THORGAL, UN HÉROE DIFERENTE
ANGEL OLIVERA

Origen:
Traducción de "THORGAL: EL HIJO DE LAS ESTRELLAS" · YELLOW KID
Notas:
Articulo aparecido originalmente en el número 4 de la revista teórica Yellow Kid en diciembre de 2002, recuperado ahora en Tebeosfera aunque revisado y ampliamente actualizado por el autor para esta edición. El texto se ha dividido en dos partes debido a su extensión, conteniendo esta página la primera parte del mismo.

 THORGAL, UN HÉROE DIFERENTE


ÉRASE UNA VEZ LA REVISTA `TINTIN`...
 

Son numerosos los tebeos célebres que empezaron su andadura de forma modesta y poco espectacular, sin hacer suponer en un primer momento en qué se habían de convertir. El caso de Thorgal es especialmente significativo.

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 Primera aparición de Thorgal en Tintin  n°12 (22/03/1977)
Cuando se dio a conocer el primer episodio de este personaje en las páginas de la revista belga Tintin, allá en 1977, no parecía sino una más de las numerosas series que aparecían por entonces en dicha publicación. Los cómics seriados de aventuras ocupaban desde siempre un puesto muy importante en la revista, desde títulos muy tradicionales como Ric Hocket y Michel Vaillant hasta otros más recientes e innovadores como Comanche y Bernard Prince. En los setenta, Tintin, más proclive a las innovaciones que su directa competidora Spirou, abrió sus puertas a una nueva generación de cómics de aventuras que cubrían casi todos los subgéneros, desde el western a la aventura de época y desde la ciencia ficción apocalíptica a la fantasía pura, destacando entre ellos una serie de héroes de nuevo cuño, rebeldes y contestatarios, hijos de la época que les vio nacer: Buddy Longway, Jonathan, Simon du Fleuve... Entre ellos llegó en 1976, sin hacer apenas ruido, Thorgal.

Desde hacía ya años, la dirección de la revista había advertido que al público lector, cada vez más impaciente, le sabían a poco las tradicionales entregas de dos páginas semanales con las que se iban publicando las historias largas, por lo que se aumentó a cuatro, seis o a veces hasta ocho y diez el número de páginas por episodio de muchas series, de forma que las historias en curso quedaban completadas en dos o tres meses en vez de cinco o seis. Paralelamente, con algunas otras se realizó un curioso experimento: las entregas se componían de seis u ocho páginas, pero con la particularidad de publicarse no semanalmente, sino cada mes, es decir, cada cuatro números de la revista, sin duda para mantener de forma continuada la presencia de esos personajes en la revista, que de otra manera, o se limitaban a episodios cortos de dos páginas o pasaban muchos meses, cuando no años enteros, sin reaparecer de nuevo. Los relatos se articularon de forma que cada capítulo mensual fuera en algún modo autoconclusivo, casi autónomo dentro de la historia que se contaba, con su presentación, su nudo y su desenlace propios, que por cierto acababa con la palabra "fin de l'épisode" en vez del tradicional "à suivre" (continuará) de las entregas semanales. Una postura muy inteligente, teniendo en cuenta que el lector tenía que esperar un mes entero para continuar leyendo la historia. Entre capítulo y capítulo se recurría a la elipsis para engarzar uno con otro; por otra parte, se prescindía de los tradicionales resúmenes de los episodios anteriores, contando la historia de forma que el mero contexto bastara para poner en situación al lector.

El primer episodio de Thorgal asumió dicha estructura; se componía, pues, de seis páginas, las primeras del futuro álbum La maga traicionada. En ellas, realizadas con un dibujo correcto, agradable, pero sencillo y sin florituras, nos encontrábamos con un relato ambientado en las tierras y los tiempos de los vikingos, protagonizado por un héroe de largos cabellos negros encadenado a una roca y una misteriosa dama tuerta que lo liberaba y lo salvaba de morir ahogado o congelado. Relato de aventuras muy sencillitas y poco llamativas que entrarían de lleno a partir de la siguiente entrega en el género fantástico, cuando el héroe escala los muros de una fortaleza en las montañas para enfrentarse espada en mano con un gigante y un enano guardianes de unos brazaletes mágicos.Una historia muy de andar por casa, nada fuera de lo corriente ni especialmente original. Ni de lejos hubiese pensado nadie que Thorgal, apenas unos cuantos años después, se convertiría en uno de los best sellers indiscutibles de la historieta franco-belga. Hoy día cuenta con treinta y dos álbumes publicados, y su fama y su éxito se pueden comparar con los del mismísimo Blueberry.

