Title:
Xaquín Marín in La Codorniz.
Resumen / Abstract:
Xaquín Marín (Ferrol, 1943) es el humorista gráfico gallego más relevante desde la Guerra Civil española. Ha desarrollado casi toda su carrera en Galicia, en periódicos como El Ideal Gallego, A Nosa Terra y La Voz de Galicia —donde sigue publicando una viñeta diaria—, pero comenzó su trayectoria en Madrid, en La Codorniz, donde colaboró entre 1972 y 1977. Fue allí donde realmente se hizo dibujante de humor. Este artículo rescata el trabajo que desarrolló en la famosa revista fundada por Miguel Mihura y dirigida entonces por Álvaro de Laiglesia para conocer las características de sus primeros pasos en el humor gráfico y ver si las grandes señas de identidad de su producción posterior, desarrollada en Galicia desde 1975, están ya anunciadas allí. / Xaquín Marin (Ferrol, 1943) is the most important Galician cartoonist since the Spanish Civil War. He has developed the most of his career in Galicia, in newspapers as El Ideal Gallego, A Nosa Terra and La Voz de Galicia, where he publish daily cartoons nowadays, but he became real cartoonist in Madrid in La Codorniz, working from 1972 to 1977. This article reviews his times and works in the magazine founded by Miguel Mihura, and led by Alvaro de Laiglesia after him, to know the characteristics of his early work and to discern the identity signals of his later work in Galicia since 1975.
Palabras clave / Keywords:
Xaquín Marín, La Codorniz, Humor gráfico gallego, humor gráfico en los setenta/ Xaquín Marín, La Codorniz, Galician Satiric Cartoons, Cartoons in the seventies

XAQUÍN MARÍN EN LA CODORNIZ

LOS INICIOS MADRILEÑOS DEL DIBUJANTE QUE TRANSFORMÓ EL HUMOR GRÁFICO GALLEGO


1. Introducción

La Codorniz (1941-1978) fue la revista española de humor más importante del siglo XX. En ella colaboraron los más grandes humoristas españoles —literarios y gráficos— de la época: Miguel Mihura, Antonio de Lara (Tono), Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville, Wenceslao Fernández Flórez, Julio Camba, Rafael Azcona, José Luis Coll, Enrique Herreros, Antonio Mingote, Miguel Gila, Pablo San José, José María González (Chumy Chúmez), Máximo San Juan, Manuel Summers, Antonio Fraguas (Forges), Andrés Rábago (OPS)…

Como no podía ser de otro modo, la publicación ha dado lugar a una importante bibliografía, desde estudios críticos como El humor verbal y visual de La Codorniz, de José Antonio Llera Ruiz (2003), hasta antologías como la de Melquíades Prieto y Julián Moreiro (La Codorniz. Antología [1941-1978], 1998), pasando por memorias, como las de quien fuera su director durante más de treinta años, Álvaro de Laiglesia (La Codorniz sin jaula, 1981). Menos son, sin embargo, los trabajos específicos sobre las aportaciones de tal o cual humorista. Podemos citar los libros “La Codorniz” de Enrique Herreros (Edaf, 2005) y Todo sobre Rafael Azcona en “La Codorniz” (Pepitas de Calabaza y Fulgencio Pimentel, 2012, 2014 y 2016[1]) o el artículo “Las viñetas de Tono en “La Codorniz” (Samuel Bauer, 2005).

     
      Primera portada de Xaquín Marín en La Codorniz, nº 1.637, 5-VII-1973. © 1973 Xaquín Marín.

Pero en La Codorniz colaboraron también muchos otros humoristas —particularmente gráficos— cuya obra ha quedado oscurecida y merecería la pena ser rescatada. En este sentido, y desde Galicia, resulta especialmente interesante acercarse al trabajo de Xaquín Marín (Ferrol, A Coruña, 1943), probablemente el humorista gráfico gallego más importante desde Alfonso Daniel Rodríguez Castelao[2] y, desde luego, el más innovador.

Marín es valorado, sobre todo, por su lúcida y crítica visión de Galicia, que viene transmitiendo a los lectores desde 1975 en periódicos como El Ideal Gallego, A Nosa Terra y La Voz de Galicia —en la que sigue publicando una viñeta diaria—, pero se hizo humorista en La Codorniz, donde su obra no fue breve ni menor. El dibujante ferrolano colaboró en la revista durante cinco años (1972-1977), publicando tanto viñetas como tiras y cómics, y llegando a firmar cuatro portadas y tres contraportadas.

El objetivo de este artículo es, pues, rescatar el trabajo publicado por Xaquín Marín en La Codorniz para conocer las características de sus primeros pasos en el humor gráfico y comprobar si están ya ahí, aunque solo sea en embrión, las grandes señas de identidad de su producción posterior, desarrollada en Galicia desde 1975.

Las hipótesis de partida son dos:

1. Xaquín Marín se hizo humorista gráfico en La Codorniz: allí publicó sus primeras viñetas y tiras, y se inició en la caricatura política.

2. Aunque dio ya muestras del particular estilo plástico que lo identificaría después, el humorista ferrolano creó para la revista una estética singular y original tanto en el conjunto de su obra como en el de la publicación, en la que no tuvo parangón, a pesar de que no era raro que unos humoristas imitasen a otros.

Respecto a la metodología, se han revisado todos los números de La Codorniz en los que colaboró el dibujante gallego —desde el 1.604 (13-VIII-1972) hasta el 1.823 (29-V-1977)–, labor que ha sido completada con una entrevista personal al autor. Hay que advertir que todas las citas textuales de Marín —tanto las correspondientes a libros o periódicos como las pertenecientes a la entrevista— están en gallego en sus fuentes originales y han sido traducidas al castellano para este artículo. Lo mismo sucede con la de Siro López[3] que aparece al final, justo antes de las conclusiones.

 

2. Xaquín Marín

La primera vocación de Xaquín Marín fue la pintura, pero enseguida descubrió el cómic, convirtiéndose en el autor de la primera historieta aparecida en la prensa gallega después de la Guerra Civil —“O emigrante”, publicada en abril de 1971 en la revista Chan, que dirigía desde Madrid Raimundo García Domínguez, alias Borobó[4]— y en el coautor, junto a Reimundo Patiño[5], del primer álbum de cómic gallego —2 viaxes (1975)—, que incluía una historieta larga del dibujante ferrolano, “O longo camiño de volta dende as estrelas”, y otra de su amigo coruñés, “A saga de Torna no tempo”.

