VERTIGO Y EL HORROR EN LOS NOVENTA
RAFAEL RUIZ-DÁVILA

TERROR SOBRENATURAL Y REALISMO ARCANO. VERTIGO Y EL HORROR EN LOS NOVENTA.

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Karen Berger. El cerebro tras VERTIGO 
Quizá haya muchas maneras de definir qué es VERTIGO pero, para el que firma, VERTIGO fue el momento en el que el cómic mainstream estadounidense alcanzó la plena mayoría de edad; el momento en el que los cómics de las grandes editoriales se pudieron desembarazar completamente de las cadenas de la Comics Code Authority. Fue, además, una apuesta valiente hecha en el momento justo cuando terminaban los ochenta (Guerra Fría, caída del Muro de Berlín, Guerra de las Malvinas, desastre de Chernóbil, John Lennon es asesinado, Reagan asume la presidencia de EE UU, se da a conocer el SIDA como la nueva epidemia a escala mundial) y comenzaba la nueva década (Guerra del Golfo, invasión de Kuwait, unificación de Alemania, dimisión de Margaret Thatcher, guerra civil Yugoslava, muerte de Freddy Mercury). El sello fue, sobre todo, la visión de una mujer, la editora Karen Berger, que hizo posible su creación y desarrollo; amén de que también se dieron cita allí las personas indicadas (jóvenes guionistas británicos que habían sufrido la política conservadora del gobierno de Margaret Thatcher), que hubo algunos lanzamientos pobres (los sellos Touchmark o Piranha no llegaron a cuajar), y con algunas excepciones nacidas fuera de Vertigo (algunos títulos como Hellblazer, Animal Man o Doom Patrol).

VERTIGO se creó, en un principio, para paliar la falta de historias que no contaran más de lo mismo, la falta de historias “de género” (género de horror, se entiende). Los superhéroes, que habían entrado en un curioso vórtice de autoparodia, cuando no se oponían a los  clásicos modelos, antes inalterables y monolíticos, copaban el mercado de los comic books y VERTIGO ofreció un producto nuevo en un momento en el que los tiempos cambiaban: seres normales envueltos en circunstancias extraordinarias y en un marco que rescataba la magia, el horror y la mística para conjugarlos con la política, la sociedad y la cultura que se establecían durante la década de los ochenta. Nuestros miedos habían cambiado y el horror, con ellos.

En las siguientes líneas, se intentará aproximar al lector, de la manera lo más general posible, a los inicios y al desarrollo de dicho fenómeno editorial prestando una especial atención a cuánto aportó VERTIGO a un género en particular, el terror sobrenatural u horror.

 
EL NIÑO ABRE LOS OJOS. ORÍGENES DE LA MADUREZ EN LOS COMIC BOOKS

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 Portada de Swamp Thing, 129.Portada de Animal Man, 57.

Aunque oficialmente se considera 1993 como el año del nacimiento de VERTIGO, con la edición del primer cómic que llevaba la característica banda en el lateral izquierdo, Death: The High Cost of Living #1 (con fecha de publicación de marzo de dicho año y junto con la continuación de otros títulos que ya se publicaban desde hacía tiempo pero que entraron a formar parte de esta editorial editorial; Swamp Thing #129, Hellblazer #63, The Sandman #47, Doom Patrol #64, Animal Man #57 y Shade, the Changing Man #33), se ha tomado 1982 como el año en el que se colocó la primera piedra para construir la línea. Aquel año, un británico llamado Alan Moore se hacía cargo del personaje que en 1971 habían creado Len Wein y Bernie Wrightson a semejanza de las viejas películas de terror de Universal Studios o Hammer Productions[1] , Swamp Thing (que en España se tradujo literalmente como La Cosa del Pantano), en un conjunto de arcos argumentales que más tarde se conocerían colectivamente con el nombre de Saga of the Swamp Thing.

Si consideramos el paso de testigo de los guiones de Swamp Thing al británico Alan Moore como una primera prueba para alcanzar la mayoría de edad, algo así como los 18 años en Estados Unidos (es decir, puedes ir a la cárcel pero no beber alcohol), el cómic estadounidense se sacó el carnet de conducir (pongamos unos 16 años, más o menos, cuando comienza la rebeldía en la mayoría de adolescentes tardíos) con personajes de distintas editoriales que fueron quebrando, fusionándose o cerrando para, al final, pasar a ser propiedad de la poderosísima DC Comics (no en vano, ahora, es filial de Time Warner Company con el nombre "cambiado" a DC Entertainment). Así, los personajes que muy posteriormente Alan Moore remedó (pues él y Dave Gibbons querían usar los originales en su propio supergrupo [2]) por problemas legales y editoriales dentro de las mismas oficinas de los editores de DC, para su celebérrima y, ahora, mediática serie Watchmen [3], habían pertenecido antes a Charlton Comics. Captain Atom, Blue Beetle, Thunderbolt, Nightshade, Peacemaker y, sobretodo, The Question, fueron personajes que utilizaban su poder como vigilantes enmascarados ocupándose de los criminales de manera bastante expeditiva (recordemos que, salvo Blue Beetle, todos estos superhéroes fueron creados y desarrollados en plena Guerra Fría [4]).

La semilla para el antihéroe había sido plantada.

 
EL HORROR DE LA AMÉRICA PROFUNDA REINVENTADO POR UN BRITÁNICO
 

 La Cosa del Pantano fue creada por el ingenio de Len Wein y el arte del maestro del horror Bernie Wrightson en julio de 1971, en el número 92 de House of Secrets y con el nombre de Alex Olsen (en un juego de palabras que claramente homenajeba al poeta norteamericano Alix Olson). La Cosa del Pantano fue, un año más tarde (Swamp Thing #1; noviembre, 1972), adaptada a la continuidad regular del universo DC en la figura de Alec Holland. Como un simple hombre transformado y deformado, un monstruo que la sociedad rehúye y a quien la justicia (encarnada por el agente del FBI y antiguo amigo de Alec, Mathew Cable) atribuye el asesinato del mismo Holland (la sociedad culpa a sus monstruos, esta vez, verdes y grotescos). La Cosa del Pantano huye de un mundo que lo teme por su deformidad, mientras intenta proteger su ciénaga de cuantos seres (mortales o sobrenaturales) acudan con el ánimo equivocado al oscuro, y a la vez románticamente decadente, estado de Luisiana. Poco a poco, la serie fue decayendo hasta desaparecer entre los títulos editoriales de DC que ya no se vendían.

