Exposición comisariada por Enrique Cavestany (Enrius) y Moncho Alpuente celebrada en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid.
El Museo de Arte Contemporáneo ha organizado la exposición La prensa ilustrada en Madrid, 1976-2008, una muestra que refleja la simbiosis entre el dibujo y el texto, además de mostrar cómo la ilustración y el dibujo de humor gráfico gozan de suficiente autonomía para representar distintos puntos de vista y ser expuestos en su condición de original artístico.
La exposición está organizada en torno a dos secciones que, como indican los comisarios, son perfectamente permeables: el humor gráfico y la ilustración. Es una selección de sesenta y cinco obras originales de ilustración y humor gráfico, realizadas a lo largo de los últimos treinta años en Madrid y cuyo destino principal ha sido la publicación en prensa.
La selección muestra una gran variedad de estilos y de aproximaciones al texto por medio del dibujo: destacan las viñetas de humor de Ajubel y Federico del Barrio; el controlado color y dibujo preciso de Fernando Vicente; la línea limpia y clara de Dodot; el mundo tan personal de Ana Juan; la bella serigrafía de Colis; la humorística de Raúl y su maridaje entre Warhol y Escobar, o el eclecticismo burlón y esperpéntico de Justo Barboza.
Caricatura y retrato
La caricatura y el retrato están representados en los trabajos de Loriga y de Alfredo, ambos pioneros de la prensa ilustrada y de merecido prestigio, junto a Julián Grau-Santos, pintor e ilustrador de amplia trayectoria. También destacan las pictóricas caricaturas de Sciammarella, las disecciones milimétricas de Loredano y el dibujo surreal de Juan Carlos Eguillor -entre Kafka y Heartfield-. Sobresalen igualmente Santiago Cueto, cercano a la abstracción geométrica y visión expresionista, la visión manierista y jovial del Madrid de Jorge Arranz, así como los apuntes taurinos a la aguada de Anciones y el Madrid de Rodrigo, sombrío e inquietante bajo la luna. Y, como ejemplo de la perfecta simbiosis entre dibujo y escritura, queda la obra de Fernando Bellver de apunte rápido a lápiz y ligeros toques de color.
Asimismo, cabe destacar cómo una gran parte de ellos, bien de manera explícita o por medio del tratamiento gráfico, tienen en común el sentido del humor. Es el caso de los dibujos de Ballesta, Killian o Virginia Martos.
Esta exposición, que analiza cómo el tradicional chiste gráfico y la ilustración han sido y son elementos imprescindibles en las páginas de la prensa escrita, pone de manifiesto cómo ambos, humor gráfico e ilustración, se renuevan y adaptan el estilo con el paso de los tiempos convirtiéndose en testimonios de incalculable valor por la lucidez, ludismo, ironía y crítica que aportan al panorama cotidiano de noticias que conforman la actualidad.
La prensa ilustrada en Madrid, 1976-2008 es una ocasión única para poder contemplar un magnífico conjunto de “obras únicas” de los ilustradores más importantes del país. Además, la muestra está acompañada por una selección de material documental que forman las cubiertas de publicaciones como: El Cocodrilo Leopoldo, La codorniz, Hermano Lobo, El imparcial, Al loro, El País imaginario, A las barricadas, Magazines de El Mundo, Monóxido, Cuadernos de Humor, La Golondriz, El Virus Mutante y Quevedos.
Catálogo de la muestra
Con motivo de la exposición se ha editado un catálogo que incluye la totalidad de la obra expuesta reproducida y dos estudios realizados por los comisarios, Moncho Alpuente, -quien afirma que “los dibujantes se sitúan en la vanguardia de la redacción, varios pasos por delante de la información propiamente dicha y de los artículos de opinión, y cobran cada día más relevancia; son muchos los lectores que empiezan el periódico por el chiste como introducción y aperitivo de los contenidos”-, y Enrique Cavestany, que añade “la ilustración puede enriquecer el espacio dedicado a un artículo, una narración o una propuesta literaria de cualquier índole sin necesidad de decir las mismas cosas con distinto lenguaje, superando el aforismo, que fomenta una competencia innecesaria entre ambas expresiones, de que una imagen vale más que mil palabras”.
Acompañando a ambos escritos, dos textos completan esta publicación: por un lado el del escritor y crítico Felipe Hernández Cava, una espléndida reflexión sobre el humor y la ilustración en la prensa madrileña del posfranquismo hasta nuestros días, que asegura que “los que tuvimos la desgracia de vivir bajo una dictadura en España sabemos mucho acerca de la capacidad de los medios para reinventar la realidad a través de la saturación de noticias tendenciosas y no necesitamos, por tanto, demasiadas explicaciones de los filósofos para saber que la línea fronteriza entre lo real y lo virtual es demasiado frágil y que nuestra capacidad de perplejidad asertiva es fácilmente vulnerable a las maniobras ilusionistas”. Por otro lado, el texto de Luis Conde, historiador del humor gráfico español que traza un itinerario por la historia del género y sus protagonistas. “Al principio -dice- claro que revistas y periódicos copiaban lo foráneo, pero en cuanto le cogieron el tranquillo, no había más que registrar lo que la gente hacía, buscaba y quería. ¡Las ganas de libertad son contagiosas y no se pueden poner puertas al campo! La gente buscaba lo nuevo, así fuera marginal, cutre o desconcertante. Y lo tuvo”.