La década de los años veinte y treinta del pasado siglo vivió una intensa actividad en el ámbito del humor. A la inspiradora presencia de Ramón Gómez de la Serna (con los famosos banquetes de la cripta de Pombo) o la popularidad del escritor Wenceslao Fernández Flórez se sumaron las experiencias teatrales de Mihura, Neville o Jardiel Poncela. No en vano los tres últimos autores son, junto al jienense Antonio de Lara Gavilán (Tono)y los granadinos José y Francisco López Rubio, los integrantes de "la otra generación del 27". Tal fue el título del discurso que leyó el propio José López Rubio en su ingreso en la Real Academia Española en junio de 1983. Es significativo que la mitad de los artistas mencionados (Mihura, Gómez de la Serna, Francisco López Rubio y Tono) incursionara con éxito en el humor gráfico y en la historieta.
Si nos referimos en concreto a estos dos medios, cabría añadir un autor fundamental a esta nómina de artistas, inspirador junto a Mihura de un nuevo lenguaje expresivo de la narración en imágenes. Nos referimos al también jienense Ricardo García López, más conocido como K-Hito. Todavía nos faltaría otra personalidad, el dibujante de Coria del Río Andrés Martínez de León, que, sin pertenecer formalmente a la susodicha generación, es una figura clave del costumbrismo andaluz. El incombustible Tono diría sobre este grupo de artistas que fue "nuestra generación una verdadera generación precursora, que todavía se está riendo de nosotros". Un humor inteligente, sin olvidar un hálito reivindicativo de la puericia, que pobló las revistas humorísticas de los años veinte, como Buen Humor, Gutiérrez, Muchas Gracias, Macaco, etc.
En las líneas que siguen recordamos la importante contribución de Antonio de Lara Gavilán (Tono)(1896-1978) y Andrés Martínez de León (1895-1978), dos andaluces nacidos en las postrimerías del siglo XIX y fallecidos con la vuelta de la democracia española. En esos años en los que se forjó el despegue de la prensa gráfica española, con el empuje de las vanguardias y la polarización de posturas en la década de los treinta, ambos autores dejaron una impronta indeleble que pervivió durante la Guerra Civil y la dictadura posterior.
TONO Y EL HUMOR DE VANGUARDIA
Es Tono un artista-collage, un hombre orquesta de personalidad expansiva e inabarcable, fruto de sus diversas experiencias profesionales en las revistas humorísticas e ilustradas de la época. En su Automentirografía (1949) se apunta que «su verdadera vocación es la de inventor, si bien hasta la fecha no ha inventado nada importante. Para suplir la falta de ingresos causada por su falta de inventos, ha dibujado, ha hecho de periodista y hasta de autor teatral. Esto último nadie se lo ha echado en cara». Su recorrido profesional le lleva de su Jaén natal a Valencia, de allí a Madrid y, finalmente, a París, último y necesario destino para cualquier artista que en los años veinte aspirara al contagio de las vanguardias que bullían en el país vecino. Antes de fijar su residencia en París a mediados de los años veinte (donde pasará diez años de su vida) ya había colaborado con una de las publicaciones clave del Madrid vanguardista de aquellos años, en la que el humor adquiría protagonismo por su enfoque absurdo de la realidad. Nos referimos a Buen Humor, dirigida por Sileno (Pedro Antonio Villahermosa y Borao), cuyo redactor jefe era José López Rubio y en la que también participaba el hermano de éste, Francisco, en la parte gráfica. En 1928 formaría parte de la primera tertulia radiofónica española, titulada "La Pandilla", de carácter humorístico, junto a Ramón, Jardiel Poncela, José López Rubio y José Sama.
“ZONA ROJA —Es un motor que tiene ocho mil revoluciones por minuto”. |
Desde la capital francesa, además de colaborar para las mejores publicaciones del momento (como Le Rire), fue redactor de la más importante revista de humor de la década en España, Gutiérrez, fundada por K-Hito. Gutiérrez saldrá por primera vez a la venta el 7 de mayo de 1927 y terminará su andadura con el n° 374 en 1934, renovando de manera sustancial el humor que hasta el momento se realizaba en España.