El director de cine Wes Craven, en 1982, realizó su film basado en el personaje, Swamp Thing [5], de considerable éxito, por lo que Wein, ahora editor en la compañía, decidió revivir al viejo personaje en una adaptación de la película seguido de una continuación de la misma (emulando, de nuevo, al cine). Tras las ventas conseguidas, Wein se animó y resolvió crear el segundo volumen de La Cosa del Pantano, otorgando los guiones a un poco esforzado Martin Pasko, cuyo trabajo con el personaje no terminó de cuajar del todo.

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Los números 1 y 11 de la revista WARRIOR (Quality Communications 1982), donde escribía Moore y donde nacieron V for Vendetta y Marvelman (Miracleman) 

Admirador de las cabeceras británicas Dr. Who, Warrior[6], de IPC, y de la revista 2000 AD, Len Wein confió su creación al guionista británico oriundo de Northampton, Alan Moore, cuando llevaban más de una veintena de números ya publicados. A su llegada al cargo de editora, Karen Berger (futura y auténtica artífice de la creación del sello VERTIGO, como veremos más adelante), otorgó plena libertad creativa al británico que, tras un número en el que cerraba argumentos dejados en el aire por Pasko (Swamp Thing. Loose Ends), comenzó una larga y exitosa continuación cuyos arcos argumentales (como los afamados “American Gothic” y “The Anatomy Lesson”) serían conocidos en su conjunto como Saga of the Swamp Thing. Por cierto, que aquí fue donde nació el personaje que se convertiría en la puta de lanza de la futura línea editorial, el ácido mago posmoderno John Constantine. Saga of the Swamp Thing se convirtió en el primer comic book del mainstream americano en el que se trabajaba aparte de las normas impuestas por la Comics Code Authority para publicar directamente material dirigido a lectores maduros. Podemos considerar Swamp Thing una suerte de analogía de los prejuicios sufridos por las minorías, el desprecio por lo diferente, encarnado aquí en La Cosa del Pantano, como si de un moderno Frankenstein se tratara.

El cómic comercial, el de las grandes editoriales (major, las llaman ellos), había alcanzado la mayoría de edad.

KAREN BERGER Y LA INVASIÓN DE LETRAS BRITÁNICAS

Hacia 1987, Karen Berger conoció en un viaje en busca de talentos a otro británico (más joven que Alan Moore, de quien aprendió el oficio) cuya visión oscurantista y retorcidamente mágica de narrar llamó poderosamente la atención de la editora. El inglés Neil Gaiman entró en DC Comics con una oscura serie emparentada levemente con el espíritu elemental y “verde” que había planificado Moore en su Swamp Thing: la serie limitada Black Orchid (1988), que Gaiman realizó junto a Dave McKean y donde se entrelazaban las vidas de algunos de los seres “vegetales” del universo DC[7]. Pudo ser la primera serie con vistas a convertirse en primer ladrillo de VERTIGO aunque acabó al poco, y no regresó hasta 1993.

En 1988, Berger animó al joven Gaiman a crear lo que le dictase su inspiración. Sus palabras, según la propia Berger, fueron «We'd like a new Sandman. Keep the name. But the rest is up to you (Nos gustaría un nuevo

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Sebastian O.
Sandman. Toma su nombre. Pero el resto es todo tuyo)» [8] . De ahí salieron los 75 números (1988-96) de la serie regular y limitada The Sandman, continuase la serie que había creado llegados al número 75, aunque, como veremos más adelante, DC buscó la manera de sortear esta “promesa”. Y la encontró. limitada porque la condición que puso Neil Gaiman fue que nunca se 

Tras la presión que recibió por dejar que otros pudieran explotar las posibilidades del personaje, Alan Moore cedió al mago nacido entre las páginas de La Cosa del Pantano, John Constantine, al guionista británico, también de Northampton, Jamie Delano para que, en 1988 (al mismo tiempo que The Sandman), protagonizara el primer número de Hellblazer (serie que aún hoy se publica).

Después de Gaiman y Delano, Karen Berger reclutó a otros británicos y les dio la libertad creativa que necesitaban para crear las historias de auténtico horror que hoy son ya clásicos. Estos fueron Peter Milligan y Grant Morrison.

Peter Milligan creó Shade, the Changing Man (1990-96) además de una de las dos series que abrieron desde el #1 el sello VERTIGO, The Enigma (VERTIGO, marzo 1993), y Grant Morrison escribió los primeros 26 números de Animal Man (1988-1990) y cogió el testigo de Doom Patrol (números del 19 al 63, 1989-92), además de crear más adelante el título Sebastian O (VERTIGO, mayo 1993).

 
TOUCHMARK COMICS. EL HORROR NO ES PARA DISNEY

A principios de la década de los noventa, Disney tenía en mente una línea editorial de cómics para lectores adultos, pero la compañía sufrió una “implosión económica” en el año 1991[9] . El sello iba a denominarse Touchmark Comics, pero murió antes de nacer. Las expectativas de unas series que iban a ser comisionadas por DC Comics (el proyecto fue una propuesta del editor Art Young) para su adquisición y explotación por parte de la productora americana, se deshicieron como humo y el proyecto fue abandonado. Las series en cuestión fueron la de temática steampunk titulada Sebastian O (Grant Morrison y Steve Yeowell), la poco estereotipada historia de superhéroes Enigma (de Peter Milligan y Duncan Fegredo) y el casi desconocido título Mercy (J.M. DeMatteis y Paul Johnsons).

Karen Berger, amante del horror como género y de lo sobrenatural en los cómics, seguía dándole vueltas en su cabeza a una idea que poco a poco iba tomando forma. Se hizo con estos títulos que Disney no pudo editar finalmente para esa hipotética Touchmark Comics y planificó su publicación para la idea que estaba a punto de convertirse en realidad.