 

LOS CREADORES

Como todas las criaturas, Thorgal es hijo de un padre y de una madre, que, como casi todas las de ficción, son ambos de género masculino.

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Jean van Hamme 
Su creador literario es Jean van Hamme, probablemente y todavía el mejor guionista actual del cómic europeo y, en mi opinión, auténtico sucesor del gran Jean-Michel Charlier. Nacido en 1939, al contrario que aquél y que tantos otros célebres autores, su juventud no se vio marcada por las malas condiciones de trabajo y por las dificultades económicas. Desde el comienzo parece claro que iba a ser un triunfador: ingeniero comercial, profesor en economía polìtica y poseedor de cuatro licenciaturas universitarias, estuvo durante doce años trabajando para diversas multinacionales, alcanzando el puesto de apoderado general de Philips en Bélgica. Por ello, resulta aún más sorprendente que un buen día de 1976 lo dejara todo para dedicarse en exclusiva a escribir, terreno en el que había empezado a destacar varios años atrás. Autor de numerosos guiones de cine y televisión y de la serie de novelas protagonizadas por Largo Winch, posteriormente adaptadas por él mismo a la historieta, se inició en este medio en 1968, curiosamente con un álbum de aventuras erótico-mitológicas, Epoxi, quizás el único de aquella serie de lujosos cómics protagonizados por heroínas hipersexuadas publicados por Eric Losfeld en los años sesenta que aguanta bien hoy en día. A ello no son ajenas la belleza y la sensualidad de los dibujos del mítico y espléndido Paul Cuvelier, a quien Van Hamme escribiría varios guiones del clásico personaje creado por aquél, Corentin, un adolescente europeo del siglo XVIII que vive prodigiosas aventuras exóticas en el misterioso Oriente. Estos trabajos le abren de par en par las puertas de Tintin, donde se publica dicha serie. El talento de Van Hamme le permite moverse cómodamente de un género a otro haciéndose cargo de series creadas por otros autores y de otras nuevas creadas por él, trabajando con algunos de los mejores dibujantes de la escudería de la revista: La aventura pura y tradicional con Michael Logan, dibujado por Beautemps; las andanzas de capa y espada con Domino, con Cheret; la intriga de ciencia ficción con Mr. Magellan, con Geri; Tony Stark (no, nada que ver con la Marvel), con Aidans; Arlequin, con Dany...

La obra que le consagraría, en 1976, como un gran guionista sería el álbum autoconclusivo Historia sin héroes, el relato, maginíficamente dibujado por un Dany en su mejor momento, de la desesperada lucha por la supervivencia de los pasajeros de un avión estrellado en la selva del Amazonas. Esta magnífica y emocionante historia está más que inspirada en la película El vuelo del fénix, de Robert Aldrich, lo que no disminuye ni un ápice su valor. En ella, Van Hamme nos ofrece un completo repertorio de sus habilidades, que serán, por otra parte, las señales de identidad de su obra a lo largo de todo el siguiente cuarto de siglo y más allá: una imaginación inagotable, una sorprendente capacidad de recrear temas y elementos ya conocidos de forma que parezcan novedosos (de entrada me vienen a la mente otros dos expertos en la materia, capaces de refundir historias creadas por otros y hacer filigranas con ellas; me refiero a Jean-Michel Charlier y al director americano Brian de Palma); la perfecta caracterización de los personajes con apenas unas simples pinceladas; la habilidad para la síntesis por medio de la elipsis, obviando escenas innecesarias y recreándose en los momentos culminantes de la historia; la perfecta graduación de la tensión y el suspense; la capacidad de sorprender constantemente al lector, que pocas veces imagina lo que va a ocurrir a continuación (un don este último que muy pocos narradores actuales poseen), un uso virtuoso de la palabra escrita, con diálogos precisos y llenos de vida, y, no menos importante, quizás lo principal de todo, la habilidad de encariñarnos e identificarnos con sus personajes y emocionarnos de verdad con sus peripecias. Historia sin héroes ganó merecidamente el premio Saint Michel al mejor álbum en 1977, y supuso, a mi modo de ver, un antes y un después en el tebeo europeo, tanto más significativo al publicarse de forma seriada en Tintin, una de las principales revistas del medio. Recientemente, por cierto, ha aparecido en Francia un nuevo álbum relatando el regreso de los supervivientes de la epopeya a la selva amazónica, precisamente titulado Veinte años después.

