VÍCTIMAS Y VERDUGOS
"EL DOMINGO ROJO" DE FELIPE HERNÁNDEZ CAVA Y ADOLFO USERO
Imagínese estar en Rusia a principios del año 1905, concretamente en la ciudad de San Petersburgo. Imagínese qué, además, es el padre de una familia numerosa. Que está, tanto usted como los suyos, constantemente a más de veinte grados bajo cero. Que ve como la represión policial mata a miles de personas; muchos de ellos conocidos suyos. Vive en el interior de una sociedad que han criminalizado desde que sucedió el asesinato del anterior Zar en el año 1881. Observa cómo, todos los días, los artículos básicos para sobrevivir suben de precio siendo su compra prácticamente imposible. El paro aumenta. Sus condiciones de vida y las de su familia son penosas.
Un domingo, concretamente el 22 de ese mes de enero (el 9 de enero según el calendario juliano entonces vigente en Rusia), se convoca una marcha. Irá casi todo el mundo. La idea es llegar hasta el palacio del zar Nicolás II, pacíficamente, para entregar una misiva en la que se explique al monarca absoluto la situación de su pueblo. Albergáis la esperanza de que tome las medidas oportunas, aumento de salarios entre otras, para que podáis, no ya mejorar vuestra situación, sino al menos conseguir sobrevivir al crudo invierno. El domingo llega. Vas. Caminas junto a conocidos y amigos. La marcha se realiza sin altercados. Sois miles de personas las que camináis, desarmados, entre cánticos y vítores. Incluso cantáis “Dios salve al Zar”. Llegáis hasta los alrededores del impresionante palacio. Frente a vosotros los soldados del ejército están apostados. Os esperan apuntándoos con los fusiles. No entiendes nada. Un oficial alza su sable. Grita la palabra impensable. Los soldados disparan. A tu lado la gente cae abatida, muerta. Huyes.
Felipe Hernández Cava (Madrid, 1953) y Adolfo Usero (Madrid, 1941) realizaron la historieta “El Domingo Rojo” para la revista Ilustración + Comix Internacional en su número 13, publicado en diciembre del año 1981, la cual consta de doce planchas en las que se narra la trágica masacre producida el 22 de Enero de 1905 en San Petersburgo, cuando unas doscientas mil personas encabezadas por el sacerdote ortodoxo ruso Gueorgui Apolónovich Gapón, el Padre Gapón, iban a presentar un escrito al zar Nicolás II en el que se explicaban las penosas condiciones de vida del pueblo, con la esperanza de que el poderoso monarca pudiera ayudarles y dar solución a su miseria. Nicolás II era el último monarca absoluto que quedaba, siendo además el último vestigio de una forma de gobierno obsoleta. Dicen que no se encontraba aquella mañana en palacio. Dicen que no dio la orden de disparar contra la multitud. Fuera como fuese, el resultado fue una masacre. El parte oficial hablaba de 130 muertos y 300 heridos. El parte no oficial hablada de 4.000 personas entre muertos y heridos. Fue el principio del fin para el monarca absoluto. Doce años después triunfó la Revolución Bolchevique. Aquel día se conoce históricamente por varias denominaciones: domingo de sangre, domingo rojo o domingo sangriento.
Felipe Hernández Cava narra con pulso magistral este momento histórico tan luctuoso. Una de las constantes en su obra es la lucha contra el olvido, la memoria y su recuperación, así como mostrar el absurdo que supone la opresión del poder. Víctimas y verdugos quedan retratados en sus páginas, siendo el recuerdo el arma definitiva contra la intransigencia del poder y su desmemoria. Avanzamos por las páginas donde por medio de un doble diálogo podemos encontrar tanto la voz y la opinión del pueblo medio, como la voz y la opinión de la parte más radical del mismo. Quedándose retratadas las dos vías de actuación que pugnaban por imponerse en aquel momento. En el transcurso de la historieta, y pese a la crudeza de lo que está ocurriendo, aún hay manifestantes que no son capaces de creer que su Zar haya ordenado que se dispare, y de hecho, le defienden pensando que quizás el ejército puede haber tomado el poder asesinándolo. El desconcierto y la incredulidad se apoderan de todos ellos. Pese a eso, aún mantienen la insistencia de acercarse al palacio de invierno aunque sea en pequeños grupos. Los soldados no tienen ningún miramiento: vuelven a abrir fuego. Los cosacos a caballo se lanzan al galope contra la multitud. El pánico se apodera de la gente que, definitivamente, huye despavorida.