 
1993. NACE VERTIGO
 
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Recopilatorio y número 1 de Enigma (Milligan y Fegredo)
Con un buen surtido de series que ya estaban siendo editadas por DC Comics (Swamp Thing, Hellblazer, Doom Patrol, Animal Man, The Sandman, Shade) y los títulos que fueron aprovechados gracias al problema de Disney para lanzar Touchmark, así como añadiendo nuevas cabeceras creadas a propósito, Berger creó el sello editorial que redefinió el horror durante la década de los noventa con series ya en circulación desde hacía algunos años[10] y otras creadas o adquiridas para la ocasión, dando el pistoletazo de salida a la nueva línea en enero de 1993[11]. Junto a los citados títulos salió a la venta el primer número de una serie enteramente creada para VERTIGO: Death: the High Cost of Living (con guión de Gaiman y arte de Chris Bachallo y Mark Buckingham), que tuvo tres números aparecidos entre marzo y mayo de 1993, donde asistíamos al día que debe pasar La Muerte entre los vivos cada cierto número de años. A este título le siguió The Enigma, de Peter Milligan, una extraña y atípica historia de superhéroes y aficionados. Ambas cabeceras, así como las colecciones que ya tenían continuidad pero que acabó editando VERTIGO, salieron a la luz con una característica banda en la parte izquierda de la portada
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Death: The High Cost of Living, primer tebeo creado para VERTIGO.
(excepto Death: the High Cost of Living, que tuvo doble edición con portada alternativa), lo que las diferenciaba de los demás comic books de DC, amén del consabido logo de VERTIGO y el obligado lema "for mature readers" (Swamp Thing se había deshecho del Comics Code, pero éste aún tenía mucho poder).

Las colecciones que ya estaban en marcha, aunque siguieron con su numeración, se empezaron a considerar como el volumen 2 de las mismas. Poco a poco, Karen Berger fue logrando que el sello fuera cada vez más conocido y La cosa del Pantano, John Constantine, Morfeo o el reverendo Jesse Custer penetraron en el imaginario de una sociedad… O de dos, puesto que el atractivo de tantos guionistas que creaban personajes británicos hizo que estas series se siguiesen con interés en el Reino Unido que, en plena década de los noventa, se encontraba inmersa en un descontento general y un vórtice de continuos cambios: una clase política conservadora, la guerra por el petróleo, la persistente Margaret Thatcher, la proliferación de las bandas callejeras, nuevas drogas, el SIDA como nueva pandemia... Los jóvenes buscaban alternativas a las capas y las mallas y en Vertigo encontraron héroes imperfectos que se equivocaban y mataban, que sangraban, que lloraban, que caían... y que también se levantaban. Y parece que caló. El mundo se había vuelto un lugar mucho más oscuro. Los cómics del momento debían reflejarlo. Y Karen Berger lo sabía.

A través del horror y la magia como elementos alienantes, VERTIGO mostraba la peor cara de la humanidad, pero también pequeños haces de esperanza. El sello apostó fuerte por una suerte de género temático que englobaba horror, magia, paisajes urbanos, antihéroes... algo así como un Realismo Arcano que entretejía con suma maestría el día a día en una urbe cosmopolita como Londres con demonios del inframundo, las carreteras de Texas con ángeles vengadores, o los pantanos de Luisiana con guardianes sobrenaturales de la tierra. Todo, en títulos que hoy están grabados a fuego en nuestra memoria y que se han convertido en clásicos de la historia del cómic.

 
Swamp Thing
 

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Swamp Thing 56
El personaje creado por Len Wein y Bernie Wrightson cobró un nuevo significado entre las líneas de tinta del excéntrico Alan Moore. De monstruo a forma elemental, de hombre deforme a ente castigado anímicamente por la humanidad perdida, La Cosa del Pantano fue, como se ha dicho antes, una auténtica galería del mundo sobrenatural del universo DC. Se descubrió que todos los personajes "vegetales" de DC estaban interconectados (Alec Holland, la "Cosa", fue compañero de universidad de una joven Poison Ivy, la Hiedra Venenosa, enemiga del Hombre Murciélago; el villano Hombre Florónico encontraba la paz en esa fuerza elemental llamada "El Verde" ("The Green", en versión original); Black Orchid (renovada por Gaiman en su primera incursión en DC como guionista) pertenecía a este selecto grupo; asistimos al "Parlamento de los Árboles" en uno de los episodios más inquietantes de la saga, a través del cual se comunicaba "El Verde"... No sólo eso, la serie de Swamp Thing se convirtió en punto de encuentro de algunos de los personajes que coprotagonizaban títulos de VERTIGO, estableciéndose como una suerte de "nexo mágico" en el que cualquier personaje de índole mística podía hacer acto de presencia.
 
Hellblazer
 
Nacido en las páginas del Swamp Thing #37, en 1985, el sarcástico mago posmoderno John Constantine se convirtió rápidamente en el estandarte del sello VERTIGO. Creado por el místico guionista
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Portada del nº 63 de Hellblazer.
de Northampton, no cedió a que otros escritores lo tratasen hasta dos años después y hasta 1988 no salió a la venta el primer número de John Constantine: HELLBLAZER. Azote del Infierno, hipnotizador, ilusionista, nigromante, demonólogo, archienemigo del ser del Inframundo Nergal, maestro de Tim Hunter (protagonista de Books of Magic), líder carismático de la mágica asociación con serie de homónimo título Trenchcoat Brigade y, ante todo, detective de lo oculto. Constantine destacó (y lo sigue haciendo) desde un principio por ser el símbolo de los tiempos que a los jóvenes de finales de los ochenta les había tocado vivir: Thatcher y Reagan habían sentado las bases del neoliberalismo, el escándalo Irangate, el desastre financiero internacional de 1987, el auge de los grupos de hard rock, dark pop y punk como AC/DC, Bon Jovi, Depeche Mode, Nirvana o Metallica... John Constantine no es ningún héroe al uso; despierta demonios y maldiciones, destruye universos, deja morir a amigos y amantes con tal de salvar un mundo que quizá estaría mejor sin él jugando a ser El Loco de la baraja del Tarot. El personaje es el auténtico antihéroe, salva el día, sí, pero a costa de cientos de vidas. Constantine es un defensor de “el fin justifica los medios”. Al ceder al personaje, Alan Moore no sabía que quien guionizaría la primera etapa del mago sería un paisano de su lugar natal, Northampton, y que desarrollaría de manera impecable el carácter del mago más irónico del Reino Unido pues John Constantine, antiguo líder de la banda punk/rock Mucous Membrane, autor del “Desastre de Newcastle” (una de las más importantes referencias al pasado oscuro del personaje) y con un gran parecido al cantante Sting procedía de la ciudad que vio nacer a The Beatles: Liverpool. Actualmente es la única serie que sigue publicándose como serie regular.
 