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Histoire sans héros (1977)Le grand pouvoir du Chninkel (1988)

Además de Thorgal, realiza también con Rosinski, esta vez para À Suivre, la larga epopeya en blanco y negro El gran poder del Chninkel, relato que, al publicarse por sucesivas entregas mensuales sin límite de páginas, especialidad de la citada revista, permite a ambos autores dar rienda suelta a todo su talento sin las limitaciones editoriales que obligan normalmente a enconsertar las historias en álbumes de 48 páginas. Se trata de una narración de fantasía más o menos heroica con algunos ribetes de ciencia ficción y claras referencias a la mitología religiosa judeocristiana, concluida de forma absolutamente apocalíptica, lo que parece una constante en muchas ambiciosas obras de la escuela francobelga. Esta saga es además importante por sus muchos puntos comunes, gráficos y argumentales, con la que ahora nos ocupa.

Van Hamme es célebre también por dos series de intriga y aventuras contemporáneas iniciadas en 1984 y 1990, respectivamente, cuya popularidad y éxito comercial son casi parejos a los de Thorgal. Nos referimos, naturalmente, a XIII y Largo Winch. Con un punto de arranque plagiado directamente (plagiado, sí, no inspirado, llamemos a las cosas por su nombre) de la famosa novela de Robert Ludlum El caso Bourne, XIII narra las vicisitudes de un misterioso aventurero amnésico que trata de descubrir su propia identidad; la saga se prolonga álbum tras álbum sin que estemos seguros, un cuarto de siglo después de su comienzo, de la verdadera identidad del protagonista: sucesivamente, giro argumental tras giro argumental, le hemos creído un asesino, nada menos que del presidente de los Estados Unidos; un oficial de las fuerzas especiales, un mercenario, un agente secreto, un jefe guerrillero claramente inspirado en el Che Guevara, un terrorista del IRA... Dibujada por el a veces competente a veces irregular pero generalmente excesivo William Vance, supone, sin embargo, con diferencia, el mejor trabajo que este artista ha realizado en toda su larga vida profesional. A destacar el penúltimo álbum de la saga, casi independiente del resto, dibujado por nada menos que Jean Giraud, a modo de artista invitado.

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XIII. Le jour du soleil noir (1984)Largo Winch. L'Héritier (1990)

Largo Winch, eficazmente dibujado por Philippe Francq, aparece en el momento en el que el prestigio de Van Hamme está en lo más alto; y quizás a la vez se encontrase el hombre falto de ideas nuevas, por lo que recurre a las antiguas, en este caso a sus novelas, ya mencionadas, adaptándolas libremente a la bande dessinée. Las trepidantes aventuras del joven huérfano convertido de repente en heredero de uno de las más importantes multinacionales del mundo, abriéndose paso entre los mil y un peligros que le acechan en el despiadado mundo de las finanzas, deben mucho, como XIII, quizás más, a los best sellers de intrigas internacionales, y aunque les falta ese toque mágico que sí tienen XIII y Thorgal, y el héroe carece del carisma y la simpatía de los otros dos, sigue siendo una de las mejores series del tebeo europeo actual.

