TODO UMPA-PÁ. TODO UN REGALO
Los tebeos editados con la integridad de una serie o de una producción resultan muy atractivos. Este modelo editorial, inaugurado por los japoneses con sus kanzeban, ha funcionado excelentemente en el mercado estadounidense, donde las ediciones omnibus han restaurado no sólo arcos, ciclos o etapas de correrías superheroicas, también han restaurado su categoría como objetos culturales (recordemos la euforia desatada por los formatos de tipo graphic novel). En Francia y EE UU, este tipo de productos han contribuido a generar esquejes de mercado nuevos, aptos para todas las estanterías por su presencia lujosa y para todos los paladares por su carácter indiscutible de “libros”. Aún seguimos en esta lucha, sí, la de tener que emparentar un impreso con historietas con un libro para que sea admitido como manifestación cultural y no con una impronta infracultural. El paradigma sigue ahí.
|
Una preciosa ilustración de Uderzo sirve de guardas del libro. |
De estos productos de reciclaje¸ pues eso son, los preferidos por muchos son los de tipo absolute o intégrale, es decir, aquellos que no sólo reúnen o recopilan una obra sino que además la completan, la exornan o la ribetean. Es decir, en un volumen o en unos pocos tomos obtenemos la serie en su integridad acompañada de imágenes o historietas inéditas o poco vistas, portafolios añadidos, o artículos con datos sobre nuestros personajes predilectos. Así, la obra se viste de clásico, el aficionado recupera una serie, el coleccionista recopila materiales codiciados, el posible nuevo lector obtiene una visión de conjunto, los autores recobran dineros y reconocimiento, y el editor incrementa su riqueza. Todos ganan. Y si los editores son respetuosos con el material original más ganamos.
| |
Otra ilustración del autor para la presentación de la obra. | |
Los franceses y los belgas han sido especialmente cuidadosos con el rescate de obras de su bande dessinée clasique. Recuperan originales, amplían dimensiones, recolorean con mimo o construyen un aderezo gráfico e introductorio muy apetecible, como así ha ocurrido con obras de Hergé, Peyo, Franquin, Uderzo y Goscinny, etc. La edición de 2011 de la serie Oumpah-pah responde a este esquema y ha resultado muy grata para los seguidores de las obras de los dos últimos mencionados, los papás de Astérix y Obélix. El libro resultante, de 188 páginas, recoge a su tamaño de publicación original en álbum, los cinco episodios de las aventuras del piel roja de la tribu de los Yavayavá, más la historieta en la que hizo su primera aparición, nunca editada, y varias páginas con bocetos, ilustraciones, caricaturas, cartas y textos explicando la génesis de esta obra, que fue el primer trabajo para el que se formó el equipo integrado por Albert Uderzo y René Goscinny.
En España ha sido editado por Bruño (con el distintivo Salvat en portada) bajo el título Todo Umpa-pá, con gran respeto por la edición original intégrale, con unas preciosas guardas y una presencia que le da empaque al conjunto. El resultado es un bonito libro que constituye el regalo ideal para un lector de tebeos de toda la vida o de cualquier niño. Esto es así no sólo por lo asequible que resulta, pues son cinco álbumes a la francesa más el apartado introductorio, todo por 19,95 euros. Pero, además, por la calidad de su edición, anteriormente diseminada por varios sellos y álbumes españoles que nunca permitieron seguir las aventuras del piel roja debidamente.
La serie de aventuras de Umpa-pá, al contrario que la de Astérix u otras típicas francesas o belgas, es aparentemente episódica pero está organizada en capítulos. O sea, el hilo argumental no termina con cada libro sino que continúa de uno en otro, de modo que la presencia de los personajes en una localidad o contexto depende de las aventuras vividas anteriormente. Poder leer conjuntamente las historietas del indio y su insospechado “hermano” de armas francés confiere un valor añadido a este tebeo, de modo que por vez primera se obtiene un aprecio panorámico sobre este trabajo inaugural de los grandes creadores galos (y de galos) y permite ver cómo fueron preparando los mimbres para construir el cesto de los huevos de oro: Les aventures de Astérix.
| |
| La obra nos obsequia con reproducciones de originales y bocetos. |
Umpa-pá viene a ser un trasunto paródico de las novelas de Fenimore Cooper o el mito de Pocahontas, una mirada transatlántica hacia el choque de culturas que tuvo lugar en la colonización del norte de América en el siglo XVIII por europeos. Las tribus indias descritas toman sus referentes de los shawnee y los mohawk, entre otros, y los europeos intervinientes son franceses y prusianos. Por supuesto, poco tienen de esas tribus los narigudos personajes indios, los prusianos jamás pisaron tierra americana por entonces y los franceses son pura caricatura. Pero la exageración paródica es exagerada a conciencia para producir risa, que era el presupuesto de partida, si bien no funcionó cuando crearon los personajes para intentar colocarlos en el mercado estadounidense de las Sunday pages o en la revista Mad, lo cual era el primer objetivo de Goscinny.