Son estos autores, K-Hito, Mihura, incluso Tono, los que actualizan la historieta en España durante los años veinte, para los que humor y absurdo son dos conceptos que provienen de una mirada insólita frente a la vida que comparten con los movimientos artísticos de vanguardia. A nivel formal prescinden de elementos secundarios a la hora de componer sus viñetas, prestando más atención a la efectividad de la narración, por lo que prefieren un dibujo simple, sin aditamentos, pero en el que la secuencia de imágenes se realiza de manera estilizada.
En este sentido integran texto y dibujo a través del bocadillo, pero cuando acometen una historieta muda demuestran la independencia de la imagen, con la que consiguen narraciones de cuidada factura. Sin olvidar la censura primorriverista, que sin duda tuvo que influir en el desarrollo del humor descomprometido en los años veinte, y teniendo en cuenta el magisterio que en el humor ejerció Ramón Gómez de la Serna durante estos años, verdadero introductor de las vanguardias en España, la consolidación del humor abstracto que practican estos autores tiene sus raíces en un movimiento de mayor calado que buscaba renovar el arte desde sus cimientos. Vanguardia y humor, por tanto, se relacionaban de manera íntima. Pero ¿dónde radica a nivel formal la influencia de las vanguardias en la obra de Tono?
"AVIACION ROJA —¿A que no sabes cuántos aparatos enemigos he derribado en los tres últimos meses? —Ninguno —¿Quién te lo ha dicho? ". |
En primer lugar, Tono, al igual que Mihura, se apoya a la hora de escribir en una vuelta de rosca con un punto de ingenuidad y otro tanto de abstracción. Esa potencialidad lúdica, que encuentran en el lenguaje cotidiano, en las frases hechas, les lleva a explorar su uso desde perspectivas distintas. Frases del tipo "Iba descalza hasta la cabeza", "Tenía la mínima más alta que la máxima", dan buena cuenta de su original mirada. Durante la Guerra Civil, Tono continúa esta línea en el humor gráfico haciendo converger la realidad del conflicto con la cotidianidad, como se puede apreciar en el ejemplo del n° 33 de La Ametralladora (12 de septiembre de 1937) en el que se recrea la despedida de dos conocidos en el Madrid asediado: "Bueno, le dejo a usted porque no quiero perder el obús de la una y media".
En cuanto a la parte gráfica, las portadas de Tono para Buen Humor demuestran su dominio de las formas geométricas, que se traduce en unas composiciones claras, hechas con escuadra, cartabón y tiralíneas, en las que aúna y resuelve las distintas corrientes artísticas del momento. Influido por las vanguardias que conoce en París (así como por el escultor José de Creeft, con quien convive en su etapa parisina), se muestra cómodo en la abstracción de la línea, que le otorga una distancia de irrealidad desde la que buscar la mirada humorística. Tono se mueve con facilidad en el collage y el fotomontaje, como demostrará posteriormente en La Codorniz. Admirador de Man Ray, ven la fotografía un recurso por explotar en el humor a través de la elección de ciertas fotografías que acompaña con pies de texto incongruentes, produciendo un efecto sorprendente.
Tono destaca además por su labor como director artístico de la revista Vértice, "Revista Nacional de la Falange". En manos del jienense adquiere cotas de efectividad estética fuera de toda duda, fusionando propaganda y discurso ideológico en el marco de una sociedad de masas emergente que confirma de facto la preponderancia de la civilización de la imagen. Vértice era una revista de cuidada factura (a partir del número 9, confeccionada con papel cuché) que comprendió 81 números, desde abril de 1937 hasta 1946. Tono se inspiró en modelos de propaganda alemanes e italianos para componer una revista que, además de secciones de moda, decoración, fotografía, política o servicios sociales, dedicaba un espacio al humor que supieron llenar tanto Mihura como el propio Tono.
