UN EDITOR BÁSICAMENTE ES UN LECTOR AGRADECIDO. ENTREVISTA A PABLO HERRANZ
JESÚS GISBERT, PABLO HERRANZ

Title:
An editor is basically a grateful reader
Resumen / Abstract:
En el panorama de las editoriales independientes especializadas en cómic surgidas en España en los últimos años, contamos con la valenciana Desfiladero Ediciones. Es una empresa emergente que hunde sus raíces en la biografía y en los intereses de su artífice, Pablo Herranz. En este sentido, Desfiladero es una editorial de autor, tal y como la presente entrevista muestra. / In the panorama of independent publishing houses specialized in comics that have arised in Spain in recent years, we have the valencian Desfiladero Ediciones. It is an emerging enterprise that has its roots in the biography and interests of its architect, Pablo Herranz. In this sense, Desfiladero is an author's publishing house, just as this interview shows.
Palabras clave / Keywords:
Entrevistas, Industria del cómic en España/ Interviews, Spanish comics industry
Notas:
Grabación de la conversación celebrada en Valencia en dos sesiones, el 20 de enero y el 14 de febrero de 2020, transcrita y editada por Jesús Gisbert.

«UN EDITOR BÁSICAMENTE ES UN LECTOR AGRADECIDO»
ENTREVISTA A PABLO HERRANZ, DE DESFILADERO EDICIONES

Nos reunimos con Pablo Herranz una mañana de lluvia (lunes 20 de enero de 2020) en la Facultad de Bellas Artes de San Carlos, de la Universidad Politécnica de Valencia. El lugar elegido muestra en su biblioteca una exposición dedicada a la revista Alta Tensión, una fuerte apuesta de Desfiladero Ediciones, creada y dirigida por nuestro entrevistado.

Pablo Herranz (derecha), Javier Gay Lorente y Lucía Cassiraga durante el montaje de la exposición de Alta Tensión en la Facultat de Belles Arts-Universitat Politècnica de València (Foto: Anna I. Montesinos López).

¿Cuáles son los orígenes en que se basa tu actividad editorial?

Si tenemos que hablar de cómo se llega al mundo de la edición, en mi caso y creo que en el de muchos otros que conozco, pienso que un editor básicamente es un lector agradecido, porque se necesita un componente vocacional muy fuerte en este sector. Yo leía cómics. Nací en 1967. Los cómics con que me crié fueron sobre todo los de Bruguera (el Capitán Trueno, el Corsario de Hierro…); los de Editorial Valenciana; la revista El Globo (de la editorial Buru Lan, a principios de los setenta) también llegué a conocerla; clásicos franco-belgas como Tintín, Astérix… las lecturas que se daban en ese momento. Luego, cuando ibas a casa de un familiar o un amigo resulta que uno tenía los Alix de Oikos-Tau, un primo tenía los Marvel de Vértice en blanco y negro, otros primos tenían TBO, que era una lectura que yo no compraba en quiosco. Era un poco la formación que compartíamos muchísima gente. Y los clásicos de americanos de prensa de Buru Lan, o los tebeos de Novaro también, Novaro se leía mucho. Todo son lecturas comunes de mi generación. Después me tiré para el mundo del audiovisual y acabé trabajando en una televisión autonómica, en Canal 9 [Televisión Valenciana], porque mi formación es de audiovisual. Yo creo que hay que desmitificar un poco el hecho de que si uno está en el sector del cómic es porque es un loco del cómic. Es cierto que antes, estoy hablando de mi generación, leer cómics a porrillo (como diría Ibáñez) era muy habitual; había millones de lectores, y, claro, el hecho de trabajar ahora en este sector tiene un componente generacional. Pero hay mucha gente que tiene otra profesión y consume muchos cómics. Mientras tanto, como siempre había tenido el gusanillo por el mundo audiovisual, escribía cosas, además de sobre cómic, sobre cine. Llegué a sacar un libro individual, en el 98 creo que fue. Colaboré en varios colectivos con artículos y relatos, en prensa, en diarios, siempre sobre cómic o cine. También escribí algo en relación con la novela popular, y empecé a hacer algunos pinitos como guionista. Publiqué tres álbumes, uno con Toni Benages en Edicions De Ponent, Las manos en los bolsillos, y luego dos en Netcom2, con José Luis Povo, un poco siguiendo el esquema de la línea clara[1].

¿Tenías una fuerte predisposición hacia la línea clara?

Bueno, a mí la línea clara —Hergé, Jacobs— siempre me ha gustado. A Jacobs lo descubrí, como mucha gente, en Cairo. Jacques Martin siempre me ha interesado también.  Eso[2] fue un proyecto que tenía de guion que encajaba muy bien con la estructura de la línea clara, se lo propuse a José Luis Povo y aceptó la apuesta. Lo presentamos en un par de editoriales y lo recogió Netcom2. Sacamos un álbum, tuvo éxito e hicimos un segundo. 

¿Cómo se inició tu etapa como editor?

Cuando cerraron Televisión Valenciana, me planteé: ¿y ahora qué hago? Porque yo estaba escribiendo mis textos de cine, mis guiones de cómic, y aquello fue un proceso brutal. Primero vino un ERE, luego un ERE extintivo… Fue bastante traumático para el sector audiovisual en Valencia, lo destrozó totalmente. La alternativa era irse a Madrid —en el caso de los que pudieron tomar esa iniciativa— o al extranjero, adonde algunos también se marcharon. En mi caso, como tenía cierto contacto con el mundo de les trobades[3], de las asociaciones de padres y madres —las AMPAS— y con el tema del valencià (estamos hablando de 2013, 2012 o por ahí), vi que había alguna posibilidad para editar en ese entorno, dado que siempre me había interesado muchísimo el tema de las publicaciones juveniles para formarse como lector, aunque también un poco como lector agradecido y, en ese momento, ya como padre también.

       
Primer y último números de la revista Xiulit (2015-2018), con portadas de Miguel Calatayud y Núria Tamarit, respectivamente.

La revista Xiulit apareció en 2015. ¿Comenzó así tu etapa como editor?

Sí, empecé con Xiulit.

¿Leías Cavall Fort de pequeño?