Adolfo Usero con su trazo desgarrador, con su amplio y perfecto conocimiento de la anatomía humana, nos muestra a la multitud avanzando hacia el palacio. Su dominio de la masa, la plasticidad de sus imágenes, pese a la compleja gramática, hace que los dibujos sean tan verosímiles que nos transportan hasta el momento de los hechos. Los rostros de los personajes están arrasados de arrugas e intemperies, asolados de indigencia y desconcierto. Los hechos se suceden, les pasan por encima, los rostros se desencajan, las expresiones se agrietan, las extremidades se tensan. Son tiroteados y el recuerdo del famoso cuadro de Francisco de Goya irremisiblemente nos viene a la cabeza. Así como la espeluznante secuencia de la escalera de Odesa de la película El acorazado Potemkim (1925) de Serguéi M. Eisenstein. La gente desarmada es abatida sin miramientos. Las onomatopeyas generan un sonido frío y metálico. Sin dudas, es este trabajo uno de los más perfectos del dibujante madrileño. Uno de los más completos tanto en su composición de página, como en su narrativa.
Esta historieta fue realizada entre los años 1977 a 1981, siendo este último en el que está fechada y publicada. Adolfo Usero era uno de los que se encontraba el 20 de Septiembre de 1977 en las oficinas de la Editorial Amaika, que publicaba la revista El Papus, precisamente dibujando esta historieta en el momento en que se produjo el terrible atentado. Recuerda Usero:
Como aún desconocía el tema que tenia que hacer, me puse a dibujar en una historieta que debía publicarse en otra revista, Trocha, que, pese al esfuerzo de algunos compañeros, se hundió. La historieta, que la he terminado ahora, es “El Domingo Rojo”. Casualidad. Esa mañana, pues, estaba trabajando sobre la página tres… Y estalló. Fue un alarido. Saltó la mesa, y el tintero que estaba en ella, y la silla donde yo estaba sentado, y yo mismo. La página tres se manchó, ¿quién se acordaba de la página?
Quizás sea casualidad, o quizás no. En la página tres que estaba dibujando Adolfo Usero, la palabra «¡Fuego!» destaca claramente entintada entre los dibujos a lápiz de las viñetas de su alrededor.
Permítanme un dato más. Pese a lo sucedido aquel día. El zar Nicolás II tuvo tiempo de añadir, como era su costumbre, una entrada en su diario. Escribió:
Hoy ha sido un día difícil, se han producido serios disturbios en San Petersburgo porque los trabajadores pretendían llegar al Palacio de Invierno. Las tropas se vieron obligadas a disparar sobre ellos y muchos murieron o resultaron heridos. Dios mío como me conmovió y qué duro fue presenciar aquello. Mi madre ha venido a comer, después llevé a Mijaíl a dar un paseo.
"El Domingo Rojo" de Felipe Hernández Cava y Adolfo Usero es una de las joyas de nuestra historieta. Un tanto olvidada debido a la dificultad de encontrar dónde fue publicada. Dura y rocosa. Triste y desoladora. Se adhiere a la retina y al imaginario del lector. La brutalidad del poder en carne viva nos atraviesa viñeta tras viñeta. Una historieta necesaria que clama por estar en una monografía donde podamos disfrutar de las colaboraciones de estos dos autores.