     
Segunda portada de Xaquín Marín en La Codorniz, nº 1.653, 25-XI-1973. © 1973 Xaquín Marín.      
       

Pero su tendencia natural al humor y la mayor facilidad para publicar viñetas le hicieron desembocar en el humor gráfico. Desde 1972 colaboró en las dos principales revistas españolas de humor de la época: Hermano Lobo —donde solo publicó artículos literarios, porque el director, Ángel García Pintado[6], le desafió a escribir después de que Chumy Chúmez[7] rechazara sus dibujos por juzgarlos “demasiado underground” para la línea de la publicación— y La Codorniz.

De vuelta a Galicia, en 1975 empezó a colaborar en El Ideal Gallego de A Coruña —además de hacerlo en dos publicaciones galleguistas históricas: Teima y A Nosa Terra— y en 1988 pasó a La Voz de Galicia, donde todavía hoy realiza una viñeta diaria.

Xaquín Marín es un humorista de talla nacional e internacional, aunque su apuesta por trabajar en y sobre Galicia haya hecho de él un autor desconocido para buena parte del público no gallego. Ha ganado dos veces (1982 y 1991) el premio Paleta Agromán[8], considerado durante décadas el Oscar del humor gráfico español, y en 1987 recibió el Primer Premio en la Bienal del Humor y la Sátira en las Artes de Gavrobo (Bulgaria), uno de los certámenes de humor gráfico más importantes del mundo. Además, ha sido jurado de otros de los concursos de dibujo de humor más relevantes a nivel internacional, como el Salão Internacional de Humor de Piracicaba, en Brasil, y el World Press Cartoon de Lisboa y el PortoCartoon World Festival de Oporto, en Portugal. Es profesor honorífico de Humor de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) y notario de humor por la Universidad de Alicante. En 2015 obtuvo el Premio de la Crítica de Galicia de Artes Plásticas. Ha recibido el Premio Galicia de Xornalismo dos veces (1984 y 1989) y el Premio Galicia de Comunicación otras dos (1996 y 1997). Finalmente, tiene obra propia en doce museos de siete países de tres continentes —haciendo buena su pretensión de hacer de cada viñeta una obra de arte—, entre ellos el Museo del Humor de Fene (A Coruña), que fundó en 1984 y dirigió hasta 2008, y sigue siendo hoy el único de sus características de toda la península Ibérica[9].

 

3. La Codorniz

La Codorniz fue fundada en 1941 por Miguel Mihura[10] como continuación y renovación de La Ametralladora (1937-1939), la revista humorística editada por los servicios de propaganda franquista durante la Guerra Civil, que él mismo había dirigido. En la nueva revista, Mihura se rodeó de los mejores humoristas de la llamada Generación del 27 —Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville, Antonio de Lara (Tono), José Luis López Rubio— y de los más brillantes articulistas de la España de la época —Ramón Gómez de la Serna, Wenceslao Fernández Flórez, Julio Camba—, nombres a los que se añadieron los de Enrique Herreros y, después, Fernando Perdiguero —redactor jefe desde 1944 hasta su muerte, en 1970— y Evaristo Acevedo. Enseguida alcanzarían fama secciones como El damero maldito (Conchita Montes), La pareja siniestra (Antonio Mingote), El repelente niño Vicente (Rafael Azcona) o La cárcel de papel (Evaristo Acevedo).

     
      Tercera portada de Xaquín Marín en La Codorniz, nº 1.672, 7-IV-1974. © 1974 Xaquín Marín.
       

En la trayectoria de la revista se advierten tres etapas claramente diferenciadas: el evasionismo de Mihura, el expansionismo del primer Álvaro de Laiglesia[11] y el anquilosamiento de los años sesenta.

En la primera etapa, la revista continuó la línea de su antecesora La Ametralladora bajo la dirección de Mihura, con firmas como Tono, Herreros, Picó y otros dibujantes españoles, junto con reproducciones de humoristas extranjeros, principalmente italianos. Se pretendía hacer humor absurdo y alejado de toda crítica social o política de actualidad.

La segunda etapa de la revista comienza en 1944, cuando Mihura la vende al conde de Godó, editor de La Vanguardia de Barcelona, quien nombra director a Álvaro de Laiglesia, hasta entonces redactor jefe, cargo que ya había desempeñado en La Ametralladora con solo dieciséis años. De Laiglesia otorgó a La Codorniz cierto cariz contestatario, dentro de las escasas posibilidades del momento, que tanto se valora desde la perspectiva actual.

En los años sesenta, la revista campaba prácticamente sola en el campo del humor semanal español y era ya un auténtico mito, pero su anquilosamiento frente a los periódicos de información general y las revistas semanales que forcejeaban con las reglas oficiales era ya evidente, máxime después de la Ley de Prensa de Manuel Fraga (1966), que derogó la censura previa.

A partir de 1970, la decadencia se acentuará, primero por la muerte ese mismo año de su histórico redactor jefe, Fernando Perdiguero, quien durante casi treinta años había sabido mantener la mentalidad electiva respecto a los colaboradores que permitió continuar la línea humorística genial y vanguardista de Mihura, a pesar de que la publicación evolucionase hacia niveles más cotidianos. Para José García Martínez-Calín, PGarcía, a través de la llamada Academia del Humor, «tras la desaparición de Perdiguero se relajó tan severa disciplina intelectual, se abrieron las puertas a las mil interpretaciones individualizadas y carentes de orientación unívoca de las nuevas firmas y el proyecto se vino abajo»[12].

La revista acusará un tercer golpe con la inesperada e irresistible competencia de Hermano Lobo (1972). Primero le robó a algunos de los colaboradores más significados (Chumy Chúmez, Gila, Coll) y después la superó con creces en ventas y publicidad, llegando a tirar 170.000 ejemplares, frente a los 80.000 en que se estancó La Codorniz.