En Umpa-pá se explotan hasta la hipérbole los tipismos adjudicados a los indios americanos (credo en sus tótemes, flemáticos a ultranza, de costumbres salvajes y hábitos naturalistas), que el guionista articula sobre la base de los gags aprendidos del cine mudo, sobre todo de Laurel y Hardy, y que el dibujante pone en escena tomando muchos préstamos de la animación de Walt Disney, su gran inspiración en los años cincuenta, cuando todo “lo cultural” en Francia se hallaba impregnado por algo de Hollywood. El juego es, por lo tanto, la discordancia, tanto la que impone la parodia como la que implica el coprotagonismo: el contraste entre un indio noble, bonachón y temerario, y un noble –en su acepción aristocrática- europeo, igualmente bueno y valeroso, pero ciertamente menos bravo. La rusticidad de uno se contrapone al refinamiento del otro en ambos contextos (primero el francés es retenido entre los indios, pero luego es el indio el que se alinea con los militares franceses y hasta cruza el Atlántico para conocer al monarca francés y cumplir una misión para él), todo lo cual se completa con el juego de los anacronismos, generándose una obra muy entretenida que se lee con gran deleite.
|
Páginas introductorias con imágenes varias. |
Esta serie nació belga, pues se estrenó el 2 de abril de 1958 en la revista Tintin, antecediendo en más de un año a la serie enseña de Pilote, la netamente francesa de Astérix y Obélix (debutaron el 29 de octubre de 1959), y son abundantes las concordancias entre ambas. Los dos personajes son representantes de las culturas tradicionales de ambas tierras (guerreros o trabajadores de gremios libres) y son resistentes al invasor / colonizador (militares o burócratas, por lo común), pero además sus historias transcurren en ámbitos bucólicos similares y se organizan de igual manera: encuentros en bosques, refriegas en llanos, paseos o desplazamientos con mascotas acompañantes (perros o gallinas), navegación con piratas al fondo, y grandes banquetes en cada final de episodio. Los guiños inteligentes acrónicos son también material compartido y la estrategia de la reiteración es una de las claves del humor.
|
Páginas iniciales donde conocemos a los principales personajes. |
| |
Página correspondiente al cuarto episodio. | |
El gran aporte de Goscinny a esta obra, amén de la excelente dosificación de gags, se halla en el lenguaje, muy distinto el que usan los indios, con sus constantes alusiones a su tótem o con sus cortantes sentencias, y el que utilizan los europeos, repleto de florituras y circunloquios. Y el gran logro de Uderzo lo encontramos en su crecimiento como dibujante, que se aprecia del primer episodio al quinto. Recordemos que el dibujante estaba en su periodo más fértil, en el que alternaba páginas de Michel Tanguy con estas o las de Astérix en una época de creación febril y prodigiosa, y resulta sorprendente como afina en la modulación de la línea al tiempo que mantiene el pulso cinético y aprende a dominar el encuadre. Estos tebeos, sobre todo el cuarto de la serie, Umpa-pá y la misión secreta, nos permiten conocer a un maestro del encuadre, que utiliza mucho el plano medio pero que encaja las figuras a la perfección, experimentando lo justo y reduciendo el corto a lo estrictamente necesario. Sus planos generales son deliciosos y, los de conjunto, envidiables. Por su parte, Goscinny, ya en el libro tercero, Umpa-pá y los piratas, demuestra que ha superado los devaneos primeros, la sutura de gags para formar una historia larga, y se desenvuelve cómodo en un guión complejo, lleno de vitalidad y aciertos, todo lo cual es vertido en la serie de los galos con especial maestría.
Umpa-pá, esta ridiculización del sometimiento militar, como lo es Astérix, se lee aún con ganas y delectación. Quizá los dos primeros capítulos de sus aventuras hayan acusado el paso del tiempo pero no así los tres siguientes, que permiten recuperar a dos de los mejores autores de la historieta francobelga de todos los tiempos en una edición digna, respetuosa, ideal para regalar a alguien querido o a las pupilas propias. Un clásico de los de verdad, que resulta bonito y que sale barato.