The Sandman
 
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  Death. The Time of your Life.
Tres personajes han ostentado este nombre: un hortera con traje de colores chillones creado por Jack Kirby, el mystery manBlack Orchid. Gaiman creó un universo complejo, hermoso y terrorífico, de tintes lovecraftianos (en su producción onírica, no en el horror cósmico) y shakesperianos personajes. Un universo en sí mismo y en el que confluyeron compañeros “de vértigo” y que, aun con la cláusula establecida por Gaiman de no continuar con el título tras su marcha en el número 75 (repartidos desde 1989 hasta 1996), ha tenido su propio legado: las historias de su hermana Muerte (High Cost of Living, The Time of your Life), su hermano Destino (A Chronicles of Death Fortehold), el mismísimo Diablo como el más carismático de cuantos personajes nacieron en la serie (Sandman presents LUCIFER) o una serie que exploraba los rincones del Reino de Morfeo y cuantos personajes vivían allí, The Dreaming, con apariciones de entrañables figuras como los hermanos Caín y Abel, el fiel bibliotecario Lucien, el cuervo Matthew (que no es otro que el agente del FBI Matthew Cable, amigo de Alec Holland, La Cosa del Pantano, y antiguo novio de la mujer de éste), entre otras[12]. Dave McKean, portadista estrella de VERTIGO, se esmeró especialmente en las cubiertas de esta cabecera. Wesley Dodds y el que nos ocupa, Morfeo, Señor del Sueño y uno de los Eternos, seres supradivinos que controlan los aspectos abstractos intrínsecos a la realidad: la muerte, el deseo, el dolor, el destino… Este universo fue creado por Neil Gaiman, que se había ganado la confianza de Karen Berger, con su primera incursión en los cómics DC,
 
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Portada del nº 56 de Preacher.
Preacher
 

Con 66 números, cinco especiales, y una miniserie de cuatro entregas, Preacher ha sido una de las cabeceras con mayor trayectoria de VERTIGO. Publicada desde 1995 hasta 2000, la serie de Garth Ennis y Steve Dillon surgió como la necesaria búsqueda de un título que supliera el hueco dejado por The Sandman. Y así fue. Predicador, como se tradujo en nuestro país, se convirtió en una de las series más seguidas de VERTIGO, sólo por detrás de Hellblazer. Las desternillantes aventuras de un reverendo texano armado con el poder de La Voz de Dios, Jesse Custer, que, acompañado por su ex novia Tulip y el que se convertirá en su mejor amigo, el vampiro irlandés y alcohólico Cassidy, buscan al Todopoderoso para que se ocupe de sus obligaciones y arregle toda el mal que ha permitido en el mundo. Los estereotipados símbolos de la América profunda (camionetas Chevrolet, cafés estilo americano, sombreros de vaqueros, endogamia sureña, banjos, coyotes, paletos confederados, un ángel de la guarda con siniestro parecido a John Wayne, un archienemigo llamado el Santo de los Asesinos con cuyas pistola asesinó al Ángel de la Muerte…) cobran una nueva dimensión cuando están escritos por un irlandés como Garth Ennis cuya imagen más real del Lejano Oeste pertenece a una película de John Ford. 

 
Books of Magic
 

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  The Books of Magic, núm. 1 de la serie regular.
Antes de que se formara VERTIGO, DC Comics publicó una miniserie de 4 números titulada Books of Magic (1990), escrita por Gaiman y dibujada por John Bolton, Scott Hampton, Charles Vess y Paul Johnson. En ella asistíamos a cómo el Constantine de Hellblazer, acompañado de otros tres personajes del mundo mágico de DC[13] y que se apodaban a sí mismos como La Brigada de la Gabardina[14], salía al encuentro de un niño de no más de 12 años cuyo destino es convertirse en el mayor mago de todos los tiempos. Cada uno de los cuatro miembros del grupito dan una enseñanza distinta al niño mago (que, dicen las malas lenguas, fue el modelo para crear al Harry Potter de la británica J.K. Rowling). El significado de la Magia, la historia teúrgica, el mundo de feérico de las hadas o el fin de los tiempos con la posibilidad de que el chico, Tim Hunter, se convierta en un destructor de mundos, el mago oscuro más poderoso que el universo haya conocido: Sir Timothy Hunter. En dicha serie limitada, Tim conocía a lo más granado del llamado “bergerverso”: Sandman, Muerte y sus hermanos Eternos, Titania y Oberón, la maga Zatanna, Merlín, un antepasado de Constantine o los Arcanos Mayores del Tarot, entre otros.

Tras el éxito cosechado por el título, Karen Berger se afanó por encontrar un guionista que diera la talla para emprender la tarea de convertir la obra de Gaiman en una serie regular. Al final, John Ney Rieber se hizo cargo de la misma y, cuando la dejó, cayó en manos de un más que bueno Peter Gross. Los 75 números de la serie regular de Books of Magic (1994-2000) se organizaron en varios volúmenes, cada uno con su propio subtítulo[15], en los que se analizaba de una manera más precisa aún que en Hellblazer, el mundo (o mundos) mágico que se entreteje por tantas colecciones de VERTIGO. Algunos años después de que la serie regular terminara, se inició una serie limitada basada en Los Libros de la Magia, Books of Magick: Life during Wartime[16].