Fruto del trabajo de este grupo de artistas, ya en plena Guerra Civil verá la luz La Ametralladora[1], dirigida por Miguel Mihura, a quien le ofrecen la dirección en mayo de 1937 con un sueldo de 750 pesetas, como ha documentado el investigador José Antonio Llera. Los talleres de impresión Offset, situados en San Sebastián, eran los únicos en manos de los franquistas que permitían una impresión de calidad. Tono desarrolló una ingente labor para esta revista con la publicación semanal de diversas secciones, como "Tonerías de Tono", publicada a doble página, en la que el autor comprimiría hasta 14 viñetas de humor independientes. También llevaría su firma el "Noticiario Movietono", además de acercamientos a la historieta como en el n° 45, del 5 de diciembre de 1937, con la sección "Don Mario de la O", publicada también a doble página, para la que aprovechó el espacio de tal manera que se dieron cita siete historietas distintas, cada una de cuatro o cinco viñetas. Hay que añadir las diversas colaboraciones puntuales a toda página o en detalle, así como las múltiples portadas de la revista que llevaron su firma. La sección "Diálogos estúpidos" es un buen ejemplo del interés que tenía el autor por la fotografía y el absurdo. Para estas colaboraciones se elegían ciertas fotografías que venían contrapuestas con textos al pie con resultado chocante e insólito. En la misma línea figuran "Las canciones de La Ametralladora", "Grandes novelas de La Ametralladora" o "Fotografías de actualidad”.
Fueron años de inusitada intensidad creadora mientras España se desangraba en la Guerra Civil. En Memorias de mí (1966) Tono traza un recorrido de las publicaciones con las que colaboró durante la guerra, además de las ya citadas: «Publiqué tres o cuatro caricaturas diarias en los periódicos Unidad y La Voz de Guipúzcoa, de San Sebastián; Hierro, de Bilbao, y Fe, de Sevilla». Humor y vanguardia bajo un tamiz ideológico que autores como Tono y Mihura sorteaban por la tangente, dado su bajo interés en política.
Pero como uno podría esperar, no todo fue humor absurdo y guiños a las vanguardias. De hecho, ni siquiera dicho humor gozó del favor del público, especialmente entrada la década de los treinta, cuando el compromiso político fuerza la dicotomía arte puro-arte social. Durante estos años, Andrés Martínez de León, trianero de adopción, retrató el costumbrismo andaluz en las páginas de El Sol, La Voz, Blanco y Negro o La Esfera. La enorme popularidad que alcanza el autor de Coria del Río se debe en gran medida a la creación de su personaje, Oselito, resultado de sus dotes de observación del barrio de Triana, donde creció el joven artista.
Entre la historieta y el relato con imágenes: El capitalista, de Martínez de León. |
Para Andrés Martínez de León, como él mismo dejó escrito, la infancia, que discurrió en la Huerta de los Remedios, en Triana, influyó de manera decisiva en la creación de un universo que volvería de manera reiterada a través de los lápices del artista. Terminados sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla y tras un período de formación en diarios como El Noticiero Sevillano y El Noticiero Universal, comienza a colaborar en varias publicaciones madrileñas. Hacia 1920 crea su personaje más importante, Oselito, cuya relación con el autor, como recoge el prólogo de Antonio Martín para la reedición de Álbum de Historietas Sevillanas, se describe de la siguiente manera: «Nace Oselito en Triana, capital de Sevilla, con 25 años (...) [y] es una especie de escape mío, de evasión de carácter. Soy incapaz de levantar la voz, de decir algo fuerte (...) Cuando estoy con mi "hijo adoptivo" a solas, es cuando mi espíritu se descarga. Soy feliz. Nunca fui mordaz, Oselito lo es de vez en cuando».