No, Cavall Fort lo conocí después. Yo venía un poco más por la influencia de revistas extranjeras que en aquel momento estaban publicándose. Aparte de Spirou, que es como el gran referente, publicaciones italianas, alemanas, británicas incluso, con las que luego acabé colaborando, por cierto. No en el primer número de Xiulit, pero en el número 9 ya estaba colaborando con las grandes revistas que tenía como referencia, de Reino Unido e Italia, lo cual me llenó de orgullo. Digamos que tú tiras la caña y no sabes si realmente va a funcionar, pero desde el momento en que puedes trabajar con estas revistas que tienes como modelos, pues, la verdad… Luego, ya con la editorial Desfiladero, pensé tantear otras series extranjeras, juveniles también, aunque realmente solo salió un álbum, que fue el de Catia y su gato.

¿Cómo diste el salto a Desfiladero?

Uno de los primeros colaboradores de Xiulit, desde el número 1, fue Jordi Peidro, con Contes i llegendes, una serie de cuentos y leyendas del País Valencià dibujados por él con guiones míos. Son básicamente historias populares de aquí: “El cavall d’or”, de Sagunt; “La Quarantamaula”, “L’home dels nassos”, “La Delicada de Gandia”… cuentos populares pasados al cómic con el trazo heredero de la Escuela Valenciana de Jordi Peidro, que venía de la Nueva Escuela Valenciana. Y ya en el primer momento, cuando montamos la revista, me vino con el proyecto bajo el brazo de Esperaré siempre tu regreso, un cómic sobre el Holocausto, y más concretamente sobre la biografía de Paco Aura, que fue un miliciano de Alcoi que acabó en el campo de Mauthausen, como tantos otros milicianos. Me presentó el proyecto, todavía no estaba acabada la novela gráfica, pero le dije que cuando la acabase me lo comentara.

Booktrailer</em> de <em>Plaza de La Bacalá</em>, de Carmelo Manresa.
Booktrailer de Plaza de La Bacalá, de Carmelo Manresa.

¿Entonces Desfiladero Ediciones nació con Esperaré siempre tu regreso?  

Fue el arranque. Para darle nombre a la colección inaugural, porque el concepto de colección es una idea muy atractiva, hicimos un juego de palabras entre grafismo y memoria histórica, y así llegamos al nombre Memoria gráfica, que es el lema de la colección. La idea es que acoja historias y relatos biográficos en formato de novela gráfica, aunque son relatos que trascienden lo particular y llegan a lo universal. El primer número de la colección fue Esperaré siempre tu regreso. El segundo fue Plaza de La Bacalá, de Carmelo Manresa, que aplica algo que está ahora un poco olvidado, el concepto ‘crónica sentimental’; algo así como que si hubieses hecho la guerra, no habrías sido del frente, sino de la retaguardia. Plaza de La Bacalá cubre las memorias del 74 al 84 [del siglo XX] en un pequeño pueblo, bueno, un pueblo mediano que puede trasplantarse a un barrio de ciudad. De hecho, cuando lo publicamos recibí un montón de mensajes por WhatsApp de gente a la que le había encantado, en plan: “Yo es que viví eso”. “Pero si tú vivías a ochocientos kilómetros de donde transcurre la historia”, contestaba yo, y me respondían: “Da igual, yo lo he vivido”. El cine de barrio, el quiosco, los Peta Zetas, los recreativos, todo esto, las películas de vaqueros, esa manera de vivir la infancia y la juventud… Y bueno, el concepto de la colección se mantiene, porque además me interesaba que no se ciñese a ser únicamente una novela gráfica de la Guerra Civil o de la posguerra, sino que pudiera estar ambientada antes o después. Con el tercer número, Panteras Negras, rompimos incluso con la localización geográfica, porque nos fuimos a Estados Unidos.

¿Panteras Negras forma parte de la colección Memoria gráfica?

Sí, porque es también biografía; el tono es más documental, pero es biográfico, y mantiene el espíritu de la colección; tiene un prólogo, un epílogo y una parte central que es el cómic en sí.

Viñeta de Panteras Negras, de Bruno Cénou y David Cénou.

Y con ese componente político que, queramos o no, conlleva la expresión “memoria histórica”.

 Contiene el retrato de una época, pero en esta ocasión es más que interesante porque describe un caso muy particular, el de “los tres de Angola”, que es sintomático de la represión de los Black Panthers en los presidios norteamericanos y de cómo se laminó desde el punto de vista del Gobierno americano ese movimiento.  

El caso fue silenciado.  

En efecto, se silenció. Este cómic [Panteras Negras] se creó ex profeso para dar a conocer a la sociedad esta historia particular, la de los “tres de Angola”. Se realizó un documental con Samuel L. Jackson, luego se hizo un cómic, una novela gráfica, y nosotros nos encargamos de su edición en castellano. Es una historia que tiene momentos que son casi de pesadilla, que cuesta creer. Pero ocurrió realmente. A veces roza lo increíble, porque el régimen que vivieron los tres presos fue extremadamente duro, porque parece que el alcaide sea un personaje de los Coen… Pero no, es real, tal y como se refleja en un documento de veinte páginas al final del libro, donde se explica el proceso y combate de los tres, y salen fotos.

¿Cómo fue que llegaste a publicar este cómic de los hermanos Cénou?

Me llamó mucho la atención, porque me interesaba el movimiento de los Black Panthers. Me enteré de que existía esta novela gráfica y me propuse hacer la edición en castellano. Luego recibió el Premio de la Generalitat Valenciana 2018 a la mejor edición de cómic del año. El año anterior el mismo premio había recaído en Yo fui guía en el Infierno, lo ganamos dos años consecutivos.

Pablo Herranz recogiendo en 2019 el Premio al Cómic mejor editado, por Panteras Negras, de manos del Conseller de Cultura de la GV, Vicent Marzà. (Foto: Anna I. Montesinos López).

Amnistía Internacional también colabora en Panteras Negras, ¿no?

La iniciativa es de Amnistía Internacional Francia, pero tiene relación también con AI de Estados Unidos, y aquí publicamos, con permiso de AI España, la edición española.

Los derechos entonces son de Amnistía…

De una editorial francesa y de AI. A Amnistía le corresponden el prólogo, el epílogo y la iniciativa.

Y en algún sentido, cambiando de tercio, guarda relación de tipo editorial con Don Barroso.

Don Barroso obtuvo el IV Premio de Novela Gráfica Social de la Fundación Divina Pastora. Fue la ganadora de ese año (2017), y la Fundación contactó con nosotros, como editorial valenciana, para publicarla.