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 Shade, 33
 
Otras series han contribuido al ampliar las fronteras del universo sobrenatural del sello VERTIGO (algunas son anteriores a la creación del mismo), con mayor o menos cantidad de mitologías propias, y con distinto grado de cohesión en dicho universo. House of Secrets (tercera serie, 1996-1999) jugaba con los temores de los adolescentes rebeldes que huyen de sus casas sintiéndose solos y desprotegidos y mezclando todo esto en la clásica casa encantada; Doom Patrol (volumen 3), Animal ManShade: the Changing Man (la etapa de Peter Milligan, del 90 al 96, con un especial en 2003) o el melodrama con regusto a cine mudo Sandman Mystery Theatre son sólo algunos ejemplos. La moda gótica, grunge, trash... se vieron reflejadas en la mayoría de estas series como House of Mystery, Witchcraft, Vamps... utilizan el horror como estética, como moda, como elemento diferenciador y no sólo como fuerza de función catártica de nuestro subsonsciente. (etapa Morrison; 1988-1995) era la reinvención del superhéroe en figura terrorífica, en espíritu de vuelve de la muerte pero que no encuentra el camino;

 
EL SELLO DE LOS SELLOS. LOS MIL NOMBRES DE VERTIGO
 
Piranha Press y Paradox Press
 
Rebajando la aparente homogeneidad que VERTIGO mostraba con el horror, varios títulos entraron a formar parte en los años noventa (al comenzar el s. XXI, VERTIGO se abrió a la temática negra y policíaca con títulos como 100 Bullets), principalmente provenientes de otras líneas editoriales que también habían pertenecido, con mayor o menor grado de duración y éxito, a DC Comics. Así, un sello editorial que se alejaba de la fantasía para contar historias cargadas de dramatismo y crudeza llamada Paradox Press, que tuvo una vida desde 1993 a 2001 (anteriormente, Piranha Press[17]), desapareció. Paradox sólo produjo un puñado de títulos en sus casi 10 años de recorrido, alejándose de las historias de superhéroes que producía DC y eliminando los elementos fantásticos que eran marca de la casa en VERTIGO. Así, sus dos títulos más conocidos, A History of Violence (1997), de John Wagner y Vince Locke; y Road to Perdition (1998), de Max Allan Collins y Richard Piers Rayner, fueron más tarde reimpresos por VERTIGO. Además, Scott McCloud publicó pajo el sello Paradox Press su obra Understanding Comics, uno de los referentes teóricos del medio a nivel mundial. Esta fue la “otra cara” de VERTIGO; títulos donde el realismo primaba sobre otros temas.
 
Helix
 
Tres años después de la creación de VERTIGO y la remodelación de Piranha Press en Paradox Press, en DC se planeó una nueva línea editorial que se centrara en historias de ciencia ficción. Este nuevo sello se denominó Helix (anteriormente, en los primeros rastros de publicidad sobre series de la misma, se anunciaba como Matrix pero el film de los hermanos Wachowsky, The Matrix, obligó al cambio del nombre) y, tras más de una docena de títulos de varios números cada uno (hasta 60, como Transmetropolitan), Helix fue cerrado en sólo dos años (1996-1998). Luego, tres de sus mejores cabeceras fueron absorbidas por VERTIGO: los 60 números de periodismo gonzo al estilo ciberpunk de Transmetropolitan (Warren Ellis y Darick Robertson), el drama eclesiástico en cuatro entregas Bloody Mary y las cuatro de su continuación Lady Liberty (Garth Ennis y Carlos Ezquerra) o los 12 números del Michael Moorcock’s Multiverse (dibujados por Walter Simonson, Mark Reeve y John Reedway). Éstas fueron las tres series que, tras el cierre de Helix, publicó VERTIGO a partir de principios del s. XXI, la primera como serie limitada y las dos últimas como libros. El cuarto título recuperado, Sheva's War, de Christopher Moeller, fue adquirido por Dark Horse para su reedición.
 
LOS HIJOS DEL HORROR HOY. HERENCIA Y LEGADO DEL HORROR EN EL S. XXI
 

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 La nueva versión de Black Orchid y de Fables.
 
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Con la entrada de un nuevo editor, Axel Alonso, que prefería el género negro, lo policíaco, las historias de mafiosos macarras estereotipados al estilo de series como The Sopranos o videojuegos como Grand Theft Auto: coches, trajes italianos, armas y chicas malas. Las series de nuevo cuño fueron cambiando el registro y se desprendieron del horror: 100 Bullets, The Loosers, War Story… eran el nuevo producto, apoyado por una industria cinematográfica que ofrecía más y más films de temática policíaca con protagonistas duros que volvían a los orígenes del cine negro de Humphrey Bogart pero adaptados a los nuevos tiempos, con violencia explícita y antihéroes de torva mirada (El caso Slevin, La dalia negra). Pero no el único. DC Comics creo Tangent, un sello ideado por Dan Jurgens, consistente en un conjunto de títulos de números únicos en los que se reconstruían versiones alternativas de personajes de DC en un mundo paralelo[18]. Así, aunque había un Superman o un Green Lantern, también encontramos las versiones alternativas de Black Orchid o la Doom Patrol, entre otros. En 2007, a Karen Berger se le propuso la creación de un subsello dentro de VERTIGO donde se editasen historias con similares temáticas pero dirigidas a chicas adolescentes. Este subsello, MINX, desapareció tan sólo un año después.

VERTIGO sigue hoy vivo, y con él, algunas de las mejores historietas de horror. A principios de siglo se pusieron en marcha dos proyectos, The Flinch (una antología de relatos breves enteramente dedicados al terror sobrenatural), y Fables, que aún hoy se sigue publicando, y que es una reinvención posmoderna, adulta, retorcida, cruel y con tintes orwellianos (recordemos el segundo volumen, “Rebelión en la granja”) de los cuentos clásicos de Grimm, Andersen y tradicionales y con varios títulos derivados (Jack of Fables) y que constituye el auténtico "hijo" de The Books of Magic. Si el niño Tim Hunter ha crecido, ahora son los cuentos los que encapotan. Una cabecera a la que, muy probablemente, se le augura un halagüeño futuro. Y, por supuesto, la que siempre será la joya de la corona: Hellblazer, que ha pasado de largo los dos centenares y medio de números en su serie regular (obviemos especiales, crossovers y demás). Para un mago nacido en 1954, el personaje se conserva bien.