El origen de Oselito estriba en la admiración del autor por el torero Joselito El Gallo, fallecido en 1920 ya quien quiso homenajear. Durante los años veinte el personaje cobra una gran dimensión popular, que se prolongará en la siguiente década en la prensa de la República e incluso durante la Guerra Civil. En los años cuarenta reaparece en la revista Mundo Hispánico,y años después, en 1956, lo hará en Don José.
Humor y riada en la historieta “¡S´arriaito Triana!”, de Andrés Martínez de León. |
La publicación en 1926 del libro Álbum de Historietas Sevillanas le confirma como uno de los autores más importantes del momento a nivel nacional. En él se recogían distintas historietas que el autor había ido publicando en distintos medios, incluido el madrileño diario El Sol. Es significativo, como ha destacado el investigador Manuel Barrero, que sea Martínez de León el primer autor andaluz en conseguir publicar un libro de historietas fuera de la esfera editorial catalana (una obra reeditada en 2008 por la Diputación de Sevilla, el Ayuntamiento de Coria del Río, el Ayuntamiento de Sevilla y la editorial Viaje a Bizancio Ediciones).
Las 39 historietas que componen el libro dan buena cuenta del estilo y el humor de Martínez de León. Cabe señalar su trazo ágil en el dibujo, mínimo pero concreto en la creación de los personajes, así como el dialectalismo de los textos, que se reproduce en una ortografía oralizada con la que se reducen las distancias con el lector medio. Pudiera creerse que los no sevillanos (o no trianeros más específicamente) tendrían problemas en la lectura de las historietas, mas no es el caso, ya que el autor echa mano de un humor fresco, humor de calle y esquina por todos reconocido que conecta con el lector medio sin importar su procedencia. Prueba de ello fue el éxito cosechado por el autor en las páginas de los diarios madrileños con esta misma fórmula.
Nos hemos referido al término "historietas" para definir los breves relatos del libro. Dicha palabra es la que da título al álbum. Sin embargo, se mueve el autor en un terreno difuso entre la historieta y el relato con imágenes. Cada episodio funciona con cierta autonomía sin la imagen, pero no siempre ocurre igual al revés. Hay ejemplos en los que la imagen carga con todo el peso (narrativo y humorístico), como en la historieta "El capitalista", en la que un muchacho se lanza al ruedo para darle unos pases a un toro hasta que un guardia civil lo detiene. La historieta, con una selección de viñetas (siempre sin marcos), funciona perfectamente gracias al carácter narrativo que imprime el autor al conseguir una secuencia de momentos significativos.
De lo que no cabe duda es del aprecio popular hacia la obra de Martínez de León. En 1931 se publica su segundo libro, Los amigos del toro o la parte sana de la afición, en el que Oselito comparte protagonismo con un compadre trianero. El mundo de los toros fue otra de las pasiones del autor, y con los años se convierte en su mejor retratista. En 1936 publica Oselito en Rusia, fruto del viaje realizado el año anterior y comisionado por el diario La Voz. Esta obra no es un recopilatorio de historietas como los anteriores, sino de un reportaje gráfico y literario con la mirada humorística de Oselito. Una suerte de reflexión ante lo que presencia en la URSS y que inevitablemente vincula al autor ante los dramáticos acontecimientos que iban a producirse en España.
«Oí unos siseos: "¡Chis, chis! ¡Oselito!". Miré pa arriba. Era Stalin. "Gola", le dije.
—Me enteré por los periódicos que estabas aquí. Perdóname, Osé de mi arma, que no pueda resibirte en este momento. Estamo atereadísimo con esto der desfile der día 7, y...
—No, home. Primero es la obligación; tuviera que ve...
Me hablaba sonriente desde una ventana alta der Palasio der Sovie (...). To él respiraba ruda franquesa, voluntá de hierro, tesón...
—Ya sé —continuó— que viene a hablarme de eso de los toros... Mira, sube esa escalera, y ar finá, a mano izquierda, verá un gran salón. Pregunta por Voronoski y dile quién ere y que va de mi parte. Él te conoce. Puede hablarle como si hablara conmigo. Es mu simpático».