Pero Divina Pastora tiene dimensión nacional, ¿no?

Sí, pero la sede social está en Valencia, la iniciativa está aquí. Y Zarva Barroso, que es el autor de Don Barroso, reside en Valencia. Aunque la novela gráfica tiene un sabor andaluz muy fuerte, porque transcurre en la sierra de Cádiz, en Ubrique concretamente. La publicación también tiene que ver con la Asociación Española contra el Cáncer. Tiene así una vertiente social, porque en Desfiladero siempre nos ha interesado el aspecto social del cómic.

Yo diría que eso es ya una marca, un marchamo de Desfiladero.

Siempre nos ha interesado. De hecho, incluso Xiulit tiene su lado de compromiso. Siempre hay una parte más de evasión, pero el hecho de que la revista esté en valencià normatiu [valenciano normativo], que tenga una implantación en colegios e institutos, en ayuntamientos, bibliotecas, aparte de la que pueda tener a nivel privado, apunta en esa dirección. Porque nuestra actividad nació con la idea de que el cómic ha de estar ahí, igual que muchos de nosotros lo vivimos así, como jóvenes lectores que, salvadas las necesidades básicas, teníamos el tebeo. Se puede llegar a conocer el cómic más tarde, pero es una pena no conocerlo desde bien temprano y luego, ya de adulto, poder seguir con la lectura de cómic. Como pasa con la literatura, hay lecturas para cada edad. La lectura, de un tipo u otro, ayuda a tu formación como persona.

Booktrailer</em> de <em>Yo fui guía en el infierno</em>, de Gerard Miquel.
Booktrailer de Yo fui guía en el infierno, de Gerard Miquel.

Vemos en el catálogo de Desfiladero otra colección: Otranto gráfica, iniciada con Yo fui guía en el infierno, de Gerard Miquel. ¿En qué consiste esta propuesta?

Otranto gráfica es una apuesta diferente. Se trata de novela adaptada al cómic, novela fantástica. Yo fui guía en el infierno es una versión gráfica de la novela de igual título de Fernando Arias. Realmente surgió porque Gerard Miquel me presentó la novela gráfica, ya la tenía muy avanzada, y me encantó. Yo no tenía previsto editarla, porque no la conocía. Pero lo que leí me encantó.

No fue por la vía de Fernando Arias…

No, Gerard Miquel contactó conmigo, me enseñó su proyecto. Él había acudido antes a Álvaro Pons y este le sugirió que por qué no Desfiladero, que es una editorial valenciana. Me lo enseñó y, como he dicho, no entraba dentro de mis planes editoriales, pero es que realmente era una novela gráfica cautivadora, tanto por grafismo como por concepto. A todo esto, yo tenía relación también con los congresos, festivales de literatura fantástica y todo esto.

¿El lado friki? [modo irónico]

Bueno, en realidad es que yo creo, quiero insistir en esto, que leer cómic no es ser un friki. Tenemos que quitarle ese rollo, porque aparte de que es inexacto, hay que normalizar el consumo de cómics. Esto era un poco la idea de Xiulit, introducirlo, normalizarlo, como puede ser con cualquier revista, como pasa en Francia, en Italia, o como pasaba aquí antes, que estaba más generalizado el consumo de cómics. Tenemos que recuperar… De la misma manera que tú tienes tu gusanillo, o cualquier lector que está leyendo esta entrevista en Tebeosfera tiene su gusanillo de que, oye, qué bien me lo pasé de chaval leyendo estos cómics, ¿por qué no pueden tus hijos, o los hijos de tu hermano, o de tu hermana, o de un conocido o conocida leer esto, tener esa suerte de conocer el cómic? Porque hay algunos que luego, cuando los leas con veinticinco años, igual no te dicen ni la mitad de lo que te habrían dicho en su momento, porque ya estás en otro tipo de lecturas. Entonces, lo de friki…

Está claro. Volviendo a Yo fui guía…

A mí me gustó mucho Les històries naturals, una novela de Joan Perucho que me encantó, y, claro, cuando Gerard Miquel me presentó el proyecto de Yo fui guía en el infierno vi que tenía un poco que ver. Era una historia sobre el botánico Cavanilles, que iba a la sierra del Maigmó, en Alicante, y se encontraba con un caso de género fantástico, de imaginación fantástica, con un toque de humor muy socarrón, muy mediterráneo, pero al mismo tiempo había una vertiente siniestra. Divertidísimo, ¿no? Además tiene un bitono, una cosa muy atractiva…

¿Y la palabra “Otranto”?

Otranto fue una sugerencia —porque yo no sabía qué nombre ponerle a la colección— de mi amigo Sergio Mars, que es escritor de ciencia ficción y terror y además editor, de la editorial Cápside. En una cena, dándole vueltas a qué nombre le poníamos a esa colección, le dije: “A ver, Sergio, tú que controlas un huevo”, y a él se le ocurrió Otranto por El castillo de Otranto, la novela de Walpole, una de las novelas góticas más importantes. Fue un atino, porque tiene una sonoridad un poco siniestra…

Cubiertas del libro Memoria y viñetas. La memoria histórica en el aula a través del cómic.

Uno de los fenómenos editoriales de 2019, en su último trimestre, fue la aparición de Memoria y viñetas. La memoria histórica en el aula a través del cómic, título que inicia una nueva colección, Viñetas, de Desfiladero Ediciones. Háblame un poco de esto.

El proyecto me lo presentó David F. de Arriba, que es el autor principal y su coordinador. Es un libro que fue editado primero por la Generalitat de Catalunya y cuenta con colaboradores como Pepe Gálvez, el conocido guionista y ensayista, que publica un capítulo sobre el lenguaje del cómic; Gerardo Vilches, que escribe un artículo sobre historia del cómic, o Elena Masarah, de la Universidad de Zaragoza, que escribe sobre la memoria de las mujeres en el cómic contemporáneo. Antonio Altarriba se ocupa del prólogo, y Enric Garriga, presidente de Amical de Mauthausen, del prefacio. David hace un capítulo introductorio, otro sobre la memoria y el cine y luego trece unidades didácticas, más dos anexos muy útiles, uno sobre cómics relacionados con periodos históricos y otro con ciertos recursos de interés.

¿Es un libro concebido como una herramienta didáctica?

