UN TRIBUTO A LA TIERRA, ECOLOGISMO VERAZ
JOSÉ A. GUTIÉRREZ

Title:
Paying the Land, truthful environmentalism
Resumen / Abstract:
Reseña del cómic de Joe Sacco Un tributo a la tierra. / Review of Joe Sacco's Un tributo a la tierra.
Palabras clave / Keywords:
Canadá, Indigenismo, Cómic periodístico/ Canadá, Indigenismo, Comics journalism
  • Competición de juego de manos, un juego peculiar
  • Ejemplo de la habilidad en la composición de las viñetas de Sacco
  • El catoliciismo frente e la espiritualidad dene simbolizados por dos aves
  • El inicio de la colonización
  • El problema del alcoholismo azota a los denes
  • Formas de castigo en la escuela católica
  • Gráficos explicativos sobre el territorio y sobre el fracking
  • La complejidad de las negociaciones entre los distintos pueblos dene
  • La penetración del catolicismo
  • Las escuelas católicas
  • Página inicial
  • Un joven dene conecta con la naturaleza y con su pasado
  • Un regalo a la tierra
  • Una de las menciones al círculo de los denes
  • Una hermosa barca para la familia
  • Viñeta a página completa que que ilustra un paisaje de gran belleza

UN TRIBUTO A LA TIERRA, ECOLOGISMO VERAZ

 

El lector de Un tributo a la tierra viaja con Joe Sacco a ciertos lugares del valle del Mackenzie, en Canadá, por una carretera helada que solo es practicable en invierno. Este lector viajará también con él, o a través de su minuciosa mirada, a las historias, a las vidas de ciertos habitantes de Denendeh, el nombre indígena de estos territorios. Allí, en las tierras del Norte del Norte de América, se enmarca este álbum, donde a lo largo de seis capítulos se nos muestra la íntima conexión entre los denes, los pueblos que lo habitaban antes de la colonización, y la tierra en la que vivían.

Habituado a que las obras de Sacco se desarrollen entre conflictos bélicos, a que nos dibujen una perspectiva personal, militante, ciertamente alternativa y comprometida con la verdad y con las personas que encuentra, esta obra ubicada en Canadá, un país con la consideración de extremadamente democrático y civilizado, parece una pausa en la beligerancia informativa del maltés Sacco. Sin embargo, nos muestra que, entre las extensas y despobladas tierras de los Territorios del Noroeste, existe un conflicto soterrado, silenciado, y sin tregua, desde el siglo XIX. Este conflicto, esta guerra no declarada entre civilizaciones y culturas distanciadas por siglos de desarrollos divergentes provoca, como toda confrontación, muerte, destrucción y heridas abiertas.

El conflicto que se narra en esta historia es parte de una lucha inmemorial, el inexorable choque de civilizaciones. Conocemos, y hemos vivido, invasiones de países, siempre cruentas, surgidas cuando una nación poderosa entiende que las riquezas, o las fronteras, de otro territorio son necesarias para su propio desarrollo y defensa. Estas invasiones se justifican siempre con excusas tales como el progreso, el desarrollo, o la defensa de los intereses de un grupo étnico o religioso. Aquí asistimos, a la vez, pues está así estructurado el libro, al desarrollo de esa colonización —un buen eufemismo para invasión que incluye en la misma palabra la justificación—, a las consecuencias de la misma en los indígenas, y a cierta revitalización, resistencia y organización de esas naciones olvidadas bajo nuestra concepción de los países y las fronteras. Quizás, por transcurrir la historia en Canadá, por que ocurra en un país desarrollado, la imagen que nos podemos formar es la de una conquista incruenta; así nos puede parecer porque las armas que se han utilizado son el progreso (en realidad, “nuestro” progreso), el desarrollo energético y social, la educación o la imposición cultural y religiosa. Los denes y metis, habitantes de estos territorios, se han enfrentado, y se enfrentan, a la política de las grandes corporaciones, a la moral de la industria del petróleo y del gas, a las madereras, a la estructura del gobierno canadiense, a sus leyes, a su sistema, a un enemigo poderoso e incorpóreo.

Siempre, al escribir una reseña, o una crítica, pretendo ser honesto, por principios y en principio, conmigo. Entiendo que es la única manera en la que puedo transmitir veracidad, y emociones, al virtual lector. En esta ocasión, debo confesar que escogí la lectura de Un tributo a la tierra para hacer frente a una cuarentena obligada. El objetivo era ocupar el tiempo de encierro en una lectura densa y difícil, como así me había resultado con obras anteriores de Sacco. Erré en el objetivo temporal, pues esta lectura me sumergió en un viaje más rápido del esperado, y en la dificultad, pues di mucho más ritmo a la lectura, gracias a que trasciende sobre este libro un mensaje más alentador y esperanzado del que anticipaba. Un tributo a la tierra es una obra prolija, densa como todas las de Sacco, pero la narración es muy dinámica, y su lectura se beneficia de esta estructura, de este montaje casi cinematográfico. Los continuos saltos de tiempo y escenario, los numerosos flashbacks, la superposición de vidas, y la concatenación de ideas, contribuyen a la creación de una conciencia a favor de los denes, a descubrir la necesidad de proteger y salvaguardar costumbres, vidas y lugares ancestrales. En este libro, la relación de personas entrevistadas, la miríada de ideas, de puntos de vista, de facciones, de connotaciones es innumerable. Esta sucesión en la que se entrelazan, suceden y conectan las vidas de Paul Andrew, Carol, Douglas Yallee, Jon, Darrell Beaulieu, Willard Hagen, René Fumoleau, Frederick Andrew, Stephenn Kakfw, Jim Antoine o Valerie Conrad, provoca que se desee avanzar en la lectura, conocer más de cada historia, caminar por este sendero junto a Sacco y Shauna, su compañera en este viaje.