El cuarto y definitivo mazazo se lo propinó la censura, que, paradójicamente, en tiempos ya de la llamada ley Fraga impuso multas y suspensiones a una publicación que en varias décadas solo había sufrido alguna que otra advertencia (Moreiro y Prieto, 2001: 14). Ya no existía la censura previa, pero el problema era ahora el artículo 2 de dicha ley, que exigía el acatamiento a la Ley de Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales. El 11 de febrero de 1973, La Codorniz fue secuestrada y suspendida por cuatro meses y su director multado con 250.000 pesetas, lo que dejó el camino expedito a Hermano Lobo, que acababa de nacer. Oficialmente, las causas eran «varias y acumulativas», pero parece que, en realidad, había una sola: el “encierro” en La cárcel de papel del ministro Torcuato Fernández Miranda, que luego tendría un papel relevante en la Transición. El 15 de junio de 1975 volverá a ser suspendida por tres meses debido a un artículo de Santiago Lorén sobre la Universidad (Prieto y Moreiro, 1998: 36-37).

La Codorniz de Álvaro de Laiglesia murió el 15 de mayo de 1977, después de que este dejara la dirección y Víctor Vadorrey cesara en la jefatura de redacción, que desempeñaba desde la muerte de Perdiguero. Pero la revista experimentará aún dos engañosas resurrecciones antes de desaparecer definitivamente. La primera, encabezada por Manuel Summers, aunque oficialmente figuraba como director Miguel Ángel Flores, acaba en enero de 1978. El desembarco de un buen número de humoristas que colaboraron en la ya desaparecida Hermano Lobo, incluido Chumy Chúmez, no sirvió para que la revista encontrara su lugar en el panorama convulso de la Transición, porque escogió el camino de lo fácil y previsible (Prieto y Moreiro, 1998: 38-39).

La segunda resurrección, liderada por el periodista Carlos Luis Álvarez (Cándido) —aunque hasta junio el director fuera Juan Fermín Vílchez—, arrancó en marzo de ese año con formato de diario e inspirada en el modelo del periódico satírico francés Le Canard Enchaîné. Sucumbiría el 11 de diciembre de 1978, a poco de aprobarse la Constitución, treinta y siete años después de la fundación del periódico humorístico, que por dos números no llegaría a los dos mil.

 

4. Xaquín Marín en La Codorniz

     
Cuarta portada de Xaquín Marín en La Codorniz, nº 1.695, 15-IX-1974. © 1974 Xaquín Marín.      
       

Xaquín Marín colaboró en La Codorniz durante casi cinco años, desde el 13 de agosto de 1972, un mes después de haber publicado su último artículo en Hermano Lobo, hasta el 29 de mayo de 1977, solo quince días más tarde de que Álvaro de Laiglesia dejara la dirección de la revista. En La Codorniz, Marín publicó tanto viñetas como tiras y cómics. En realidad fue allí donde se estrenó en la viñeta, pues en Chan había publicado solo cómics y en Hermano Lobo artículos; ni siquiera dibujó. Marín fue un autor valorado en La Codorniz, donde entre noviembre de 1973 y septiembre de 1974 llegó a publicar cuatro portadas y tres contraportadas. Además, era normal encontrar en el interior de la revista páginas con tres y cuatro viñetas suyas. Al principio colaboraba en la mayoría de los números, para pasar, a partir de mediados de 1975, a hacerlo en la mitad, aproximadamente. La dimisión de De Laiglesia como director de la revista supuso que cayera en el ostracismo: con el nuevo director, Miguel Ángel Flores, solo apareció una vez (el 29 de mayo de 1977), y poco a poco dejó de enviar colaboraciones, de manera que en la última etapa de la revista —la dirigida, primero, por Juan Fermín Vílchez y luego por Cándido— ya no colaboró.

Cuando Marín comenzó a colaborar en La Codorniz, la revista estaba ya en franca decadencia, pero aun así, para el ferrolano —como para cualquier humorista español de la época— publicar en ella era un sueño: «La Codorniz, desde muy joven, fue una de mis aspiraciones. Trabajar con Mingote, Chumy, Serafín, Máximo... era lo máximo, nunca mejor dicho. Cuando llegué yo ya no estaban algunos de ellos, pero no acababa de creerlo» (Lorenzo Ruibal, 2014). En realidad, Marín soñaba con colaborar en La Codorniz desde niño, aunque entonces le atrajese más la pintura que el dibujo, cuando leía las revistas que compraba su padre: Gracia y Justicia[13], Don Venerando[14] y, por supuesto, la publicación fundada por Mihura, que ya dirigía Álvaro de Laiglesia. Entonces le gustaba especialmente La pareja siniestra, de Antonio Mingote. Después descubriría a dibujantes “más tremendistas”, como Chumy Chúmez y Roland Topor[15].

Marín recuerda así su llegada a la revista:  

Me hicieron jurar que nunca colaboraría con Hermano Lobo —se tenían un odio africano— y allí conocí al legendario Álvaro de Laiglesia, un hombre más bien antipático —se levantaba toda la redacción cuando entraba—, pero que se atrevió a publicarme los pies[16] […]. Era enemigo mortal de Torcuato Fernández Miranda, el tutor del Rey, porque estando los dos en un hospital de Riga, con la División Azul, Álvaro de Laiglesia le birló una novia, y parece que Torcuato le dijo a Carrero Blanco que había que acabar con esa revista. El día que mataron a Carrero, muy cerca de La Codorniz, Álvaro huyó a Londres, convencido de que le iban a echar la culpa del asesinato” (Romero e Pereiro, 1994: Sociedad II).

Por aquel entonces, en La Codorniz colaboraban dibujantes de la categoría de Herreros —el único sobreviviente del equipo fundacional y «una de las cumbres del humor gráfico español de todos los tiempos, desde Goya a Chumy», según Tubau (1987: 65)—, Mingote, Pgarcía, Pablo, Mena, Serafín, Eduardo, Munoa, Dátile, Madrigal, Fandiño o Martinmorales. Tres de esos extraordinarios dibujantes eran gallegos, como Marín —Julio Cebrián, Abelenda y Caruncho—, y tenían un gran peso en la publicación[17]. Por el contrario, Chumy Chúmez y Gila se habían ido ya a Hermano Lobo, aunque volverían en 1977, a tiempo para asistir al entierro de la revista. 

Yo iba por la redacción de vez en cuando[18]. En la redacción trabajaban algunos: Julio Cebrián, Pablo, Pgarcía y pocos más. Después se hacía una comida mensual en el restaurante La Walquiria, pero yo no iba porque la comida era cara y yo no tenía dinero. Fui solo una vez. Claro, la mayoría de ellos tenían su profesión y lo que cobraban de La Codorniz era extra[19].

 

4.1. Humor negro

     
      Primeras dos viñetas de X. Marín en La Codorniz, nº 1.404, 13-VIII-1972. © 1972 Xaquín Marín.

