como el de un simple apologeta de la violencia.
Actualmente ha seguido demostrando ser uno de los guionistas más
prolíficos de los EE UU: Ka-zar junto con Frank Teran, la
serie regular de DC Birds of Prey, algunos de los mejores
episodios últimos de Detective Comics, Batman, Catwoman,
Robin, etc. Pero sobre todo en el sello CrossGen Comics,
editorial con la que firmó un contrato en exclusiva en 2001 para
hacerse cargo de series como Sigil, Crux, Way of the Rat
y otras. Su última producción en esta casa ha sido el comic book
de horror gótico Raven House, con dibujos de Leonardo
Manco, a la venta en 2004. |
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