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Bruce Eliot
Jones pasó su infancia entre las poblaciones Sain Louis y Topeka.
Ya desde muy joven amó con pasión la literatura fantástica y
todo lo relacionado con tal género, o sea todo aquello que
oliera a ciencia ficción, a terror, y a los cómics y las
películas de los años cincuenta. Pero no se atrevió a entrar en
ese mundo hasta que cumplió los veinticuatro años, pues no es
hasta 1968 que se traslada a Nueva York y comienza su carrera
como dibujante y guionista de cómics, alternando sus trabajos
para las editoriales National (DC) y Marvel Comics Group.
Allí realizó
trabajos circunstanciales, como corresponde a todo neófito, pero
con verdadero ímpetu y con un espíritu que contemplaba otros
horizontes. Por entonces, según ha declarado, observaba con
envidia el aire de libertad que exhibían los jipis de California
y todo lo que estaban creando, entre ello los cómics
underground. La mayor atracción fue producida por la
publicación Skull, un fanzine que apareció a finales de
la década de las flores en el que descubrió que no todo eran
imágenes desgañitadas y guiones supurantes de sarcasmo y crítica
social.
El afán por
hacer ese tipo de historietas le impulsó a probar suerte en otro
mercado de cómics, a caballo entre los tebeos comerciales de
superhéroes y los de calidad que ya se estaban adivinando en las
obras de algunos aficionados con ínfulas de artistas. Bruce
Jones, entonces, simultanea su producción industrial con la
publicación independiente, siendo uno de los pioneros en los
llamados prozines, fanzines con una calidad de edición mejor que
los habituales underground y con firmas en sus tripas de
gran altura, pero con tiradas pequeñas.
Los prozines
fueron la plataforma de expresión de una nueva generación de
historietistas que abanderaron su actividad con orgullo durante
la década de los años setenta y que pugnaron por abrir otro
mercado diferente al de los cómics comerciales (superhéroes,
western, romance, bélico, etc.). Descollaron en ese proceso
Michael William Kaluta, Jeffrey Jones y Berni Wrightson, autores
a los que se unió Bruce Jones en 1970 para fundar el prozine
Abyss, financiado por los cuatro autores y que salió a la
luz con una tirada de mil ejemplares.
Fue un
fracaso estrepitoso. Un desastre. Y abrazaron sin pensarlo la
alternativa que les propuso un editor que deseaba imitar el
estilo y la presencia en el mercado de la línea de magacines de
horror de Warren Publishing, muy populares por estas fechas. Por
lo tanto, el producto en el que colaboró Jones a continuación
fue Web of Horror, donde se rescataron algunos de sus
primeros trabajos y donde elaboró otros nuevos junto con los
tres autores mentados y con otros, como Ralph Reese, Roy Krenkel
o Frank Brunner.
No tuvo que
pasar mucho tiempo para que Jones demostrara que sus verdaderas
dotes estaban en la elaboración de guiones de cómic, siempre con
ideas brillantes que resolvía con entusiasmo, siempre densos,
inteligentes, conducidos con ritmo y firmeza y donde hacía
convivir lo real con lo irreal, para lo cual utilizaba a sus
personajes, perfectamente integrados en los escenarios
fantástico que transitaban. De esta guisa, se integró en la
plantilla de guionistas de Warren y durante los años setenta
escribiría gran cantidad de historias de terror, fantasía y
ciencia ficción para su abanico de publicaciones: Eerie,
Creepy, Vampirella, y ya frisando los años ochenta en The
Rook y 1984.
Trabajó con
muchos autores durante esta época, con Rudy Nebres, con Al
Williamson, con Richard Corben, con los españoles Luis Bermejo,
José Ortiz o Esteban Maroto. De esta época destacan sobre el
resto sus historietas escritas para Russ Heath, quien las dibujó
con gélida maestría, y para Berni Wrightson, con quien alcanzó
cotas inigualadas posteriormente en el campo del terror
dibujado: “Jenifer”, “Clarice” o “Freak Show”, obra que fue
ofrecida por capítulos primeramente en la revista Heavy Metal
a comienzo de los años ochenta.
Pero la
actividad de este autor no se ha limitado a los cómics. Durante
la década de los años setenta también se embarcó en la edición
de libros y él fue uno de los primeros implicados en el
lanzamiento Ariel, the Books of Fantasy, deliciosos
álbumes donde coincidían las mejores firmas de la literatura de
ciencia ficción con los mejores ilustradores e historietistas
del momento. Por sus páginas desfilaron autores de la talla de
Frank Herbert, Michael Moorkcock, Roger Zelazny, Robert E.
Howard, Larry Niven, entre los escritores, y Barry Windsor-Smith,
Tim Conrad, Alan Lee y el propio Jones, entre los dibujantes.
También
estuvo ligado a otras editoriales durante el comienzo de los
años ochenta, de hecho fue una de las cabezas visibles de la
empresa Pacific Comics y el principal impulsor de series como
Pathways to Fantasy, Twisted Tales o Alien Worlds. En
todas ellas apareció su firma como guionista de estupendas
historietas de ciencia ficción y de fantasía heroica (es el caso
de “Stalking”, historieta publicada en el número 1 de
Pathways to Fantasy, dibujada por un Barry Windsor-Smith que
acababa de regresar el medio tras un lapso de diez años sin
publicar viñetas). Entre los ochenta y los noventa
colaboró como actor en un “videocómic” que realizó su amigo
Corben, Doomsday, y escribió guiones para las
publicaciones de Marvel, como los trabajos que hizo para la
época en que Thomas abandonó Marvel para pasar a DC. Jones fue
el encargado de escribir una tanda de episodios para Conan
the Barbarian en los que el bárbaro aparecía de vuelta por
su país natal, Cimmeria. Y no podemos olvidar que Jones fue uno
de los implicados en las series protagonizadas por esa otra
bárbara llamada Red Sonja.
También ha
sido guionista para televisión y cine, junto con April Campbell,
pero sin suerte: el telefilm para la NBC My Boyfriend’s Back,
algún capítulo de Daniel el travieso y la serie El
autoestopista. Luego se buscó la vida como novelista, y
llegó a publicar algunas novelas de suspense, como Tarotown,
In deep o thrillers como Sprinter (ya en
1998). En España ha sido un guionista de historietas muy querido
por los aficionados al cómic, lo cual demuestra el hecho de que
recibió el galardón de Mejor Guionista del Año en 1980 tras
votación popular. Y hoy lo es más, tras su vuelta triunfal a
Marvel para hacer los guiones de series como Spider-Man’s
Tangled Web, The Incredible Hulk, la adaptación de la
película Daredevil o, más recientemente, Banner.
Todo lo último que ha producido ha sido muy aplaudido por la
joven afición actual. |
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