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"Notas sobre Celso Piñol, editor en funciones" (parte 2)


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Celso Piñol cabreado y de nuevo contratadoClic para ampliar.

Mi error se hizo evidente ante el cabreo y el fuerte rechazo que Celso Piñol generó al ver que su contrato eventual no se hacía automáticamente firme.

Rechazo que desbordó en comentarios verbales y en escritos negativos (unos suyos, otros de sus amigos, muchos anónimos) desde los foros “interneteros” de cómics; potenciado por la tutela tipo “padre espiritual” que uno de los redactores del Departamento daba a Piñol, al tiempo que le utilizaba para su intereses personales. Y aún se acentuó más la tensión cuando Piñol se “enteró” de que cobraba menos que otros redactores editoriales (siendo su sueldo el que en octubre de 1988 le había fijado el Consejero Delegado de la Empresa y que él había aceptado libre y feliz)

Se entraba así en este segundo período de contratación eventual con mal pie. De hecho, se vivió con mucha más conflictividad que el primero, demostrando que la problemática estimada desbordaba las previsiones iniciales. Mientras que mi creencia en que era posible obtener de Piñol lo mejor que podía tener como profesional trabajando en equipo, suponía un error total en mi valoración de opciones.

Ello se reflejó claramente en el estado de irascibilidad e inestabilidad que durante los siguientes meses demostró Celso Piñol, traducido en su actitud y actuaciones generales de abril a octubre 1999.

Como ejemplos puedo recordar las críticas verbales y por escrito descalificando el trabajo ajeno (por ejemplo el de Antoni Guiral, cuya gestión cuestionó Celso Piñol repetidas veces, sobre todo en lo referido a la Línea Laberinto, tanto en comunicados internos como en conversaciones en las que juzgó muy críticamente la forma en que aquél había desarrollado esta línea editorial) o desvalorizándolo (caso de Cristina Avilés, redactora editorial a la que ninguneó repetida y despreciativamente tanto por su conocimiento de los comic books norteamericanos –según la misma Cristina tuvo ocasión de contarme– como por lo que yo considero una típica discriminación de género); la negativa a trabajar en equipo en proyectos editoriales decididos por la Empresa (por ejemplo con Francisco Pérez Navarro, cuya función de director de la Colección Laberinto boicoteó, al tiempo que mis decisiones); el mal rollo y a veces el mal trato con colaboradores externos (recuerdo cómo Sanjulián, después de haber dibujado una historieta de Fanhunter, me dijo en mi despacho que no quería volver a trabajar con Piñol); los ataques públicos contra expertos que colaboraban con la editorial (caso de Jesús Cuadrado, contra quien arremetió y al que denigró histéricamente, ante un testigo de la calidad de Sergio Aragonés, por haber pedido yo a Cuadrado que participase en una mesa redonda sobre el tebeo Fanhunter); etc.

Se trata solo de ejemplos aislados de un problema general que convirtió aquellos seis meses en un incómodo tira y afloja, meses que según mi intención habían de servir para demostrar la valía de Celso Piñol y su capacidad de trabajo, pero que finalizaron no solo en negativas a seguir mis órdenes directas, sino también en comentarios y posicionamientos públicos negativos y contrarios respecto a la política editorial de cómics decidida por Planeta-DeAgostini.

Es con esta acumulación de conflictos como llegamos al mes de octubre de 1999, fecha del vencimiento del segundo contrato eventual de Celso Piñol y de la firma o no del contrato indefinitivo y su pase a nómina de Planeta-DeAgostini.

La Empresa decide, Celso da un portazo

Y es el momento en que por primera vez interviene en el Departamento de Publicaciones Populares y Cómics el nuevo Director General de Publicaciones de Editorial Planeta-DeAgostini, Francisco Pou Feliú (incorporado hacía solo unos meses a la Empresa) y que hasta después del verano de 1999 había permanecido al margen de las decisiones sobre el área editorial de cómics. Hasta ese momento el Consejero Delegado se había reservado para sí la jurisdicción y decisiones sobre el Departamento de Cómics, continuando así las funciones que había tenido como anterior Director General [Sobre Carlos Fernández como Director General podrá leerse en la Parte III del libro el epígrafe: “Crisis interna, cambio de Jefe, nuevos planteamientos. 1991, un punto de inflexión”]

El Director General de Publicaciones recoge en este momento la opinión negativa respecto a la continuidad de Piñol y, tras informarse de los planteamientos laborales del tema, confirma la decisión de prescindir de sus servicios como redactor de Forum interrumpiendo la relación laboral eventual mantenida durante los dos períodos de prueba.