Cada uno de los retales de las vidas que se nos muestran constituye un paso en ese camino creado para conocer a los denes, un paso imprescindible para avanzar y sobre el que el propio Sacco parece no querer que se retroceda, sino que se vuelva a llegar una vez completado el círculo de la lectura. En obras con tanta profundidad como esta, es seguro que no es absoluta ninguna verdad, ni en la interpretación de lo que narra, ni en la forma en la que el lector se acerca a ella; yo he encontrado una forma de verla, de entenderla, y de considerarla una verdadera obra maestra; otras lecturas, otras interpretaciones pueden llevar a otras conclusiones, seguro que igual o más acertadas, en las que no puede obviarse el trabajo de documentación, investigación y ordenación que nos muestra la faceta periodística del autor.

La construcción de Un tributo a la tierra se fundamenta en la profusa investigación realizada por Joe Sacco. Él mismo explica en el libro cómo realizó el viaje a los Territorios del Noroeste, dónde se alojó, a quién entrevistó, cómo se documentó, cómo comprobó detalles y pidió a algunos colaboradores que los examinasen… En suma, cuenta en esta historia la verdad y, parafraseándolo, usa las palabras y los testimonios que le han prestado de una forma conveniente, sobre todo para que otros hayamos aprendido de sus experiencias y sus conocimientos. Es una estructura similar a la que nos encontramos en Notas al pie de Gaza, un viaje al centro del conflicto salpicado de múltiples viajes de una zona a otra, de una entrevista a otra, de un personaje a otro. La narración se construye de manera episódica, cada entrevista que plasma en el libro nos transporta a una faceta, a un punto de vista; sobre ellos, sobre los entrevistados, deposita el propio Sacco la responsabilidad de guiarnos en el periplo por Denendeh.

Tras la lectura de la ya mencionada Notas al pie de Gaza o de Gorazde: zona restringida debo admitir que me sumí en un estado anímico de profunda tristeza, de horror. No me ha ocurrido lo mismo tras esta lectura, no porque no se muestren la violencia y la crudeza, sino porque el libro parece imbuido del espíritu de los denes, cuya relación con el mundo es de humildad. Nuestra concepción del mundo es, por lo general, supremacista; el ser humano, y más si lo llamamos hombre, se considera en el puesto superior de la cadena de la evolución, dueño de territorios y de recursos, amo de las demás especies. Los denes no se consideran ellos mismos así, son parte de la tierra, de la naturaleza, hermanos de otros seres vivos, ligados a sus tierras por una cuestión de sangre. Es este ánimo el que se destila en este libro, la concepción más ecologista que he conocido, alejada de extremismos políticos, militante con la tierra, considerando al ser humano como otro elemento más.

Aun sin desvelar nunca por completo el contenido de esta obra, creo que es necesario referir un elemento que diferencia esta de otras obras del autor. La narrativa de Sacco se construye a partir de la investigación y del conocimiento personal de los hechos; trabaja, como un verdadero reportero bélico, desplazándose en busca de un acontecimiento, del siguiente, de otro que le mencionan. Es verdad que sus historias no cuentan con la inmediatez de quienes informan desde el frente; Sacco nos muestra siempre un escenario devastado, historias de quienes han sufrido un episodio aterrador. En Un tributo a la tierra sigue manteniéndose esa línea común, la multiplicidad de entrevistas, de viajes, de episodios dolorosos, pero se separa de otras obras, de otros escenarios, en el ya mencionado mensaje esperanzador y en ese escenario imponente de bosques vírgenes, de aguas libres, de poder de la naturaleza, que apoya la sensación de que, esta, es una guerra que ganará la tierra.