Marín debutó en La Codorniz el 13 de agosto de 1972 (número 1.604), con dos viñetas en la página 5 (aunque el semanario no venía paginado). La portada era de Máximo, y en ese número colaboraban también como humoristas gráficos Soria, Miranda, Cebrián, Martinmorales, Molleda, Luís, Pablo, Dátile, Gayo, Dodot, Soglow, Mena, Serafín, Eduardo, Fandiño, Madrigal, Bolívar, Manuel y Munoa.

El humorista ferrolano se estrenó con dos viñetas mudas a dos tintas que adelantaban ya el marcado humor negro de sus primeras colaboraciones en la revista. En la primera, un hombre ahorcado cuelga de una cuerda con la lengua fuera mientras otro aprovecha para mojar en ella la goma de la solapa de un sobre; en la segunda, se ve un hombre dentro de un reloj de arena que está siendo engullido por esta.

El humor negro de las primeras colaboraciones de Marín en La Codorniz estaba muy influido por el dibujante francés Roland Topor —entonces uno de sus favoritos—, que también colaboraba en la publicación.

Empezaron publicándome una serie de dibujos muy negros, muy toporianos. Por ejemplo, un hombre tirándose de un trampolín con una soga. Estaba ahorcándose, pero con estilo. Cosas así. Recuerdo un hombre sin piernas, en un carrito y con un rótulo en la espalda que ponía: “Yo, hockey sobre patines”. En aquella época había una campaña con pegatinas diciendo qué deporte practicabas[20].

 

4.2. “Deportes hasta en la sopa” y otras secciones

   
Viñeta en “Deportes hasta en la sopa”. La Codorniz, nº 1.620, 10-XII-1972. © 1972 Xaquín Marín.    

Las primeras viñetas de Marín en La Codorniz —mudas y llenas de humor negro— se publicaron en las secciones Deportes hasta en la sopa—sobre todo— y ¡Tiemble después de haber reído!. La primera había sido creada por Fernando Perdiguero Camps —redactor jefe de la revista desde 1944 hasta su muerte en 1970—, quien firmaba con el seudónimo de Tiner. Por esa misma época, el humorista ferrolano desarrolló también su serie Árbitro en la efímera revista Futbol-in, que acababa de ser fundada en Madrid a imitación de la exitosa Barrabás, de Barcelona.

   
    Viñeta narrativa vertical, un alarde de composición en La Codorniz, nº 1.666, 24-II-1974. © 1974 Xaquín Marín.

La sección ¡Tiemble después de haber reído! —en la que acostumbraba a salir Topor— incluía un relato de suspense firmado por Rafael Castleman, seudónimo de Rafael Castellano de la Puente (1943). La sección, iniciada hacia 1950 por su padre, Rafael Castellano, era una de las más famosas de la revista.

Desde finales de 1974, Marín publicó también bastantes viñetas en las secciones de la revista ¡No! Crítica de la vida y Made in Spain. La primera, formada por diversos sueltos en los que se denunciaban comportamientos sociales e incluso institucionales poco edificantes, fue una de las señas de identidad de la nueva Codorniz de Álvaro de Laiglesia, abierta a la crítica social. La segunda incluía minisecciones de libros, cine, teatro, televisión e incluso deportes y política, de modo que el humorista gallego volvió a hacer viñetas deportivas, pero ya sin el marcado humor negro de las primeras.

Marín irrumpió con fuerza en La Codorniz, de modo que, además de sus viñetas en Deportes hasta en la sopa o ¡Tiemble después de haber reído!, enseguida se hizo habitual encontrar en la revista media página a color, vertical —más habitualmente— u horizontal, con tres o cuatro viñetas autónomas, a veces sin estar aisladas en su respectivo cuadro, dando cierta sensación de continuidad formal. La primera de estas medias páginas apareció en el número 1.613 (15-X-1972). Llevaba cuatro viñetas en disposición vertical tituladas genéricamente Mundo máquina, que trataban del dominio del hombre por las máquinas, un tema que luego sería recurrente en su carrera.

Entre las medias páginas de Marín en La Codorniz destaca la vertical que publica en el número 1.666 (24-II-1974). Se trata de una viñeta sola en la que el lector va leyendo la escena de arriba abajo en un alarde de composición por parte del autor difícil de ver en un humorista gráfico. El tema —otra vez el humor negro de Marín— es una ejecución pública por medio de uno de los métodos más brutales que podamos imaginar: la decapitación.

 

4.3. El pie y D. Carcundio

Fue en La Codorniz donde nacieron dos de los famosos personajes de Xaquín Marín: el pie y D. Carcundio, embrión del D. Augusto que publicaría luego en gallego en el semanario A Nosa Terra.

     
Pies en La Codorniz, nº 1.820, 8V5-1977. © 1977 Xaquín Marín      

En una de esas medias páginas verticales apareció por primera vez el pie, viñetas protagonizadas por un inmenso pie desnudo aplastando a un grupo de personas. Ni siquiera Triunfo, la revista más progresista de la época, se había atrevido a publicarlo por considerarlo demasiado subversivo. Símbolo de la opresión que todos ejercemos y padecemos, del pie de Marín llaman extraordinariamente la atención dos características: por un lado, su intemporalidad y universalidad, que le han permitido seguir dibujándolo hasta hoy, y por otro, su versatilidad, que le ha posibilitado representar una ilimitada variedad de situaciones con unos recursos expresivos mínimos. El pie surgió en el número 1.621 (17-XII-1972), con una media página vertical a color formada por cuatro viñetas sueltas. El texto de la primera —en boca de uno de los aplastados— dice: «Pues no le veo el chiste». Los pies dibujados por Marín para La Codorniz aparecían siempre en viñetas sueltas. No sería hasta 1978, en A Nosa Terra, cuando el humorista desarrollaría la serie en tira Historias de esmagados (de esmagar, aplastar, en gallego).

El pie volvió con una fuerza inusitada en las colaboraciones tardías de Marín en La Codorniz, apareciendo en 13 de las 22 últimas páginas en las que intervino el humorista ferrolano. En alguna de ellas tenía un protagonismo aplastante, con cuatro o cinco viñetas, como en los números 1.816 (10-IV-1977, p. 11) y 1.820 (8-V-1977, p. 11), los últimos en los que se publicó.