A ello se une la intención añadida del Director General de “mejorar” la economía del Departamento de Cómics, rebajando los gastos fijos del mismo al suprimir un puesto de trabajo y un sueldo. Acción que a partir de junio y meses posteriores de 2000 siguió con un decisivo recorte de los costes editoriales de los comic books, cuyo efecto más llamativo se tradujo en la supresión de una gran cantidad de secciones literarias y su sustitución por páginas de autopublicidad.

Me correspondió a mí comunicar a Celso Piñol la decisión de la Empresa –que ciertamente se retardó en exceso, lo que fue un error– y lo hice en una reunión que tuve con él en los últimos días de octubre 1999. Pero, al mismo tiempo que le informaba de que no habría un nuevo contrato también le ofrecí de palabra y por escrito el trabajo de colaborador externo, como coordinador de colecciones de cómics o “packager” de los mismos títulos de los que hasta entonces se había encargado; esta función, que no está muy lejos de la del redactor editorial, le supondría más trabajo pero le garantizaba unos ingresos mensuales que duplicarían o triplicarían los que hasta entonces había cobrado como redactor eventual. [Sobre la figura y función de los “packagers” de cómics de Editorial Planeta-DeAgostini podrá leerse en la Parte II del libro el epígrafe: “De hacerlo todo en “casa” a los coordinadores externos”, y en la Parte V: “Un servicio a la Empresa, un mal servicio a los lectores: los “packagers”]Clic para ampliar.

La reunión con Piñol fue tensa, llena de palabras y también de silencios, con una comunicación escasa, nervios y mucha rabia por su parte, al dolerse del “daño” que se le causaba, que yo le causaba, puesto que desde el primer momento personalizó la decisión de la Empresa en mí prescindiendo del hecho de que se trataba de una concreta cuestión laboral. Por otra parte, Celso Piñol rechazó mi oferta de trabajo externo con el argumento de que no estaba preparado para realizarlo. (Más tarde, mediado más o menos el año 2000 y dedicado yo ya a otra área editorial, Piñol intentaría ser readmitido como redactor editorial y al negarle esto la Empresa entonces sí aceptó el trabajo de “packager” de sus propios tebeos).

Al iniciarse noviembre de 1999, Celso Piñol dejó la editorial, hecho un manojo de nervios, invocando a gritos los consejos de su psicólogo, maldiciendo, sin aceptar ninguna forma de diálogo y rechazando la colaboración laboral que yo le ofrecí varias veces. Mientras que como autor permanecía vinculado a Editorial Planeta-DeAgostini por el contrato de edición de varios números del tebeo Fanhunter que seguían pendientes de realización y publicación.

No mucho después de su marcha de la editorial, Celso Piñol solicitó una entrevista con el Director General de Publicaciones (a la que, según éste me contó, compareció acompañado por su padre) para intentar negociar la cancelación del contrato editorial de Fanhunter en favor propio. En la reunión –a la que no asistí y de la que nada supe hasta después de celebrarse– Piñol pidió también que Planeta-DeAgostini no continuase distribuyendo y vendiendo los ejemplares de los números ya editados de este tebeo y los “cediese” al autor... A lo que el Director General (asesorado en este tema por el Director Comercial, Antonio Pérez) se negó, ofreciendo a Piñol la posibilidad de “rescatar” dichos ejemplares mediante su compra.

Nuevos tiempos, cambios en Forum

Francisco Pou, nuevo Director General, había vivido en Norteamérica donde desarrolló una interesante actividad comercial, tanto personal como en funciones de asesor en distintos campos de negocio, desde el editorial hasta el de los dibujos animados, por ejemplo (amigos y conocidos suyos dicen de él que es un “vendedor nato”). Ello y su relación con Planeta-DeAgostini, para la que había resuelto satisfactoriamente varias gestiones pesó, según mis datos, en su “fichaje” e inmediato cambio de residencia de Los Ángeles a Barcelona, en momentos en que la editorial iniciaba una nueva etapa.

El nuevo Director General de Publicaciones asumió sus funciones en 1999 y pronto comenzó a desarrollar una política editorial acorde con la evolución de los intereses de la Empresa: progresiva imposición del área de marketing sobre la editorial; reajuste de los gastos editoriales a la baja; potenciación del uso de “packagers” en todas las áreas editoriales; acentuada deriva temática y de planteamientos hacia claros planteamientos de “entertainment”; especial atención a los temas relacionados con cine y televisión y desarrollo de la línea de CD-ROM; proyectos en Internet... así como pruebas con nuevas fórmulas y nuevos soportes editoriales, etc.