Mencionemos también otras obras, que no por ser de menor extensión son de menor interés: S.O.S. Felicidad, dibujada por un efectivo aunque irregular Griffo, se compone de tres álbumes incluyendo seis historias aparentemente independientes en las que se ironiza sobre la planificación estatal en beneficio de la comunidad, que, llevada hasta sus últimas consecuencias, puede conducir a lo kafkiano y al totalitarismo; en el séptimo y último episodio, que abarca todo el último álbum, confluyen los seis relatos anteriores y cobra la obra la totalidad de su significado; la libertad, viene a decirnos amargamente Van Hamme, es sólo una ilusión, y los hombres jamás llegaremos a conseguirla, pues nos dejamos engañar constantemente por unos y por otros. En cuanto a Luna de guerra, dibujada por Hermann, es un relato único en el que, a partir de un hecho trivial, un vulgar banquete de bodas, las cosas acaban complicándose más y más, a causa de la estupidez y obcecación de los protagonistas, hasta degenerar, como el título indica, en una verdadera masacre. Todavía se atreverá Van Hamme, de nuevo con Rosinski, nada menos que con una del Oeste, precisamente llamada Western, otro one-shot, por cierto magistral, en el que nos cuenta una historia intensa y trágica sobre los azares del destino.

Para acabar con Van Hamme, recordemos que tuvo además la osadía de hacerse cargo (alternándose con Yves Senté) de los guiones de los nuevos álbumes de los míticos Blake y Mortimer, en los que, con dibujos, primero, de Ted Benoit, y después de René Sterne y Chantal de Spiegeleer, mimetiza a la perfección el estilo narrativo de un autor, Jacobs, absolutamente opuesto en todo al suyo, sin que se pueda apenas distinguir la obra del uno de la realizada por el otro, contando además unas historias apasionantes cuya lectura es imposible de abandonar hasta la última página.

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Grzegorz Rosinski 
Por lo que se refiere a Grzegorz Rosinski, nacido en Polonia en 1941, es uno de los dibujantes de origen más exótico de los que componen la escuela francobelga. Pionero del cómic en un país sin tradición alguna en el género, se aficiona al mismo al caer en sus manos algunos ejemplares de la revista francesa Vaillant, al parecer la única publicación de cómics que llegó a atravesar el telón de acero en los cincuenta, los años álgidos de la guerra fría, sin duda por estar publicada por el partido comunista francés. Sus comienzos consisten en colaboraciones para la revista juvenil Deporte y Turismo, a partir de 1968, y para Relax. De la multitud de cómics que realiza en esos años destacan las series Kpt Zbik (Capitán Gato Salvaje) y Kpt Kloss (Capitán Kloss), una serie de aventuras protagonizada por un piloto de helicópteros. La aventura pura, el policiaco, la fantasía y la ciencia ficción son los géneros que toca en sus historias, a las que hay que sumar una trilogía sobre la historia de Polonia.

En 1976 viaja a Bélgica, donde contacta con Editions Dupuis y empieza a realizar historias cortas, de carácter humorístico, para Spirou y para Le Tromboné Illustré, el suplemento experimental dirigido al público adulto que incluye la mítica revista en aquella época. Conoce a Jean van Hamme, y ambos comienzan, tímidamente, para Tintin, la obra que ahora nos ocupa. Para la misma revista realiza durante algunos años Hans, serie de ciencia ficción con guión de A. P. Duchâteau (célebre guionista de Ric Hocket), que, aunque bastante entretenida y que le permite lucirse a gusto, nunca llegará ni de lejos a las cotas que habrá de alcanzar con Thorgal.

Mención aparte merece La balada de las landas perdidas, con guión de Dufaux, una espléndida saga de fantasía heroica con ecos de Tolkien y de George R. R. Martin que, pese a sus doscientas y pico de páginas repartidas en cuatro álbumes, se hace corta y deja al lector con ganas de más. El gran poder del Chninkel es la otra gran obra realizada conjuntamente con Van Hamme, sin olvidarnos, naturalmente, de Western, con su curioso y efectivo cromatismo casi monocolor. Y tenemos también la más reciente La venganza del conde Skarbek, escrita por Yves Senté y publicada en dos álbumes, historia intensa y rocambolesca repleta de sorprendentes giros argumentales con claras resonancias (hábilmente justificadas, por otra parte, en el mismo relato) de El conde de Montecristo.