D. Carcundio
(de carca, persona de ideas retrógradas) nació en el número 1.795 (14-XI-1976, p. 2). Se trata de una tira resuelta en tres viñetas. Se repetiría solo dos veces más, en los números 1.799 (12-XII-1976) —que contiene dos tiras verticales— y 1.806 (30-I-1977). En realidad, como ha dicho el propio Marín (1986: s/n), D. Carcundio apareció más veces en La Codorniz sin nombre y con una estética diferente, pero el espíritu era el mismo. El personaje —la quintaesencia del cacique que intenta adaptarse a los nuevos tiempos— tiene ya el sombrero, las gafas de sol (en el último número), el bigotito, la corbata y el traje a rayas que caracterizarán a D. Augusto en A Nosa Terra, semanario en el que esta nueva serie se publicaría durante más de dos años, desde el número 75 (septiembre de 1979) hasta el 170 (diciembre de 1981).

Primera entrega de “D. Carcundio”, antecedente de “D. Augusto”.
La Codorniz, nº 1.795, 14-XI-1976. © 1976 Xaquín Marín.

 

4.4. Portadas y contraportadas

El pie mereció el honor de ser tres veces portada de La Codorniz. Firmar una portada en la revista fundada por Mihura suponía un gran reconocimiento. El portadista por antonomasia de la publicación fue Enrique Herreros, que dibujó 807 primeras planas. Marín hizo cuatro, entre noviembre de 1973 y septiembre de 1974, quizá la época en la que tuvo mayor proyección en la publicación. La primera salió en el número 1.637 (5-VIII-1973). Las otras tres tenían por protagonista al pie y aparecieron en los números 1.653 (25-XI-1973), 1.672 (7-IV-1974) y 1.695 (15-IX-1974).

En el número 1.630 (17-VI-73), La Codorniz comenzó a publicar un cómic a toda página en la contraportada. El primero fue de Mingote, aunque luego lo dibujarían también Herreros, Sir Cámara, Luis, Munoa, Madrigal, Serafín o Fabo. Marín firmó tres de estas contras, en los números 1.652 (18-XI-1973), 1.663 (3-II-1974) y 1.693 (1-IX-1974). Obsérvese que se trata de la misma época de las portadas.

 

         
Primera contraportada de Xaquín Marín en La Codorniz, nº 1.652, 18-XI-1973. En el centro: Segunda contraportada en el nº 1.663, 3-II-1974. A la derecha: Tercera contraportada en el nº 1.693, 1-9-1974. ©1973 y 1974 Xaquín Marín.

 

4.5. Cómics

Además de estos tres cómics en la contraportada, Marín publicó seis historietas más en el interior de la revista, de media página o un tercio de extensión. En realidad, hizo algún pequeño cómic más, pero aquí los vamos a incluir entre las tiras políticas de las que hablaremos a continuación.

El primero de estos cómics se publicó en el número 1.658 (30-XII-1973) con el título de “Problema en el año 2000”. Resulta especialmente llamativo porque en él rompe con la estética que estaba utilizando para acercarse a la de “O longo camiño de volta dende as estrelas”, su historieta larga del álbum 2 viajes (la temática, futurista y espacial, también recuerda a dicho cómic).

 

   

Cómic “Problema en el año 2000”, aparecido en La Codorniz, nº 1.658, 30-XII-1973. © 1973 Xaquín Marín.

A la derecha: Cómic “Amministía” que fue publicado en el nº 1.791, 17-X-1976. © 1976 Xaquín Marín.
         

 

4.6. Tiras políticas

Como dice Tubau (1987), en España no hubo verdadero humor político hasta que la Transición permitió el libre juego democrático y una auténtica libertad de prensa[21]. Lo que existió en el tardofranquismo, a partir de la llamada ley Fraga, fue un humor politizado, embrión, si se quiere, del humor político que vendría más tarde.

En 1976, la prensa española publicaba ya muestras de un incipiente humor político, y La Codorniz también. En este contexto, Marín, aunque nunca se sintió muy cómodo en el género —prefiere la actualidad permanente a la inmediata; además, no es caricaturista en sentido estricto—,hizo algunas tiras que podemos calificar de políticas y que incluso tenían como protagonistas reconocibles a ministros del momento, incluido el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro. Fueron once y, sin duda, están también entre las primeras incursiones del autor en la caricatura personal. Manuel Fraga fue el primer protagonista, en el número 1.761 (21-III-1976), y también el más recurrente: apareció tres veces. Por orden de aparición, los protagonistas de las tiras fueron:

   

Tira política de Manuel Fraga. La Codorniz  nº 1.800, 19-XI-1976. 
Bajo estas líneas: Tira política de Carlos Arias Navarro. La Codorniz nº 1.771, 30-V-1976. © 1976 Xaquín Marín.

   

 

1. Manuel Fraga (Vilalba, Lugo, 1922-Madrid, 2012), vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de la Gobernación en el primer Gobierno de la monarquía (12 de diciembre de 1975-5 de julio de 1976): aparece retratado en sendas tiras en los números 1.761 (21-III-1976), 1.771 (30-V-1976) y 1.800 (19-XI-1976). La última, cuando ya no era ministro, lleva incluso un título —más bien peyorativo— con el nombre del protagonista, “Fraguerías”.

2. Juan Miguel Villar Mir (Madrid, 1931), vicepresidente de Asuntos Económicos y ministro de Hacienda en el primer Gobierno de la monarquía (12 de diciembre de 1975-5 de julio de 1976): en el número 1.768 (9-V-1976) protagoniza una tira vertical de cuatro viñetas sobre la subida de la gasolina. Además, en los números 1.762 (28-III-1976) y 1.776 (4-VII-1976) encontramos sendos cómics de media página con un personaje que también podría ser él, pues es lógico pensar que se trata del ministro de Economía del momento, pero el estudio fisionómico de los rostros no arroja conclusiones claras.

3. José María de Areilza (Portugalete, Vizcaya, 1909-Madrid, 1998), ministro de Asuntos Exteriores en el primer Gobierno de la Monarquía (11 de diciembre de 1975-7 de julio de 1976): aparece en el número 1.764 (11-IV-1976) en un cómic de seis viñetas de media página de extensión en el que se le presenta como un prestidigitador capaz de convencer en el extranjero del cambio del régimen español, pero incapaz de hacer lo mismo en España.