Así es. Por este motivo se hizo una campaña de crowdfunding [micromecenazgo], porque si ahora editar un libro entraña un riesgo considerable, un libro de este tipo todavía más. Así nos asegurábamos de que se llegaba al destinatario. Hay algo muy importante que yo he aprendido como editor y que veo de un modo muy generalizado. Mucha gente piensa que el lector manda, y el lector manda hasta cierto punto. La distribución es importante, pero también lo es el punto de venta. En este momento salen 85.000 libros al año; vale, 25.000 son autoeditados, de pequeña difusión y demás, pero aun así la cantidad de novedades que hay al día es inabarcable. El librero escoge las novedades que quiere tener, que quiere exponer, y entonces unos libros tienen más exposición que otros, lógicamente. Por poner un caso, Pérez Reverte tiene más exposición que otros autores.

Yo he oído, no sé si es así, que en ciudades como Nueva York, donde el espacio disponible es muy limitado, las majors o grandes editoriales pagan a los libreros por exponer sus tebeos visiblemente.

El caso es que cuando hablo de riesgo del mercado, el riesgo no es que el lector no quiera lo que se edita, el problema es que hay muchos lectores que si no lo tienen accesible no lo compran, aunque les interese o en principio les vaya a interesar. Y eso depende siempre no tanto del lector como del punto de venta. También se habla mucho de la digitalización, pero si se digitaliza todo, eso implica que desaparecen las librerías. Las librerías, aparte de ser establecimientos de venta, tienen un factor de espacio cultural de un municipio, de un barrio, que es una lástima que se pierda. Además, que sustituirlas por un dispositivo de bajada de libros digitales…

Algo se pierde, ¿no?

Algo se pierde, aparte de que el cómic digital puede funcionar en Estados Unidos, o en suscripciones a Marvel, que creo que no les funciona del todo mal, pero en Europa no arranca. La amortización es muy difícil. Aquí quizás el caso más arrojado fue el de Orgullo y Satisfacción, que era digital y funcionaba por suscripción, pero es muy complicado.

De hecho, cerró al final.

Lo de la tele era duro, pero esto…

 

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Tras un paréntesis temporal, motivado en parte por la estancia de Pablo Herranz en Angulema, con motivo del cuadragésimo sexto Festival Internacional de la Historieta, retomamos la entrevista una soleada mañana, la del viernes 14 de febrero de 2020.  Elegimos al efecto el bar Pegaso, al lado de la librería Futurama, una cafetería muy conocida por la gente del tebeo en Valencia y un lugar de encuentro en las citas con los autores y críticos que vienen para presentaciones de cómics en la librería.

Hablábamos de Memoria y viñetas, un libro financiado mediante micromecenazgo.

Es muy interesante contar con este tipo de sistemas. En este caso es un libro muy complejo, porque una gran parte de los compradores finales son profesores de instituto o de universidad; también hay gente interesada en el medio, con lo cual amplían conocimientos, o interesados en la época, pero un porcentaje muy alto son docentes, y de esa manera se consigue llegar a ellos sin tener que asumir tantos riesgos con la distribución. Porque, claro, la distribución está muy bien si quieres llegar a un público amplio, pero conlleva un riesgo si es una tirada elevada. Hay que decir también que Memoria y viñetas es muy interesante por lo que comporta tener un libro de ensayo que también repercute en el medio, fomenta el hábito de lectura y más concretamente el hábito de lectura de cómic, y así entronca un poco con la labor que hacíamos desde otro tipo de vertiente con Xiulit.

Memoria y viñetas cumple una doble función.

Sí. Divulgar una parte muy importante de nuestra historia y luego incitar a la lectura y la comprensión del cómic como medio entre el alumnado. El caballo de batalla del medio, el reto que realmente hay en este momento, es ampliar el número de lectores, que es mucho más bajo que el de hace décadas. Es un hecho que se tiene muchas veces por irremediable, pero yo creo que no podemos rendirnos. El caso es que yo mismo con Xiulit he tenido ejemplos muy positivos, en centros rurales asociados por ejemplo, que ha tenido tirón, y luego te lo comentan los profesores.

¿Durante qué periodo estuvo en activo la revista Xiulit?

De abril de 2015 a diciembre de 2018. Fueron 41 números de cadencia mensual, excepto el número de julio y agosto, que era doble.

Presentación de la revista Alta Tensión junto a Rut Pedreño, Erito Montana y el periodista Jesús Jiménez en Viñetas, Madrid.

De revista a revista. Otro proyecto que actualmente está sacando adelante Desfiladero es Alta Tensión.

Sí, Alta Tensión es otra revista, pero de corte muy distinto. Responde un poco al hecho de que se ha llegado a un nivel de calidad muy alto en cierto tipo de cómic. Sí que creo que vive un momento muy dulce el cómic en este momento. Por ejemplo, el hecho de que las series de grapa americana tengan esa variedad temática que permite leer desde ciencia ficción a cómic negro, de terror, cuando antes el tebeo en grapa era sobre todo superhéroes… Ahora la variedad de géneros es muy grande, y además están todos muy bien conseguidos. El cómic franco-belga también tiene una salud envidiable, y luego en el underground se están haciendo cosas muy interesantes a nivel de cómic alternativo.

¿Te refieres a fuera de España?

Y aquí también. Aquí también se están haciendo cosas muy interesantes. La decisión de lanzar Alta Tensión fue a raíz de ver la producción que se barajaba en Tenderete de Valencia con autores locales, pero también extranjeros, como Igor Hofbauer, o como Pedro Mancini, de Argentina, o Iurhi Peña, de México, que también han estado en Tenderete. Y también pidiendo consejo a gente que sabe moverse en ferias internacionales, como Elías Taño, que me comentase los valores que veía para poder incluirlos en una revista de este tipo, o Javier Gay Lorente, que también era de los ojeadores. Cuenta mucho el hecho mismo de moverse, ir al extranjero, a festivales, vas conociendo propuestas que son muy interesantes de integrar en una revista así. Y bueno, la decisión se toma en el 2019. En el Tenderete de la edición de enero de ese año estábamos casi mesa con mesa Luna Pan, el stand de Desfiladero, Adrián Bago; vino Boris Caramull a tomarse unas cervezas y a comentar la posibilidad de que saliese la revista, y contando con que teníamos contactos con algunos cómics extranjeros, decidí dar el paso. La verdad es que la calidad en estos momentos es alucinante. El hecho de apostar por el formato corto, historias de seis, ocho o nueve páginas, también es muy interesante. Y luego, a nivel de autor, no supone tanto tiempo de inversión como sería una novela gráfica.