Esta política de negocio repercutió lógicamente sobre los distintos departamentos de la Empresa y se concretó, también, en nuevos modos de relación con los directores editoriales.

El recorte a los gastos fijos de mi Departamento tuvo por resultado el que no se cubriera el puesto de redactor editorial que quedaba vacante con la marcha de Celso Piñol. En función de ello hube, pues, de reorganizar nuevamente el equipo interno de redacción.

Tras consultarla, encargué a Cristina Avilés que asumiese el trabajo de dirigir la edición de los comic books de las líneas WildStorm e Image, además de los otros varios trabajos de los que ya era responsable como redactora editorial del Departamento. Y para realizar el trabajo externo de estos tebeos y de otros nuevos, cuyos derechos editoriales se estaban negociando, contraté como “packagers” al Equipo Fénix y al Equipo formado por Carlos Monte, Pep Rimbau y Sempere.

Todo esto, globalmente, comenzó a concretarse desde finales de 1999, y sobre todo a partir del año 2000. En estas fechas el Director General de Publicaciones comenzó a formular sus planes para la futura evolución del Departamento de Cómics. Con acciones como el recorte de gastos, el cierre de colecciones, creación de otras cercanas a cine y televisión, aprobación de proyectos de “fascicular” cómics, política de lanzamientos llamativos en quioscos, comercialización experimental de números únicos o especiales –one-shots–, proyección de los cómics y otros productos populares a través de internet... Todo lo cual comenzó a funcionar aproximadamente a mediados de año.

Paralelamente, su estrategia editorial originó nuevos planteamientos laborales, ya que la acumulación de funciones y el control al detalle que pretendía de todas las áreas editoriales generó la necesidad de que el Director General de Publicaciones contase con un director adjunto. Cargo que, tras consultar al Consejero Delegado de la Empresa y este al mismo José Manuel Lara, me ofreció en febrero de 2000.

Sinceramente la oferta me cogió por sorpresa y si me pareció interesante fue por la diversidad laboral y de opciones editoriales que implicaba el cargo, acorde con mi múltiple trayectoria en el seno del Grupo Planeta (documentalista, redactor, iconógrafo, editor de obras de historia, economía, ciencia y literatura, coordinador de equipos, editor de enciclopedias, gestor de realización, editor de cómics, etc.), y que se traducía en una actividad diversa en las distintas áreas editoriales de la Empresa, desde los nuevos proyectos hasta la posible edición de libros pasando por los cómics.

A partir de mi interés por este nuevo trabajo negociamos a tres bandas con el Consejero Delegado de Planeta-DeAgostini, hasta finales de abril, momento en que yo acepté el cargo y el sueldo, así como las nuevas responsabilidades en la jerarquía de la Empresa.

Pero esto es ya otra historia...

En mayo de 2000, después de celebrarse el Salón del Comic de Barcelona, se confirmó mi nombramiento, por un comunicado interno de Editorial Planeta-DeAgostini, SA, firmado por el Director General de Publicaciones, con el visto bueno del Consejero Delegado. Según dicho comunicado decía: «Antonio Martín es ascendido al cargo de Director Editorial Adjunto a Dirección General, como Responsable del Área de Investigación y Desarrollo para nuevos productos one-shot e Interactive-internet y para el Departamento de Ediciones Populares Comics».

El mismo comunicado nombraba como mi sucesor en el cargo de director editorial del Departamento de Cómics a Jesús PeceClic para ampliar. Montenegro, quien había sido contratado en 1999 como assistant para sustituir a Montserrat Samón, al anunciar ésta oficialmente su decisión de dejar la Empresa, en la contratación de los derechos de edición de cómics y manga (Nombramientos según comunicado interno de Editorial Planeta-DeAgostini, SA, de fecha 11 de mayo 2000, circulado entre los ejecutivos de la Empresa el día 16 de mayo).

Por cierto que el ascenso de Jesús Pece a director editorial del Departamento de Cómics frustró las aspiraciones que Alejandro Martínez Viturtia tenía a dicho cargo, según él mismo me confesó...

Los siguientes acontecimientos referidos a Celso Piñol, Planeta-DeAgostini y yo mismo son ya –como decía Kipling– otra historia... que enlaza, a su vez, con la publicación Dolmen y Vicente García y David Ramírez... Todo lo cual corresponde a otro epígrafe de este libro.


[ © 2003 Antonio Martín, para Tebeosfera 030430 ]