 
UN NUEVO HORROR
 

Nadie había vendido tan bien el horror como esa mujer llamada Karen Berger, que tuvo la visión de crear un sello enteramente con características sobrenaturales, las cuales se conjugaban con maestría con los elementos que rayaban en el naturalismo de nuestra realidad más acuciante. Si leemos a Spiderman, podemos observar la pulcritud de Manhattan, al acompañar a Constantine somos testigos de cada mancha en el suelo, cada pintada en los callejones, cada cristal roto y cada mendigo. Nos descubrió nuevos antihéroes para el nuevo siglo y héroes oscuros que, aunque matan, lo hacen por un bien mayor y porque el fin justifica los medios. No son los superhéroes amorales de los años 40 que mataban porque “debían hacerlo”, sin un atisbo de duda; estos antihéroes sufren con cada muerte, se plantean cada decisión, se hunden en una botella de ginebra o cumplen condena en cárceles (físicas y místicas).

Pero no es este exagerado realismo estético, este naturalismo, lo que es digno del estudio que nos ocupa sino, más bien, el propio HORROR que se plasmó en los cómics de VERTIGO durante toda la década de los noventa y finales de los ochenta. Si nos ponemos en situación, la Guerra Fría entre EE UU y la URSS (que en 1988 habían firmado el Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares) daba sus últimos coletazos a finales de los ochenta y, en noviembre de 1989, el símbolo del fin de la II Guerra Mundial, el Muro de Berlín, fue derribado por una sociedad que deseaba desatar unas cadenas ideológicas para dejar de vivir con miedos ya antiguos. El Reloj del Apocalipsis[19] (tan famoso entre la afición comiquera por su simbología en la serie de Moore y Gibbons, Watchmen) había retrocedido en 1991 (año del fin de la Guerra Fría) hasta los 17 minutos para la medianoche.

El miedo a una debacle nuclear, a un holocausto atómico, desaparecía paulatinamente. El terror real a la extinción, a otra guerra que asolase el mundo y horadase las esperanzas del hombre, iba siendo sustituido por una época de relativa estabilidad internacional para las potencias de Occidente. El miedo es algo necesario en el hombre, nos hace sentir vivos. Cuando el miedo real pasó, se volvió a buscar el miedo sobrenatural. Al igual que en la Inglaterra Victoriana, una época de paz dio algunos de los personajes fantásticos de la literatura romántica (Quatermain, Dracula, Fog, Savage...), la sociedad de entre 1985 y 1999 buscó las emociones y la manera de evadirse en modelos ya pasados hacía prácticamente un siglo. Esa estructura de historias que se habían dado en el fin de siglo: acción, investigación, exotismo, personajes con habilidades sobrenaturales... volvían a demandarse aunque, esta vez, con algunas diferencias.

El peligro nuclear quizá había pasado (al menos eso parecía), pero la gente fue consciente de las amenazas que moraban en la sombra de años venideros. Ya no había un desinhibido romanticismo, un galán inmortal y canónico que se estableciera como modelo a seguir, no eran tampoco los felices años veinte y el miedo al Apocalipsis quedaba en el imaginario de la gente. Es ahí donde entraron los personajes de los que hablábamos antes: antihéroes que no son modelos, protagonistas especiales, sí, pero muy humanos, con sus flaquezas, sus miedos y sus fracasos. Así, el personaje realista, de cínicos comentarios y esperanzas perdidas se inmiscuía en unos universos que no eran los suyos: magia, monstruos, fantasmas, vampiros... Al fin, un hombre ante el miedo a lo desconocido. Además, el cine de horror tuvo también su resurgimiento en los años noventa con Bram Stoker's Dracula (Francis ford Coppola, 1992), Mary Shelley's Frankenstein (Kenneth Branagh, 1994), Interview with the Vampire (dirigida por el británico Neil Jordan, 1994) o la película de regusto a Serie B From Dawn till Dusk (Robert Rodríguez, 1996). Dos años después conocíamos el horror asiático con Ringu (Hideo Nakata) y Ju-On (Takashi Shimizu). Estas películas habían llegado con unos años setenta y ochenta en los que se utilizaba lo sobrenatural como herramienta para el horror: El Exorcista (Friedkin/Batty, 1973) fue todo un fenómeno; The Omen (1976) y el miedo a la venida de un anticristo, Poltergeist (1982) o Creepshow (Stephen King/George Romero, 1987) fueron modelos a seguir por los filmes que vendrían. Lo sobrenatural estaba de moda en el cine. El cómic bebió de éste, y viceversa, en un atractivo matrimonio de conveniencia.

Para crear estas atmósferas que imperarían en la primera etapa de VERTIGO, orígenes cargados de oscurantismo, se tomaron distintos puntos de partida. Neil Gaiman, hombre estudiado y culto, con un soberbio gusto por la literatura decimonónica, aborda sus dos principales creaciones para la línea (The Sandman y The Books of Magic) de manera distinta.