Hay una estructura circular en la obra, algo que conecta como un ciclo la imagen que abre este libro, un recién nacido, con el final del mismo. Algo que conecta la rememoración de las costumbres ancestrales de los denes, con la reunión final en la que los denes bailan. Creo no equivocarme en esta forma de entender el libro, al leer algunos de los rótulos que encabezan los episodios, como “Descubres que formas parte del círculo”, me ha parecido que el texto, a modo de voz en off, guía al lector, más que como los títulos de un documental, como la puesta en escena de un autor teatral. Esos recuerdos con los que se inicia esta historia forman parte de la entrevista a Paul Andrew, uno de los actuales líderes de los denes; en ella, insertando recuerdos, imágenes de gran belleza y retratos de Paul Andrew, casi como un documental filmado, se nos introduce en las costumbres ancestrales de los denes. En pocas páginas sabemos cómo cazaban, se desplazaban, se orientaban, cómo, al ritmo de las estaciones y de la naturaleza, se reunían las diferentes familias; esta narración inicial pasa de las costumbres de los denes a su relación con el entorno, y, de ahí, en los siguientes capítulos, a narrar la historia, horrores, las consecuencias del proceso colonizador. De repente, tras esta narración de las dolorosas consecuencias de la colonización, el lector se encuentra en la naturaleza. Un joven dene nos cuenta cómo se reencuentra con ella, cómo, a partir de ese reencuentro, descubre que entiende las costumbres de su pueblo, cómo se incorpora al baile de los denes. De esta forma se cierra ese círculo en el que los recuerdos de un dene casi anciano son recogidos por un joven dene, como si ese recuerdo y esa forma de relacionarse con la tierra, fueran la única manera posible de vivir en aquellas tierras.

El dibujo de Sacco siempre me ha parecido peculiar, cercano al underground, conectado con el de Robert Crumb, pero despojado de la carga grotesca y sexualizada que domina las viñetas del autor de Mis problemas con las mujeres. Está cargado de detalles, producto de un avezado sentido de la observación. No podría haberse realizado una obra como la dedicada por Sacco a la batalla del Somme (La Gran Guerra) sin dominar el arte de la composición y del dibujo, y Un tributo a la tierra es un ejemplo de cómo adaptarlos al ritmo narrativo. Las imágenes en las que se nos muestra la vida original de los denes, la naturaleza, la conexión entre el ser humano y la tierra, son hermosas, limpias, cuidadas; las viñetas que narran episodios más truculentos y tristes se componen de una forma más barroca, llena de sombras; cuando le resulta necesario, no duda en incluir un gráfico explicatorio. Pero he descubierto en este libro un dibujo que trasmina amor por la naturaleza, por la tierra, por los animales. Los cuidados dibujos de los bosques, de la construcción de una barca por los denes, esos grandes planos compuestos por árboles imponentes, agua y nieve son, sin duda, su tributo a esas tierras. Perdónenme los lectores de Hergé, por la distancia entre él y Sacco, pero veo cierta conexión e influencia de Tintín en el Tíbet en la composición de algunas de las páginas de esta obra.

Canadá siempre representó para mí una tierra desconocida, y, quizás por eso, feliz. En mi desconocimiento, significaba un remanso democrático, integrador y de respeto, desgajado de la gran potencia norteamericana tras las guerras del siglo XVIII y la independencia de las trece colonias. A través de wésterns de todo tipo, de Fenimore Cooper y de Jack London, se forjó en mí la idea de que Canadá constituía el gran refugio de los indígenas confinados en las reservas estadounidenses. A finales del siglo XX saltó la noticia de que varios jefes de tribus canadienses se habían rebelado contra el gobierno federal canadiense, algo que sembró una semilla de duda en mi blanca concepción de este país. Sacco con esta obra dinamita esta imagen idílica y remodela ideas preconcebidas con su investigación sobre uno de los pueblos indígenas de Canadá. Con Un tributo a la tierra no solo pone de manifiesto una serie de conflictos, por otro lado imaginables y recurrentes, entre quienes viven en la tierra de una forma ancestral y quienes solo entienden la tierra como un gran recurso que explotar; en esta obra se anticipó una de las noticias más tristes y desgarradoras que la colonización trajo, el descubrimiento de cientos de tumbas de niños y niñas. En este libro se muestra el papel de las misiones católicas, verdaderos campos de reeducación, en los que, otra vez, se intentó destruir la identidad de los que allí eran internados. Es este pasaje, narrado a través de los testimonios de antiguos internados, el más espeluznante, para mí, de todos los que componen el libro de Sacco.

Sacco es un observador con un alto grado de imparcialidad; nunca hace un retrato amable y simplista de un conflicto, nunca en las obras que conozco blanquea la personalidad, los defectos, los fallos de las personas a quienes entrevista. Tampoco lo hace en esta ocasión, ni justifica la violencia de género, el alcoholismo, la indolencia de varios de los denes a los que entrevista. Por eso sus obras rezuman ese aire pesimista, y parece decirnos que no hay seres humanos mejores que otros, sino seres humanos en una y otra facción de un conflicto, la de quienes ganan, y la de quienes pierden. Y, por eso, sus obras son tan desalentadoras, porque, con su narración de la derrota, cuenta siempre historias olvidadas, historias sepultadas en la marea de historias de cada guerra. De esta manera, Sacco consigue que veamos que en estas historias está la historia de la Humanidad, la del mundo. El mundo es Palestina, el mundo es Gaza, Gorazde, el Somme… El mundo es una carretera invernal en el septentrión americano que conduce a Dennendeh.

Creación de la ficha (2022): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
José A. Gutiérrez (2022): "Un tributo a la tierra, ecologismo veraz", en Tebeosfera, tercera época, 19 (25-IV-2022). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 02/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/un_tributo_a_la_tierra_ecologismo_veraz.html