Exposición temporal celebrada en el Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM), que presentaba la evolución del tebeo español de posguerra, dentro del ciclo expositivo MuVIM Còmic ON.
El nacimiento y la eclosión de los cómics en Estados Unidos engendraron personajes tan atractivos y convincentes que rápidamente atravesaron sus fronteras hasta Francia, Italia y España. Los lectores y los dibujantes europeos se vieron fascinados por el lenguaje norteamericano y pronto, sus héroes preferidos empezaron a parecérseles a los del continente vecino.
Rápidamente, Félix el gato, Mickey y todos los personajes de Disney, Popeye y muchos más astros del firmamento de la fantasía norteamericana entraron en las casas europeas. Muy poco después de aparecer en los quioscos americanos Tarzán, El Hombre Enmascarado o Flash Gordon, la casa editorial Vecchi los "importó" en Italia con un gran éxito. Y de la mano de Lotario Vecchi y, más tarde, de sus sobrino Joege Patienti, se propagaron eficazmente por España reproducidos en tres publicaciones: Yumbo (1934), Aventurero (1935) y Tim Tyler (1936). Estas tres revistas, que lanzaron al estrellato a la empresa Hipano Americana de Ediciones, fueron la puerta de entrada del cómic moderno en la Península.
Aprovechando este éxito, revistas como Molino o TBO no se pudieron resistir y llenaron de aventuras a los niños y niñas de diversas generaciones, aunque el estallido de la guerra civil supuso una interrupción de aquel éxito. ¿Cómo negar la influencia de aquellos héroes, de aquel estilo de dibujo, en Manuel Gago o en Jesús Blasco, por citar dos de las más grandes referencias de la historieta en la España franquista? El Guerrero del Antifaz, Cuto, El Pequeño Luchador, incluso alguien tan español como Roberto Alcázar, debían mucho a los héroes norteamericanos.
En los dibujos infantiles y humorísticos, Disney planea sobre la sombra de Emili Boix y también de Josep Sanchís con personajes como "Hipo, Monito y Fifi" o Pumby, Chivete y Blanquita.
Los tebeos españoles -humorísticos o realistas- desde los años treinta hasta la actualidad, habrían sido otra cosa sin la presencia pétrea de unas historias y unos héores norteamericanos que se enraizaron entre dibujantes y guionistas. Pese a las primeras iras franquistas, la fuerza del arte que destacó con Yellow Kid, se impuso sin resistencia. El tebeo español de la posguerrra también es hijo de los cómics norteamericanos. Hoy en día, Mickey Mouse o Flash Gordon son héroes tan propios, tan "españoles" como El Guerrero del Antifaz o el Capitán Trueno, que no aguantarían una prueba de ADN si alguien reivindicara otra paternidad.