Información de la editorial:
Por ejemplo, cuando practica comportamientos caracterizados por la brutalidad, la rudeza, la cabezonería, la intolerancia o, cuando mantiene aptitudes tales como la mala educación, los malos modales, la falta de conocimientos o la escasez de inteligencia.
También solemos emplear la palabra “burrada” para referirnos a acciones humanas propias de lo salvaje, lo bárbaro, lo falto de lógica, lo insensato, lo insensible, lo inhumano o lo desproporcionado.
Sin embargo, si atendemos a las cualidades propias y reales del animal llamado burro (Equus Africanus Asinus), no podemos dejar de destacar su nobleza, obediencia, tesón, capacidad de trabajo, resistencia, fidelidad, además de su entrañable, simpático y afable físico de grandes ojos, grandes orejas y… bueno, otras cosas grandes (que, por cierto, ya las quisiera más de un humano para si).
A lo largo de su existencia, el ser humano se ha prodigado tanto en esa acepción semántica del término burro que le corresponde, que ha llegado a eclipsar su significado principal, haciendo casi imprescindible que, al querer referirnos al burro animal, nos veamos obligados a tener que especificar que nos referimos a un burro de verdad, es decir, a un burro de los no humanos.