TRISTÍSIMAS DERROTAS
Tristísima ceniza, cómic realizado por el guionista Mikel Begoña y el dibujante Iñaket, toma su título de un poema bastante nostálgico de José Agustín Goytisolo, uno de los grandes poetas españoles del siglo pasado. Es una obra ambientada en plena Guerra Civil, en una tierra de la que son originarios ambos autores, el País Vasco, que se centra primeramente en un momento concreto, la lucha por el monte vizcaíno Sollube en mayo de 1937, y luego en la posterior victoria de las tropas franquistas que acabaría por determinar la “noche larga de piedra” que asumió el poder en España durante cerca de cuarenta años. Tristísima ceniza es una historieta sobre la Guerra Civil, pero también sobre los destinos de Robert Capa y Gerda Taro, sobre las incertidumbres de la vida, sobre la heroicidad, sobre la esperanza así como sobre la derrota, la dolorosa derrota que sufrieron aquellos que luchaban por un mundo mejor, más equitativo, más humano.
Es una obra que se estructura en dos partes claramente diferenciadas: “Primeras cenizas”, ambientada en el País Vasco y Barcelona sobre todo, y “Segundas cenizas”, ambientada en México, aunque haya un elemento común en ambas: Robert Capa.
En la primera se cuenta la estancia de este personaje histórico en el País Vasco, en 1937, con la batalla de Sollube como telón de fondo, contienda que precedería el triunfo final de los franquistas. Es en estas páginas donde Robert Capa se convierte en el cronista, a la par que en protagonista, de las vicisitudes del pueblo vasco y de la derrota de los republicanos y los nacionalistas vascos frente a las tropas franquistas. Podríamos decir que esta primera parte es tremendamente fiel a los hechos históricos, cuenta con la aparición de personajes reales, como Pablo Neruda, Luis Araquistáin y José María de Areilza, y una documentación exhaustiva ayuda a encontrar el tono adecuado en esta trama. Sin embargo, también es cierto que se aprecian diversas licencias artísticas, como el prólogo tremendamente lírico en el que se presentan la Europa del momento y aspectos de la vida de Robert Capa y Gerda Taro, o la conversación entre el protagonista y el dentista, que dice: “No se calla nunca”, o la cantidad de sucesos históricos que se reflejan en todo momento. La situación política durante la guerra en las que entonces eran provincias vascongadas aparecen reflejadas en esta página.
La segunda parte, centrada ya en las vivencias de Robert Capa en México en 1940, se muestra mucho más libre sobre todo en los aspectos relacionados con el fotógrafo. Está más alejada, si se quiere, de la realidad histórica, aunque también hay espacio para sucesos ciertos, como la fuga de dos amigos desde la Algeciras franquista a Gibraltar, y para las acciones heroicas, que nos hacen ver que incluso en las etapas más oscuras de esta tierra hubo lugar para actitudes y acciones extraordinarias que dejan en nosotros, como lectores, como seres humanos, un poso para la esperanza. Es llamativo el contraste entre estas dos historias, la fuga de los dos amigos, narrada casi sin textos a lo largo de unas viñetas preciosas en las que una luna llena ilumina los esfuerzos de los dos fugitivos, y la vida social de Capa en México, repleta de palabras y palabras.
Muestra del trabajo de documentación realizado por los autores.
En cuanto a los personajes, teniendo en cuenta que la mayoría de ellos son figuras históricas, personas que tuvieron un papel en ese tiempo difícil que se vivió en la historia de España, hay que reconocer la exigente labor de documentación llevada a cabo por los dos creadores. Documentación que resulta evidente en una edición realmente cuidada, en la que al final de la historia se añaden pequeñas biografías de cada uno de los protagonistas, desde Gerda Taro a Francisco Artasánchez y Constantino del Pozo, los prisioneros que se fugaron de Algeciras.
Es obvio que el guión pretende englobar en este cómic a todos aquellos participantes en esta época tan apasionante como oscura de nuestro país: a aquellos fotógrafos que estuvieron allí como cronistas, como Robert Capa; a políticos de ambos bandos, como Pablo Neruda o Luis Araquistáin, en el bando republicano, o José María de Areilza, reconocido franquista; y al pueblo, protagonista siempre de la intrahistoria, en palabras de Unamuno, simbolizado aquí en la primera división del ejército de Euskadi y los milicianos que también se han dado cita allí para salvar el monte Sollube y la España republicana. A través de las vidas de estos personajes se entrelazan capítulos de un guión que se hace un tanto caótico en ocasiones, aunque también repleto de aciertos, como el prólogo que ya hemos comentado, el entreacto shakespeariano, en el que se encuentran bajo la lluvia Robert Capa y otros personajes, para referirse a la misma historia, las últimas páginas de “Primeras cenizas”, ya con la batalla del Sollube narrada en fotogramas, o el collage realizado con las páginas de un periódico. En estas últimas páginas también se presenta, de forma tan sarcástica como esquemática, a José María de Areilza en dos viñetas inmensas repletas de palabras, simbolizando así el discurso vacío y hueco de una España que empezaba a alzarse y no caería hasta cuarenta años después, ya con la muerte del dictador.
En cuanto a la caracterización de los personajes, podemos encontrar desde personajes absolutamente redondos, retratos verosímiles de mujeres que empezaban a exigir su espacio en el mundo en el que vivían, como Gerda Taro, a personajes más planos, como De Areilza, definidos, eso sí, de forma voluntaria para caricaturizar al régimen franquista. Asimismo, también aparece ese personaje colectivo, tan caro a Valle-Inclán por ejemplo, que simboliza la derrota de una cantidad inmensa de personas ingenuas que creyeron que podían cambiar el mundo. Otra página del tebeo.
Con respecto al dibujo, una de las características más llamativas de esta obra es el uso estético del color azul, circunstancia que obedece, según Iñaket, “al pensamiento que teníamos de autoeditarlo, por lo que se distribuye en dos tonalidades, ya que así resultaba más barato”. Está claro que la necesidad agudiza el ingenio. “También al pensar el acabado con ese tono azul, provocó que el dibujo se tratara de una manera, si hubiera sido editado en blanco y negro o en color hubiese sido otra”, que se trabajó de diferente manera gracias esa tonalidad, es decir, el dibujo hubiera sido diferente al resultado final (para bien o para mal)”, añade Iñaket. Es obvio, además, que el trabajo de documentación no se encuentra sólo en el guión, ya que hay viñetas que son la versión personal de Iñaket de fotografías de la época, para dar así credibilidad a la historia. Asimismo, se trata de un dibujo dinámico y contundente, que ayuda al desarrollo de todas las historias que se van contando a lo largo de un cómic que entretiene tanto como enseña.
En suma, un tebeo de recomendable lectura para todo aquel lector inteligente que desee sumergirse en unos tiempos convulsos que acabaron por forjar el triste destino de nuestro país durante cuarenta años y en las vidas de una serie de personas que, por encima de todo, lucharon por la posibilidad de una sociedad diferente que, hoy en día, queda, tristemente, demasiado lejos.
Tristísima ceniza. Un tebeo de Robert Capa en Bilbao. Mikel Begoña e Iñaket. Norma Editorial. Primera edición: marzo de 2011
Recensión sobre la obra en TVE
Ficha de la obra en Guiadelcomic.es
Noticia sobre el libro en 20minutos.es
Blog sobre su nuevo proyecto, El pico de los cuervos
Viñetas de la obra en las que se alude a Neruda, Picasso y Araquistáin. |