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Complainte des Landes Perdues (1993)La Vengeance du Comte Skarbek (2004) 

El estilo de Rosinski fue evolucionando rápidamente desde unos inicios con cierta tendencia hacia lo caricaturesco en los que parecía costarle un poco de trabajo dibujar personajes realistas, hasta un dominio absoluto de todos los recursos del dibujo y de la narración gráfica, especialmente a partir del quinto álbum de Thorgal, con su brillante uso de la plumilla. A ello hay que sumar su espléndido trabajo de caracterización de personajes y la expresividad que es capaz de dar a éstos, y su portentosa imaginación visual, con la que da forma gráfica a los hallazgos de Van Hamme y los otros guionistas con los que ha trabajado. En los últimos años, aprovechando los últimos avances reprográficos, parece haberse decantado por la pintura aplicada a la historieta, precisamente a partir de La venganza del conde Skarbek (relato en el que la pintura ocupa un lugar fundamental de la trama) y en los últimos álbumes de Thorgal. En todos ellos, y sin desmerecer para nada de su talento narrativo, Rosinski nos vuelve a demostrar, como si a estas alturas necesitara demostrar algo, que es un magnífico dibujante y un extraordinario ilustrador.

Es de agradecer que en los últimos tiempos Rosinki haya diversificado su producción mostrándonos el alcance de su talento con otros personajes e historias inolvidables. Pero Thorgal será, sin duda, la obra cumbre de Rosinski, y por ella será recordado.

 

LA SAGA DE THORGAL

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 Cubierta de La maga traicionada
Aquella pequeña primera aventura de Thorgal tan sólo alcanzaría las treinta páginas de extensión, repartidas en cinco capítulos de seis páginas cada una. La impresión que uno tiene al releerla es la de que Van Hamme ni por asomo pretendía crear la vasta saga en que poco a poco se convirtió la serie, y que la fue escribiendo sin tener una idea clara de cómo iba a continuarla, incluyendo en ella todo lo que se le iba ocurriendo. El argumento es sencillo y lineal, aunque la historia comienza con la acción ya iniciada: Thorgal, el trovador, y Aaricia, hija de Gandalf el Loco, rey de los vikingos del norte, se enamoran, y éste, que odia al joven, al que considera un bastardo, lo condena a morir ahogado en el anillo de los sacrificios. Interviene la misteriosa hechicera Slive, quien le salva a condición de que sea su servidor durante un año. Slive resulta ser una encarnizada enemiga de Gandalf –rey, por cierto, muy poquita cosa, porque su reino consiste en tan sólo una aldea no mayor que la de Astérix– y Thorgal habrá de ayudarla a capturarle, pero acabará luchando codo a codo con él contra los bárbaros montañeses e impedirá que Slive le dé muerte. La hechicera resulta ser la reina de la Isla de los Mares Helados, y se marchará a bordo de un drakkar de hielo, pero amenazándoles con volver y cobrarse su deuda.

La narración es fluida; los diálogos, precisos. No hay casi un solo texto de apoyo, lo que contribuye a la agilidad del relato. Como en una obra de teatro, cada capítulo tiene una unidad de tiempo y de lugar; el capítulo acaba, y en el siguiente –un mes después para los lectores que siguieron su publicación en revista– la escena empieza en otro momento y otro escenario diferentes: la roca de los sacrificios en la orilla del mar, la montaña, el poblado vikingo, el paso donde les atacan los baals y, finalmente y de nuevo, la orilla del mar, donde acaba la historia. Parecido procedimiento se empleará durante toda la primera época de la serie, hasta el episodio Los arqueros. Después de éste, los álbumes tendrán una estructura narrativa condicionada únicamente por las 46 páginas del álbum, y no por los capítulos en los que hasta ese momento se dividían.