4. Torcuato Fernández Miranda (Gijón, Asturias, 1915-Londres, Inglaterra, 1980), primer presidente de las Cortes tras la muerte de Franco (6 de diciembre de 1975-15 de junio de 1977) y considerado por muchos el estratega de la Transición (fue el autor material de la Ley para la Reforma Política): es el protagonista de una tira en el número 1.766 (25-IV-1976).

5. José Antonio Girón de Velasco (Herrera de Pisuerga, Palencia, 1911-Fuengirola, Málaga, 1995), histórico ministro de Trabajo de Franco (1941-1957) y luego procurador y una de las voces del llamado búnker, el sector político más inmovilista del régimen (en noviembre de ese mismo año votaría en las Cortes en contra de la Ley para la Reforma Política): lo reconocemos en el número 1.768 (9-V-1976) en una tira vertical en la que Marín ironiza, precisamente, sobre su inmovilismo.

6. Carlos Arias Navarro (Madrid, 1908-Madrid, 1989), presidente del Gobierno tras el asesinato de Luis Carrero Blanco (31 de diciembre de 1973-1 de julio de 1976): en el número 1.771 (30-V-1976) protagoniza una tira vertical sobre los “agitadores subversivos” en la que Marín juega con la polisemia del verbo cobrar, convirtiendo en manifestantes golpeados por la policía a aquellos a quienes Arias denunciaba que estaban pagados por agentes comunistas y/o extranjeros. En el número anterior (1.770, 23-V-1976) ya había aparecido no exactamente en una tira sino en dos viñetas enfrentadas dando pie a “El juego de los muchos errores”. Marín ironizaba sobre el aún escaso o nulo alcance de las reformas del primer Gobierno de la monarquía. Lo único que había cambiado en el discurso del presidente entre enero y abril de 1976 era el retrato oficial que tenía a su espalda: Franco en la primera viñeta y Juan Carlos I en la segunda. Marín no pretende hacer aquí una verdadera caricatura de Arias; se limita a poner el reconocible bigote del presidente a uno de sus característicos rostros.

7. Santiago Carrillo (1915-2012), secretario general del Partido Comunista de España (cargo que desempeñó entre 1960 y 1982), legalizado solo un mes y medio antes: en el número 1.823 (29-V-1977), protagoniza una tira en la que dice: «En principio, queríamos dar la vuelta a la tortilla, pero ahora nos conformamos con comerla en la Casa de Campo», en alusión a la primera fiesta del PCE, que tendría lugar el 16 de junio de ese año, unos días después de su legalización el 9 de abril.

La tira de Carrillo sería la última colaboración de Marín en La Codorniz. Se publicó poco después de la renuncia de Álvaro de Laiglesia, en el segundo número dirigido por Miguel Ángel Flores. Fue el único trabajo que le publicaron en esta nueva etapa: «Flores me dijo que siguiese mandando, pero no me publicaban nada, así que se acabó. Además, por aquel entonces La Codorniz era muy política, muy de actualidad, y eso a mí tampoco me iba»[22].

 

     
 Tira política de Santiago Carrillo. La Codorniz, nº 1.823, 29-V-1977. © 1977 Xaquín Marín.      

4.7. Estilo

En el Xaquín Marín de La Codorniz podemos observar tres fases evolutivas. La primera se corresponde con esas viñetas de humor negro y, en cierto modo, surrealistas, con frecuencia mudas y de temática predominantemente deportiva. Todas ellas presentan una estética en blanco y negro heredada de sus cómics en Chan. 

En la segunda fase —con la que más identificamos al Marín de La Codorniz—, el humor negro, sin dejar de desaparecer del todo, se convierte en sarcástico y corrosivo, con una gran carga de profundidad. Aún no puede ser calificado de político, pero sí de politizado, que era el tipo de humor que más se hacía en España en aquellos años. Sus personajes —entre arrogantes y cínicos— representaban a aquellos —políticos o no— que dirigían realmente el país y aspiraban a seguir haciéndolo en el previsible nuevo régimen. A este cambio conceptual se suma otro estilístico. Es ahora cuando Marín crea la plástica con la que solemos identificar su trabajo en La Codorniz: masas de color y unos monigotes muy característicos, con dos óvalos por cabeza —uno para la cara y otro, más pequeño y alargado, para la nariz— y unos brazos cortos con unas mangas de las que sobresalen tres dedos, que a veces parecen unas ridículas alas. Esta nueva estética, que encontramos ya en julio de 1973 (nº 1.635, 22-VII-1973), admitirá desde julio de 1974 (nº 1.686, 14-VII-1974) una variante, cuando Marín siluetee en blanco cada parte del dibujo.

Me adapté a la revista. No había rayas, eran masas de color, incluso muchas veces con un espacio en blanco entre cada color, como un mosaico. Era un estilo distinto. Ahí me liberaba un poco del galleguismo[23], porque era una revista que se publicaba fuera y era para gente de todas partes[24].

Ese galleguismo del que habla Marín constituye la esencia de su tercera fase evolutiva en La Codorniz. Ahora el cambio es solo formal. A partir de abril de 1974, el autor introduce ocasionalmente —la estética anterior sigue siendo la predominante— el tipo de dibujo que desarrollará en El Ideal Gallego desde febrero de 1975. Incluso en alguna página de La Codorniz llegarán a coexistir los dos estilos. En realidad, esta nueva estética aparece ya en diciembre de 1973, en el cómic titulado “Problema en el año 2000” (nº 1.658, 30-XII-1973). Las figuras humanas de esta tercera fase evolutiva dejan de ser monigotes para adoptar un trazo muy particular que combina la síntesis con un expresionismo escultórico vinculado a la tradición estilística gallega que alcanzó su cénit en el románico. Como explica Siro López: 

Marín transformó la caricatura modernista alemana, galleguizada por Castelao, dotándola de una fuerza y solidez que hacen recordar lo mejor de nuestras artes románica y barroca. Sus personajes tienen apariencia granítica por el tratamiento gráfico y por el hieratismo, por la fijación de las actitudes y la carencia absoluta de movimiento. Son figuras de los pórticos y tímpanos catedralicios, adecuadas a las viñetas actuales y, como aquellas, admirables en cualquier tiempo (López, 1997: 18).

Esta evolución formal afecta también al texto de las viñetas de Marín. Las primeras, como se dijo, son mudas. Enseguida incorporará el texto, pero no será hasta enero de 1975 cuando se generalicen sus característicos globos negros con las letras en blanco y los rasgos entrelazados que ha seguido haciendo hasta hoy.

               
  Viñetas publicadas en La Codorniz en 1974. © 1974 Xaquín Marín.  

