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Un 25 de mayo
vino al mundo uno de los artistas de cómics más admirado a la
vez que más polémico de la historia del medio: Barry Smith. Su
afición por los cómics surgió al contemplar las viñetas
desmesuradas que Jack Kirby dibujó durante la década de los años
sesenta, cuando comenzaban a asentarse los mitos del Universo
Marvel. El joven Smith imitó su modo de dibujar e intentó vender
algunas historietas de superhéroes a la editorial británica
Odham Press, la cual sólo le encargó el dibujo de algún pin-up
de los personajes The Thing, Iron Man y otros.
Deseoso de dibujar superhéroes, con diecinueve años voló con lo
puesto a los Estados Unidos y pidió trabajó en la editorial
Marvel Comics, la única en cuya producción estaba interesado. Su
primer encargo fue una historieta de vaqueros que se publicaría
años después en la serie Western Gunfighters Volumen II,
pero su verdadero bautismo de fuego lo supondría un episodio
dibujado para la serie The X-Men y que se publicó en el
número 58 de la misma. Allí pudo atisbarse que era un dibujante
capaz de emular la destreza gráfica y el dinamismo apabullante
de Jack Kirby, a la vez que ya se intuía una forma de narrar con
dibujos tremendamente personal. Sus siguientes aportaciones al
medio confirmaron esta tesis: Nick Fury Agent of S.H.I.E.L.D.,
Daredevil, The Avengers, Astonishing Tales y, luego, Iron
Man.
Tras un período durante el cual tramitó desde Londres el permiso
de residencia fija en los Estados Unidos, realizó cortas
historietas de horror para comic books de menor importancia como
Chamber of Darkness, Tower of Shadows y Monsters on the Prowl,
hasta que los editores de Marvel pensaron en él para llevar al
cómic las aventuras de Conan, un personaje ideado por Robert E.
Howard a finales de los años veinte. Y fue en aquella serie de
fantasía heroica donde su arte alcanzaría cotas inimaginables
debido a un espíritu de superación enfervorizado y la necesidad
que manifestó el joven dibujante de bucear en la verdadera
esencia del personaje.
Smith hizo de Conan una proyección de sí mismo y, con ello,
convirtió su andadura por los veinticuatro primeros números de
la serie Conan the Barbarian en un rosario de hitos de la
historieta. En las páginas de la serie conducida por Roy Thomas
evolucionó el estilo de dibujo del británico desde una estética
tosca, tomando lo peor de Kirby, hasta una puesta en página
primorosa y cargada de detalles. Sus dos últimas realizaciones
sobre el personaje, “La Canción de Red Sonja” y “Clavos Rojos”,
han quedado para la posteridad como obras maestras indiscutibles
de la historieta de todos los tiempos.
A finales de 1973, tras haber elaborado algunas maravillosas
páginas para la serie Marvel Premiere y haber cubierto
encargos de otras editoriales como Warren Publishing o National
Lampoon, el británico tomó la determinación de fundar su propia
compañía de cómics cansado del modo en que la industria trataba
su obra de creación. Esa editorial, The Gorblimey Press, iba a
debutar en el mercado con el comic book Robin Hood, sin
embargo el sello se dedicaría exclusivamente a publicar y
distribuir ilustraciones, un mercado nuevo en el que Smith fue
uno de los pioneros en Norteamérica.
Durante diez años, en cuyo curso cambió su nombre por el de
Barry Windsor-Smith y compartió estudio junto a Jeffrey Jones,
Berni Wrightson y Michael Wm. Kaluta, no frecuentó las viñetas
sino las telas, aunque aceptó realizar algún trabajo
circunstancial y alimenticio para los lanzamientos de Marvel con
formato gigante Marvel Treasury Edition, allí repasó
algunas páginas de “Clavos Rojos” y entintó el lápiz de su
inspirador primero, Kirby, para el tebeo patriotero Captain
America Bicentennial.
En 1984 volvió a los cómics de la mano de su amigo Herb Trimpe,
quien le sedujo a participar en la serie limitada Machine Man
Volumen II. El gusanillo de los cómics volvió a picarle a
Windsor-Smith a partir de aquel momento; a continuación
realizaría historietas para Pathways to Fantasy, de
Pacific Comics, y para las publicaciones de Marvel Epic
Illustrated, Marvel Fanfare, The Uncanny X-Men y Marvel
Comics Presents. En esta última serie quincenal fue a la que
destinó otra obra maestra, “Weapon X”, luego editada a modo de
libro, donde profundizó en los oscuros pasado y espíritu del
personaje enseña de la editorial esos años, Lobezno. Tan buena
fue su aportación y tan importante su creatividad allí, que ese
episodio biográfico del personaje canadiense inspiraría luego
parte de los filmes que se produjeron sobre el grupo mutante en
los primeros años del siglo XXI.
Tras cumplir algunos encargos menores para Iron Man,
Daredevil y Excalibur, Smith abandonó de nuevo Marvel
y se unió a editores de menor tamaño e importancia en el mercado
yanqui quienes, a caballo entre los años ochenta y noventa,
quisieron plantar cara a las dos grandes editoriales de cómics
de los EE UU. Primero trabajó el británico para Valiant,
orbitando por varios títulos de la empresa: Eternal Warrior,
Unity, X-O Manowar y aportando dos realizaciones estupendas:
la saga “Alpha and Omega” para la serie Solar Man of the Atom,
y convirtiendo los comic books publicados bajo el título
Archer & Armstrong en una de las series de superhéroes más
peculiares de la época.