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Una plancha de la historia principal de La maga traicionadaPrimera pagina de la historia de complemento de este album

Slive cumple con su promesa y reaparece en el siguiente episodio, éste ya mucho más elaborado y espectacular a nivel de dibujo y también de argumento, alcanzando, a base de capítulos de ocho y siete páginas, las 46 reglamentarias de todo álbum que se precie (el primer álbum se complementaría con Casi el paraíso..., una historia independiente en dos partes, 16 páginas en total, realizada bastante tiempo después). La isla de los mares helados nos cuenta cómo Aaricia es secuestrada por las águilas de Slive el mismo día de su boda con Thorgal, que se ha reconciliado con el viejo Gandalf, aunque no con el hijo de éste y hermano de Aaricia, el brutal Bjorn. La expedición que ambos capitanean en pos de los secuestradores concluye con su reencuentro con Slive en su fortaleza, en realidad nada menos que una nave espacial extraterrestre, y una revelación que a partir de ese momento definirá y condicionará al héroe y todo el desarrollo posterior de la serie: Thorgal es el descendiente y último superviviente de los hijos de las estrellas, un grupo de hombres y mujeres procedentes de un mundo muy lejano, que naufragaron en la Tierra y que nunca pudieron volver a su planeta natal. Slive pretendía salvar a su raza uniendo a Thorgal con su propia hija, pero, al morir ésta a manos de Bjorn, su esperanza queda truncada, Slive desaparece de la historia, y Thorgal, que había de convertirse en rey, quizás en dios, vuelve a ser simplemente un hombre entre los hombres. Tras este revelador episodio, nuestro héroe, rechazando el ofrecimiento de los vikingos a los que ha liberado de convertirse en su jefe y lanzarse a la conquista de un nuevo mundo, marcha lejos con la dulce Aaricia, en busca de la paz y la felicidad bajo las estrellas.

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La isla de los mares heladosLos tres ancianos del país de Arán

El tercer episodio, Los tres ancianos del país de Arán, nos muestra a Thorgal y Aaricia lejos ya del país de los vikingos, en busca de un lugar donde establecerse. Aaricia es raptada por los ancianos del título, y Thorgal deberá enfrentarse a una serie de pruebas para rescatarla, incluyendo un viaje al Segundo Mundo y su primer encuentro con una hermosa semidiosa completamente desnuda a excepción de su cinturón, la Guardiana de las Llaves. Un extraño viaje por el tiempo que acaba poniendo las cosas en su lugar sirve como colofón a la historia, especialmente importante porque en ella la serie apuesta ya abiertamente por la fantasía con mayúsculas, siendo la primera vez que su héroe viaja a otros mundos distintos del nuestro, que será una de las constantes de la saga, y también porque quedan un poco más nítidas las coordenadas geográficas y temporales en las que nuestros héroes habrán de moverse en lo sucesivo.

El joven matrimonio se establece en una tranquila y modesta aldea de campesinos donde Aaricia va a dar a luz a su primer hijo. Sus esperanzas se ven brutalmente truncadas en La galera negra cuando un fugitivo, que resulta ser el príncipe Galathorn, roba el caballo de Thorgal para escapar de los sicarios de Shardar el Poderoso, y éstos acusan a nuestro héroe de complicidad. Creyendo muertos a Aaricia y al hijo que esperaban, Thorgal perderá la razón, y sólo la recuperará arrostrando por segunda vez en su vida el viaje al Segundo Mundo en un desesperado intento de salvar a su mujer, en el prodigioso álbum Más allá de las sombras, episodio que señala la mayoría de edad de la serie, por su excelente dibujo –con el que Rosinski alcanza su plena madurez como dibujante–, su espléndido guión –con la afortunada sucesión de elementos fantásticos admirablemente hilvanados– y su creciente tensión dramática, que culmina en un bellísimo final. En La caída de Brek Zarith Thorgal rescata a los suyos de las garras de Shardar el Poderoso, y se insinúan por primera vez los extraordinarios poderes latentes de Jolan, su hijo, heredados de sus antepasados extraterrestres. Estos poderes se desatarán cuando la familia se instala en una isla desierta, tratando de alejarse lo más posible de los hombres que tantos sinsabores les han causado, en Alinoé, relato angustioso y casi claustrofóbico donde lo fantástico da paso al terror.