 

5. Conclusiones

Marín colaboró en La Codorniz durante cerca de cinco años (1972-1977), publicando tanto viñetas como tiras y cómics. Fue un humorista valorado —llegó a firmar cuatro portadas y tres contraportadas, y no era raro que aparecieran tres o cuatro viñetas suyas en una misma página—, pero tras la dimisión de Álvaro de Laiglesia como director de la revista dejaron de contar con él.

Fue en La Codorniz donde el dibujante ferrolano se hizo realmente humorista gráfico, estrenándose en la viñeta y también en la tira política. Allí nacieron, además, dos de sus famosos personajes: el pie y D. Carcundio, embrión del D. Augusto que luego publicaría en gallego en el semanario A Nosa Terra.

El humor negro y deportivo de sus primeras viñetas dio paso después a otro sarcástico y politizado cuyos personajes representaban la mayoría de las veces a aquellos que dirigían España y aspiraban a seguir haciéndolo tras el cambio de régimen.

Su estética también evoluciona. En La Codorniz, Marín abandona un poco sus inquietudes plásticas galleguistas para crear una estética ad hoc marcada por peculiares monigotes, sobre los que siguió innovando al añadirles un singular silueteado. Fue también en esta revista donde inauguró sus característicos bocadillos de texto.

 

6. Bibliografía

LÓPEZ, S. (1997): “Xaquín Marín, innovador do humor gráfico galego”, en Marín, X., Feito a man, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia / Consellería de Cultura e Comunicación Social, pp. 17-18.

LORENZO RUIBAL, U. (2014): Xaquín Marín: “O cómic era o mellor vehículo para contar o que queriamos”, en Noticieirogalego.com, 11-II-2014. Disponible en internet (18-II-2014): http://www.noticieirogalego.com/xaquin-marin/

MARÍN, X. (1986): Dos pés á testa, Vigo, Galaxia.

MOREIRO, J., y PRIETO, M. (2001): El humor en la Transición. Diciembre de 1973-Diciembre de 1978. Cinco años con mucha guasa, Madrid, EDAF.

PRIETO, M., y MOREIRO, J. (eds.) (1998): La Codorniz. Antología (1941-1978), Madrid, EDAF.

ROMERO, S., y PEREIRO, X. M. (1994): “Xaquín Marín, un histórico del humor español que aún cree que el chiste es lo más serio. No te rías, que es peor”, en La Voz de Galicia, Sociedad, año 5, nº 232, 4-XII-1994, pp. I-II.

TUBAU, I. (1987): El humor gráfico en la prensa del franquismo, Barcelona, Mitre. Edición corregida y aumentada de TUBAU, I. (1973): De Tono a Perich. El chiste gráfico en la prensa española de la posguerra (1939-1969), Madrid, Guadarrama.



NOTAS

[1] Por qué nos gustan las guapas (2012; colaboraciones literarias), ¿Son de alguna utilidad los cuñados? (2014; colaboraciones literarias) y Repelencias (2016; dibujos, viñetas, chistes y collages).

[2] Alfonso Daniel Rodríguez Castelao (Rianxo, A Coruña, 1886-Buenos Aires, Argentina, 1950). Político, escritor, pintor, médico y dibujante. Es el padre del nacionalismo y del moderno humor gráfico gallegos. Su obra más personal, en la que se muestra como un humorista satírico e irónico, comprometido con la Galicia marginada, la construyó en los diarios vigueses Galicia, El Pueblo Gallego y Faro de Vigo, sobre todo después de la publicación del álbum Nós.

[3] Siro López Lorenzo (Ferrol, A Coruña, 1943) ha sido el caricaturista político gallego por antonomasia de los últimos cuarenta años, actividad que desarrolló diariamente en La Voz de Galicia de A Coruña desde 1985 hasta 2006, cuando se jubiló. En 1983 publicó con Xaquín Marín el Manifesto en defensa do humor, que dio lugar al Museo do Humor de Fene (1984). Sus estudios teóricos sobre el humor y la caricatura son muy apreciados.

[4] Raimundo García Domínguez, Borobó (Pontecesures, A Coruña, 1916-Santiago de Compostela, A Coruña, 2003). Fue director del periódico vespertino La Noche, de Santiago de Compostela, donde publicó sus famosos Anacos crónicas de temas variados basadas en hechos de la vida real y en noticias de actualidad y dio cabida a nuevos escritores que acabarían siendo conocidos como la generación La Noche. En 1960 ocupó la dirección de El Correo Gallego, también de Santiago, y más tarde marchó a Madrid para desempeñar altos cargos en diferentes medios de comunicación. Periodista de sensible espíritu literario y dotado de una singular vocación histórica, contribuyó decisivamente a la defensa de la libertad de expresión y al resurgimiento de la lengua gallega.

[5] Reimundo Patiño Mancebo (A Coruña, 1936-Madrid, 1985). Pionero de la vanguardia plástica y cultural de Galicia en la posguerra. Comenzó a pintar en 1953. Desde 1978 residió en Madrid. Vinculado al expresionismo y el surrealismo, mezclaba la vanguardia con las formas tradicionales gallegas. Su búsqueda de nuevas formas de expresión lo llevó al cómic. En 1971 realiza la exposición O home que falaba vegliota, consistente en una historieta de tamaño mural y corte underground. Participó en la fundación del colectivo cultural Brais Pinto en 1958 y del partido nacionalista Unión do Pobo Galego (UPG) en 1964. En 1960 publicó en la revista Vieiros el manifiesto A arte disgregada. En 1971 creó con Alberto Corazón y otros artistas el taller gráfico Redor. Al final de su vida, en 1980, participó en Vigo en la histórica muestra del colectivo Atlántica.

[6] Ángel García Pintado (Valladolid, 1940). Periodista, narrador, poeta y dramaturgo. Fue director de la revista satírica Hermano Lobo y redactor jefe de Cuadernos para el Diálogo y jefe de Cultura de la agencia Efe. Figura clave de la cultura de la Transición y del teatro de vanguardia en los años ochenta. Es autor de una treintena de piezas dramáticas, entre ellas El taxidermista y La sangre del tiempo.

[7] José María González Castrillo, Chumy Chúmez (San Sebastián, Guipúzcoa, 1927-Madrid, 2003). Tras colaborar en La Codorniz, Triunfo y el diario Madrid, en 1972 funda Hermano Lobo. Trabajó como contertulio junto a otros conocidos humoristas en el programa de radio Protagonistas y en el de televisión Este país necesita un repaso. Entre otros premios, recibió el Paleta Agromán, el Mingote y el Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos.