Oselito en Rusia. Editorial Almuzara. Córdoba, 2012. p. 201.
A modo de apunte, hay que señalar que existe una tercera edición facsímil de la obra editada recientemente por el Ayuntamiento de Coria del Río en el n° 17 de la revista cultural Azotea. Asimismo, la editorial Almuzara reeditó esta obra en 2012, en un volumen que también incluye Oselito, extranjero en su tierra.
El golpe de Estado sorprende a Martínez de León en Madrid, pero decide trasladarse al balneario de Jabalcuz (Jaén) para poder estar más cerca de los suyos. Durante la Guerra Civil, el artista viaja por los frentes andaluces y extremeños convirtiendo a su Oselito en observador y miliciano en el conflicto. Diversas colaboraciones aparecieron en periódicos del Altavoz del Frente como Frente Sur o Frente Extremeño a la vez que se publicaban en otros diarios, como el valenciano Frente Rojo. Muchas de ellas fueron compiladas en el álbum Oselito, extranjero en su tierra,editado por el Ejército de Levante en 1938. El mismo año ilustra el libro de poemas de Pedro Garfias Héroes del Sur,en el que su estilo cambia hacia un desgarro con el reflejo de escenas de guerra. Con el discurrir del conflicto, su colaboración con la prensa republicana editada en Valencia se estrecha, publicando con más asiduidad en Frente Rojo.
Turismo negro, por Martínez de León. |
Finalizada la guerra, el artista se traslada de Valencia a Madrid en 1939, donde es encarcelado el mismo año, juzgado y condenado a muerte. En 1941 se le conmuta la pena por treinta años de prisión, pero en 1945 recupera la libertad.
Los años siguientes los pasa realizando dibujos, pinturas de escenas costumbristas, además de iniciarse en el diseño publicitario, con lo que consigue subsistir. Recupera gradualmente su popularidad, y en los cincuenta vuelve a aparecer Oselito en las páginas de Don José, la revista dirigida por Antonio Mingote.
Tanto Andrés Martínez de León como Antonio de Lara Gavilán (Tono) merecen por derecho propio un lugar de excepción en la historia cultural andaluza y española por su decisiva contribución en el desarrollo de la historieta y el humor gráfico durante el siglo XX. Ambos autores son exponentes de dos corrientes, renovación formal y costumbrismo, que convivieron durante el tumultuoso siglo XX.
MOLINS, Patricia. Los humoristas del 27. Sinsentido. Madrid, 2002.
MARTÍN, Antonio. Historia del cómic español 1875-1939. Gili. Madrid, 1978.
DIAZ-PLAJA, Fernando. "La caricatura española en la Guerra Civil". Monográfico en Tiempo de Historia. Año VII, Núm. 73 Madrid, diciembre, 1980.
NOTAS
[1] La Ametralladora (1937-1939). La Ametralladora. Semanario de los soldados. Revista creada bajo el influjo de la Falange (otras publicaciones fueron Y. Revista para la mujer, Vértice o Fotos) por la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda el 18 de enero de 1937, con el nombre de La Trinchera, cuyo primer director fue Rogelio Pérez Olivares. A partir del tercer número cambia su cabecera por la de La Ametralladora,que continúa editándose hasta su último número, el 21 de mayo de 1939. Se le ofrece la dirección a Miguel Mihura tras una entrevista en Salamanca en mayo de 1937. Entre los colaboradores gráficos habituales cabe destacar a Tono, Enrique Herreros, Valentí Castanys (As), Avelino de Aróztegui, Teodoro Delgado y Maño. Aunque son comunes las invectivas contra el Gobierno de la República propias de una publicación de trinchera, en general el humor siguió la línea propuesta por Mihura con mayor protagonismo de lo absurdo, concretado por la propia realidad del conflicto. Tono desarrolló una ingente labor para este semanario haciéndose cargo de la publicación de diversas secciones con sus trabajos.