¿Qué tal está resultando la acogida de Alta Tensión?

La acogida del primer número fue muy buena. De hecho, durante un momento se nos llegó a agotar en el almacén, aunque luego vinieron devoluciones porque alguna librería, debido a presentaciones y tal, había hecho un pedido amplio para cubrirse; pero la acogida fue muy buena. La del segundo número también ha sido buena, pero no ha llegado al nivel de la del primero, en parte porque salimos en diciembre y, claro, en Navidades el agobio de novedades es muy importante, y ya hemos hablado de la incidencia de los puntos de venta y de las decisiones de sus responsables.

El timing es importante también en este negocio, por lo que veo. El control de los tiempos, el de edición, el de exposición, el momento de sacarlo en un medio…

El calendario, claro. Es muy importante.

El especialista en tebeo clásico Pedro Porcel firma un libro sobre cine en Desfiladero prologado por Luis Gasca, padre del estudio del cómic en nuestro país.

Bueno. ¿Comentamos algo de cine?

Sí. La colección Moviola, de cine, es otro de nuestros pilares. Tenemos dos libros publicados y un tercero en cartera. Los dos editados son Cine cómico español 1950-1961. Riendo en la oscuridad (2017), de Carlos Aguilar con prólogo de Analía Gadé, y Cine de terror 1930-1939. Un mundo en sombras (2018), de Pedro Porcel con prólogos de Luis Gasca y Manuel Valencia.

¿El hecho de que abarquen décadas los dos títulos es una casualidad o responde a una voluntad historiográfica?

Es por acotar, porque el modelo de cine de terror y el hablar en un libro del cine de terror en general es algo que yo creo que ya está muy hecho; y acotar te permite centrarte en un periodo concreto que estimas que es sustancioso.

Y dices que tienes previsto un tercer título.

Sí. Se trata de Nouvelle Vague. La ola que no cesa, firmado por Fernando Usón Forniés. Es el libro más completo sobre el tema hasta la fecha, pues sigue la carrera de los artífices de la nouvelle vague hasta la actualidad. Distingue entre tipos de propuestas y cineastas y dedica un capítulo a la Rive Gauche, la variante más intelectual de esa nueva ola. Creo que es una obra que abre horizontes.

Una mención a estos libros sí que me apetecía hacer, porque las dos patas de Desfiladero son cómic y cine…

Sobre esto habría que comentar que el libro de cine de terror está firmado por Pedro Porcel, que es una autoridad en el tebeo clásico español, y Luis Gasca ha sido uno de los impulsores más importantes que ha tenido el cómic en nuestro país, con una serie de iniciativas muy valiosas. Y en el nuevo título, volvemos a encontrarnos la relación entre cine y cómic, por el interés que mostraron cineastas como Godard o Alain Resnais por los vínculos entre el séptimo y el noveno arte. Y, si rizamos el rizo, vuelve a aparecer la figura de Luis Gasca, cuando habla de su amigo Alain omitiendo el apellido Resnais. Ahí se ve que, en el caso de la editorial, como en el del propio Luis Gasca o el de Pedro Porcel, no somos solo de cómic, ni solo de cine, también nos gusta la literatura… Pero desde distribución nos recomendaron no meternos de momento en ese campo, aunque la literatura nos apasione.

Tercer título de la colección Moviola, de Desfiladero.

Los intereses de Tebeosfera incluyen también la literatura popular, el bolsilibro.

De hecho, yo coordiné un volumen sobre bolsilibro para la Universidad de València que se llamaba Memoria de la novela popular: homenaje a la colección Luchadores del espacio (2004), coincidiendo con el cincuentenario de la colección. Digamos que nos gusta todo, lo que pasa es que hay ahora una confluencia entre cine y cómic muy importante.

Hablemos un poco de la gestión. ¿Dispones de un equipo de colaboradores fijo o los eliges en función de cada proyecto particular?

Se eligen en función de cada proyecto, aunque es verdad que la colección Moviola surge diseñada por Javier G. Romero, que es uno de los maquetadores más prestigiosos de libros, que lleva una revista como es Cine-Bis, y a la vista está: el tipo de maquetación es muy exigente, con doble columna, que es una marca distintiva de la colección, con más de quinientas fotos el primero, más de setecientas el segundo… es algo realmente complejo de maquetar.

Y respecto a novela gráfica…

Para Memoria y viñetas contamos con Nacho Casanova, que también es un maquetador de prestigio. La verdad es que la maqueta está muy cuidada, incluye códigos QR para ampliar información, está todo muy ordenado, visualmente es muy clara. Y luego en traducción, para Catia y su gato y para Panteras Negras, por tener una traducción muy viva, contamos con Helena del Mar Masià López.

¿Y las historietas de autor extranjero de Alta Tensión?

El inglés lo traduzco yo.

¿Panteras Negras (Panthers in the Hole) no está también en inglés?

Sí, pero lo tradujimos directamente del francés, porque entendemos que es la manera de hacerlo, acudir a la edición original y no a una traducción que se haya hecho.

¿Ofreces a tus autores las condiciones contractuales más o menos estandarizadas en el medio?

Sí, es un modelo tipo. Pero por hablar de algún pacto, a veces, sobre todo en los proyectos iniciales, como el tráiler se encargaba, los primeros ejemplares tenían un porcentaje y luego subía, porque, claro, el coste de promoción era elevado, publicidad y promoción. También hay algo que tenemos en cuenta sobre la duración de los contratos, que no es tan larga como en los que yo firmaba cuando hacía encargos para otras editoriales, y sobre los porcentajes de venta al extranjero, porque nos interesa mucho coordinar proyectos para coeditarlos con empresas de fuera.

Si la vigencia del contrato es más corta dejas más libertad al autor al estar menos tiempo atado a la editorial.

Sí. La editorial es dueña de una edición concreta durante un tiempo…

¿Y para cada reedición te ha de autorizar el autor?

No, tú tienes un periodo determinado, y en el contrato está fijada la posibilidad de la reedición. Los contratos que yo firmaba como autor eran siempre de diez años, pero como editor, de diez años no he hecho ninguno, que yo recuerde; ninguno. Y luego, los porcentajes del extranjero, los que yo firmaba, y conozco a otros que han firmado, eran del cincuenta por ciento para la editorial y cincuenta por ciento para el autor, pero en Desfiladero nunca hemos aplicado un porcentaje así, ni de lejos. Porque yo primero he sido autor, y luego editor.