[8] El premio Paleta Agromán de humor gráfico, creado por la empresa constructora Agromán en 1958 y desaparecido en los años noventa, fue el más importante de España durante muchos años y vino a dar respaldo intelectual a este género. Entre sus ganadores figuran también Madrigal (tres veces), Edu (dos veces), Almarza (dos veces), Tono, Ces, Ballesta, Chumy Chúmez, Máximo, Mena… El origen del premio está en el almanaque que la empresa publicaba por Navidad todos los años a partir de 1941, en el que el humor tenía una presencia creciente.

[9] En los últimos años han surgido en España algunos otros pocos museos de humor, pero ninguno iguala al de Fene ni en cantidad ni en calidad: Museo Dulcinea de El Toboso (Toledo), Centro Internacional de Humor Gráfico de Torre de Juan Abad (Ciudad Real), Museo Nacional del Humor de Casasimarro (Cuenca) y Museo de Humor Fernando G. Garreta en Beas de Segura (Jaén). En mayo de 2013, el portugués Osvaldo Macedo de Sousa, estudioso del humor gráfico y promotor de todo tipo de actos relacionados con el género, cifraba el número de museos de humor en todo el mundo en apenas una treintena (entrevistado por el investigador, Oeiras, Portugal, 2-V-2013).

[10] Miguel Mihura Santos (Madrid, 1905-1977). Escritor, humorista gráfico y periodista. Durante la Guerra Civil dirige La Ametralladora, editada por el servicio de propaganda del bando franquista. En 1941 la reconvierte en La Codorniz, que venderá al conde de Godó en 1944. Renovó el teatro cómico español con su facilidad para los juegos semánticos y el enredo con algo de absurdo, con títulos como Tres sombreros de copa (considerada precursora del teatro del absurdo y estrenada en 1952, aunque había sido escrita en 1932), Maribel y la extraña familia (1959) o Ninette y un señor de Murcia (1964). Trabajó junto a su hermano para el cine y participó en el guion de Bienvenido, mister Marshall (1942) junto a Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga.

[11] Álvaro de Laiglesia González (San Sebastián, Guipúzcoa, 1922-Manchester, Inglaterra, 1981). Nombrado por Miguel Mihura redactor jefe de La Ametralladora, antecedente de La Codorniz, de la que también fue redactor jefe en 1942, aunque poco después dejó la revista para alistarse en la División Azul. En 1944, tras Mihura vender La Codorniz al conde de Godó, De Laiglesia es nombrado director de la revista y ocuparía ese cargo durante los siguientes treinta y tres años. De su faceta como novelista figuran títulos de éxito en su momento como Un náufrago en la sopa (1944), Todos los ombligos son redondos (1956) o Réquiem por una furcia (1970). Para el teatro colaboró con Mihura en El caso de la mujer asesinadita (1946).

[12] En “La Codorniz (1941-1978)”, extraído el 23 de septiembre de 2014 de http://www.ciberniz.com/codorniz.htm.

[13] Gracia y Justicia fue fundada por Manuel Delgado Barreto en 1931, con los dibujantes humoristas Joaquín de Alba, Kin, Demetrio, Galindo, Maciá, Morán, Orbegozo, Prieto y Soravilla (Conde Martín, 2005: 204).

[14] Don Venerando fue uno de los periódicos de humor que intentaron hacer competencia a La Codorniz en los años cincuenta. Dirigido por la periodista Ángeles Villarta, salió a la calle el 2 de febrero de 1952. Solo aguantó cincuenta y dos semanas. Incluía dibujantes extranjeros como Steinberg y españoles como Felio Neto y Alaraz (Conde Martín, 2005: 239).

[15] Xaquín Marín, entrevistado por el investigador, Fene, 4-X-2012. Roland Topor (París, 1938-1997) fue un ilustrador, dibujante, pintor, escritor y cineasta francés de origen judío y polaco. Perteneció al grupo Pánico (1962), junto a Alejandro Jodorowsky y Fernando Arrabal. Sus obras se caracterizan por un marcado humor negro y una idiosincrasia surrealista.

[16] Viñetas protagonizadas por un gran pie desnudo aplastando gente. Provocaban recelo entre los editores por su velada sátira del poder. Se hablará de ellas en el punto 3.3.

[17] Xaquín Marín, entrevistado por el investigador, Fene, 4-X-2012.

[18] Cuando comenzó a colaborar en La Codorniz, Marín aún vivía en Madrid, pero enseguida volvió a Fene y solo fue por la redacción de la revista contadas veces, sobre todo para cobrar.

[19] Xaquín Marín, entrevistado por este investigador, Fene, 4-X-2012.

[20] Xaquín Marín, entrevistado por este investigador, Fene, 4-X-2012.

[21] Aunque esto habría que matizarlo, como hace el propio Tubau (1987: 105-130). Por un lado, subraya que el humor de La Codorniz de Mihura «era político en virtud de su aparente y proclamado apoliticismo». Por otro, que «en los años cuarenta se hizo también un humor declaradamente político», gubernamental, protegido, estimulado por el Régimen. Se podía criticar a los aliados, más tarde a los rusos. Era el caso de Kin, Castanys o Sileno. La propia Dirección General de Prensa convocaba un Concurso Mensual de Caricaturas Políticas, y el diario El Alcázar organizaba en 1943 un “Concurso Anticomunista” destinado a premiar los mejores chistes de tal matiz.

[22] Xaquín Marín, entrevistado por este investigador, Fene, 4-X-2012.

[23] Xaquín Marín ha intentado siempre vincularse a la tradición estética gallega, influida fuertemente por el románico y el barroco, como explica Siro López en la cita que cierra este mismo epígrafe. Además, sus dibujos suelen estar muy trabajados, llenos de rayas.

[24] Xaquín Marín, entrevistado por el investigador, Fene, 4-X-2012.

Creación de la ficha (2017): Félix Caballero. Revisión por Felix López, Alejandro Capelo y Manuel Barrero · Fotos proporcionadas por el autor del texto.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
FÉLIX CABALLERO (2017): "Xaquín Marín en La Codorniz", en Tebeosfera, tercera época, 4 (18-IX-2017). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 02/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/xaquin_marin_en_la_codorniz.html