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La galera negraMás allá de las sombrasLa caída de Brek ZarithAlinoé

Los arqueros es importante por ser el prólogo a la magnífica saga del país Qa, con la irrupción en la serie del hábil y atolondrado Tjall, del campechano y picarón Pie-de-Árbol y, sobre todo, de la bellísima, intrépida, invencible y diabólica Kriss de Valnor, amazona sin escrúpulos que detesta a Thorgal pero, a la vez, se siente atraída por él, pues es semejante a ella en algunos aspectos, aunque completamente antagónico en todos los demás. Kriss no dudará en secuestrar a Jolan y a Pie-de-Árbol para obligar a Thorgal, Aaricia y Tjall a acompañarla en su peligrosa aventura al otro lado del océano. Civilizaciones precolombinas, dioses venidos de las estrellas enfrentados en una lucha a muerte, fabulosas ciudades perdidas en la selva, barcos voladores... La serie llega con estos episodios a lo más alto. El país Qa, Los ojos de Tanatloc y La ciudad del dios perdido componen una espléndida aventura, cargada de dramatismo y suspense, hasta desembocar en un final inesperado y terrible para Thorgal, en el que los fantasmas de su propio pasado cobran vida y le salen al encuentro. La saga tendrá su epílogo en Entre tierra y luz, en el que Jolan, a punto de convertirse a su vez en un dios, escoge volver a ser otra vez nada más que un niño, un niño que prefiere el calor protector de sus padres a la adoración de todo un pueblo.

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Los arqueros
El país Qa
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Los ojos de TanatlocLa ciudad del dios perdido

Vendrá después un relato aislado apenas relacionado con el resto de la saga: El señor de las montañas, una aventura de ciencia ficción pura con repetidos viajes por el tiempo y una serie de paradojas sobre paradojas con un ingenioso final.

La saga de Thorgal no sólo se extiende hacia delante, sino también hacia atrás. Los álbumes El hijo de las estrellas y Aaricia agrupan diversas historias de mediana o corta extensión protagonizados respectivamente por Thorgal y Aaricia cuando aún eran niños, relatos que ampliarán cuanto sabíamos de ellos, que explican mejor los acontecimientos de aquel primer y ya lejano episodio y que aportarán nuevas implicaciones que tendrán consecuencias posteriormente en la saga, y nuevos personajes que reaparecerán en el futuro.

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El señor de las montañasEl hijo de las estrellasAaricia

La familia regresa al hogar materno de Aaricia para que ella pueda dar a luz a su segundo hijo, una niña a la que llamarán Loba, que dará nombre al nuevo álbum, y que también resulta tener extrañas habilidades, pues la jovencita, desde muy pequeña, estará dotada con el poder de comunicarse con todas las criaturas grandes y pequeñas, poder que les sacará a ella y a los suyos de más de un apuro en las peripecias venideras. Esta historia, nuevamente, se convierte en el prólogo de una nueva saga cuando, en La guardiana de las llaves, Thorgal, tras una breve aunque terrible aventura en la que su personalidad es suplantada por un viejo enemigo, llega a la conclusión de que su azarosa existencia se debe a una maldición que se ceba sobre él y que pone constantemente en peligro a los que quiere. En consecuencia, abandona a Aaricia y a sus hijos y se marcha solo, con la esperanza de que un día, cuando los dioses se olviden por fin de él, pueda regresar a su hogar.

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LobaLa guardiana de las llavesLa espada sol

El siguiente episodio, La espada sol, en el que el héroe, ahora un vagabundo errante, se tropieza nuevamente con Kriss de Valnor, es probablemente el más flojo de la serie, especialmente a nivel de dibujo; sin ser malo, ni mucho menos, se advierte cierto cansancio por parte de los autores, que no parecen saber muy bien qué hacer ya con su personaje. Da la impresión de que Thorgal está siguiendo el mismo camino que tantos otros célebres héroes de la escuela francobelga (por no referirnos a los de otras latitudes), que, pasada su época de gloria, esfumado el interés que en ellos pusieron sus creadores, continúan realizándose y publicándose por pura inercia, por motivos exclusivamente crematísticos, y cuyas sucesivas entregas van defraudando más y más a sus antiguos lectores.

