THE SUICIDE FOREST. UN BOSQUE DE SOLITARIOS
MANUEL BARRERO

 

THE SUICIDE FOREST. UN BOSQUE DE SOLITARIOS

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Portada del primer número en su edición original. 
 The Suicide Forest
es una serie de comic books cerrada, de cuatro números, publicada por el sello IDW a finales de 2010 que se ha traducido en España directamente en un libro editado por Dibbuks, con portada nueva que da fe del contenido de la obra pero que es la menos sugerente del juego de cubiertas elaboradas por Hernández Walta para la colección en EE UU.
 
Hablamos de tebeos de horror. De horror a la japonesa, ese tan alejado del terror con el que triunfaron en Occidente Takashi Shimizu o Hideo Nakata, directores de Ringu o Ju-on respectivamente. Nos dieron miedo y placer a partes iguales estas pelis de la primera década del siglo XX, ungidas en el susto tras una dosificación del suspense hasta lo insoportable, sobre todo por aquellos fantasmas de pelo lacio, piel cérea y mirada encharcada. En ambos filmes, así como en otros que se arrimaron a su éxito, el planteamiento argumental de base era una maldición que movía a unos espíritus a matar a seres humanos. La raíz del trauma solía encontrarse en la infancia.
 
La obra de cómic aquí titulada El bosque de los suicidas no parte de ahí, aunque algún rescoldo de una infancia infortunada quede en sus personajes. Su guionista, El Torres, habla de una maldición concebida en el ahora, en la que quizá sea la más terrible de las condenas: la infelicidad. Y que levanten la mano los que no sean reos de esto. El bosque que aparece en las viñetas de estos tebeos es un lugar que invita a los infelices a acudir allí para suicidarse. Pero también hay crímenes fuera del bosque, y hay infelices que parece que recuperan parte de su dicha.
 
Parece…
 

El guionista malagueño ha concebido una idea y un argumento aparentemente simples a los que confiere densidad según se avanza en la lectura, con un elenco de personajes construidos con dos pinceladas apenas pero que funcionan adecuadamente dentro de la trama. Los protagonistas principales son una pareja (ella nativa, él occidental, un gaijin) que alcanzan el desamor rápidamente y de forma traumática, porque él necesita alejarse de la chica pero ella no puede prescindir de él, tal es su dependencia. Tanto es el dolor de la protagonista que acaba en el bosque. Y entonces comienza el dolor de él, que termina también entre los árboles con una partida de senderistas cuya guía es una buena conocedora del mundo de los fantasmas, y eso permite que se resuelva la trama en un sentido satisfactorio pero inesperado. Tenemos, pues, un cómic de horror bien urdido, correctamente dosificado en sus cuatro entregas (el formato de comic book permite añadir momentos de suspense y emociones mediante el uso de las páginas opuestas y de los finales de cada tebeo que el volumen unitario no puede aportar), y muy aceptablemente narrado.

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Páginas finales de la primera entrega.

  

 
La experiencia de ambos autores con este género y con este tema no es nueva. The Veil, aquí El Velo, parte de una premisa coincidente: una suerte de investigadora que trabaja para los fantasmas en una gran ciudad, siendo el sobrecogimiento y la suspensión de la incredulidad el eje del relato de aquella colección de cuatro comic books que fue publicada con buena acogida aquí en España. Tanto Torres como Hernández han trabajado con un mismo registro narrativo aquí, acaso más sintético y directo ahora, para concebir un producto bien digerible y que trata el género con inteligencia.
 
Hace tiempo que se viene haciendo necesario reconocer que tenemos buenos profesionales que hacen guiones de calidad para el extranjero, no sólo dibujantes, y también en productos de género. Buenos guiones. Lo fantástico implica un modo narrativo distinto y tratar la obra mediante registros genéricos concretos, que a veces exageran ciertos clisés o determinadas fórmulas, pero que no deja de constituir una narración que puede alcanzar las mismas cotas de calidad que cualquier otra obra. El Torres, en conjunción con el dibujante melillense Hernández Walta, nos brinda un tebeo de horror satisfactoriamente construido, que se digiere bien y no insulta ninguna inteligencia. Al contrario, la reta y alimenta.
 
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Páginas impactantes jalonan esta historia. 

Torres encapsula los detalles de la trama en páginas que el dibujante va desarrollando a un ritmo preciso, milimetrado. El guionista conoce bien los trucos del oficio y deja escenas en suspenso, genera ansiedad con viñetas mudas al final de cada página, formula algunas imágenes de impacto (el gato apuñalado en el techo), usa las splash cuando toca, y conduce el montaje en paralelo hasta alcanzar clímax muy convincentes (cuando la muerte de la suicida coincide con la “pequeña muerte” de él, o sea con un orgasmo).
 
Por fortuna los autores no caen en la rutina a la hora de resolver la historia. Hernández Walta nutre nuestras pupilas con imágenes que parecen haber emanado de las carpetas de Bill Sienkiewicz, Frank Miller o Jeff Jones pero que se ajustan perfectamente al clima imaginado por El Torres. Hernández abusa del primer plano, si hemos de citar un defecto (otro es la confusión que llegan a generar los tres personajes femeninos más destacados), pero usa las acuarelas con tal maestría que logra transmitir con pinceladas cálidas la frialdad de los entornos urbanos y la humedad del bosque. Esto es lo más sugerente de The Suicide Forest, comprobar cómo para construir el horror se tiende a alejar al urbanita de la seguridad del cemento para llevarlo a un entorno natural donde los fantasmas agresores pueden ser ramas, arbustos, terraplenes o meramente los recuerdos.
 
Otro acierto de esta obra de historieta reside en que se puede utilizar un formato (en este caso el del cuaderno) para servir un relato con una dosificación del drama y la tensión medidos inteligentemente sin que el ritmo se resienta por ello. El Torres ya tiene la veteranía que le permite concebir tebeos así y Gabriel Hernández está demostrando un talento especial para adaptarse a cualquier tipo de relato.

Los americanos saben escoger. Vaya si saben.
Creación de la ficha (2011): Manuel Barrero. · Imágenes tomadas de la obra publicada pro IDW.
CITA DE ESTE DOCUMENTO / CITATION:
Manuel Barrero (2011): "The Suicide Forest. Un bosque de solitarios", en Tebeosfera, segunda época , 8 (30-VI-2011). Asociación Cultural Tebeosfera, Sevilla. Disponible en línea el 21/XI/2024 en: https://www.tebeosfera.com/documentos/the_suicide_forest._un_bosque_de_solitarios.html