Durante los años noventa, Windsor-Smith saltó de una editorial a
otra resolviendo encargos puntuales de DC Comics, o para los
sellos editoriales Aardvark Vanaheim y Atomeka Press, pero
también implicándose en proyectos de mayor envergadura. Como lo
fue Rune, un personaje secundario salido de la mente de
Chris Ulm al que Smith vio potencial suficiente como para
convertirlo en protagonista de una serie propia que publicó
Malibu Comics. A mediados de los noventa, el lápiz del inglés
pasó fugazmente por Marvel (en los comic books que cruzaron
series: Rune / Silver Surfer y Conan vs. Rune) y
recaló en la editorial Image, donde participó en otro
crossover, Wildstorm Rising.
Durante los dos años anteriores a 1996 había estado fraguando
Smith la puesta a punto de varios personajes para lanzar sus
propias series, pero no halló editor que se atreviese con los
tres comic books ideados por él: The Freebooters, Young Gods
y The Paradoxman, así que determinó reunir las tres
creaciones en un único tebeo que publicaría Dark Horse, Barry
Windsor Smith: Storyteller, de pretencioso título y
prodigiosa factura.
La serie Storyteller acabó cerrando sin llegar a alcanzar
los doce previstos; y ese impidió también que siguiera
trabajando sobre otro proyecto que había comenzado: The
Prometheus Project.
BWS aclaró
que fue el técnico de Dark Horse Lou Bank quien no trató con el
mimo preciso su obra, a Smith y a su equipo, el Windsor-Smith
Studio, y eso fue lo que hizo caer en una depresión al inglés,
deteniendo en consecuencia la maquinaria de producción de su
equipo. El editor de Dark Horse aclaró, sin embargo, que
Storyteller acusó bajas ventas, debido a su formato y
contenidos.
Recuperando
una historieta dibujada para la serie The Uncanny X-Men a
finales de los 80 (rechazada por Marvel aduciendo que se trataba
de un cómic que invitaba al suicidio), Smith dio protagonismo a
uno de los personajes del serial de Storyteller que
constituía homenaje a Kirby, “Young Gods”, para sacar a la venta
Adastra in Africa. En este costoso y valioso libro de
cómics se veía a un Smith obcecado por depurar su estilo más que
por enhebrar argumentos de peso, y resultó ser un panfleto
satírico (en su apartado escrito anexo) que ridiculizaba a la
empresa Marvel.
Durante los
últimos noventa no consiguió Smith trabajo en Marvel (declinó él
la oferta) ni en DC (su proyecto An Evening with Superman,
del cual llegó a dibujar 120 páginas, tampoco fraguó). Es más,
su proyecto para la línea Vertigo –de la misma casa, pero
apartada de ella- The Monster, tampoco parece haber
salido adelante. Era este otro refrito, de una historieta de
Hulk que fuera rechazada por Jim Shooter en 1983 (pero cuyo
argumento sería usado para la producción cinematográfica del
personaje en 2003) para el cual se inspiró en su hermano,
afectado de Síndrome de Down (en la actualidad fallecido).
Fantagraphics
es le empresa que se atrevió editar la obra del británico en lo
sucesivo (si exceptuamos la breve participación de Smith como
portadista de varios comic books de Marvel en entre siglos). El
sello comandado por Gary Groth ha lanzado desde 1999 dos lujosos
libros con ilustraciones, bocetos e historietas, y con un
heteróclito apartado escrito, titulados OPUS, y en 2003
una recopilación de la saga de los Young Gods que había quedado
inconclusa en Storyteller, con el título Young Gods &
Friendo.
La postura de
BWS con respecto a la historieta se concreta en tres ideas:
Esforzarse por el medio sin jamás inmiscuirse en la mecánica
industrial, con personalidad y autoconocimiento, implicándose
con la historia y los personajes. Respetar al público, no dudar
del cerebro de los lectores, a quienes no hay que explicárselo
todo. Y concienciar a los autores de que dibujar no es lo mismo
que dibujar cómics. El acto de hacer cómics es diferente, «exige
creatividad, comunicar con símbolos identificables, puede ser
una plataforma de expresión muy rica, la más rica (...) No lo
matemos [al igualarlo] a películas como Matrix, o con
otras formas de arte, hagamos en cómic lo que no se puede hacer
con otros medios (...) Las grandes editoras están convirtiendo
en bastardo al medio, con su intento de emular la televisión, el
cine e incluso otros cómics».
Windsor-Smith sigue viviendo en Woodstock.
Sigue
fumando, sigue cabreado con Mike Richardson (editor de la
empresa que BWS llama “Dead” Horse y que se atrevió a recolorear
sus cómics de Conan para los recientes lanzamientos The
Chronicles of Conan) y sigue obsesionado por el control
absoluto de todo lo que se edita con su nombre.
En España
contamos con un estudio monográfico sobre su obra: Barry
Windsor-Smith. La mirada infinita (Planeta-DeAgostini,
2000). |
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