Has sido cocinero antes que fraile.

Exactamente. Una cosa con la que antes no estabas de acuerdo no vas a mantenerla ahora que has saltado la barrera. También, como tenemos muy pocos productos —no sacamos muchas novedades—, la relación con el autor es más estrecha.

Imagino que mover los títulos de Desfiladero te ocupará buena parte de tu tiempo. ¿Qué nicho de mercado encuentras más receptivo para tus productos? ¿Cuál es el público de Desfiladero?

Tal como lo planteábamos desde el principio. Mirábamos no llegar solo a la librería especializada, sino también a la generalista; combinar los dos tipos de lectores intentando no decepcionar ni a uno ni a otro, sino con un producto que pueda funcionar para los dos. Y básicamente se mantiene el porcentaje, llegamos a los dos tipos de lectores.

¿Cómo ajustas el precio de venta final de los ejemplares que editas? ¿Qué criterios (costes de edición, tirada, expectativas de venta…) sigues?

Pues básicamente contando el coste de imprenta, y luego según si se va a hacer un booktrailer o no. Lo que pasa es que en los primeros trailers era más elevado el precio y el coste de producción, y para los próximos ya me planteé otra forma de realizarlos.

Lo del trailer es muy a tener en cuenta, parece.

Claro, en el coste de la publicidad normalmente no se piensa, pero el hecho de poner un anuncio en Facebook o gastar por ejemplo en marcapáginas, pósteres… todo eso está dentro de un coste. Yo estuve dos años y medio trabajando en trailers, promociones. Eran trailers de un minuto diez, un minuto veinte. Ahora los tiempos se han acortado, porque, al aumentar el número de canales, la permanencia del espectador es más baja, y hay un déficit de atención también. En Desfiladero hemos mirado siempre mucho la parte esta de audiovisual, igual que en las presentaciones de cine ponemos siempre algún apoyo, un vídeo, una promo, un poco por agradar y agradecer su asistencia al que ha venido y por darle al acto un soporte audiovisual. Hay editoriales que traen los booktrailers del extranjero, pero nosotros los hacemos. Al principio los encargábamos, pero ahora los haré de forma más económica, probablemente. Pero también porque ya voy viendo la rentabilidad que tiene el coste.

Cuando trabajabas en televisión, ¿cuál era tu cometido?

En televisión era técnico de emisiones, técnico de imagen. Pero luego estuve unos meses en publicidad haciendo anuncios; tenía que ocuparme de todo, la cámara, edición, todo. Y aun siendo duro, esto es más duro, porque realmente el mercado es pequeño.

El mercado del cómic, quieres decir.

Es pequeño. El mercado del libro en general es pequeño en este momento.

¿Percibes una clara influencia en las ventas como consecuencia de la presencia en redes sociales, en festivales o por efecto de las reseñas?

Hay una relación directa clarísima entre las reseñas que recibas y las ventas, eso es innegable. Y si llegas a tener una presencia masiva… Hay libros que se han levantado a fuerza de reseñas, tienen una influencia muy grande; o los comentarios en prensa, televisión, radio. Te puedo decir un caso muy concreto. Esperaré siempre tu regreso tuvo un tirón muy fuerte de ventas porque salió en un programa de Carles Francino. Salir en prime time hace.

Esperaré siempre tu regreso también ha tenido una recepción importante en Alemania, creo.

Sí, ha tenido una repercusión también, debido a que hay allí una voluntad por parte de algunos estamentos de difundir lo que fue el Holocausto; porque en Alemania y en Austria hay sectores y partidos políticos que están jugando a la baza de que se olvide todo aquello, e incluso reivindican parte o algunos aspectos del III Reich, directamente. Entonces, por evitar que se repita… Suena un poco extraño, pero sí.

Presentación y firmas de Esperaré siempre tu regreso, de Jordi Peidro, en la Universitat de València. (En la foto figura el realizador de la presente entrevista) .

¿Tus tiradas son muy amplias?

No.

Entonces, claro, de almacenaje tendrás pocos problemas.

Llega un momento en que el almacenaje es un problema, también de coste económico. Es complejo el mundo de las devoluciones y todo esto, sí. Tú piensa que el veinte o el treinta por ciento te lo van a devolver siempre, eso es casi inevitable.

¿Trabajáis con distribuidora o predomina la venta directa?

Tenemos distribuidora, y también venta directa por página web, pero realmente la venta directa es muy baja.

¿Y venta directa en librerías?

No, no. La distribuidora tiene la exclusividad en librerías.

La venta directa a librerías funciona más con las autoediciones…

Todo esto presenta un aspecto interesante que podemos comentar, En la charla o la mesa redonda que tuvimos el otro día en la Universidad Politécnica de Valencia, David Heras, profesor del Departamento de Dibujo, comentaba que cuando ellos hacían un fanzine, en los años noventa, su tirada era de mil ejemplares, y la agotaban. Ahora no todos los cómics que sacan mil ejemplares se agotan. Piensa que Edicions de Ponent, de nuestro querido Paco Camarasa, tiraba en la colección Sol y Sombra unos mil ejemplares, yo saqué un álbum con Paco. Y luego recuerdo que el 2000 Maníacos, que es un fanzine muy veterano, con el cual también colaboré hace muchos años, llegó a tirar tres mil ejemplares. Con distribución directa. Ahora, con distribución nacional, vender más de mil ejemplares no es tan fácil, no se produce siempre.

Eso está relacionado con lo que hablábamos del tiempo de exposición…

Es que es necesario fomentar la lectura. Hay estudios que dicen que antes se leían menos cómics en Francia, y a raíz de la política de Jack Lang y de los siguientes ministerios de Cultura creció la lectura de cómic y la lectura en general.

Hay una responsabilidad institucional.

Hay una responsabilidad de todos. La responsabilidad es de las instituciones, es de los padres, es de las bibliotecas, es de los profesores, es de la sociedad en general. Un montón de gente ha estado durante muchos años luchando en este sentido, la semilla está plantada y va dando frutos, lo que quiere decir que no hay que rendirse; muchas veces se darán pasos en falso, pero hay que seguir porque la alternativa es desoladora. Además, no es por nada, pero, aparte de que estemos en un momento dulce a nivel internacional, tenemos un sector competente, el cómic español siempre ha sido de los mejores del mundo. Objetivamente, a cierta distancia de Japón, Francia o Estados Unidos, pero mejor que Alemania, por ejemplo, o mejor que Finlandia o que Polonia.  