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Sandman 47
En The Sandman conforma su propia cosmogonía centrando el mundo, no en el individuo más nimio, sino en uno de los seres más poderosos de la creación: Morfeo, señor de los sueños. Aunque Gaiman absorbe cual romántico elementos exóticos de diferentes religiones y mitologías, los readapta a un panteón propio (Los Eternos) que personifican los abstractos que dominan la vida de todo ser pensante (Sueño, Muerte, Destino, Destrucción, Locura, Deseo, Dolor) y, a partir de ese epicentro, crea un vórtice inverso, un Caribdis que (lejos de tragarse a la tripulación de Odiseo) escupe toda una formación mitológica: un reino para cada Eterno, sirvientes (alguno de ellos extraídos de los anfitriones tradicionales, como Caín y Abel) y atributos físicos que actúan como nexos entre ellos. No sólo eso, Gaiman toma uno de los grandes personajes del judeocristianismo y lo usa para sus propósitos: Lucifer se convierte en sustituto temporal para Sandman. Sandman, el arenero, es una figura tradicional de las culturas sajonas: un ser que vierte arena en los ojos de los niños para que no despierten. Con eso juega Gaiman. Admirador de Poe, el británico no realza nuestros miedos, sino que nos empequeñece a nosotros antes éstos. Volvemos a ser niños que tememos a la oscuridad, a la soledad, al silencio, a las pesadillas y al hombre del saco... y eso es Sandman. El hombre del saco cargado de pesadillas. Podríamos analizar cada símbolo de la saga (los cuervos de Sueño recuerdan a Odín, el Reino Onírico nos extrapola al lovecraftiano relato protagonizado por Kuranes[20], su hijo es el mítico Orfeo narrado por Ovidio[21]...) pero nos quedaríamos sin espacio.

En The Books of Magic, Gaiman (que sólo realizó el primer tomo de la saga) idea un mundo paralelo al nuestro, un mundo mágico, invisible, sólo observable por unos pocos elegidos. El llamado Libro 0, establece una narración lineal de lo que Sánchez-Escalonilla llama "Forja del Héroe[22]" y donde el protagonista, Tim Hunter pasa por todos los estadios necesarios para convertirse en mago: paso al mundo sobrenatural desde el mundano, conocimiento de la misión, entrenamiento con el sabio, pérdida del mismo, heridas y descenso a los infiernos, pruebas finales y renacimiento como héroe. En esta recreación de los estudios de V. Propp, Gaiman entremezcla elementos, de nuevo, infantiles: el Reino de las Hadas (Faerie), el miedo a crecer (Tim puede llegar a convertirse, y así se ve en un futuro, en el mago oscuro que doblegue a la raza humana), a perderse (como le ocurre al final de los tiempos) o que los padres no te crean (como le ocurre con el suyo).

Garth Ennis es un caso distinto. Irlandés que creció con las películas del oeste. Admirador de John Ford, John Wayne y Clint Eastwood; Ennis crea una serie con los ingredientes exactos para elaborar un rotundo éxito desde la primera página. El horror de Ennis es menos sobrenatural, más religioso, místico, enraizado en lo judeocristiano. Su protagonista es un reverendo que desafía los poderes que están sobre él. Ennis no duda en poner a la Iglesia como velado antagonista de la historia. Como un antecesor de El código Da Vinci, vemos sectas y ramas de la Iglesia Católica persiguiendo a los protagonistas; ángeles y serafines que, lejos de hacernos arrodillarnos con su voz de ultratumba, caen presa del alcohol, las drogas y otros males del mundo; sin ir más lejos, el fin de Custer es "obligar" a Dios a ocuparse de su creación.

VERTIGO se compone de decenas de series y títulos distintos y sería vano intentar analizar en este texto el papel del horror en cada uno de ellos pero no podemos pasar de largo sin hablar de John Constantine. Hellblazer es un manifiesto de todo lo que fue VERTIGO en los noventa. Constantine se las ve con demonios y ángeles, con hombres y monstruos; asistimos a ese gusto por lo exótico que comentábamos en personajes como el maestro vudú Papa Midnite; el descreimiento de Constantine, producto de su tiempo, de la política de su país, de la música... pertenece a esa generación post IIGM que quieren y necesitan creer en algo. Constantine, el azote del infierno, es un antropocentrista, se enfrenta al los mismísimos demonios (Lucifer existe, las sagas se relacionan entre sí, pero Hellblazer tiene mucho de Dante Alighieri: los círculos infernales, la justicia divina...). El joven que era todo locura durante la época de la movida de los ochenta, se transforma en el sarcástico y descreído John Constantine de los noventa (desastre de Newcastle aparte). Por Hellblazer pasaron (y pasan) símbolos cristianos, elementos cabalísticos, la hermenéutica y el orfismo. Es una amalgama de símbolos mágicos, místicos, religiosos, paganos y heréticos. Y parece no tener final.

Berger no sólo nos dio grandes series que han quedado para la posteridad como auténticas obras maestras del cómic (y del género, sobre todo, del género), sino que descubrió nuevos y jóvenes talentos que nos han estado obsequiando desde entonces con obras que harán las delicias de todos los que lean sus páginas, ahora y después.

Y porque hubo un tiempo en el que el horror susurraba en la oscuridad con marcado acento británico.

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Imagen tomada del primer tomo de Winter's Edge.