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Cubierta de La fortaleza invisible 
Así las cosas, la aparición de La fortaleza invisible, sorprendente aventura en la que Thorgal ve pasar ante sí toda su vida y a todos cuantos han participado en ella, una especie de compendio y resumen de la serie entera, da pie para suponer que aquélla es la última historia del personaje. Cuando al final de la misma consigue que los dioses olviden al fin su nombre, pero a costa de olvidarlo también él mismo, y parte con Kriss de Valnor a la conquista del mundo, tras convencerle ésta de que su verdadero nombre es el de Shaigan el Implacable, todo hace suponer –al menos, para algunos de sus fieles lectores– que la serie ha concluido, con un final de antología. Un final que en cierto modo recuerda al de Angel Face, el que durante varios años fue el último álbum de Blueberry, pero que, como en el caso de éste, resulta no ser tal. Por fortuna para sus lectores, ya que, cuando aparece un nuevo álbum, y más tarde los siguientes, queda claro que la serie sólo ha pasado un bache, y que Van Hamme y Rosinski, al contrario que muchos de sus colegas, tienen todavía bastante que contar.

Durante tres episodios, La marca de los desterrados, La corona de Ogotaï y Gigantes, el amnésico Thorgal, siempre bajo el control de Kriss de Valnor, será Shaigan el Implacable, terror de los mares, pirata, asesino, tirano y traficante de esclavos. Sabiamente, Van Hamme nos escamotea sus sangrientas hazañas, y Thorgal apenas aparece en los dos primeros álbumes, centrándose la historia en las penalidades que Aaricia, Jolan y Loba sufren por su causa. Al final, y tras un viaje al hogar de los dioses nórdicos y al país de los Gigantes, Thorgal recuperará su memoria y huirá de Kriss y del reino de terror en el que ha vivido engañado durante años. El final de la epopeya, en La jaula, con su accidentado regreso al hogar, digno de un Ulises, y ese abrazo final entre Thorgal y Aaricia, es uno de los momentos más emotivos que recuerdo de la historia de la historieta.

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La marca de los desterradosLa corona de OgotaïGigantesLa jaula

Los últimos acontecimientos convencen a nuestro héroe de la necesidad de marchar otra vez, pero ahora es toda la familia la que emprende la partida, a bordo de una pequeña embarcación, hacia el sur, en busca de nuevos y más tranquilos horizontes. A los episodios Aracnea y La peste azul, ambos autoconclusivos, repletos de imaginación y suspense, sigue El reino bajo la arena, otra vuelta de tuerca al tema de los hombres venidos de las estrellas; sin ser una mala historia, es evidente que la idea no da más de sí, que Van Hamme no sabe ya qué contar al respecto.

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AracneaLa peste azulEl reino bajo la arena

En El bárbaro y Kriss de Valnor, Thorgal y los suyos caen esclavos de unos grandes señores de un muy inconcreto imperio romano de Oriente. Su azarosa fuga les es facilitada, como es imaginable por el título del segundo álbum, por su vieja enemiga, quien, antes de desaparecer como sólo podía hacerlo ella, de forma épica y espectacular, hará a Aaricia una revelación demoledora, que va a condicionar el futuro de los personajes y de la serie.

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El bárbaroKriss de ValnorEl sacrificio

Thorgal sale tan maltrecho de la aventura anterior que, en El sacrificio, Jolan le acompaña en un viaje al Entremundo en el que ofrece su vida al misterioso mago Manthor a cambio de la de su padre. En las últimas páginas, el muchacho, dejando definitivamente atrás su infancia, abandona a su familia en pos de Manthor y de un incierto destino, que promete ser excepcional. Con ello, Jolan arrebata el protagonismo de la saga a Thorgal, y una nueva época empieza.

 

Artículo dividido en dos partes. Leer la segunda parte 

 

Creación de la ficha (2010): Ángel Olivera, con revisión de Alejandro Capelo y edición de Félix López.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
ANGEL OLIVERA (2010): "Thorgal, un héroe diferente", en YELLOW KID. ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIETA, 4 (X-2010). Asociación Cultural Tebeosfera, Barcelona. Disponible en línea el 03/XII/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/thorgal_un_heroe_diferente.html