Eisner decía que los dibujantes españoles son excelentes.

Claro. Si piensas en las escuelas europeas de dibujo, ¿cuáles son las mejores? En la historia de la pintura, italianos, franceses y españoles. Luego están los británicos, que es verdad que tienen una escuela muy potente…

Y Holanda…

Sí, Holanda también. El hecho de haber tenido aquí una tradición pictórica y de dibujo a lápiz tan fuerte, es posible que esté relacionado con que no tengamos miedo a tirarnos a la piscina, a la piscina del cómic.

Podemos presumir sobre todo de pintores, en la cultura española.

Sí, La pintura no es una cosa que nos resulta ajena. Y es verdad que el dibujo de cómic requiere una serie de aptitudes que no son exactamente las mismas que las del dibujo sin más. En Valencia tenemos la Facultad de San Carlos, que tiene uno de los numerus clausus más altos de todas las facultades de Bellas Artes de España, y de la cual salieron varios colaboradores de Xiulit y varios colaboradores de Alta Tensión. De hecho, Adrián Bago, que estaba en la mesa redonda del otro día, fue alumno de David Heras. Luna Pan también estudió en la escuela de Bellas Artes, está la gente de Nimio… Es decir, esto no surge por generación espontánea; hay una relación entre nuestra tradición de dibujo y pintura y nuestra tradición de cómic. Sento Llobell —lo conté en una inauguración de las Jornadas de Cómic de València— comentaba que en su misma finca vivía uno de los dibujantes de Jaimito, y por tanto no le parecía tan loco dedicarse al cómic cuando uno de sus vecinos se dedicaba a ello y, es más, lo había leído de niño. De ahí, el hecho de que gente como Cristina Durán, que es de la generación intermedia, o Sergio Meliá, se dedicasen al cómic no era tanta locura, porque había un señor que se llamaba Sento Llobell que había publicado en Cairo. Y luego viene una generación de gente un poco más joven que ya no se mira en los lectores de Jaimito, se mira en la generación intermedia. Hay un relevo generacional, eso es importante.

¿Cómo valoras tu eventual relación con la Fundación Divina Pastora y con Amnistía Internacional?

Colaborar con instituciones tan fuertes es un honor, y realmente encaja muy bien con nuestra línea editorial, Tenemos una vertiente social importante, y colaborar con instituciones de este tipo es muy coherente. Hay que valorar todo el apoyo que estas instituciones le están dando al cómic. Divina Pastora, aparte del premio de novela gráfica social, que es el que editamos de Don Barroso, está teniendo una diversidad de acciones apoyando el cómic en España que entendemos que es muy de agradecer. Podemos sentirnos afortunados de que una entidad como esta apoye el noveno arte, y si hubiese más, mejor todavía.

¿Tu experiencia con el crowdfunding cómo resultó finalmente?

Muy positiva, pero a la vez su mecánica es muy exigente. Es interesante, desde luego, pero si hiciese otro Verkami incluiría una serie de gastos que no tuve en cuenta en el primero; por ejemplo, los envíos, que fueron más de seiscientos euros, no estaban incluidos, no estaban incluidas las comisiones, no estaban los gastos de maquetación, con lo cual sí que hubo una descompensación. Aun así, creo que es muy de agradecer la respuesta, te das cuenta de que es una cosa muy positiva, porque es colectiva. Yo me crié con las películas de Eisenstein, en La Clave de Balbín, donde el héroe era colectivo. Creía tanto en la colectividad, que cuando hacíamos un fanzine —el primer fanzine que hice, musical, llamado Marabunta— no firmábamos los artículos, porque no dábamos importancia al autor, porque creíamos que era una cosa colectiva, creíamos en la colectividad. Entonces, que Memoria y viñetas se haya hecho de forma colectiva, y que, aunque sean memorias particulares, estemos creando una memoria colectiva, es muy positivo.

A propósito, dada la implicación de muchos de tus títulos con aspectos sociales, ¿tienes algún tipo de apoyo institucional?

Para la revista Xiulit fue fundamental el apoyo institucional. Ahora tenemos una ayuda del Ministerio de Cultura para sacar un volumen de Miguel Calatayud que incluirá La pista atlántica y El proyecto Cíclope, aprovechando que los personajes de los dos títulos son los mismos. Hay gente que no tenía uno, o no tenía otro, y en cualquier caso, querían tener un volumen que los agrupase. Nos está llevando bastante tiempo el proceso de restauración de las planchas, pero el resultado es realmente espectacular, te quedas con la boca abierta.

Aquellos tebeos con lomo de tela de Arrebato…

Sí, La pista atlántica salió en la editorial Arrebato, de Pedro Porcel, al que hemos mencionado antes, y Juanjo Almendral, buen amigo, también de aquí de Valencia, que ahora lleva un pub, King Creole, un rock’n roll bar. El proyecto cíclope salió en Cairo y luego fue recopilado. Y la idea es sacar ahora los dos en un solo volumen, con carácter de edición histórica, muy cuidada.

Recopilación de La pista atlántica y El proyecto Cíclope, de Miguel Calatayud, editada por Desfiladero.

¿Te resultó especialmente costoso poner en marcha la editorial? ¿Y mantenerla?

Poner una cosa en marcha es costoso, pero como se dice, salvando el tópico, lo difícil es mantenerla. Es difícil poner un bar o un restaurante, pero que se mantenga en el tiempo es complicado. Hay que tener en cuenta que, visto desde lejos, la historia, nuestra historia, se compone de ciclos de tres, cuatro años; mantenerse un ciclo, y el siguiente, y el siguiente… es complejo, requiere readaptarse constantemente. Entre otros, el reto más inmediato que tenemos ahora es tecnológico. La sociedad cambia muy rápido. Lo vemos, En los libros de historia de que estábamos hablando, de historia del cine de terror o de la comedia española, por remitirnos a ellos, el [año] 31 y el 36 no tienen nada que ver, nada; y se explica por qué. O entre el [año] 51 y el 57, aun estando bajo la dictadura de Franco, había cosas que habían cambiado, se había acabado el racionamiento, había llegado Eisenhower… todo eso está explicado. Nosotros también estamos viviendo dentro de la historia, de nuestra historia. Y mantenerse dentro de un ciclo de tres o cuatro años, y luego el siguiente, y el siguiente, en que hay una serie de condicionantes distintos, es difícil. Uno de los condicionantes más fuertes que hemos tenido últimamente, y lo sé porque lo he vivido, es la televisión. Porque la televisión es como decían en la gala de los Goya: la televisión afecta a todos, afecta al teatro, afecta al cine, afecta al cómic.