 notas

[1]       The Creature of the Black Lagoon (Universal Pictures, 1954).
[2]       Supergrupo que más tarde se hizo realidad con L.A.W. (DC Comics, 2009).
[3]       No exactamente sólo a Charlton ya que, si bien todos estos personajes (Captain Atom, Thunderbolt, The Question, Blue Beetle, Peacemaker, Nightshade) concurrieron en algún momento en esta editorial, tenían procedencias diferentes. Así, mientras que Captain Atom fue creado por Gill y Ditko en Space Adventures #33 (Charlton Comics, Marzo 1960) y vendido posteriormente a DC Comics (como le ocurrió al violento The Question, aparecido por primera vez en Blue Beetle #1, en 1967, y creado también por Ditko); Blue Beetle apareció por vez primera en Mystery Men Comics #1 (Fox Feature Syndicate) en 1939 por Charles Nicholas Wojtkowski y, presuntamente, por Will Eisner (según Grand Comics Database), cedido en su número 12 (y hasta el #30) a Holyoke Publishing hasta que a mediados de los cincuenta, Fox Comics (Fox Feature Syndicate) vendió los derechos a Charlton y (con un interludio en el que fue aprovechado por AC Comics), tras el cierre de la misma, fueron adquiridos por DC Comics en 1983.
[4]       Captain Atom fue el modelo que Moore y Gibbons utilizaron para crear al Dr. Manhattan de Watchmen, con un nombre de tintes tan apocalípticos como regusto tenía a la Era Atómica. El Proyecto Manhattan fue en el que desarrolló la bomba atómica.
[5]       Y su secuela, The Return of the Swamp Thing (1989), de pésima calidad; amén de la serie de televisión de imagen real (1990-93) y la serie animada (1991).
[6]       Warrior (Quality Communications, 1982-1985) fue una revista británica de historietas, fundada por Dez Skinn (editor de IPC y Marvel UK). Skinn buscaba la manera de acercar al público unas historias algo más largas que las frecuentes en revistas como Doctor Who Magazine o Star Wars Weekly. Dotó de plena libertad artística a sus autores (entre ellos, Alan Moore) para crear historias de corte más serio y dirigidas a un público más adulto. Moore comenzó a publicar entre sus páginas The Bojeffries Saga (una suerte de Family Munster de clase obrera), el controvertido Marvelman/Miracleman (un oscuro trasunto británico de Superman en una sociedad utópica) o la orwelliana distopía política V for Vendetta. Estas dos últimas quedaron inacabadas al cierre de Warrior, siendo continuadas por editoriales americanas. Skinn reunió a un considerable número de autores (entre los que destacaron John Bolton, Brian Bolland, Dave Gibbons, Alan Davis, Steve Dillon y el propio Alan Moore) y, en sólo tres años, la revista de Dez Skinn ganó 17 Eagle Awards (los premios más importantes de la industria historietística del Reino Unido).
[7]       Swamp Thing, Floronic Man, Poison Ivy y, evidentemente, Black Orchid.
[8]       GAIMAN, Neil. "The Origin of the Comic You Are Now Holding (What It Is and How It Came to Be"; aparecido en The Sandman #4. (DC Comics; Abril, 1989.
[9]       En 1991, el sello de historietas Disney Comics obtuvo de sus productos (inexplicablemente) unas ventas tan pobres que casi tuvo que cerrar. Sólo continuaron publicándose Walt Disney's Comics, Wat Disney’s Stories, Uncle Scrooge y Donald Duck Adventures
 [10]     A esta altura se publicaban: SwampThing #129, Hellblazer #63, The Sandman #47, Doom Patrol #64, Animal Man #57 y Shade, the Changing Man #33.
[11]     Aunque con fecha de créditos de marzo de 1993, puesto que en EE UU se coloca en los cómics una fecha adelantada en el tiempo debido al sistema de distribución.
[12]     Otras obras “subsidiarias” de The Sandman han sido The Children’s Crusade (1993-1994), Sandman Midnight Theatre (1995), Book of Dreams (1996), algunas obras de los tres volúmenes anuales de Winter’s Edge (1997, 1998, 1999), The Sandman Presents (1999-2004), Dream Hunters (1999), Companion (2000), The Little Endless Storybook (2001), Lucifer (2001-2006), Endless Nights (2003), el amerimanga At Death’s Door (2003) y The Lords of Luck / The Brave and the Bold: The Book of Destiny (2007-2008).
[13]     The Phantom Stranger, Dr. Occult y Mr. E.
[14]     Trenchcoat Brigade (1999); nombre que homenajea el poema “The Charge of the Light Brigade” (1854), del barón Lord Alfred Tennyson, sobre la Batalla de Balaclava, en la Guerra de Crimea, y que reza: Half a league, half a league,/Half a league onward,/All in the valley of Death/Rode the six hundred./'Forward, the Light Brigade!/Charge for the guns' he said:/Into the valley of Death/Rode the six hundred.
[15]     Los volúmenes, llamados “Libros” y numerados del 1 al 7 (con la miniserie como Libro 0) venían subtitulados: Bindings (1995), Summonings (1996), Reckonings (1997), Transformations (1998), Girl in the Box (1999), The Burning Girl (2000), Death after Death (2001).
[16]     Books of Magick: Life During Wartime (2004-2005) se componía de 15 números en los que se narraba la historia de dos mundos, uno en continua Guerra entre los Criados (humanos) y los Nacidos (hadas), en un mundo controlado por los Nacidos pero en el que un grupo de ambos bandos desea construir un mundo mejor, entre ellos se encuentran las versiones alternativas de John Constantine y Zatanna, que aquí son generales, magos, espías y amantes; el otro mundo es un universo de bolsillo creado por una versión alternativa mucho más adulta de Tim Hunter, creada para huir de sus enemigos y abstraerse de la horrible realidad.
[17]     De 1989 a 1993 se había llamado Piranha Press, con Mark Nevelow como editor y con una producción historietística más alternativa, intimista y alejada de fantasía, ciencia ficción y horror. La obra más conocida de este sello predecesor de Paradox Press fue Why I hate Saturn (Piranha Press, 1990), de Kyle Baker, más tarde recuperada por VERTIGO en una reedición en diciembre de 1998.
[18]     Creada entre los años 2008 y 2009. Tras la serie 52, este mundo se ha denominado Tierra-9 (anteriormente, Tierra-97).
[19]     Construido en la Universidad de Chicago en los años cuarenta y símbolo del Boletín Científico de la misma desde entonces. Es un reloj simbólico, siempre unos minutos cerca de la medianoche, lo que representa la total destrucción de la Humanidad. El reloj avanza o se atrasa según evolucionen las acciones tomadas por los hombres, ya sean acercándolos a su absoluto e irreversible final, o lo contrario, respectivamente. Fue diseñado por Martyl Langsdorf, esposa del Dr. Alexander Langsdorf Jr., físico principal del Proyecto Manhattan (ver nota 4).
[20]     Rey del mundo onírico según el relato “Celephaïs” por HP Lovecraft (Rainbow magazine, 1920)
[21]     Publio OVIDIO Nasón. Metamorphoseon (8 aC).
[22]     SÁNCHEZ-ESCALONILLA, Antonio. guión de aventura y forja del héroe (Ariel, 2002).
TEBEOAFINES
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Creación de la ficha (2010): Rafael Ruiz-Dávila. Con edición de Manuel Barrero y Antonio Moreno
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
RAFAEL RUIZ-DÁVILA (2010): "Vertigo y el horror en los noventa", en Tebeosfera, segunda época , 5 (9-V-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 13/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/vertigo_y_el_horror_en_los_noventa.html