Y ahora está internet.

También. El hecho de tener tantos canales de televisión yo en principio creo que no es nada bueno, ni siquiera para el sector, porque lo que hace es que sea más precario para los propios trabajadores de televisión, porque bajan los sueldos, aumentan los horarios para mantener esas parrillas de veinticuatro horas sin una compensación económica muy clara, la publicidad se reparte, o los derechos del fútbol.… pero también es más precario el resto. Todo eso afecta, pero afecta a todo. Yo creo que tampoco habría que ver como natural, a pesar de que afecte que haya internet, el hecho de que no se consuma tanto cómic como en Francia o como en Japón, que es una sociedad hipertecnificada. Aquí, que se sepa, no tenemos ninguna tara genética, o que llegue con el agua que baja de los Pirineos, por la cual se lea menos. Es una cuestión social, igual que, por ejemplo, según informes, aquí siempre ha habido mucha afición al cine, muchísima; somos uno de los países que más cine hemos consumido del mundo. Y en su momento, en los años noventa, éramos el tercer país del mundo, en cifras globales, que más videoclub consumía, se movían millones y millones de pesetas, muchos millones. Son características sociales, pero sí que habría que estudiar la manera de mejorar nuestros índices de lectura.

Yo tengo mi propia teoría de por qué se lee menos aquí. Eso viene de lejos. En España estaba prohibido leer la Biblia, incluso.

Sí, bueno, hay una teoría que viene de cuando la Contrarreforma. Pero recordemos que, si no fallan las cifras, y lo he leído en varios sitios, a finales de los años setenta se vendían aquí siete millones y medio de cómics al mes.

Sí, los tebeos de Bruguera y todo aquello. El cómic de quiosco.

Claro, era un tebeo barato, obviamente. Igual ese era uno de los factores importantes, que hubiese tebeo barato.

Puede haber otras razones de por qué aquí se lee poca literatura en general. ¿Por qué se volvió loco Don Quijote, o “se le secó el cerebro”? Nos han inoculado que leer es arriesgado o hasta peligroso. La falta de costumbre no es por genética, claro que no.

Habrá cuestiones nacionales. En nuestro sector fue un fenómeno muy importante la caída de Bruguera y de la literatura popular. Por ejemplo, en Italia el tebeo popular apaisado pasó a vertical y se ha mantenido. Tebeo popular que cuesta 2,50 euros. A veces damos todo por irremediable, pero cada sociedad tiene sus características. En Alemania, que se lee menos cómic que aquí, siendo el potencial de lectura en alemán de más de cien millones de habitantes en toda Europa, la novela de bolsilibro se sigue editando. Aquí, quitando lo de Lafuente Estefanía que a veces se encuentra, y que yo creo que ya ni se edita… Pero allí siguen editando la novela popular. Cada sociedad tiene su historia. Hablando de la alemana, es muy curioso, porque ellos tienen asociada la lectura de cómic a la infancia. Vas a los Alpes y te encuentras la lata de Red Bull, que es austriaca, y el Micky Maus —que es lo que era Don Miki, para entendernos, o la francesa, que también tiene mucho tirón—, que se vende a porrillo, pero luego llega una edad en que muy pocos siguen ese tipo de lectura.

Lo que nos llega aquí de Alemania es más underground, ¿no? Matthias Schultheiss, Ralf König…

Sí, y lo que edita La Cúpula de Isabel Kreitz, como El carnicero de Hannover. Novela gráfica en blanco y negro de temática fuerte.

O lo de Ulli Lust, que es austriaca.

La idea que pretendo recalcar es que tenemos que entender que nuestra sociedad es única; aunque vivamos en un mundo global, tiene características diferentes a las de Francia, a las de Italia, a las de Portugal, por citar los países más cercanos, no digamos ya Japón.

Creo que Desfiladero es un proyecto unipersonal y que solo debes rendir cuentas ante ti mismo, es decir, que no es una sociedad limitada, por ejemplo, y que tú asumes todo el riesgo que esa situación conlleva. Pero me gustaría que me lo confirmases.

No es una sociedad limitada, es unipersonal.

¿Cuáles son tus planes de futuro respecto a Desfiladero Ediciones?

El objetivo inmediato es promocionar y gestionar las dos novedades: el libro de cine y el recopilatorio de Calatayud, que por cierto lleva prólogos de Álvaro Pons y Pedro Porcel. También esperamos poder lanzar pronto nuevos títulos.

¿Te sientes optimista?

Espero que sí. Es muy difícil.

Y bueno, para terminar, ¿cómo se te ocurrió, o a qué responde el nombre de tu editorial, Desfiladero?

Lo de buscar un nombre es muy complicado, porque suelen estar ya todos registrados. Incluso en latín. Un recurso habitual es mirar un diccionario. Por ejemplo, si coges el diccionario de latín aparece Abacus en la primera página. En cuanto a Desfiladero, me costó bastante dar con ello. Tenemos un lema en la editorial: “No hay atajos para llegar a la cultura, busca un desfiladero”.  

 

NOTAS

[1] El lector interesado puede completar este párrafo consultando la ficha de Pablo Herranz en Tebeosfera: https://www.tebeosfera.com/autores/herranz_pablo.html.

[2] El entrevistado se refiere a la serie Las aventuras de Miquel Mena, compuesta por los álbumes Ladrones de almas y ¡S.O.S. Zeppelin!

[3] Se refiere a los Encuentros de Escuelas en Valenciano (Trobades d’Escoles en Valencià): https://ca.wikipedia.org/wiki/Trobades_d%27Escoles_en_Valenci%C3%A0.

TEBEOAFINES
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Entidades
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Creación de la ficha (2020): Félix López
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Jesús Gisbert, PABLO HERRANZ (2020): "Un editor básicamente es un lector agradecido. Entrevista a Pablo Herranz", en Tebeosfera, tercera época, 13 (22-III-2020). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/un_editor_basicamente_es_un_lector_agradecido._entrevista_a_pablo_herranz.html